Partida Rol por web

Abres los ojos pesadamente y compruebas tu estado. Tal y como lo imaginabas, estabas acostado exactamente en la misma posición que cuando te dormiste, sin moverte un solo centímetro en todo tu sueño. Te habían dicho que los vástagos se convertían en cadáveres durmientes durante el día, pero querías comprobar que era cierto que no se movían para nada. Al parecer sí.

Te levantaste de la mullida cama donde estabas acostado y miraste a tu alrededor. Era una habitación bastante bien organizada para alguien que era un boxeador profesional. La mayoría de la gente se imaginaba un cuarto como el de Rocky, con las remeras tiradas y todo desordenado. Vos estabas lejos de eso. Empezaste a vestirte mientras veías la hora. Temprano, ocho y media de la noche.

Saliste de la habitación pensando en tu rutina de hoy. Era raro eso de ya no tener que despertarte con un desayuno a base de avena, pero sabías que lo vomitarías si lo intentabas, así que miraste tu alacena, todavía con comida de cuando eras humano, hace un par de semanas, y te diste vuelta. Tenías que terminar de prepararte para ir al club donde tu sire te esperaba. Según él, hoy te dijo que iba a ser una gran noche, aunque sabías que no se refería, esta vez, a una pelea.

-Ésto se echará a perder...Pensó con nostalgia al observar la comida en la alacena. El no poder tolerar nada que no fuera vitae era una maldición considerando que Buenos Aires es el paraíso de la carne. Extrañaría mucho los buenos cortes que servían a la vuelta de su departamento, aunque bueno el lado positivo es que nunca más tendría que hacer una de las tareas que más detestaba, hacer mercado. 

Tenía que decidir que ponerse, ya no le importaba el frío pero tenía que aparentar así que decidió una combinación entre un abrigo negro cruzado y unos jeans. Así estaría cómodo y con estilo -que para él era importante-. Miró la hora, 9 y 10. -Perfecto, estoy a tiempo. Pensó mientras guardaba su billetera y la llaves listo para salir. 

Había quedado con su sire de verse en un club no muy lejos de ahí a las 10 y 20, para lo que le había dicho sería una "gran noche". Era obvio que no se trataba de una pelea, y aunque José pensaba que ya tenía los nervios de acero, se puede decir que ésta vez si estaba nervioso. Todo ésto de la "no vida" era nuevo para él, antes se sentía tan cómodo y confiado porque sabia a que atenerse, pero ahora estaba todo envuelto en gran misterio y le faltaba mucho por descubrir de su nuevo mundo de tinieblas. 

Salió de su casa para hacer frente a su destino, ya era tiempo de que comience a acostumbrarse a su nueva vida, o mejor dicho a su nueva condición. 

Sales de tu casa en dirección a Almagro, al club donde peleabas hasta hace poco. Era un antro a un par de cuadras de la avenida Corrientes, una de las más importantes de Capital Federal. Estaba venido a menos, se notaba que había visto días mejores, pero vos te sentías como en casa ahí. Entras por la puerta principal y te diriges directamente hacia la zona de boxeo, donde hay un ring algo destartalado, unas gradas y varias puertitas, que dirigían a despachos y un gimnasio que tenía el lugar.

En medio del lugar había una pelea, una amistosa claramente. Reconocías a ambos luchadores, ambos miembros del lugar, aunque no hablabas demasiado con ellos. Había uno particularmente que lo conocías porque tu sire también lo representaba a él, al igual que a vos, aunque con todo esto del vampirismo vos no estuviste recibiendo demasiada atención profesional que digamos. Más que nada estuviste aprendiendo a cazar estas semanas y cosas por el estilo.

En las gradas hay personas varias viendo la pelea, todos habituales del lugar. No llenaban el lugar claramente, ni mucho menos, probablemente aunque se todos sienten en una de las gradas de madera no la llenarían. Resaltan particularmente dos personas, una era tu sire, quien, como buen representante, estaba gritándole al peleador, alentándolo para que golpee duramente a su oponente. Incluso aunque era un encuentro amistoso el tipo se solía emocionar bastante cuando presenciaba una pelea. La otra persona, una mujer, era una visión que nunca hubieses esperado ver en ese lugar.

Al lado de tu sire había una joven de cabello fuertemente castaño, tirando casi a un rojo, más o menos de tu edad, que miraba la pelea. Tenía un semblante extraño, por no decir hermoso. Sus facciones estaban totalmente marcadas de una forma que no podías ignorar, al punto de que tenía un cuerpo hermoso, pero no mirabas su cuerpo. Y repentinamente esos ojos se posaron en vos, como si hubiese sentido tu sola presencia al entrar ahí, y, acto seguido, te dedicó una sonrisa, lo que hizo que sientas un vuelco en tu inmóvil corazón. Luego de eso le susurró a tu sire unas palabras y se levantó para empezar a dirigirse a una de las salidas.

En pocos lugares José se sentía como en casa, el club de pelea Predator era uno de ellos. Aquel lugar lo había visto crecer en el mundo del boxeo desde su llegada a Argentina, ahí conoció a su entrenador, quien después se convertiría en casi un padre para él, pero más importante ahí conoció al "hombre" que le cambió la vida. 

El ver como su sire alentaba a ese luchador le recordó los momentos en que éste trataba de convertirse en su representante.Muchas fueron las promesas que le hizo para persuadirlo, pero nunca sospechó las consecuencias que firmar aquél contrato tendrían en su vida. Y ahora la no vida lo tenía muy ocupado y además un tanto alejado del boxeo, pues en ver de buscarle combates su sire lo había estado introduciendo al mundo de los vampiros, el cual no era nada sencillo a decir verdad. Pero a José ya le hacía falta estar en su club y sentir al menos por un instante que todo era normal de nuevo. 

Pero la tranquilidad que sintió al estar ahí no duró mucho. Cuando se percató de la mujer que se encontraba al lado de su sire sintió como si su muerto corazón volviera a latir. A lo largo de su vida había visto y estado con muchas mujeres hermosas, pero aquella era diferente. Por primera vez no sentía la confianza que lo caracterizaba al estar enfrente de una mujer así. Cuando ella le sonrió no supo como reaccionar y eso le frustró mucho. Que él, José García, no supiera cómo reaccionar era imperdonable, no podía permitirse quedar como un tonto en frente de ella y de su sire. Así que con el valor competitivo que siempre llevaba dentro comenzó a caminar en dirección a ellos, lo hacía a paso rápido pues no quería que se fueran antes de que él llegara. 

Caminas hacia las gradas y tu sire se para de su asiento para que vengas hacia donde está él, sin dejar de ver la pelea. —José, ahí estás chabón. — Dice sin mirarte siquiera de reojo, mientras observas como la mujer abandona la habitación por una de las puertas. — ¡Dale la concha de tu madre, cubrite! Hoy tenemos que ir para zona sur, ¿trajiste tu auto? ¡Dale, dale, dale! — Habla tanto para vos como para su luchador al mismo tiempo, realmente era manager primero y vampiro después.

Finalmente la chica logra escaparse si que José llegase a tiempo a ella, no sin dejar una sensación de intriga en el joven. Los gritos de Manuel lo traen de vuelta a la realidad, recordó el por qué estaba en ese lugar y recuperó la compostura luego de quedar absorto uno momentos por el aire misterioso de aquella mujer. - Obvio boludo, no creerás que me he venido caminando o peor aún en subte. Le dice en su tan característico tono, jocoso y sarcástico como él mismo. Mientras su sire parecía ponerle más atención a la pelea, José aprovechó para observarla también. Se notaba que a aquél luchador le faltaba mucho por aprender y le causaba hasta gracia ver sus intentos nerviosos y desesperados de cubrirse cuando Manuel le gritaba. Con una sonrisa soberbia aguardaba la respuesta de su sire. 

—Y mirá, sos tan especial que no me sorprendería. — Te dice jodiendo mientras suena la campana que marca el final del round y se acercan los entrenadores al ring. —Quedan dos campanadas más, cuando termine la pelea vamos saliendo, ¿dale? Tenemos que estar temprano, que tenés una cita especial. —

Acto seguido se levanta y ambos se acercan al ring, donde Manu le pregunta un par de cosas a su luchador. Podías ver que claramente no se estaban matando como si fuese una pelea profesional, por las pocas marcas que tenía hasta ahora, pero sí cada tanto se daban alguna trompada dura.

-No sólo especial, yo soy único. Le dice sujetándose las solapas del abrigo con su típica sonrisa de "soy el mejor". A José le encantaba competir, así que si le hacían una broma él no se quedaba sin responderla, perder no era una opción en nada para él. -Dale espero. Agregó mientras se acercaba junto a Manual al ring. 

El ver la pelea y lo suave que se golpeaban le dio muchas ganas de entrar a demostrar como se boxea de verdad, aunque eso no duró mucho, pues sus pensamientos se ocuparon rápidamente con la intriga que le causaba la reunión "especial" a la que asistiría esa noche. Manuel no había querido ahondar en detalles, así que el motivo de la misma era incierto para José y tampoco podía preguntarle porque sabía que debía ser referente a su nueva condición. 

Mientras la pelea continúa, Manuel te sigue contando sobre dónde iban a ir, al mismo tiempo que le gritaba al boxeador. Al parecer se tenían que reunir con otros vástagos en Candelaria al 72, a una cuadra de la avenida Rivadavia. Eso te llamó la atención por dos cosas importantes, la primera, nunca habías visto a otro vástago en tu vida además de tu sire, y la segunda, eso quedaba en Floresta, un barrio de mierda, bien de mierda, de esos en los que te pueden robar en la avenida principal y a las 3 de la tarde mientras todos miran. Tres veces.

—Eso es todo lo que sé, a mi no me contaron mucho más. Supongo que no querían que te diese demasiados detalles. — Termina Manuel antes de que la campana marque el final del último round. —Hicieron bien, porque te habría dicho aunque me dijesen que no. Se ve que la Yuste me conoce. —

No puede ser, justo hoy que traigo mi reloj y mi abrigo favorito nos vamos para allá. Pensó José preocupado. Pues sabía que en aquél lugar podían robarte las medias sin quitarte los zapatos. Él podía defenderse y más aún con su nueva condición pero con Manuel ahí y las muchas reglas de las que le había hablado no sabía si en caso de robo sería preferible no actuar, además quien sabe y los demás vástagos le quitaban sus pertenencias. Aunque pese a estar preocupado se negaba a demostrarlo así que mantuvo una pose segura y una vez la pelea terminó le dijo a Manuel Bueno, pues ahora si en marcha ¿verdad? Tengo el carro aquí cerca. Antes de irse a buscar el carro se giró y añadió bromeando.- Se nota que te conocen demasiado bien jaja 

Ambos salen de lugar luego de que termine la pelea. Por supuesto, Manuel le dejó dicho al entrenador un par de cosas para que le diga a su peleador, excusándose por no poder hablar con él personalmente, pero no tardó demasiado. Suben a tu auto, obviamente manejando vos, y ponen rumbo hacia zona sur, al barrio de Floresta.

A medida que te acercás al lugar, manejando por Rivadavia, notás que los edificios van haciéndose más chicos hasta que todos son negocios y casas de una planta, con primer mucho como mucho. El barrio tenía esa sensación de poca amabilidad pero desértico a la vez, sin un alma a la vista pero algo te decía que si te ponías a caminar por fuera de la avenida era probable que te asalten. La verdad no te sorprendía para nada. Habías escuchado ya de Floresta y su nefasta reputación, por lo que lo único que estaba pasando era que confirmabas tus sospechas.

Finalmente llegás al lugar indicado, a media cuadra de Rivadavia. Revisás un par de veces la dirección, porque te encontrabas enfrente de lo que parecía haber sido alguna clase de negocio nocturno, ya sea bar o boliche, deshabilitado y medio destruido, con algunas ventanas de vidrio rajadas, y un cartel que rezaba "T(ilegible)ing", y en la puerta había letreros de "clausurado". Tanto tú como Manuel bajan del auto y se quedan viendo la fachada unos segundos. Al parecer él tampoco conocía este lugar hasta ahora. —Acá es. — Dice finalmente, señalándolo lo obvio para quebrar el silencio.

Al caer el sol, José se despertó de su sueño. Se levantó y miró a su alrededor, estaba en el departamento de siempre. La no-vida se extendería por una noche más. Se levantó, se vistió y se quedo mirandose en el espejo del baño un rato, pensando en la noche anterior, el local abandonado, La Reina, Yuste, La Principe y su paseo por el territorio. Una noche bastante más movida de lo normal. Se lavó la cara, aunque no sirviera de mucho siendo un vampiro algunas costumbres tardan en irse.
Pensó que lo mejor sería ir a hablar con Manuel y comentarle un poco lo sucedido, quizás él conociera el nuevo territorio, o tuviera alguna advertencia  o consejo que darle, y si no podía simplemente fanfarronear de cómo se había ganado al público él solo. José no se demoró mucho más, tomó las llaves del auto y salió en dirección al club de boxeo donde solía entrenar.

Te preparas y salís para el club de boxeo a ver a tu sire. Haces el viaje rápidamente y lo encontrás ahí, viendo cómo entrenaba su luchador. Al notarte te hace señas para que te acerques, sonriendo. -Ahí está mi estrella. Pensé que ahora que eras independiente te ibas a olvidar de mi. Desgraciadamente veo que no. - Se ríe al saludarte.