Partida Rol por web

A medida que caminan, los edificios van haciéndose más chicos hasta que todos son negocios y casas de una planta, con primer piso como mucho. El barrio tenía esa sensación de poca amabilidad pero desértico a la vez, sin un alma a la vista pero algo te decía que si te ponías a caminar por fuera de la avenida era probable que te asalten. A tu izquierda cada tanto escuchabas el tren pasar y detenerse en una estación cercana, para luego continuar viaje. Debía ser el último de la noche, seguramente.

Finalmente llegan al lugar indicado, a media cuadra de Rivadavia. —Candelaria al 72, es acá. — Dice Rómulo. Revisás un par de veces la dirección, porque te encontrabas enfrente de lo que parecía haber sido alguna clase de negocio nocturno, ya sea bar o boliche, deshabilitado y medio destruido, con algunas ventanas de vidrio rajadas, y un cartel que rezaba "T(ilegible)ing", y en la puerta había letreros de "clausurado".
 

-¿Seguro que es acá che?- Pregunta mirando a ambos lados de la calle, atento ante la posible mirada curiosa del ganado.

La pregunta era retórica, no desconfiaba de él y sabía que a veces se hacían fachadas como esas para ocultar las reuniones; la Mascarada y todo eso. Pero algo no entraba en su cabeza pues estaba seguro que, siendo esta una presentación ante sociedad el lugar no sería muy agradable para ciertos clanes (Dígase Toreador, dígase Ventrue).

Cruzó los dedos esperando que ningún Malkavian decida hacer de este lugar un Cromañón vampírico y entró prestando absoluta atención a sus alrededores cuando se aseguró de que nadie los observaba.

Ocho menos diez, una alarma se activa en un cuarto sumido en sombras. No es la de un reloj, no hace el más mínimo sonido pero sin embargo alguien despierta de su letargo. La alarma era un conocimiento inhumano de la rotación de la tierra, una ventaja conveniente para un maldito alérgico al astro rey.

El frío cadaver comienza a moverse por el influjo de la vitae que recorría ahora sus inmortales extremidades. Ramiro renacía en esa no-vida nocturna. Ayer había sido una noche jodida sin lugar a dudas, el mundo de los vampiros se había abierto a él y pese a su cautela el Gangrel se había mandado de una.

Se estiró, siempre lo hacía antes y seguía haciéndolo ahora. No sabía si era un tic que había sobrevivido a su muerte o un intento vago e inconsciente de hacerse creer que aun vivía.

Sabía que era temprano para salir*, quizás aun los rayos del Sol amenazaran afuera. Pero la realidad es que ya estaba levantado y no quería desperdiciar el tiempo. Salió despacio, como siempre, de su habitación y miró a su alrededor.

-Hoy va a ser una noche larga- se dijo revisando la casa.

Te recibe el mismo anochecer de siempre: Fabricio y Julián preparándose para la noche, con el segundo ya cerca de prepararse la cena, y el primero despertándose al igual que vos.

Afuera, por las ventanas del living, podías ver que ya era de noche, a pesar de lo que pensabas. Te preguntaste si deberías salir ahora para llegar antes que los demás al dominio o esperar un rato más. La oscuridad duraba en invierno y aún era temprano.

Saludo a los chicos, les comento de la noche anterior y acerca de la responsabilidad que había caído sobre los hombros de los neonatos tras el despelote que se armó.

-Bueno, en genreal, sean más cuidadosos que antes. Ahora puede que quieran matarme por un par de manzanas de mierda...- suspiro artificialmente -Por otro lado esto nos puede dar ventajas a largo plazo chicos ¿Ustedes qué onda? ¿Necesitan una mano con algo?-.

Pasé los números conseguidos a una agenda y me fui a pegar una ducha. Tras conversar un poco y oir sus posibles peticiones decido marchar cuanto antes.

Ramiro toma dinero, documentos, su navaja, lo habitual... Se pone una campera gruesa con capucha. Hacía frío y a él no le molestaba pero prefería no desentonar. Salí cuanto antes pero me mantube a unas cuadras del lugar. Allí llamé a Rómulo a su teléfono...