Partida Rol por web

-Ah, no dudes que tienes mi simpatía, compañero, y nada de esto pienso decir a otro que no seas tú o los aquí presentes. Nunca me gustó esta costumbre de retratar a quien podría ser cualquiera, aquí a la intemperie, además, que cualquier chaparrón puede emborronar el dibujo y señalar a uno cualquiera.

El hombre hizo un gesto con la mano para quitar importancia al asunto.

-Esperemos dar por aquí con gente con algo de seso, y sobre todo con mala memoria. Mientras tanto, propongo no hablar más del asunto.

Heldrich alzó la ceja visiblemente bajo el manto con el que viajaba.-Me estas vacilando?.-Los nervios estaban bastante caldeados como para que nadie se andase con sorna y comentarios de mal gusto, pero por esa vez Heldrich lo dejó pasar y volvió a desplazar las manos a un lugar visible, tirar de acero tan rápido para un rufián de poca estofa como el no era nada saludable así que prefirió morderse esa lengua tan suicida que tenía.

Llegados a ese punto Heldrich decidió cortar por lo sano y desenfundó con calma la espada y la daga que llevaba oculta en la cara interna del antebrazo derecho.-Bien, si algo me sorprende en el camino me cogerá con el acero listo...-Comentaba en tono neutro mas para si mismo que para deleite del oído ajeno.-Seamos sinceros, si me asocia contigo la Reiksguard negaré que nos conozcamos de algo.-Se encogió de hombros, al menos no lo delataría por una recompensa que ya era mucho decir del rufián de Heldrich.

Para mi distracción cada vez que veía uno de esos carteles, si no había nadie a la vista, lo quitaba y lo rompía en mil pedazos para posteriormente ir soltando los trozos a distancias regulares de unos 20 pasos Halfling.

El enano, ya desconfiado de por si, veía que por momentos aumentaba la tensión. - ¿Ha venido a ayudar o a liarla más? Pensaba para sus adentros. Empezaba a temer por su prestigio y reputación y no le apetecía nada, ni lo más mínimo, en tener que dejarse cresta. No, su reputación era mucho más importante, tanto a nivel interior como para sus congéneres, y no podía rendirse. Ya había perdido bastante humanidad en el intento de recobrar la vida que tenía, y no podía rendirse ahora.

Se fijó en los gesto de la halfing y le empezó a ayudar, sin mediar palabra, con la "captura y destrucción" de los cartelitos.

Félix rió por lo bajo.

-Sólo era un sarcasmo de los míos Held, parece mentira que todavía no me conozcas. Y recuerda que te debo una de cuando la lombriz del pantano, y yo siempre pago mis deudas de sangre...

"... y se las hago pagar a mis deudores"-pensó en referencia a su padre adoptivo.

Observó a sus compañeros arrancando los carteles donde aparecía su rostro, pero como era demasiado orgulloso para agradecérselo, se limitó a mantenerse alerta. Aquel bosque le ponía los pelos de punta...

Entre tanta discusión, y aunque la mayoría estabais intentando prestar atención al bosque tan solo Félix y Ragnar llegan a percibir ruidos alrededor vuestro. Con un giro en el camino parecía el mejor sitio para realizar una emboscada y sin duda vuestros "perseguidores" así lo habían pensado.

De la espesura del bosque sale, con una sonrisa en los labios, un joven de aspecto atractivo, con su largo pelo recogido y vestido con ropas de alta calidad aunque algo ajadas. Se aproxima tranquilamente hacia vosotros y os dice.-Mi nombre es Arnold Schade y tengo a veintidós combatientes colocados tras la cobertura de los árboles y arbustos, dieciséis de los cuales os apuntan con ballestas mientras hablamos.-Ni siquiera ha desenfudado su espada, o las pistolas que lleva en el cinto.

Con una sonrisa que me ocupa toda la cara me adelanto con mis pasitos hacia el y a escaso 5 pasos me paro y digo:- Que bien, y son de buena calidad?, me gustaría verlas, soy un apasionado de la artesania y si es posible conseguir alguna seria perfecto, pero solo si son de buena calidad, eh?

El enano, siguendo a Laida, y pensando que seguirían arrancando cosas, acompaña a la osada pequeña sin reparos. No está mal, los canijos de barrio echandole barbas al tipejo. Hay que ... reirse. Y con eso se aproxima diercto hacia él.

Mi intención es ponerme a su lado, tomar postura de chulo y cuando esté mirándome con la sorpresa salto encima y lo inmovilizo, aunque sea a mordiscos, y luego coacciono al tipo para que saque a los soldados de la espesura y se rindan si no quiere perder él la visa y se mi escudo contra sus proyectiles.

Félix observó cuidadosamente al salteador de caminos. No sabía hasta qué punto se estaba tirando un farol; probablemente sí tendría compinches escondidos, pero tal vez no tantos como pretendía hacerles creer. Había que buscar la forma de que se dieran a ver, para así tenerlos localizados...

-Bien hallado, herr Shade-dijo aparentando una tranquilidad que lejos estaba de poseer-. Parece que vos no sois tan vergonzoso como vuestros compañeros. ¿Por qué no les pedís que dejen a un lado su timidez y abandonen su escondite?

-Un placer inmenso, señor mío. ¿Schade, decís? Pues yo por libros gruesos de historia a varios Schade conozco y todos gente de bien y honrada fueron. Yo, que siempre me fío de las palabras de los antiguos, me quedo tranquilo al conocer vuestro nombre. ¿Título de nobleza tenéis? Sin duda lo merece el porte que sostenéis, sin duda. Pero, en fin, mi nombre es Friedrich Feuerbaum. Soy un humilde estudioso, como veis por los libros gastados por el uso, sin valor monetario alguno, pero llenos del conocimiento con el que al mundo procuro comprender. Nada, como digo, ni un penique vale de cuanto llevo si no es mi seso y mi discernimiento.

Dicho esto, practicó una reverencia un pelín exagerada.

-No digo de dónde vengo, pues tanto he viajado, que a cien lugares insulto si menciono sólo al ciento uno.

Tryndamere ve salir al salteador y sin mediar palabra desenfunda la espada y mientras se acerca dice
-No tengo tiempo de perder con gañanes o te apartas o te aparto

"¿cuantos habrá entre los bosques?, ocultar a tantos como dice es complicado..."

Usando una voz intimidante comento:

Ciertamente sois osado, pero mucho confiáis en que ninguno de nosotros pueda alcanzaros antes de morir...

La cortesía de unos parece conseguir que el bueno de Schade sonría con una mueca burlona, divertido por la falsa modestia y las palabras vacías de Félix y Fritz. Tras escuchar seguidamente a Leopold y su amenaza nada velada, Arnold no duda en responder al guarda marina.-Así es, mil veces podrías acuchillarme antes de que mis buenos amigos os despellejarán vivos en este mismo camino.-Ve de refilon como el norteño y el enano se acercan, uno con paso seguro y otro a hurtadillas.-Pero parecéis no entender el desenlace de tanta violencia.-Os echa un vistazo, fijándose en vuestras armas, vuestros gestos y vuestras cicatrices.-Protegemos nuestra tierra de gente indeseable como vosotros, y poco nos importa si acabáis en el cepo de Pfeifeldorf o criando malvas en este bosque.-Al terminar esta última frase los acontecimientos se suceden uno detrás de otro para la sorpresa de todos.

Tryndamere desenfunda su espada para acabar la cháchara de una vez y finiquitar al noble si hiciera falta mientras que Ragnar, aprovechando la confusión del empecinado barbaro se abalanza sin mediar palabra intentando derribar a Schade. Pero el noble, logra zafarse del enano derribandolo y dejándolo en el lodo, con la rodilla sobre su cuello.-Parece que el placer va a ser solamente mio Herr Feuerbaum-dicho esto, de la espesura del bosque, ante los atónitos ojos de Leopold aparecen dos docenas de hombres armados hasta los dientes. Ballestas, espadas y armaduras de malla.-Aquí están mis compañeros, sin un atisbo de vergüenza.-Aprieta un poco más la rodilla hasta sacarle un quejido a Ragnar.- Requisarles las armas a nuestros nuevos huespedes y en cuanto a este.-mira la nuca del enano.-Amarrarle bien y aseguraros que no pueda mover ni un solo pelo de la barba.

Félix tragó saliva, y dejó caer sus armas al suelo. Decidió intentar usar sus dotes de orador para salir del paso:

-Un momento señores, estamos todos confundidos: nosotros os hemos tomado por salteadores de caminos, y vuesas mercedes han creído que nosotros somos pendencieros y maleantes. En realidad tenemos un salvoconducto que nos permite viajar hasta Altdorf. Mostrádselo a herr Schade, compañeros, y que haya paz...

Con la cara contra el barro del camino intento decir. - Faggg teffooo oooo, faggg teffoo ooo. E intenta meter bajo la barba una mano para llegar hasta el documento.

Ah!, si es verdad tenemos un documento, se me había olvidado. digo mientras me rasco la cabeza.

El bárbaro abanza hasta herr Schade colocándole la punta de la espada en el cuello.
-Soltad al enano o seras el primero en morir.

El aludido aprovechó la reseña del jinete para levantar las manos.

-¡Tened a bien una tregua, señores! Los filos están de más cuando hay lenguas para parlamentar. Entended al menos la posición en la que nos encontramos. ¿Indeseables, decís? ¿Por qué nosotros? Aquí donde estamos, el caos medra con libertad, tal es el peligro verdadero, no unos simples caminantes a los que nada se puede achacar. ¡Eh, tú! -el estudiante reprendió a uno que se le acercaba-. Ha dicho armas. Este hacha es para conseguir leña del camino, una herramienta, digo. ¿Me quitarías las botas sólo porque pudiera zurrarte con ellas?

Señor, señores todos, detengámonos y pensemos bien. De una mala palabra se sale, pero no de un mal giro de espada. Hablemos, hablemos.

Heldrich alza visiblemente las cejas y su rostro se descompone a medida que la violenta situación se revela ante él, la cosa no pintaba para nada bien y el echo de que el maldito bárbaro anduviese amenazando a gentes con el acero no ayudaba a calmar la situación.

Heldrich, como la buena rata cobarde que era decidió en la confusión dar una serie de cortos pasos hacia una cobertura cercana en la espesura a la que saltar para huir como alma que lleva el diablo para salvar el pellejo si las cosas se ponían feas.-Os juro por Sigmar que somos gente honrada, buen señor...no dude de nuestras buenas intenciones.-Apoyó las palabras del estudiante con un amago de sonrisa ladina.