Partida Rol por web

Después de guardar el anillo, va a buscar mas cosas por si encuentra algo mientras los demás se reponen. una vez recogido lo que encuentre, dice a los demás, venga seguimos adelante?

Tras acabar con los tres enemigos miro a mi alrededor buscando mas hasta que las palabras de Laida me hacen volver de la furia del combate y me acuerdo de otras palabras que la haflin ha dicho antes.

-Cierto, continuemos, y con respecto a lo de que los túneles se inundan, he hecho un calculo y tenemos unas dos horas antes de que eso ocurra.

pues tenemos una hora para llegar a donde sea y otra para salir, venga!, a moverse. y dicho eso espero a que empiecen a andar, pues yo no pienso ir delante.

Félix frunció el ceño.

Si calcular eso se te da tan bien como usar la espada, será mejor que nos pongamos en marcha. Y espero que no haya más de estos asquerosos engendros por aquí...

espada?, bueno, deben ser las sombras de las cloacas, que no le dejan ver bien, pienso mientras empiezo a andar.

Con los cadaveres flotando en las aguas fecales de las alcantarillas, seguis vuestro camino entre el laberinto que sostiene a la ciudad más grande del Viejo Mundo. Atravesáis varias cámaras medio sumergidas, y lentamente, con paso seguro, retomáis los estrechos y resbaladizos pasos. Sonidos amortiguados, rafagas de viento apestoso y media docena de ratas os acompañan en la travesía.

Cogéis la salida a un largo tunel, con la única luz de la antorcha de Félix y poco a poco os acercáis al final del recorrido. Pero cuando os encontráis ya cerca, el siempre atento barbaro hace un gesto de alarma. El grupo se detiene. Y en silencio completo escucháis el sonido del agua, un sonido parecido al que hacen las ratas cuando nadan en las negras aguas de este sitio.

Y al poco tiempo, veis parcialmente los ojos y la cola de un gran reptil que se desliza cerca de vosotros. Ahora, las leyendas de caimanes que campan a sus anchas en las alcantarillas de las ciudades no os parecen tan graciosas. Se trata de un caiman albino, que aunque no se detiene, no deja de fijar sus ojos en vosotros. Y no sois capaces de dejar de sentiros como si fuerais sus siguientes presas.

en voz baja como si el reptil pudiera oirle
-Sera mejor no caer a ese caldo, puede que no salgamos enteros- el bárbaro reprime un escalofrio -Continuemos despues de ver ese caiman Tryndamere sigue mas atento aun si cabe

preparo la honda por si hiciera falta y me pego aun mas a la pared si cabe mientras digo:- Pasemos rapido...

Un escalofrío recorrió la espalda de Félix. Se imaginó al caimán cerrando sus dientes contra su pecho, tal y como hizo la lombriz del pantano.

-Ranald quiera que sea un animal normal, y que no esté hambriento. Si es un mutante...

Siguió a sus compañeros mientras interponía la antorcha entre él y el caimán albino...

Al ver el caimán aferro la espada con mas fuerza e interpongo el escudo entre el animal y mi cuerpo por si soy atacado. Cuando el gran reptil pasa de largo relajo un poco los músculos pero sigo atento por si volviera o por si aparece otra amenaza.

No pienses en mutante Felix, sera mejor que no te pongas nervioso por un animal, aunque sea un caiman. Aceleremos el paso y lleguemos al final de estos túneles.

Palabras osadas las de Leopold. No es más que un animal. No debéis preocuparos, no penséis en mutaciones. Pero a decir verdad, nadie se cree realmente la tranquilidad del marinero. Todos seguís angustiados la mirada del caiman, que tranquilo, sigue desplazándose en dirección contraria. Únicamente cuando lo perdéis de vista entre la oscuridad de las alcantarillas dejáis escapar un suspiro desesperado. No tendría hambre.

Seguís vuestro camino, cada vez más cerca. Evitáis habitaciones hundidas, tramos podridos y desprendimientos de paredes hasta llegar a la puerta que da, a la habitación marcada con la X. Todo parece tranquilo, y no escucháis ruido alguno. Pero surgiendo desde el marco de la puerta y cubriendo parte de la pared derecha, una capa viscosa de moho rojo os pone alerta. La extraña flora, parece moverse, palpitar e incluso diríais que sus movimientos se asemejan a vuestros pasos. 

Unos metros más y podréis dejar atrás este agujero de mierda. Unos metros, nada más.

Atenta a todo lo que la rodeaba Laida se fija en ese moho rojo que parece reaccionar a nuestro movimiento, por lo que digo rápidamente.
- Quietos!, ese moho rojo se mueve con nosotros. debemos ir despacio, muy!, despacio. Si nadie quiere ir el primero, dejarme a mi que me suelo mover bien.
en espera de su respuesta me quedo quiera observando al moho, a una distancia prudencial.

Me detengo al oír la observación de Laida sobre el moho, y mientras lo miro digo:

-¿Y si probamos a quemarlo?

Es una idea, tenemos más antorchas?, aunque el moho seguro que estará húmedo y no prenderá muy bien si es que lo hace.
De paso me fijo en las paredes para ver si esta parte de aquí se inunda o no.

Aunque no prenda puede que se retire a causa del fuego, no me fío yo de un moho tan extraño.

me encojo de hombros mientras pienso, un moho retirarse?, seria la primera vez que lo veo.

Félix miró con desconfianza al extraño moho. Siempre desconfiaba de todo el mundo, puesto que la vida así se lo había enseñado, pero en este caso más.

-No tengo más antorchas, pero ya que te ofreces, prueba a acercarte poco a poco. Toma esto, por si esa cosa intenta algo...

Mientras le ofrecía la antorcha a Laida pensó para sus adentros: "... y así me libro de acercarme yo".

Yo paso de antorchas, prefiero moverme en silencio, y dicho eso avanzo con sumo cuidado. dando un paso, esperando 2 segundos, dando otro paso, otros dos segundos, y así. Si en alguna ocasión veo que el moho se empieza a mover, me quedo quieto. y empiezo a moverme cuando se haya parado.

El barbaro arruga la nariz al ver al moho, será verdad que se mueve con nosotros o solo sera el juego de sombras, se pregunta Tryndamere.
-Félix estate atento por si el moho es peligroso y ataca a la mediana

-Claro que estaré atento Trynda, sería un espectáculo digno de verse -comentó Félix, enseñando su mordaz hilera de dientes-. Yo no pienso acercarme a achicharrarlo, pero al que quiera hacerlo le prestaré mi antorcha muy gustoso...