Partida Rol por web

me sorprendo por que esta panda de malnacidos no le rajen de arriba abajo, pero me alegro, así que digo:- creo que seria peligroso dejarlo por aquí, quizás pase algún sombrero y la tengamos. yo lo llevaría a donde ha dicho el, a la tintorería, lo atamos, le amordazamos, y en algún cuarto de atrás, lo dejamos. no nos molestara y nadie entrara, así que tendremos vía libre y sin que aparezcan terceros en la escena.

El enano, ya cansado de minucias y milandreces va a degollar al tipo. - Es más económico que desperdiciar una cueda y además un ratero siempre será un ratero. Pero si está vivo puede ser una rata con una leguna muy larga. Muerto no dirá nada.

Si no dice nadie nada ni me para le rebano el pescuezo sin miramientos. Ni acrimonia ni parpadear.

- Pero!, que haces!, estáis todos de acuerdo?, Yo no puedo verlo. Y sin mas me voy quedándome en la esquina mientras me tapo los oídos y miro para fuera.

Félix arqueó una ceja mientras observaba al enano cuchillo en mano aproximarse al matón. Volvía a estar de suerte: se libraría de tener que malgastar una cuerda. El truhán había matado gente, pero sólo si a él le habían atacado o perjudicado previamente. Era un cabrón, pero no un puto cabrón... Sin embargo, el pragmatismo de los hijos de Grugni nunca dejaría de sorprenderle.

Hizo una indicación a Tryndamere para que lo sujetaran entre los dos y trató de cubrirle la boca.

-Me alegro de que sea usted quien haga los honores, herr Jab. Si llego a ser yo, su amigo herr Steinhoff se me habría echado encima -comentó con sonrisa mordaz...

Tryndamere y Félix, agarran a sujeto, ante la pasividad o el desprecio de algunos de sus compañeros. El canalla, sorprendido al principio, empieza a entender que pasa cuando ve el impasible rostro del enano acercarse hacia él. Se revuelve inutilmente, y  antes de que Félix consiga taparle la boca, suplica y solloza.-Of he dicho todo lo que sabia! No ef jufto, no ef...jufto....-Y comienza a llorar, mirando con cara de tremenda tristeza a Ragnar.

Pero este no cede, y con el cuchillo en mano, lo degüella cual cerdo, agitandose al principio con tremenda fuerza, para luego comenzar a temblar con los últimos estertores mientras se ahoga con su propia sangre. Finalmente, con el cuello rajado de lado a lado y ya sin la sujeción de sus captores, se derrumba en un chargo de sangre, en una esquina mugrienta de la fétida ciudad de Marienburgo.

El barbaro y el truhán han visto muchas veces una escena parecida. Ya sea para rematar a heridos en combate, o por la mera supervivencia del pellejo propio, ambos miran friamente el cadaver del asesinado. Pero el enano, habiendo pasado gran parte de su vida entre libros y bibliotecas, parece sufrir escalofrios al terminar la faena. Algo se ha roto dentro de él, una vez más...

El enano, poco a poco, veía como su mente se alejaba. Ya empezaba a entender a aquellos que marcharon para ser matadores y purgar sus penas bajo la muerte y la gloria, o incluso bajo el yugo de ambas. Era una pena, pero la misión era importante. En el futuro ganaría humanidad. Esto le hizo sonreir, tal vez con una mueca de locura en sus labios, ya que se había percatado de algo. Soy enano no humano, no tengo por que tener humanidad. Los enanos venimos de la piedra y así hemos de ser. O al menos eso es lo que que se decía a si mismo para convencerse de que la salvajada que acababa de acometer ... era lo justo y necesario.

Los susurros escaparon de su mente y llegaron a alguno oidos, sólo de los más cercanos ... y con esto guardó el arma. Lo había dicho una vez a un nivel audible, pero tal vez fuera un millón a otro tono en el cual nadie se percató de lo que corría por su alma.

Félix se limpió la sangre de la mano con la propia ropa del sabueso, mientras escuchaba al enano hablar entre dientes.

-Era un cabronazo, Rag. Ya oísteis como se pavoneaba del asesinato de Baer. Gentuza como esta sólo merecen que los pielesverdes se los coman tras cocinarlos a fuego lento...

Mientras registraba el cadáver en busca de útiles u objetos valiosos dijo:

-No nos quedemos mucho rato por aquí. Será mejor después arrinconaremos el cuerpo y nos dirijamos a la tintorería...

Luego del puñetazo de Trydamere, Heldrich tuvo que hacerse a un lado para dejar pasar el cuerpo del pobre idiota, ahora en el piso. -Eso fue muy imprudente de tu parte...- comenta por lo bajo -pero hombre que buen puño!- agrega en tono jocoso y se dispone a ayudarles a cargar con el cuerpo, siempre mirando en todas las direcciones por si alguien los descubre.

En el interrogatorio, se hace a un lado y deja a sus compañeros que hagan el trabajo sucio. No es que le gustara ensuciarse las manos, simplemente disfrutaba ser el espectador de vez en vez. No deja de sorprenderle la actitud de Ragnar, pero eso tampoco significa que no la apruebe. Sinceramente era lo mejor.

Finalmente, como un ave de carroña también comienza a registrar el cuerpo en búsqueda de algo de utilidad... solo para colaborar con Félix. -Seh... escondamos el saco de mugre y marchemos a la tintorería. El tiempo corre y no me gusta llegar tarde a mis compromisos...- deja escapar un par de exhalaciones jocosas.

Sin mirar el cuerpo digo:- Ya lo habéis echo, ahora deshaceros de el, aunque el mejor sitio seria el rio. en el aparecen y desaparecen todo tipo de cosas.
Sin mas que añadir permanece vigilante sin la intención de tocar nada del cuerpo de aquel desdichado.

Mientras se marcha de allí tranquílamente hace mención a un viejo dicho de la ciudad. - La mierda termina siempre en la calle y se acumula en los callejones. Se mesa la barba. Dejadlo, añade insensible u ocultando sus sentimientos. donde está.

Todo esto le era familiar al barbaro, nunca le gusto ni consiguio acostumbrarse.
-Entremos ya y acabemos con esto TrTryndamere se encamina a la entrada "secreta" del garito

En cuanto veo que sale Tryndamere del callejón, voy tras el, cuanto antes me aleje de aquella locura cometida mejor.

Dejáis atrás al cadaver desdentado, e incluso antes de girar en la siguiente esquina ya podéis ver los grititos de las ratas del canal, que acaban de encontrar la cena. Con la llave de la tintorería, y con el alba aún de camino, seguís al norteño de paso firme.

A estas horas, los pordioseros o duermen la mona o han besado ya los adoquines de la ciudad y no parece haber ni una sola alma en todo vuestro trayecto. En lo que va de noche, no habéis visto un solo sombrero negro y todo parece que va como la seda. La pequeña llave se gira emitiendo solamente un chirrido seco antes de abrir la puerta del comercio. Tal y como el rufían os había dicho, el sitio estaba vacío y no tardáis en encontrar la pequeña puerta que comunica los dos locales.

Heldrich se adelanta y pone el oido.-Nada, si un solo ruido.-Parece que estén todos dormidos.

El agitador murmuró en voz baja, mientras asía la espada con su mano buena:

-Creo que Held o Laida deberían entrar primero y asegurarse de que no hay nadie. Y si lo hay, que vengan a advertirnos. Sois los más sigilosos del grupo.

Acto seguido, puso también el oído en la puerta por si al ladrón le habían fallado los sentidos...

Yo me movía muy bien en entornos rurales, pero aquí en la ciudad la cosa cambiaba ligeramente, aun así no era cuestión de perder el tiempo, así que digo:- Cuando me abráis la puerta, entro, si viene Heldrich mejor que mejor.
Pero si no no pasa nada.

-No escucho nada... pero de todas formas deberíamos tener cuidado.- Su mirada se llena de soberbia y asiente con su cabeza luego del comentario de Félix y le pide la llave para abrir la puerta.

Obviamente tienes razón, no se preocupen yo entro primero.- Introduce la llave en la cerradura y abre la puerta lentamente para observar cuidadosamente en su interior, luego le guiña el ojo a Laida con una mirada cómplice y se adentra en el interior del recinto con movimientos felinos, volviéndose uno con las sombras.

-Si no hay nadie ¿a que diablos estamos esperando? ¿A que lleguen y nos den mas problemas?al barbaro le impacientan estas tonterias, tanto esperar y vigilar, hubiera sido mas fácil entrar directamente y si era necesario preguntar a los que quequedaran conscientes.

Heldrich, abre la puerta sin que esta meta el menor ruido y entra en la oscuridad del refugio de los chuchos rabiosos. Los pies del ladrón se deslizan sigilosamente entre las mesas y taburetes del lugar. Esquiva jarras, y algún que otro charco de un liquido que no quiere ni siquiera pensar que podría ser.

El lugar es relativamente pequeño y no tarda en dar con los compañeros a los que se refería el desgraciado al que habéis apiolado hace unos minutos en callejón. Uno de ellos, duerme la mona sobre una de las mesas, llenas de barajas y dados mientras que el segundo lo hace acomodado en una pequeña silla en una de las esquinas. Ningún ruido más, aparte de los ronquidos de los guardianes, todo está tranquilo.

Cuando Heldrich ya se dispone en dar media vuelta y avisar al resto, atisba entre la oscuridad una puerta semi-abierta al fondo del local. El almacén piensa para si mismo.

Entro después de Hendrich intentando moverme con cuidado y llegar hasta donde esta la puerta entre abierta, mientras saco mi arma con cuidado. para al llegar echar un vistazo disimuladamente y con mucha precaucion.

El enano conoce sus limitacines y se limita a mantener la mano sobre el puño de su arma, hasta que merezca la pena entrar, sea por estar controlada, sea por ser necesario el uso de su filo OTRA VEZ. Expectante, mira con curiosidad, manteniéndose lo más quito posible y con todos los sentidos alerta. Cuando se da cuenta de que todos están en el mismo estado que él, gira la cabeza para controlar los laterales y demás, ya que están obnuvilados con la misión del "sigiloso".