Partida Rol por web

- Buenas tardes, somos los profesores Mellor, Brunswick y Stamp, de la Universidad de Miskatonic. Nos gustaría si es posible visitar al señor Walter Danforth, ¿cree que se encuentrará bien para hablar con nosotros? No tardaremos mucho.

Y ciertamente lo creía, y casi lo deseaba, al principio me pareció buena idea venir, pero ahora quizás fue un poco precipitado. ¿No lo alteraríamos con nuestras preguntas? Y además, tampoco es muy probable que lo que nos cuente nos sea de ayuda, o verdad, estando en un sitio así...

-Un momento por favor -dice el guardia metiéndose en la garita. Había un teléfono de servicio que comunicaba con el sanatorio. El hombre estuvo hablando en voz baja durante medio minuto antes de volver a acercarse a vosotros-. Lo siento, caballeros. El director me ha comunicado que el señor Danforth se escapó de esta institución hace una semana. Yo entré a trabajar hace un par de días aquí y no lo sabía. La policía ya está informada del suceso y lo está buscando. Confían en que lo cogerán pronto. Lo lamento.

Abro mi ventanilla del coche, y señalo las murallas del sanatorio mientras me dirijo al guardia.

¿Cómo es posible que se escapara?

No creía que con unas murallas tan altas pudiera escapar una persona, además con un cuerpo dedicado a vigilar que nadie pudiera salir de ese lúgubre lugar.

-No lo se, caballero. Los detalles los conoce el director, no yo. Aún así, esto no es una cárcel. Es un lugar de reposo. Nadie está aquí en contra de su voluntad y por la noche las medidas no son tan férreas, no se si me entiende.

Asiento con la cabeza.

Si podía irse cuando quisiera, ¿por qué escapó?

Pregunto sin terminar de comprender lo sucedido.

Interrumpo momentáneamente la conversación para realizar una pregunta al guardia:

Disculpe, ¿podríamos hablar con el director del sanatorio? Estamos muy interesados en la historia de este paciente.

La cosa se iba poniendo interesane: todo un profesor universitario que rehúsa hablar de sus experiencias, un telegrafista que habla sobre extrañas sensaciones emitidas por una cordillera de montañas y un desequilibrado fugado... Definitivamente esto se iba animando.

Sólo nos faltaría ver una habitación con todas las paredes escritas en extraños idiomas... ¿No mencionó algo de eso el señor McTighe sobre Danforth?

El guardia se siente aliviado al escuchar a Edgar y poder así librarse de este incómodo interrogatorio.

-Sí, por supuesto. Pasen, les abriré la verja.

La puerta chirría al abrirse y vuestro coche atraviesa los muros para circular por una avenida de guijarros hasta la fachada principal del edificio. El director os recibe en su despacho, cerca del hall de la entrada. El ambiente es tranquilo aunque de vez en cuando se escucha alguna voz subida de tono en los pisos superiores. El director, el señor Horton, es un agradable anciano de gafas redondas con montura de plata.

-Buenas tardes -os saluda-. Creo que estaban interesados en un interno en particular. El señor Danforth al parecer, ¿fuman ustedes? -pregunta ofreciéndoos una caja de puros habanos.

Tras saludar afablemente al director me concedo el capricho de aceptar el ofrecimiento

No siempre se tiene la oportunidad de fumar productos de calidad...

- Muchísimas gracias. Digo mientras tomo uno de los habanos y me acomodo para hablar del asunto que nos ha traído hasta aquí

- Sí, nos gustaría poder hablar del señor Danforth, la verdad, nos llama mucho la atención su actitud. Al parecer todos los miembros de la expedición volvieron bastante impactados. Nosotros vamos a embarcarnos en la aventura de repetir (y a ser posible, mejorar) los resultados de la expedición, y tratábamos de encontrar consejo y guía, pero parece que lo que vivieron prácticamente los impulsa a no pensar en ello, o a huir... 

-Sí, el accidente y la muerte de sus compañeros dejó a los supervivientes bastante afectados. El señor Danforth no fue de los más afortunados. Llegó a esta institución bastante alterado hablando de esas montañas que habían descubierto. Con el paso del tiempo se fue calmando y a ser más consciente de la realidad... hasta que huyó, claro.

Después de negar el puro, me acerco al director para estrecharle la mano.

Disculpe, soy el Doctor Mellor, y siento mucho nuestra intromisión.

Dicho eso le suelto la mano.

¿Qué decía el señor Danforth sobre las montañas exactamente?

-No quería hablar mucho de ello, ¿sabe? -contesta el director encendiendo también un habano-. Pero parecía pensar que ahí arriba había algo que había provocado su estado. Pensaba que las montañas eran malvadas, que algo se escondía ahí. Algo que llevaba millones de años en ese lugar.

Tras saborear el habano que amablemente nos ha ofrecido el señor Horton y escuchar sus palabras, me decido a hablar:

Señor Horton, es evidente que tiene mucha experiencia en tratar con sujetos bastante desequilibrados. Nuestra preocupación viene porque debemos realizar el mismo viaje que su anterior expedición. ¿Desde el punto de vista clínico, cree usted que alguna de las extrañas afirmaciones del señor Danforth pueden ser sostenibles? quiero decir, que si dentro de su estado mental usted ha conseguido descubrir cierta verdad en sus afirmaciones.

Mientras espero la respuesta doy otra calada al habano y le lanzo otra pregunta:

¿Podríamos echar un vistazo a su habitación y sus cosas personales?

-Es evidente que el caso del señor Danforth no es único en su especie. Yo lo achaco a una exposición permanente en un ambiente eminentemente hostil combinado con el trauma del accidente de sus compañeros. Danforth, ya sea metafóricamente o no, achaca a esas montañas el origen del desastre. Las culpa como algo físico, intentando extraer algo de lógica a la terrible muerte de sus amigos. De ahí que las denomine "malignas". Pero no por otra cosa, claro. Estamos hablando de montañas.

Cuando Edgar le pregunta si se pueden ver las cosas del paciente, el director tuerce el gesto.

-Lo siento, pero su habitación fue limpiada y recogida para su posterior uso por otro paciente. Y huyó con todos sus efectos personales importantes. Parece que tenía planeada la fuga desde hace largo tiempo.

Me mantengo al margen con algo de cara de decepción por la poca información que estamos recibiendo por parte tanto del doctor, como la que tuvimos anteriormente de McTighe.

Algo me decía que en este sanatorio podríamos encontrar algo de información, pero parece ser que llegamos tarde, y no hay mucha cosa más que hacer aquí.

Disculpe.

Me vuelvo a dirigir al director del hospital.

¿Qué clase de pertenencias llevaba consigo mismo?

En cierta medida me resultaba algo extraño que alguien escapara de un lugar del cual podía salir sin más, y además con todas sus pertenencias.

-Apenas nada. Su diario personal y algo de sus ropas. No tenía demasiado cuando llegó y le dejamos escribir un diario como método terapéutico.

Picado por la curiosidad pregunto

- Sería mucho asumir si por casualidad se dejó el diario, ¿verdad? ¿Llegó usted a conocer el contenido de dicho diario? 

Creo que aprovecharé el momento para hacer una última pregunta:

¿Sabe si hizo algún amigo mientras estuvo aquí? ¿Alguien a quien haya podido confiar alguno de sus testimonios?

-Danforth era un tipo muy reservado y solitario. Rehuía a los otros internos. No quería hablar con nadie. El único que logró arrancarle alguna palabra fue su médico. Y no, lamento decirles que no conozco el contenido del diario que por cierto, Danforth se llevó consigo. 

Su médico, al haberlo tratado, debe de conocerlo bien. Después de todo, habrán tenido que mantener más de una conversación sobre su enfermedad.

¿Podríamos hablar con su médico entonces?

-Por supuesto, aunque les ruego que sean breves -dice el director levantándose de su silla-. El horario de visita terminará pronto y los internos deben regresar a sus habitaciones.

Os guía hasta el primer piso. Allí, en una pequeña oficina se encuentra el doctor Stanswood, encargado de tratar a Danforth. El doctor es un hombre que ronda la cuarentena pero de aspecto juvenil y ademanes expresivos. Os invita a entrar mientras el director Horton regresa a su trabajo.