Partida Rol por web

Vayamos pues a casa - digo a Harald y me cruzo de brazos.- Confío en que Ivarr esté allí ya - digo aunque no sueno nada convencida del asunto.

Doy unos pasos alejándome un poco de la casa de Gunnar pero siempre manteniendo un ojo. 

- Vayamos todos a casa si queréis. Comprobaremos si Ivarr está allí juntos - les comento.

- Perfecto. Vamos entonces. - Asintió a Ishild.

  Uthred no se encontraba cómodo con toda aquella historia, quizá estuvieran haciendo el tonto buscando a Ívarr y tal vez Ívarr estuviera en casa. Pero más vale siempre estar seguro a que vengan sorpresas. Y para evitar sorpresas, Uthred echó una rápida ojeada a Bernt y a Haakon, no sea que se metan en problemas.

Bernt es quien toma la iniciativa y, sin más, se dirige con paso seguro hacia la puerta flanqueda por los dos guardias que pronto se ponen en alerta al ver como un hombre de gran tamaño y seguido por uno encapuchado que porta un bastón se acerca a ellos. Las lanzas se mueven hasta ponerse señalando al pecho de Berndt. Pero los guardias no hacen amago de atacar sino que se mantienen tensos, con las armas listas y las piernas flexionadas.

Entonces, Bernt hace su pregunta y los guardias parecen relajarse un poco. Uno de ellos, finalmente, decide hablar. Es tarde y Gunnar Ragnarssen no recibe a nadie a estas horas. Si deseáis verle, esperad a mañana. Su tono es neutro, como si hubiese repetido la misma frase en multitud de ocasiones de forma mecánica, pero no podéis menos que intuir cierto deje de amenaza en su voz.

Tras la pareja, en la oscuridad, los tres miembros del grupo, que no se han acercado, han decidido volver a casa de Ishild donde esperan ver a Ívarr. Pero mientras se alejan con paso tranquilo, aunque con el corazón inquieto, no dejan de mirar hacia la puerta por si sus amigos se viesen en peligro. No obstante, el derramamiento de sangre podría traer consecuencias terribles al autor.

Espero que Ishild se ponga en marcha para seguirla, pero no puedo evitar que mi atención esté centrada en lo que pasa en la puerta de Gunnar, por lo que procuro andar medio de lado, para no perder nada de lo que pase.

A Ishild le cuesta irse, anda muy despacio, como dando tiempo a que se resuelva todo y cuando oigo su invitación a los demás para que se vengan, no puedo estar más de acuerdo y rogar a los dioses que la acepten. También a mí me cuesta dejarlos atrás, pero sinceramente creo que lo más sensato es ver si Ivarr está en su casa y dejar el encuentro con Gunnar para mañana. Seguramente entenderá que estemos cansados tras una expedición y que necesitemos reponerno, no esperará que vayamos inmediatamente.

Estaba convencido de que no tendrían problemas en hablar con Gunnar y me irritó la negativa de los guardias. Tal vez en otra ocasión habría cedido, pero estaba nervioso por los temas que tenían que tratar con él, y me dije a mi mismo que no iba a aceptar aquello tan fácilmente

- Entiendo... - dije con una pizca de impaciencia - ¿y esa decisión es inamovible? Tenemos negocios pendientes de los que hablar. Gunnar podría quedar molesto si aplazamos nuestra reunión... -

Dejé la frase en el aire, consciente de que probablemente un argumento como ese solo funcionase si los guardias fueran unos completos cabezas huecas.

Me cuesta darme por vencido. La prudencia invita a retirarse ahora y dejar las cosas así; si Gunnar no recibe visitas a estas horas, no parece aconsejable insistir. Sin embargo.. llevo horas de pie esperando a que esto se resuelva, y ya había decidido hablar con Gunnar. Temo ir demasiado lejos, pero me veo obligado a insistir. Asiento con la cabeza a lo que dice Haakon.

-Eso es, estoy seguro de que esa regla no es totalmente firme. Hemos llegado hoy de las costas abodritas, no hemos podido venir antes. Así que será mejor que sea Gunnar quien decida si nos recibe o no.

Aguardo unos momentos más después de oir el intento de Haakon para hablar con Gunnar. Me llama la atención su interés en hablar con Gunnar mientras que mis intereses estaban en encontrar a mi marido. Pero tampoco le doy mucha importancia. Cada uno tiene su vida con sus obligaciones. 

- Haakon, te podemos esperar si quieres - le digo ofreciéndole nuestra compañía. - Aunque prefiero que no nos demoremos más. Miro al resto.

   Uthred se quedó rezagado para poder escuchar, aunque solo sea levemente, la conversación. Chasquea la lengua ante la negativa de los guardias y se tensa al oir las palabras de sus compañeros. Uthred es un guerrero, pero no está falto de sentido común. Uthred espera que Haakon y Bernt puedan capear el temporal y que, pase lo que pase, no acaben de forma violenta.

  - Estoy contigo, Ishild. Son hombres sensatos, no les pasará nada. - Dice refiriendose a Haakon y a Bernt. En el momento en que queda cerca del grupo de Ishild ya pierde todo el sonido de la conversación de Haakon, Bernt y los guardias. - No nos demoremos más.

Mientras parte del grupo sigue su marcha hacia la casa de Ishild donde esperan encontrar a un Ívarr que les debiera de mirar con cara rara, frente a la puerta de Gunnar sigue una conversación que escapa ya de los oídos del trío encabezado por la mujer del líder de vuestra expedición.

La ciudad está a oscuras, apenas iluminada por las antorchas en las arterias principales de la misma. El silencio apenas interrumpido por algún ronquido especialmente alto al pasar frente a alguna casa, algún llanto de bebé que tiene hambre o que por alguna dolencia no consigue conciliar el sueño, el ruído de las animales en sus cuadras mientras se mueven en una especie de sonambulismo o mientras comen, las peleas de gatos callejeros luchando por los restos de comida que han logrado...

Volved mañana. Dice el guardia con tono agresivo, aunque con un deje de cansancio al final del mismo, como el poso que queda en algunas infusiones en el fondo de la taza cuando la has terminado de beber. Sus músculos siguen preparados para actuar si las cosas se tuercen. Y su compañero, al lado, está igualmente listo para asistir a su compañero si fuese necesario. Gunnar está descansando y no desea ser molestado. Si tenéis que hablar con él, hacedlo mañana y os recibirá encantado como lo hace con el resto de personas. Dice el guardia moderando su tono, como si se hubiese dado cuenta de que estaba caldeando el ambiente con sus palabras de forma innecesaria.

Camino silencioso acompañando a Ishild a su casa. Mis pensamientos están divididos entre la preocupación por Ivarr del que no sabemos nada desde que atracamos, la deuda que pende sobre nuestras cabezas y los dos compañeros que hemos dejado atrás. 

Por desgracia, nos hemos alejado bastante y no alcanzo a oir la conversación. Bernt y Haakon son gente sensata, pero sé que unas palabras mal dichas y un tono de voz equivocado puede provocar que un orgullo lastimado vuelva insensato a cualquiera. En todo caso, ya no está en mis manos.

Así, con una tormenta de pensamientos en mi cabeza, sigo a la mujer de nuestro lider. Espero que la alegre inocencia de los niños de ambos, con su alegría por ver de vuelta a sus padres pueda animarme un poco.

Chasqueé la lengua con irritación. Los guardias parecían decididos, no tenía caso discutir más con ellos a menos que quisieramos buscar una pelea, y eso no nos beneficiaría de ningún modo.

- Vamonos Bernt - dije únicamente, ya dando la vuelta y encaminandome hacia los demás, que aún no habían ido demasiado lejos. Les hice un gesto con el brazo, confiando en que entendieran y nos esperasen. Al final del día no habiamos sacado nada en claro, solo nos quedaba encontrar a Ívarr y confiar en que nos contase a qué había dedicado su tiempo en lugar de hablar con Gunnar  para conseguir pagar lo que restaba de deuda.

Espero a Haakon y a Bernt hasta que nos alcancen. 

- Vayamos. En casa podremos hablar y esperar a Ivarr - les digo - Nos aclarará todo lo sucedido. Seguro.

Les digo y me pongo rumbo a mi casa. Intento ir un paso más adelantada al resto del grupo.No me gusta la situación, no me gusta cómo está sucediendo... y no me gusta tener la sensación de que Ivarr me está ocultando cosas.... 

 El joven esperó junto con el resto del grupo, cambiando el peso del cuerpo de un pie a otro y observando alrededor de manera distraida. Si Ívarr estaba en casa, seguro que iba a tener repertorio para reirse de los presentes durante semanas. Con los brazos cruzados frente a su pecho, Uthred esperaba a que se pusieran en marcha.

  - Podriamos ir yendo nosotros, y que el resto se nos vaya uniendo... - Propuso.
 

No me gusta dejar las cosas así. Por un momento noto como el cabreo lucha por abrirse camino en mi interior, aunque finalmente me contengo. Hago un gesto con la cabeza a modo de despedida, sin dignarme a abrir la boca y sigo a Haakon. Pero esto no acaba aquí. Por el camino, comento mis intenciones con el resto.

-No me ha gustado esta forma de dejar las cosas. Te acompaño a casa, Ishild, quiero ver a Ívarr antes de volver con los míos.

No ha sido correcto en eso concordamos Bernt - le digo de acuerdo con él. Es posible que haya sucedido algo ajeno a nosotros. No sabemos cómo han cambiado las cosas estos meses. 

Confiaba en que mi marido estaría en casa esperando con los niños. Y se explicaría lo sucedido. Seguro.

 - No creo que ocurra nada malo. - Intenta tranquilizar al grupo, especialmente a Ishild y a Bernt. - Gunnar no es tonto, y Ívarr siempre le ha resultado beneficioso. Esta vez hemos sufrido un revés... pero Ívar siempre paga religiosamente y no recuerdo haber tenido un problema semejante. Mi abuelo es comerciante... y no es normal que un comerciante se deshaga de un activo como Ívarr. Quiza tengamos que hacer mayores esfuerzos la temporada que viene...

Con la situación desconocida de Ívarr, la deuda y la decepción acumulada, día a día, durante la última semana, el ánimo del grupo es grís en el mejor de los casos. El miedo se junto con la ira, el temor con la furia. Mientras Bernt y Haakon avanzan a grandes zancadas para alcanzar al grupo, el resto se detiene para esperarles. Los guardia no han hecho gesto alguno tras vuestra marcha, como si nada de esto fuese con ellos.

La ciudad sigue silenciosa. La luna lanza sus brillantes rayos a través de las nubes que cubren en gran parte el cielo. Un zorro sale a vuestro a paso y se cruza ante vosotros, como si de una señal se tratase. Una gota. Dos gotas. De repente, el cielo comienza a derramar agua de forma calmada pero continua, como si el cielo llorase junto a vosotros. Se os pasa por la cabeza lo mucho que se tienen que estar riendo las Hilanderas mientras juegan con los hilos de vuestras vidas.

Calados hasta los huesos, por fin llegáis a casa de Ishild, donde os esperan Karl y Bera, que cuidan de los hijos de Ívarr. La mujer se adelanta con Rigmar en brazos que se ha quedado dormida. Al fondo, Jorgen juguetea con su tío, aunque en su rostro se ve que el sueño le pesa. El niño de Karl y Bera, Sven, está dormido junto al fuego. Todos os miran curiosos y con cientos de preguntas en sus ojos.

Cuando entráis por la puerta, Karl os invita a acercaros al fuego, que chisporrotea alegre en el hogar, con un gesto de la mano. Bera por su parte es la primera en hablar, mientras entrega a la pequeña Rigmar a su madre. ¿Qué hacéis aquí todos y tan tarde? Dice con dulcura aunque siendo directa. Estábamos preocupados porque mirad qué hora es. En ese momento, comienza a buscar con sus ojos entre el grupo. Entonces es cuando pregunta: ¿Dónde está Ívarr?

Cojo a mi pequeña hija cuando mi cuñada me la entrega y sonrío olvidándome por unos momentos de todo lo sucedido. 

Cuando escucho a Bera preguntar por Ivar... mi gesto se tuerce y abrazo con fuerza a la niña. Suspiro. 

- Creo que será mejor acostar a los niños  y hablar después - digo con firmeza. Si vamos a hablar de la desaparición de su padre mejor que no oigan nada hasta que sepamos que ha pasado. La pregunta de Bera de "dónde está Ivar?" ha hecho que por completo olvide sus palabras anteriores.

   De camino a casa de Ishild, Uthred no abrió la boca para nada. No era un hombre taciturno y se mantenía alegre y bromista incluso en situaciones dificiles. No era inusual verle reir en mitad de una tormenta marina, mientras boga junto a sus compañeros para salvar el barco, o bromeando en mitad de una batalla, lanzandole pullas maliciosas a algun compañero. Pero ahora mantenia el silencio y la tensión. Hasta tal punto estaba tenso que cuando el zorro les sorprendió y se escabulló entre sus piernas, Uthred le alejó de una patada a la que el zorrillo respondió con un quejido mientras huía.

   Sonrió a Bera y a Karl. En el fondo le envidiaba. En Heiðabýr habia muchas mujeres buenas, atractivas, valientes, laboriosas. Pero Bera desprendía una dulzura y una calidez especial. Si Uthred tuviera una mujer semejante, cada partida se le haría más dura que la anterior. Saludó a Bernt y se acercó, con una sonrisa de oreja a oreja, hacia el hijo de Ívarr e Ishild.

   - Pero que tenemos aquí, mira lo grande que estas, enano. Cuidado Karl, que en cuanto te descuides te va a tumbar. - Bromeó, quedandose maravillado por el cambio que habia dado el hijo de Ishild e Ívarr, y solo habia pasado una estación.

   Cuando Bera pregunta por Ívar, Uthred mira a Karl y niega con la cabeza, con el rostro más serio que cuando entró. Pero no dice nada.

Acompañamos a Ishild a su casa alumbrados únicamente por la luz de la luna. No presto mayor atención a los animales que se puedan cruzar, sé por experiencia en el bosque que la mayoría estarán más asustados de nosotros que lo que podamos estar nosotros de ellos. La lluvia no hace si no contribuir más al desánimo, pues parece que todo está en nuestra contra.

Al llegar a la casa, la tierna escena familiar me reconforta ligeramente y llego a esbozar una pequeña sonrisa a la vez que hago un gesto de saludo. Aún no he tenido tiempo de abrir la boca cuando oigo la frase que temía - ¿donde está Ivarr? - pero mantengo mi boca cerrada, pues como bien dice Ishild, ya habrá tiempo de hablar y planear que hacer cuando acueste a sus hijos.

No puedo si no admirar la presencia de ánimo de Uthred, que aún es capaz de soreir y jugar con los pequeños aunque esté tan preocupado como nosotros por la extraña desaparición de Ivarr, la deuda con Gunnar y todo lo que nos agobia.

Así pues, permanezco callado y en un segundo plano, esperando que los pequeños estén en su cama abrigados antes de tratar de idear el siguiente paso.