Partida Rol por web

Abres los ojos pesadamente y compruebas tu estado. Tal y como lo imaginabas, estabas acostado exactamente en la misma posición que cuando te dormiste, sin moverte un solo centímetro en todo tu sueño. Te habían dicho que los vástagos se convertían en cadáveres durmientes durante el día, pero querías comprobar que era cierto que no se movían para nada. Al parecer sí.

Te levantaste de la incómoda cama donde estabas acostado y miraste a tu alrededor. La habitación que habías alquilado no era la mejor, pero ciertamente un avance a dormir en el piso, como lo estuviste haciendo las primeras noches después de tu abrazo, cuando tu cuerpo se estuvo deformando y contorsionando sobre sí mismo para crear la apariencia horrorosa que llevabas ahora. Pasaron un par de semanas hasta que te acostumbraste a ella, con tu nariz chata y rota, tus bolsas bajo los ojos, y tus mejillas de color rojo que desentonaban con tu piel gris. Toda una pinturita. Al menos habías logrado aprender a camuflarte, pero durante la noche eso se revertía.

Pero ya era suficiente de lamentaciones. Debías levantarte, prepararte. Tu sire quería verte, como todas las noches, pero esta vez había dicho que sería especial, que tenían que encontrarse en una dirección que te dio de la zona sur de la ciudad para tu próxima lección. No sabías exactamente por qué esa lección sería especial, ya que eso fue básicamente para lo que se estuvieron encontrando cada noche de las últimas dos semanas, pero parecía sonreír, si es que a su boca de tiburón era capaz de tal gesto.

"Otra vez, otra vez es lo mismo"

Despierto, aquejumbrado, como siempre. Mis dedos delgados y fibrosos, mi rostro como el de un esqueleto pero con algo de masa, masa carnosa y que, si bien asquerosa al menos no se caía a pedazos, todavía. Miro mis manos y el resto de mi cuerpo de monstruo frente al espejo de la habitación de hotel. Esta vez había sido de poca monta o 'media monta', ya que las apuestas y los shows no habían ido muy bien recientemente, no como al comienzo, donde todavía era humano. Todavía no manejaba bien ese don, el de la anulación de la existencia, la ocultación del ser y el enmascaramiento del mismo. A veces podía sacar a Michael, a 'Mike', el que conocieron muchos durante algo como 20 y tantos, casi 30 años, pero costaba y el engaño se desvanecía, quedando la cosa que estaba ahora, y en lo que se había vuelto él. Pensé por momentos en el que era conocido como mi Sire, creador y su maldecidor por partes iguales, que igualmente debió ser alguien, alguien perfectamente humano.

¿Pero lo era, lo somos? Para el joven Fox la vida siempre fue sobre quejas, sobre penas, sobre lamentos y sobre agachar la cabeza como un perdedor, como un inútil, inapto e inaceptado ante su familia, ante sus intentos de amigos que nunca lo fueron y ante todos y todo. Luego escapó, ganó haciendo trampa, ganó más haciendo más trampa y ganó el castigo especial para los vampiros, el de la forma grotesca. No era como los glamorosos después de todo. Nosferatu, tal como en las películas, tampoco quedaba tan mal y ciertamente negaba esa vida patética que tuvo por una semejantemente patética pero en donde había creado 'peones' y tenía superpoderes para manejarles con absoluta certeza. Poder, eso era lo que me movía ahora, cuando antes solo lo hizo la desesperación.

- ...¿Y ahora qué? Maldita mierda, seguro va a ser lo mismo, siempre es lo mismo.

Pronuncié en voz baja, como siempre lo hacía, antes por debilidad emocional y ahora por cautela extra, por no dejar oír esa voz ronca y monstruosa hacia afuera. Suspiré y pensé en seguir lamentándome pero había algo importante. 'Aquel' exigía mi presencia. Seguro buscaría cagarme o quizá lanzarme a por esos 'Sabbat' de los que escuché, seguro. Todo siempre me salía mal y lo haría, pero a pesar de mis emociones, podía saber lo que otros pensaban. Sabría si buscaba engañarme o no, si bien sospechaba que él no lo hacía por saber que yo podía ver a través de él. ¿O era lo que yo creía? Creía ver a través de él y él sabía que yo lo hacía, por lo que me mentía con la verdad en la cara. Al final esto me deja claro algo:

"Me hace falta para ser el maestro del tablero que pretendo ser"

Sin más, me concentré los minutos que fuesen necesarios, tratando de no pasar más de 5 minutos en ello, todo en pos de utilizar aquella disciplina, la que oculta los rastros y falséa la presencia, ya fuese para hacerme ver como Mike, como algún humano normal y antropomorfo o simplemente para taparme perfectamente, ya sea entre las sombras o a plena vista, como había entendido alcanzaba el límite de mis poderes. Una vez logrado eso, buscaría concentrarme para mantenerlo llevando todas mis cosas y dirigiéndose donde el señor demandaba, sin dejar una pizca de rastro de mi presencia, fluídos y sobretodo olores incluídos como era protocolo para mí. No fallaría, no cuando los que me habían creado desde antes, por mi vida y no por mi muerte como mi Sire lo hizo, me buscaban y podían aparecer en cualquier momento.

Ya era hora. No tenía optimismo ni esperanza, pero sí determinación.

Fuese lo que fuese eso.

Te concentras frente al espejo y usas tu disciplina, tal y como te enseñó tu sire, juntando tus poderes concentrados en tu sangre para que nadie pueda discernir en tu apariencia, para que no puedan ver qué eras en realidad. Cierras los ojos por el esfuerzo y, cuando los abres, eres nuevamente Mike Fox. El Mike Fox que todos conocían, el que habías dejado atrás para siempre. Sonreíste para vos mismo, ningún truco dirigido a engañar se te resistía, ni siquiera si era magia de verdad.

Saliste por la puerta del hotel y te dirigiste hacia la zona sur de la Capital Federal, donde te esperaba tu sire, Charly, aunque no fue hasta que te bajaste del auto y estuviste a escasos metros del lugar de reunión que apareció delante de ti, mostrándose tras el velo de su propia ofuscación. Por supuesto, al igual que vos, iba disfrazado para que la gente no viese su verdadero rostro.

— ¿Cómo estás Mike? — Te preguntó con una sonrisa. Siempre parecía tener aquella mueca, como si la vida fuese un chiste que solo él entendía. – ¿Dormiste bien? Espero que así haya sido, tienes una larga noche por delante. —

Fantástico, otra risa personal en la que la victoria y el producto de la broma ejecutada sobre el mundo mismo se quedaban guardadas para él y nadie más. Tras ladear la cabeza un poco habría tomado su transporte pensando realmente en todo. ¿Su familia ya estaba buscándole? ¿Podían encontrarle? ¿Qué haría cuando se encontrara con sus hermanos, con algún primo, tíos, con papá y mamá en especial y en particular aquel tío al que arruinó increíblemente?

No, ahora mismo no podía pensar en eso, una monstruosidad doble, vampiro primero y Nosferatu a la vez ya estaba lejos de esas ideas, si bien podía engañarse, como siempre había hecho, consigo mismo, con "peones" o con quién fuese.

Pero luego estaba este hombre, Charly. Sinceramente, le daba un miedo impensable, no solo por su apariencia real, sino porque aún en su aspecto que quizá haya sido el de su yo humano, era temible, era entendible que escondía algo y al parecer, hoy día dejaría salir algo de eso o le haría a Mike encontrarlo, sabía que sí.

— Don Charly. Un gusto. —Habló con la sumisión habitual que tendría, vivo o no, en este caso no, pero aún así, mirándole a los "ojos", siendo como si en ese escenario donde caminaban transeúntes alrededor de ellos todos vieran a un joven flaco y caucásico al lado de un hombre adulto, corpulento y de rasgos posiblemente mestizos, latinos-caucásicos, deducía, pero en realidad tras esas imágenes habrían dos cosas, cosas indescriptibles, horrores perfectamente cuerpos.- ¿Qué he de hacer hoy? Tengo mis ideas, pero no soy quién para balbucear. Atiendo.

"Atiendo", tal cual, era en el sentido de "atender a sus palabras" y "atender a sus demandas". Conocía su lugar ahora, conocía el poder que le daba esto y no pensaba morder la mano que le dió no de comer, sino de beber el poder y los mismos superpoderes que le agradaban aún con la apariencia torcida que significaban. Quizá este hombre, su Sire, era más padre en cosa de semanas que los padres negligentes, fríos y desconsiderados que tuvo por años. Quizá.

El hombre refuerza su sonrisa al verte tan entusiasmado por hacer su voluntad. —Nah, no tienes ni idea. — te dice con una risita, antes de ponerse a caminar por sobre la calle donde se encontraban, en dirección oeste. —Nos vamos a encontrar con unas personas en Rivadavia y Candelaria. Candelaria al 72, para ser precisos. — Eso te hace levantar una ceja. Si bien no conocías demasiado de Argentina, sabías que la zona de Floresta era un barrio jodido. ¿Con quién demonios tenían que encontrarse por esa zona?

Ambos empiezan a caminar. Tenían como veinte cuadras por delante, así es que tanto vos como Charly se suben a tu auto y empiezas a manejar hacia el lugar del encuentro.

Tuvo sospechas, desde las más horribles hasta otras variantes. No sabía demasiado, no, de hecho no sabía nada sobre su Sire, Don Charly más allá de que era un ser como él y que le había elegido. ¿Qué podía ser? ¿Aquellos monstruos indescriptibles conocidos como el 'Sabbat'? ¿Algún mafioso vampírico u otra secta oculta aparte de la Camarilla a la que pertenecían? Todavía no tenía todo claro y odiaba internamente como es que la parte genial de los superpoderes y la vida por sobre la vida iba pasando a ser responsabilidad, trabajos, dificultades y pruebas. Molestias. A medida que manejaba entendía sin embargo lo obvio: Al final, él era un peón de Charly, obviamente, ese era el motivo por el que había sido elegido, no porque fuese especial ni nada, el mundo no era tan amable y Fox lo sabía.

Para relajarse, buscó ir, sin detener la marcha ni aniquilar la eficiencia de su conducir, el aprovechar luces rojas y semejantes para usar sus dedos delgados y retorcidos ocultos entre aquellos que eran igualmente delgados pero humanos para usar su móvil, su teléfono con el que se comunicaba con sus propios peones. Quizá el ir manejándolos al menos a distancia le relajaría y le haría sentir que aún siendo parte de una red y un escalafón en pleno proceso de ser movido por el amplio tablero de los no-vivos, los condenados, los 'Vástagos', él mismo también era un controlador. Mandó un mensaje primero al chiquillo de dinero, al que sorprendió y apadrinó en aquel lugar de apuestas.

"Hola hola, joven. ¿Cómo vas? ¿Todo bien?"

Un tono, si se podía decir así a algo perteneciente un mensaje escrito, condescendiente se notaba en su actitud, pero era un modo de hacer saber quién soltaba los tiros, los dardos, literalmente. No se preocuparía de su único Ghoul ahora, ni se comunicaba con él de este modo tan moderno por su propio caso, así que optó por hablar con una de sus tres fans especiales, todo casual entre movimiento y movimiento que hacía para manejar y no perder ni un segundo en pos de dirigirle a él mismo y a su Sire al lugar necesario.

"Buenas, ¿No te sientes sola? Quizá podría hacerte compañía, no sé cuando, pero podrías incluso ganártelo~"

A medida que iba haciendo cierto control de 'inventario' se dedicaba a encontrar la dirección definitiva, no necesitando mucho más que su propio instinto, ir mirando las calles y los lugares para recordar por donde ir hacia el lugar indicado a pesar de no conocer de manera cultural o personal Argentina, no todavía, no del todo aún cuando era su teórico nuevo hogar. No le importaba mucho si sus varios peones y piezas de varias clases le respondían o si siquiera podía efectivamente moverlos directamente. Bastaba con que le dieran atención y eso nutriría su asqueroso ego, ligeramente más asqueroso que su apariencia real.

Asumía que, de haber ido el viaje bien, ya estarían ahí en tiempo record. Si bien, irónicamente buscaba ser un maestro en las sombras y un director de todas las cosas, era un excelente peón él mismo y no fallaba al manejar una orden que realmente nutriera su sentido de supervivencia y de potencial supremacía. Quizá hasta era algo bueno, y si no, era una obligación tolerable que sería cumplida y produciría buena imagen ante su propio superior.

Ah, 'imagen', otra vez la ironía.

Manejas un auto, manejas tus peones, ¿cuál es la diferencia? Ambos eran sistemas con sus propias mecánicas que necesitaban el toque de un profesional para evitar que se descarrien por la falta de supervisión. A tu izquierda, tu sire parecía estar enfrascado en algo similar, también mandando mensajes de texto como vos. A lo mejor era algo natural en los vástagos, siempre estar ocupados planificando, o quizá era solo algo de Nosferatus.

A medida que te acercás al lugar los edificios van haciéndose más chicos hasta que todos son negocios y casas de una planta, con primer mucho como mucho. El barrio tenía esa sensación de poca amabilidad pero desértico a la vez, sin un alma a la vista pero algo te decía que si te ponías a caminar por fuera de la avenida era probable que te asalten. A tu izquierda cada tanto escuchabas el tren pasar y detenerse en una estación cercana, para luego continuar viaje. Debía ser el último de la noche, seguramente.

Finalmente llegás al lugar indicado, a media cuadra de Rivadavia. Revisás un par de veces la dirección, porque te encontrabas enfrente de lo que parecía haber sido alguna clase de negocio nocturno, ya sea bar o boliche, deshabilitado y medio destruido, con algunas ventanas de vidrio rajadas, y un cartel que rezaba "T(ilegible)ing", y en la puerta había letreros de "clausurado". —Llegamos. — Dice Charly antes de bajarse del auto.

Ninguna respuesta, asumía, pero los "vistos" o al menos el ticket inicial dejaba claro que estos peones humanos leerían sus mensajes o ya les valdría. Sabía castigar bien a sus utilidades, y si el joven osaba dejarlo sin respuesta para cuando volviera, le tocaría. A la otra simplemente la podría dejar sin su existencia noble que era lo que a ella y los otros dos les gustaba, o quizá algo distinto. Fuese como fuese, le había relajado y finalmente se encontraban ahí. Asumía que Charly hablaba con el mismo ente con el que se encontrarían ahora y posiblemente unos otros. Oh, lo que era la existencia en la noche.

Tras él, el sonido del tren al fondo suyo no alcanzaría a maravillarlo como habría hecho de no ser por que quedó perplejo al mirar directamente a través del vidrio aquel signo, aquellas palabras incomprensibles, queriendo saber su significado esencial y causándole solo más pavor, ni hablar del hecho de que estaban aquí, en un sector efectivamente peligroso. Sí, era un Vampiro y podría ocultarse y luego anular a sus víctimas, pero seguía siendo mayormente un enclenque sin aptitud de combate y cuyos rasgos monstruosos no daban ningún "bono especial" que supiese

- Ajá.

No demoró en bajar, pensando en que podría haber ido a abrirle la puerta a Charly, no, a Don Charly pero recordando y viendo que ya estaba bajándose. Estaba nervioso, debía controlarse si no quería perder foco de su apariencia camuflada. Se preocupó de cerrar y proteger el auto debidamente para luego caminar al lado pero ligeramente un poco detrás de su Sire, paralelamente en el eje vertical pero no a la misma altura en el eje frontal. Total, era él quién sabía qué pasaba.

Claro, quizá era él quién debía tocar la puerta como buen pieza de su Sire, pero aún así tenía su propia norma de no meterse cuando no sabía de algo. Siempre estaba tenso respecto a cagarla y respecto a qué paso sería apropiado. Apagó su móvil antes de todo y esperó nada más. ¿Qué pasaría ahora? Ya no dependía de él, al menos por la mayor parte.

Mientras vas bajando del auto te llegan los mensajes a tu celu. El primero era de tu contacto, que decía "bien, todo bien, vos?", el otro de tu rebaño, "jajaja ahora tengo que competir por el premio??? dale cuando quieras pasate :)". Sonreís al ver la disposición de tus peones.

Mientras tanto bajás del auto y seguís a Charly, quien ya había entrado al lugar, y das un vistazo al interior del antro. Si por un segundo pensaste que la habitación principal estaría en mejores condiciones que la fachada del edificio, entonces hubieses estado muy equivocado. El sitio era practicamente un galpón abandonado, medianamente grande, probablemente había sido un bar en otro tiempo, por la barra que aún estaba pudriéndose en el lugar. Por lo demás, había mesas en deplorables condiciones, algunas sillas de madera antiguas y podridas, y paredes llenas de humedad. Podías ver un par de puertas, pero poco más.

Finalmente, las luces se prenden repentinamente, lo cual te toma por sorpresa, pero luego ves a tu sire saliendo de la parte de atrás de la barra, de una puerta que a lo mejor iba a la cocina. —Encontré la caja de térmicas. — Dice triunfante.

Tornó su dispositivo móvil a pantalla apagada indefinidamente y sin vibración ni sonido. No quería ser molestado ahora mismo ni tenía ganas, honestamente, bastándole con que hubiese una respuesta segura y fija. A veces sentía ganas de haberse nutrido más en el ámbito de lo monstruoso o haber preguntado cómo era posible de entre las vagas lecciones que se le dieron hasta el entonces, solo para considerar la destrucción directa de quienes le molestaban, pero ya no, o al menos, no todavía.

Así, caminó por el lugar que era un verdadero despojo, un lugar que de cierto modo, sin saber si por su nueva psicología referente a su propia distorsión física y existencial o por algo quizá propio, de siempre, le parecía bonito, agradable, relajante en lo desgastado que estaba. ¿Tal vez este era el llamado refugio de su maestro y sire, Charly? No, entendía que el contexto de esto era una reunión, y como tal quizá era un lugar de agrupamiento de Nosferatu o lo que fuese. Al ver que su señor creador demostraba exaltación, se exaltó él mismo, preocupado y concentrado en aquello que encontró.

- ¿Eh?

¿Qué? ¿Un refrigerador portátil? ¿Qué rayos podía hacer con eso? Justo cuando lo pensó más inano y a su vez consideró que hasta alguien como Charly podía ser absurdo a veces, un segundo pensamiento le pateó, cual Chuck Norris, giratoriamente y se tensó. No, si era un frigorífico mediano y portable podía contener otro tipo de cosas, cosas que reducía a, por lo menos, dos en extremo simplismo: Trozos de partes humanas congeladas... O sangre. No, "vitae". Podían ser otras cosas, pero de la nada lo absurdo dejó de ser y entendió que esto era, como siempre, serio.

Se acercó con cuidado hasta llegar lo suficientemente cerca de su sire pero no demasiado, hasta que se le diese un permiso implícito o explícito de mirar la caja de térmicas que estaba escondida al parecer ahí y que resultaba relevante para la misión de hoy, no, de esa noche. ¿Qué pasaría? ¿Qué nueva apuesta surcaría sobre su cuello y cabeza ahora?

No quedaba más que ver lo que había tras la puerta, o mejor dicho tapa.

Entras por la puerta en la que tu sire encontró la llave central de electricidad, la caja de térmicas. Puedes ver una cocina bastante destruida. Las mesadas, otrora de cerámica, ahora estaban destruidas y empolvadas, donde iba la cocina no había más que un hueco con agujeros en la pared de donde sobresalían un par de caños. Había una heladera, como bien pensaste, un aparato que parecía ser los vestigios de un congelador de los años '70. Al abrirlo notaste que no solo no funcionaba sino que estaba vacía. Además de eso, no encontraste mucho.

—Parece que somos los primeros en llegar. Habrá que esperar. — Dice Charly.

Vergonzoso. No creía haber cometido un error tan simple, si bien la semántica era semejante. Podía pensar incluso en un baño térmico o algo parecido a la hora de oír ese término, pero pasó por alto un segundo que el lenguaje, no, el idioma era algo cultural y Argentina moldeaba mucho el lenguaje a su propia cultura. Sintió desprecio por sí mismo especialmente al haber malentendido, y siguió sin más, buscando no mostrar gesto (aún en la imagen falsa que estaba creando) a medida que seguía a su maestro.

Se quedó mirando el entorno y honestamente pensó que le gustaba. No necesitaba mucho remodelo para ser un buen refugio más o menos permanente o más constante que los hoteles en los que él iba pasando entre, lo cual tampoco le molestaba. Perdió toda molestia al volverse un monstruo y ciertamente un lugar así iba con el nuevo estilo que tendría que asumir con su nueva (¿o verdadera?) forma, considerando que Mike, el humano que siempre fue nunca resultó ser su yo real.

Filosofías aparte, asintió a su sire y se sentó no sin antes hacer un gesto de pedir permiso, pero antes de hacerlo se arrepintió y se quedó parado nada más, a lo mucho con la espalda contra una pared revisando su móvil. Peones manejables que no conocían la verdad. Su audición y visión periférica estaban paranoicas y atentas a la llegaba de alguien en pos de parar el asuntito con el aparato y estar de inmediato listo para quién llegase.

"Tal vez. Tal vez sea bueno que os reunáis los tres. Quizá deba subirles el nivel o algo, si me captas, pequeñita." A la chica de su grupo de 'fans'. No estaba seguro qué pretendía con esa 'subida' de nivel pero en algo pensaría.

"Suenas confiado, pibe." Así sabía que se le decía de modo coloquial/confiado a los niños aquí. "¿Qué te parecerían unas lecciones? Quizá pueda enseñarte a apostar como se debe o al menos lanzar dardos. O quizá algo que necesites." Al chico adinerado diletante-wannabe. Si se quiere obtener, se debe ofrecer primero, eso pensaba.

A los pocos segundos de tu respuesta, la luz de tu celular se prende para denotar que llegó un nuevo mensaje. Obviamente no suena ni vibra por el cuiado que le pusiste de ponerlo en silencio. El texto era de la flaca: "ay no vamos solos los dos mucho mas romantico" te escribe la mujer. Mientras lo leías te llega otra notificación, esta vez de tu contacto.

"jaja se hoy ando a full. Dale cuando quieras decime y vemos si nos pegamos una vuelta. Vos como andas?" decía este. Apenas terminabas de leerlo cuando escuchás un sonido proveniente de algún lado fuera de esta habitación, posiblemente de la principal o más allá, una voz media apagada, no estaba dentro del local o estaba bastante dentro del mismo, una de dos. Te das vuelta a ver si tu sire escuchó algo, pero sigue revolviendo en las cosas que puede encontrar, silbando.

Escuchás la puerta abrirse y pasos en tu dirección.