Partida Rol por web

-Sí, por favor -apoyó Fritz-, no tema, que somos bebedores avezados para mantener la atención durante nuestras libaciones -rio al uso de la palabra exageradamente rebuscada-. ¿Qué es aquello que preocupa al pueblo más que la marcha de esa panda de incivilizados fanáticos que dejan marcas de cualquier manera en propiedad ajena?

Laida se acerco a Dwali Runeborn y dijo, preferiría empezar cuanto antes, pero mis amigos parece que primero quieren mojarse un poco el gaznate, por cierto, si necesitan cocinera, yo puedo servirles si hace falta.
Al llegar y escuchar al hombre, no entro en la taberna, pero le pregunto a Dwali antes de que entrara este:- quien es ese hombre?, luego se acerco a seguidor de Sigmar y le dijo:- Buen hombre, vos estabais con la cruzada? o ya vivíais aquí antes de que llegara?

"Puede que piense que Sigmar desprecia estos lugares, Pero Mann sabe que no hay mejor lugar para un marino que una buena taberna..."

Veo como Laida trata de entablar conversación con el campesino

"será mejor dejarla a ella sola, ese campesino puede que se ponga a la defensiva si lo agobiamos entre todos..."

Miro preocupado la pintada, pero decido entrar, quizás saquemos algo de información en la taberna.

Nos vemos dentro Laida, avisa si necesitas cualquier cosa...

Y con paso decidido entro en la taberna.

Ante la pregunta de Laida, hace como si no la escuchará, termina de garabatear algo y tras mirarle a la cara suelta.-Hmmmf.-un bufido de desaprobación. Sigue su camino hasta la taberna acompañando al resto.

El hombre al que le diriges la palabra se sorprende al escuchar replica alguna. Duda y tarda unos segundos en contestarte.-Pecadora, como osas hablar a aquel que toco la manga del Santo Karl.-parece algo inquieto, como si de pronto, se hubiera olvidado todo su discurso pseudo-religioso.-Tuve la grandisima suerte de ser bendecido con la llegada del elegido, aquí, en mi pueblo. Me he quedado bajo orden directa de su santísimo. Alguien debe guiar las ovejas descarriadas del joven pastor.-Saca algo de sus sucios bolsillos que te extiende para que cojas.-Las palabras del sacro representante de Sigmar. ¡Arrodillate!-grita mientras te pone las "santas escrituras" sobre tu cabeza.

La taberna, aunque no muy grande parece acogedora y a diferencia del exterior, se ha mantenido intacta tras la Cruzada del Niño. Detrás de la barra un hombre larguirucho, flaco y demacrado, que parece estar sufriendo de alguna enfermedad regenta el Gaznate Mojado.

En el centro de la estancia veis a cuatro hombres jugando a cartas en la única mesa que no esta vacía. Uno de ellos destaca por ser un hombre alto e imponente que no está bebiendo absolutamente nada. Parece ensimismado con el juego, mirando fijamente las cartas. En la barra sin embargo, os acompaña un hombre con la cabeza gacha y completamente borracho, que entre gruñidos eructa de vez en cuando.

Finalmente, en una de las esquinas, cerca de la chimenea se encuentra una mujer con ropas de viaje masculinas. Bajita y con rostro jovial está siendo atendida por un mozo que no llegará a los 16 años. Al veros, el chico sirve rápidamente a la mujer y llega hasta vosotros. Espera la conformidad del tabernero y acto después, en cuanto este afirma con un movimiento os pregunta.-¿Que desean los señores? Lauer dicen...-el tabernero afirma de nuevo.-Por supuesto por supuesto, siéntense.-se percata de la falta de taburetes para todo el grupo.-Oh, les bajaré un par de ellos de arriba.-sale corriendo escaleras arriba mientras Dwali aprovecha para sentarse en uno de los cuatro taburetes disponibles.

El tabernero,con el oido puesto escucha tanto las preguntas de Félix como la de Fritz, y asomándose a la barra.-Perdonen señores, pero no he podido evitar escucharos. ¿Que que está pasando?-prosigue al ver que el enano no tiene ninguna intención de hablar ni interrumpirle.-¡Los animales! Están desapareciendo todos los animales. ¿No habréis visto a un sarnoso perro marrón por los caminos?

Los taberneros siempre había sido una fuente de información, sobre todo porque eran los únicos serenos en una fiesta. O por lo menos así eran en su casa; y por lo que parecía en la tierra de los humanos no solía ser muy diferente. Le llamó mucho la pregunta y prestó atención: ¿Y qué pasa con el chucho ese? Preguntó muy interesando, tanto que ni se molestó en pedir una cerveza.

Fritz, con una sonrisa de afección y simpatía por la terrible tragedia de las mascotas del pueblo, escucha al tabernero.

-No hemos visto ese animal del que hablas, buen hombre. Aunque ciertamente hemos observado que el pueblo mostraba una extraña ausencia de bestias. Como ves, somos observadores y podríamos ayudar en mucho, me atrevo a decir. Pero especialmente, si tenemos la ayuda de quien sabe indicarnos hacia dónde mirar. ¿Qué animal desaparecido es el más notorio? Quiero decir con ello, el más grande y difícil de ocultar o transportar, pongo por ejemplo un burro obstinado y terco, o un perro agresivo. ¿Cuál fue, incluso mejor, diría, la desaparición más reciente?

Había que seguir la pantomima, así que miro.detenidamente lo que me saca para que coja y me arrodilló en espera de sus vanas palabras. va a flipado cuando entre en la taberna.

Félix echó un vistazo rápido por el interior de la taberna, localizando puertas y ventanas. Siempre que entraba en ese tipo de locales se aseguraba de las posibles vías de escape en caso de que las cosas se pusieran feas.

Aprovechó también para fijarse en el resto de clientes. Se le pasó por la cabeza ofrecerse a participar en la partida de cartas, pues era algo adicto al juego, pero reprimió el impulso al saberse vigilado por los Blauenblut. Luego contempló a la mujer con ropa de viaje; hacía tiempo que no estaba con una chica, pero esa parecía demasiado atlética como para dejarse seducir. Si se lanzaba a cenar con Ranald e intentaba una aproximación, lo más probable es que recibiera un sonoro sopapo de ese marimacho...

Volvió a prestar antención a la conversación. Ya que el enano hablaba menos que un vereneano en una biblioteca, imitó a sus compañeros y se centró en el tabernero:

-¿Y esos animales se han desvanecido sin más, por arte de magia? ¿O alguien los ha visto largarse del pueblo?

El panorama no era nada alentador, pues apestaba a brujería...

Entusiasmado por la acogida que está teniendo entre la nueva parroquia  Mertin se inclina en complicidad, como si estuviera a punto de susurrar algo, y luego tose en la cara de Felix, Ragnar y Fritz.-Lo siento.-dice, luego se limpia la boca con su húmedo pañuelo de extrañas manchas.-Mil perdones caballeros. Esta maldita tos no me da un momento de respiro.-Al terminar de limpiarse prosigue.-Es una secta de sangre, por lo que he oído. Primero hacen cosas a los animales - terribles, cosas terribles- luego pasan a las personas. Podría ser cualquiera del pueblo, y cualquier animal parece servirles, aunque apuesto que los cazadores de brujas estarán con suficiente antelación para arreglarlo todo.-Todo esto lo dice con aire intrigante.

Para cuando termina, el chaval vuelve del piso de arriba con los taburetes que faltaban. Al sentaros el tabernero sigue hablándoos.-Pero si ustedes están de paso no tienen nada que temer, pronto llegarán los refuerzos.-Se rie, tosiendo una vez más, aunque esta vez aparta la cara para no mancharos.-Hmm...Perdonen. Bueno ¿Que van a tomar? 

Tras un leve golpe con unos cuantos pergaminos enrollados y atados y algún que otro grito eufórico durante el proceso parece que tu nuevo amigo queda satisfecho.-Ve con Sigmar pecadora, y que Karl guíe tus pasos hacia una nueva senda. ¡La senda de la salvación!

Desde varios metros, en una de las calzadas del pueblo una vieja grita.-¡Callate Hans! Deja de decir tonterias. Te conozco desde pequeño y siempre supe que serías un estúpido. Si tu santa madre te viera.- La anciana le sigue regañando y el hombre se larga de la taberna, avergonzado.

Ante los comentarios de Mertin, Dwali parece reirse entre dientes.-Una secta de sangre...-susurra sin quitar la vista de sus papeles.