Partida Rol por web

Prudence  le devolvió una sonrisa sincera al honorable, sincera pero cansada. Su mente curiosa ansiaba volver a sus habitaciones para poder investigar en profundidad su pequeño hallazgo. Y aunque la amena conversación con Lionel la entretenía, pudiendo observar y conocer al joven noble, comenzaba a aburrirse del juego de los banales temas de conversación. Entonces la reacción a un comentario lejano, pero audible por todos, de Lord Wellington provoco una reacción poco usual en su interlocutor. Haciendo que afinara más el oído a dicha conversación.

¿se encuentra usted bien? – susurró con contenida curiosidad, posando su mano sobre el brazo libre del hombre, mirándole con preocupación antes de que sus ojos recorrieran fugazmente a los demás comensales.

El resto de reacciones no tenían desperdició, incluso sintió un poco de lastima al ver a Sevenoaks tembloroso sin saber qué hacer. Había sido un autentico encanto durante su breve paseo y se podría apreciar su noble espíritu. Sonrío curiosa cuando Lirio salió en su “rescate”.

Sin duda me gustaría unirme a la expedición para ver el retrato – dijo tomando tranquilamente su copa y bebiendo de ella antes de volver a hablar – quizá el artista pueda resultar del agrado de mi padre que lleva años buscando un retratista para la familia

El noble frances había escuchado el comentario de Walter en el preciso momento de concluir su diatriba, y había sonreido con cortesía, ignorando con todo el tacto posible la tensión repentina en la mesa, su sonrisa era tan maravillosa como siempre, aunque en su mirada deltara cierta diversión mal controlada, posiblemente apenado por el mal momento que parecían estar pasando Sevenoaks y Beaumont junto a lord Wellington.

Aun así su interés no aparto de la dama con quién hablaba.

-Mi querida señora, aunque no niego que habría sido un placer tenerle aquí  llegado el momento no es necesario apenarnos tanto, la voluntad de Tristan se cumple al tenernos a todos nosotros juntos y eso es suficiente para considerar que la reunión y todos sus invitados son correctos -contesto con tono educado, buscando sin duda aliviar las dudas que en ella hubiera, era evidente que solía tratar a la gran mayoría con la misma delicadeza y educación propia de su noble cuna.

De reojo dio una mirada a los demas y sonrió un poco más, encontraba la situación de la mesa divertida, eso claro, al fin posiblemente apiadandose un poco de lo que ocurría al otro lado comento.

-Lord Wellington si me permite -le contestó- y en atención a lo que dice su hermosa acompañante le diré que si, fui yo quién recomendo al artista, por entonces resaltaba bastante, perosi la pintura inglesa le atrae... quizá podamos hallar alguna del padre de Tristan en la galería, tengo entendido que eran vivos retratos el uno del otro -contó con cortesía, antes de mirar a la dama -Quizá usted tenga interés en ver el cuadro señora Hughes. -ofreció repentino.

Dejando a un lado la copa el honorable Stratford miro a Prudence y le ofrecio una sonrisa leve, apenas reflejo de las otras que le había dado, el tema que había escuchado desde luego lo había como poco avergonzado.

-Si, me encuentro bien lady Maccon, gracias -contestó  controlando el tono de su voz para que fuese agradable, uno habría pensado en un arrullo suave destinado a convencer, observandola eso si con cierto cariño contenido en la mirada, un afecto de esos que a veces se confunden en medio de tormentas, su mano contraria se elevo un poco al punto de querer tocar la blanca mano que la muchacha había puesto sobre su brazo, pero titubearon sus dedos y solo quedo la sonrisa amable.

La observo estudiar a los demás comensales sintiendo quien sabe qué en pos de su curiosidad, pero la permitio actuar como ella mejor creyera.

-Podríamos ir, claro... -contesto  tras unos segundos al comentario de la dama -sería interesante -sonrio al final, volviendose a Walter Wellington -¿Le parece su señoría si lady Maccon y yo nos unimos a ustedes para ver el cuadro? -pregunto, con ese tono encantador y animado que hace dificil decir no - es una obra magnifica y sería agradable verlo en compañía, quizá incluso podamos compartir opiniones en cuanto a las escuelas -comento.

No me pasaron desapercibidas las reacciones a mi comentario. Lo había dicho francamente sin ninguna malicia, pero al parecer, había arañado la superficie de algo más profundo. Y claro, ahora deseaba saber el qué... Lynd parecía estar llena de secretos, sin duda.
No obstante, fingí no percibir ninguna de las diversas emociones que había provocado.

Respondí a los presentes, con una dulce sonrisa y una expresión de inocencia total, como si no me hubiera percatado de nada, algo apenado por el señor Sevenoaks, que parecía presa de un ataque de nerviosismo:
-Oh, en absoluto quería desmerecer a ningún artista, sea cual fuere su procedencia, querida.- Miré algo divertido a Lirio - Simplemente me llamó la atención, que habiendo grandes pintores aquí en la capital, hubiera buscado a uno más allá del canal.-

Alargué un poco la cabeza sobre la mesa, para dirigirme al baronet, sonriendo ampliamente:
- Asumí, señor, que ya que he oído que eran grandes amigos, y dada su nacionalidad, era usted la opción más viable para recomendarle un retratista francés. Al parecer he dado en el clavo.- Reí en un intento de aliviar la tensión que mi comentario había generado.

Respondí a Stratford con sincera alegría, era un hombre sin duda muy agradable, y Lady Maccon me había resultado encantadora en nuestro pequeño paseo por los jardines.
-Será un placer hacer un pequeño recorrido por las galerías, como ya he dicho, no se apreciar el arte como se merece, así que no estoy seguro de poder tener una opinión merecedora de tenerse en cuenta.
Pero siempre es agradable ser instruido en lo que uno desconoce. Y más si se hace en buena compañía.-

Seguía sin entender que acababa de pasar. Tenía que haber prestado más atención al resto de conversaciones de alrededor, pero estaba centrada en la charla con el baronet. Era muy agradable y siempre cortes en sus modales.

- Realmente me gustaría ver el retrato - le conteste - sería agradable poder ponerle cara al marqués. ¿Iremos cuando se acabe la comida? -

No aporte nada más a la conversación. Mis conocimientos de arte se quedaban en las acuarelas que tenía que enseñarles a mis pupilas, pero no conocía nada sobre los pintores ni las escuelas que estaban de moda ahora mismo.

No hay de que – contesto con un tono contenido y risueño, curiosa mirando a los ojos de Lionel. Mientras observaba su reacción, se dio cuenta de la intención no llevada a cabo por el joven noble y sin apresurarse retiro su mano, sin dar mayor importancia al gesto. Volviendose para escuchar a noble francés.

El baronet la tenía intrigada. Al ser uno de los amigos más cercanos del Marques jugaba con gran ventaja aquel extraño juego de intrigas, que Prudences tan solo podía presenciar desde su lujoso asiento. Tras unos instantes de silencio Lionel tomo la palabra para organizar la excursión a la galería, en busca del retrato de Tristan y su padre iba a ser un hecho, aunque habría que esperar a que terminaran la comida.

El baronet parecía decidido a parecer tan jovial como siempre y verse apoyado en al ligereza por Lord Wellington le gano una sonrisa agradable. 

-Es verdad que algunas cosas parecen evidentes... -asintió tranquilo antes de volverse a Anabelle, y escuchar sus palabras.

Puso expresión de estar pensando y volvió a mirar a Walter.

-Es posible que lo hagamos... ¿Que dice lord Wellington? ¿Iremos a ver el cuadro al acabar la comida? sería a mi parecer los mejor, nada como dar un paseo así sea por una galería - comento -visto tenemos una hora o dos antes de vernos una vez más ocupados, yo propondría ir a dar un vistazo a los cuadros al terminar la comida, pero al idea vino de usted y no deseamos alterar sus planes ¿Que piensa? .  -Estaba claro que tenía interés en ir a la galería, pero procuraba que su animación fuese liberadora al mismo tiempo, como si el correr d ela conversación terminara de ventilar la posible tensión del momento. 

Lirio echo a reír con la respuesta, fue una risa clara y bonita como todas las otras risas que había dejado escapar, pareciendo un poco pensativo, pero no menos animada por ello.

-Por supuesto 

Ella también encontraba agradable la posibilidad de ir a ver el cuadro y ver como se unían unos cuantos invitados más lo hacía todo más ameno.

Con las conversaciones volviendo a su cauce parecía que la breve tensión desaparecería pronto. 

guardo silencio tratando de no incomodar a las damas presentes. 

-Siempre he pensado que basta tener un corazón para poder apreciar el arte, el conocimiento de la pintura simplemente permite unos pocos decir que pueden apreciarlo con un poco más de autoridad, no tema Lord Wellington -sonrió con cierta diversión en los ojos -nadie puede llamarse a sí mismo experto sin decir al mismo tiempo que es un pedante, vera que los cuadros son agradables de ver y que el de nuestro amable familiar... es muy atractivo -termino de hablar con tono ameno antes de volverse a ver a lady Maccon una vez más y ofrecerle una sonrisa de cortesía.

Les sirvieron el segundo plato , que sería el previo al postre y una vez acabado este la tan ansiada libertad.

El doctor que no había perdido la sonrisa desde que la tensión ocupara la mesa observo a uno y otro volver a la calma y sacudió el gesto, como si escondiera un suspiro.

Al fin se apresto a hablar.

-Visto que hacen planes, espero que no tengan a mal que me les una cuando decidan hacer dicha visita... he oído del cuadro, aunque por razones extrañas aun no lo he visto -comento con sencillez pero al mismo tiempo cortesía clara. 

Respiré aliviado para mis adentros al oír al baronet y la adorable risa de Lirio, parecía que había conseguido mitigar la tensión en el ambiente. Tensión que había provocado sin saber muy bien porqué, ciertamente.

Además, la idea del paseo por la galería me reconfortaba, sería una buena manera de pasar el tiempo mientras esperaba ansioso el momento de la visita a las mazmorras. Aunque estaba acostumbrado a modelar mi comportamiento según lo requirieran las circunstancias, estaba haciendo un gran esfuerzo por mantener la normalidad después de todo lo acontecido, y en mi interior sabía que necesitaba mantener mi cerebro ocupado en otros menesteres.

Sonreí ampliamente al baronet:
-Por supuesto, señor. Le aseguro que no los alteran en modo alguno. De hecho, nada me agrada más que el placer de una buena compañía y una charla amena– Miré a los demás presentes -Temo que la soledad no está hecha para mí – reí.

El comentario del honorable me divirtió y agradó. No dejé de percibir la velada sorna con la que hizo el comentario sobre los expertos. Apoyé el codo en la mesa mientras hablaba y tapé media sonrisa con la mano a la vez que hacía una leve inclinación, ladeando la cabeza, en su dirección.

Me dirigí después al doctor, al que apenas había oído hablar hasta entonces:
-Como ya he dicho, señor Williams. Cuantos más mejor. Siempre y cuando- Me dirigí entonces al conde, haciendo una leve inclinación - Nuestro anfitrión tenga a bien permitírnoslo.-

“Esperemos que no todos se unan” Pensé para mis adentros.
Francamente, el grupo que parecía interesado en la pequeña excursión me agradaba, pero esa sensación se vería turbada si algunos como la Duquesa o el deleznable Potter decidían unirse. Esperaba también que Kimberlein se quedara atendiendo al resto, así Lirio no tendría que soportar su presencia.

Escuche a varios de los invitados unirse a la visita, seriamos un grupo grande por lo que parecía.

Con la atención del baronet centrada en Lord Wellington ahora no sería correcto volver a acaparar su conversación y sin tener mucho más que añadir sobre la excursión, me quede callada, mientras seguía comiendo tranquilamente y escuchando el resto de las conversaciones de la mesa.

 Lady Maccon se centro en escuchar a los presentes mientras se zanjaba el asunto de la visita, apurando con elegancia el segundo plato con la intencion de que aquella comida terminara por fin. La breve intervencion del Doctor Williams llamo la atencion de la joven dama que no pueo evitar sonreirle con amabilidad. El hombre se habia mantenido callado durante todo el tiempo, parecia un hombre afable y seria interesante tener otro interlocutor durante el paseo.

Oh Lord Wellintong estoy segura de que nuestro querido anfitrion no tendra proglema alguno. Verdad? - se dirigio a Kimberley con una de sus mas encantadoras e inocentes sonrisas en busca de su consentimiento y por supuesto el de la duquesa.

La conversación entre la duquesa de Melvelin y el Conde Kimberlein pareció llegar a un punto nulo cuando la dama asintió lentamente, el noble se permitió una sonrisa y entonces volvió a prestar atención al restó de invitados. 

Lo habían nombrado y su expresión serena y cortés no se iba ni por asomo de duda, habría resultado difícil que se fuera en todo caso, dada su noble cuna.

Mirando a cada uno de los que se habían sumado al paseo originado por la conversación de Wellington contestó a los que habían preguntado por su opinión.

-No tengo nada en contra de un paseo que se anuncia agradable señores -en su tono sensato también se podía leer cierto agrado por la idea, aunque no se uniese a ella -Estoy seguro que la galería en cuestión les agradará, disculpara Lord Wellington que mi persona no se sume a su paseo, estoy seguro en cambio de que la compañía del honorable Stratford y su buen amigo, así como del baronet les será de utilidad como guía -concluyo de hablar muy cortés. 

Coincidiendo en pensamiento con Walter, el honorable elevo su copa de agua como quien proponía un brindis por aquello, su sonrisa era en tanto tan sincera como la del Lord.

-Coincido en sus palabras -dijo entonces para luego mirar al conde hablar, asintió alegremente y luego volvió su atención al postre que le sirvieran, iba por la mitad ya. 

Permitiéndose sonreír más relajadamente tras las palabras de Kimberlein y viendo que ninguno más se sumaba a dicho paseo, el honorable dio una sola mirada a lady Merrow, aunque enseguida la aparto, como apartando también una idea, habría resultado incomodo para la dama ir a ver un cuadro del prometido que había perdido sin duda.

-Estaré encantado de hacer de guía su señoría -sonrió amable -aunque me haya perdido en llegar aquí confió en que el camino a la galería sigue siendo el mismo -su risa fue clara y animada -y yo no lo haya olvidado -inclino leve la cabeza en dirección al noble y a su tía, antes de mirar en dirección a los demás, el había terminado ya el postre y sin duda esperaba que los demás terminasen también de comer para poder excusarse con ellos en dirección a la galería. 

Bien parecía que ninguna de las personas sobre las que el señor O'hara me había advertido nos acompañaría en el paseo, eso me hizo relajarme un poco. Seguía sin ganas de quedarme sola, pero no me apetecía tener que conversar con dichas personas sin averiguar más de lo que estaba sucediendo aquí.

Todos los comensales estaban acabando el postre, así que procure acabar el mío rápidamente, para que no tuviesen que esperar por mí, y espere el permiso del anfitrión para que todos pudiésemos levantarnos de la mesa y comenzar la visita.

La joven Prudence sonrió complacida ante las palabras de Kimberlein.

¡Magnifico! ¡Gracias señoría! -  dijo antes de apurar lo que quedaba de su postre, con la esperanza de poder terminar cuanto antes con aquella comida y poder pasar a un ambiente un poco más distendido.

Sin duda la presencia tanto de Kimberlein, aunque en menor medida, como la de la Duquesa, en su mayoría, enrarecían las escenas sociales impidiendo a gran parte de los invitados actuar con libertad. Le dedico una compasiva mirada a Lady Merrow, comprendiendo en silencio que ella no los acompañara. Algo que lamentaba pues le parecía una dama muy sofisticada y dulce, con una conversación agradable, aunque demasiado vigilada para su gusto.

Ahora que la velada llegaba a su fin, el animo de Prudence comenzaba a elevarse poco a poco con la esperanza de poder averiguar algo más sobre el Lynd y también una oportunidad de abordar más directamente a Lionel sobre lo que había “presenciado” antes de la comida. Sin olvidar el pequeño tesoro que había ocultado en su dormitorio y que tenía grandes deseos de examinar con calma.

La comida había sido deliciosa, nadie podía negarlo, la cocina del Lynd estaba bien proporcionada y el chef obraba milagros, en tales circunstancias y bien atendido a nadie podía sorprenderle gran cosa que el antiguo marques no se hubiera casado.

Buenos, había demasiadas dudas sobre el marqués, la única cosa clara era que había vivido bien, al menos en la última época de su vida.

Kimberlein anuncio el fin de la comida, invitando a algunos miembros a descansar o pasear por las caballerizas, la duquesa anuncio que se retiraría a descansar y Lady Merrow junto a su tío anunciaron que harían lo propio cuando Potter comento que él iría a las caballerizas.

Siendo así y encabezando el paseo a las galerías, se encontró el honorable Stratford, que le había ofrecido galantemente el brazo a Lady Maccon, y Lord Wellington, el baronet de la Croix había tenido la deferencia de ofrecerle su brazo y compañía a la señora Hughes.

El señor Williams, Lirio Beaumont y Elliot Sevenoacks iban tras ellos, conversando alegremente, al menos en un principio, sobre una zarzuela que se había presentado en el Gaiety.

-El camino es por aquí, si mal no recuerdo, os gustaran las galerías señores, creo que las encontraran tan fascinantes como yo las veo –comento.

La sonrisa del honorable se hizo más clásica una vez salieron del salón comedor y con ello de la vigilancia de los mayores, su actitud de por sí agradable se sumaba a una aparente relajación.

-Es realmente extraño venir a estos pasillos y no esperar que suene alguna orquesta por algún lugar –comento suavemente –su excelencia solía ser bastante amante de la música –sonrió levemente, casi a modo de disculpa –aunque sus fiestas eran en cierto modo raras, cuando veníamos por aquí solía haber de seguro algún músico digno de oírse, a veces solían acompañarles cantantes –sus comentarios parecen cuidados, no piensa explicar que las artes no era lo único que le interesaban al noble familiar, mira a la lady Maccon con duda antes de continuar – creo que les habría gustado oírlas –dice y hay algo en su forma de decir las cosas que provoca sonreir en respuesta.