Partida Rol por web

Dorndaggan y Dwarin salieron caminando de los limites del poblado. La gente los saludaba, ya que en aquel pequeño asentamiento muchos se conocían entre sí.

El camino se prometía largo y peligroso, según les había comentado el jefe Thadin, no tenía buena pinta aquello, aunque ambos deseaban que pudieran ir hasta aquel río y volver sanos y salvos y sin demasiados contratiempos. Además tenían que hacerlo en el menor tiempo posible.

La caminata durante el día hasta la mínima parada rigurosa para comer pasó en silencio, ya fuese por no malgastar energías pues bien aun no las había recuperado del viaje anterior o porque este se intuía que iba a ser bastante largo; o por el nuevo pesar que se había alojado en su alma ante la incertidumbre de no saber si conseguirían salvar a su semejante del envenenamiento.

El enano, de alguna una manera ajeno al fin de la empresa, disfrutó del camino y del ritmo tranquilo a lo largo de la mañana. Pero a medida que progresaban en el camino las dudas se agolpaban en la cabeza, el enano extranjero, las hiervas, el dragón,...

- ¿Qué piensas compañero, nos será sencillo encontrar esas hiervas de rivera?, la verdad es que nunca he desempeñado ninguna labor de rastreador -. 

- Pues no lo sé, sólo espero que sean abundantes a lo largo del río y que no se encuentren en una única zona en particular.- contestó ante tal perspectiva.

- Más nos valdría continuar el camino tranquilamente para reservar fuerzas, pero quizás convenga apretar el ritmo un poco compañero, la vida de un enano está en juego -. Las palabras del Jefe sonaban en su cabeza, con la imagen de dolor del enano recién llegado.

-Tienes razón compañero, que enanos seríamos si fueramos a paso lento y por ello dejaramos morir a un camarada.- Así pues después de comer aumentaron su marcha.

A un ritmo extraordinariamente rapido lograron terminar la primera jornada de viaje. Había caminado muchas millas a gran velocidad y pese a eso no se encontraban cansados. Sin duda la extraordinaria resistencia de los enanos también era parte de sus cualidades. Aunque sus piernas no eran tan largas como las de un elfo habían conseguido moverse a gran velocidad durante esa jornada, y se sentaron a descasar frente a la hoguera satisfechos por haber llevado ese ritmo durante aquel día.

- Ahhh -, gimió el enano al estirarse y poner las piernas sobre una piedra. Mientras encendió su pipa comentó a su compañero - ¿Cuantas jornadas restarán hasta el río, Dorn? -.

Tras la pregunta se fijó en el fuego y tras ver que avivaba demasiado apartó un tronco grueso de su interior y tras hacerlo rodar con el pie volvió a su cómoda postura, - no conviene llamar demasiado la atención ¿verdad? -.

Después de la cena sentado junto a la hoguera, mientras se sacaba algunas piedrecillas que se habían introducido en sus botas, ante la pregunta de su compañero.- Creo que faltaran unos 4 días. Pero por si acaso espera que mire el mapa-

Lo saco de su mochila y lo observo durante un tiempo.- Ahora, estamos más o menos aquí...- dijó señalando a ojo su ubicación y después los lugares aproximados donde pasarían las noches.- Lo he planificado pensando en que lo mejor será no acercarse mucho a las montañas, y que cuando lleguemos al río, buscaremos la hierba mientrás remontamos el río.-

Pasado un rato, cuando ya estaban a punto de echarse a dormir, Dorndaggan volvió a contestar a Dwarin.- Cierto. Y hablando de eso, ¿cómo haremos las guardias?.- Y sin dejar tiempo a que contestará, prosiguió.- En mi opinión, lo mejor sería que cada noche vigilararamos uno sólo, si no los dos estaremos cansados al siguiente día.-

Luego se quedo en silencio, esperando la opinión de su compañero.

- Dwarin apartó su pipa para echar un vistazo al mapa. ¡Vaya amigo, aún nos queda un trayecto! -, por un momento sintió cansancio en el cuerpo, pero estirándose de nuevo desentumeció sus miembros.

- Si te parece, me quedaré yo esta noche en vigilia, échate y descansa compañero -. Rebuscó la manta en su mochila y la dejó a mano al igual que su martillo.

- Bien, como quieras compañero.- dijó para después echarse, en un lugar cómodo y donde el calor del fuego le llegará aunque fuera ligeramente, junto a su mochila y agarrando con fuerza la manta que envolvía un objeto suyo.

- Buenasnoches.- dijó el enano  ya recostado, cerró sus parpados y el sueño le llego rápidamente por el cansancio acumulado durante el día.

- Buenas noches amigo! -. Aprovechó una zona desnivelada del terreno a modo de escalón, para colocar el escudo en el suelo y colocó sus enseres cerca de su nueva posición. Vació la pipa y pellizcó un poco más de tabaco de su bolsita de cuero. Encendió la pipa con una ramita próxima al fuego y se sentó cómodamente con las posaderas encima del escudo. Dando largas caladas a la pipa y jugando con el mango de su martillo, comenzó lo que prometía ser una noche muy larga.

Dorndaggan roncaba apaciblemente abrazado a ese misterioso objeto envuelto en una manta que llevaba a todos lados y del que no se separaba a sol ni a sombra. Mientras tanto, la guardia de Dwarin transcurrió tranquila, fumando en su pipa y lanzando largas bocanadas de humo.

Se entretuvo haciendo aros con la boca hasta que escuchó un leve ruido en los alrededores. Era como si algo hubiera pasado por entre la maleza. Rápidamente cogió su escudo y se puso alerta, pero no escuchó nada más durante una larga hora.

Pasado ese tiempo volvió a escuchar el ruido, nuevamente procedía del mismo lugar y sonaba exactamente igual.

Lentamente sin dejar de mirar a la oscuridad el enano retrocedió hasta la hoguera y cogió una tea a modo de antorcha. Con el escudo aferrado al otro brazo, avanzó lentamente hacia la oscuridad.

Dwarin alzó la tea prendida en alto pero no consiguió ver nada y tampoco volvió a escuchar ruido alguno en ese instante.

Dwarin volvió hacia la hoguera y cambió su situación y la de sus cosas de tal manera que quedaba frente a la zona de dónde había percibido esos ruidos. Clavó la antorcha en el suelo de manera que estuviese a mano y puso su el escudo y su martillo también a su alcance.

Cogió de nuevo su pipa del suelo, aún humeante, y se sentó de nuevo con los ojos bien abiertos.

Dwarin se mantuvo en tensión durante varios minutos sin que nada ocurriera. Absolutamente nada. Pronto se dio cuenta de que había transcurrido más de media hora en aquella posición sin que nada ocurriera.

Agudizó el oido y la vista para tratar de desenmarañar las sombras y el silencio que reinaban en aquel sitio pero no logró conseguirlo. La noche fue pasando hasta que comenzó a clarear como preludio del amanecer.

Entre bostezos y estiramientos Dwarin dejó su pipa en el suelo y se puso de pié para estirar las piernas. Apenas empezaba a clarear, pero martillo en mano y con la antorcha ya algo extinguida, decidió dar un par de vueltas al círculo que formaba su el pequeño campamento, para de paso echar un vistazo al rededor. - ¡BRrrf! Que noche más larga -, murmuró el enano en voz baja.