Partida Rol por web

Vigésimoprimer día en el Ajenjo

Al amanecer tenéis al otro navío a media milla de distancia. Y a mediodía ya se distingue la bandera del mismo. Se trata de un mercante rahadoumi que trata de huir a la desesperada, pero cuyas pequeñas velas no son rival para vuestra nave de saqueadores.

Hace un rato, el Capitán Harrigan ha ordenado a Ambrose Kroop y a Reginar sacrificar media docena de cerdos, degollándolos primero y lanzándolos después al mar para atraer a los tiburones de la zona hacia ambas embarcaciones.

Cuando os encontrais a media milla de vuestra presa, Riaris Krine os convoca en la zona de popa (A2) para daros instrucciones ante el peligroso combate que se avecina:

-Los vigías indican que, como es habitual, su rueda del timón está en la cubierta de popa, bajo el alcázar. Lanzaréis los garfios en esa zona, reduciréis a los guardias que haya, tomaréis el mando y protegeréis los botes salvavidas. Matad a los que traten de huir en ellos. No os mováis de ahí hasta que haya concluído la lucha o responderéis ante mí.

-¡Ah, sí! Según nos acerquemos, va a haber una buena humareda. Vosotros ceñíos a los que os acabo de decir y todo saldrá bien.

-Tú estarás al mando del grupo de novatos--concluye la mujer de la pata de palo dando un golpe en el hombro a Feijud--Tienes mi confianza.

Cortando las olas con asombrosa rapidez, las embarcaciones enseguida se encuentran a distancia de tiro. La asustada tripulación de La Promesa, como os informan los vigías que se denomina la otra nave, pronto comienza a bombardear el Ajenjo con todo tipo de proyectiles: desde pequeños virotes de ballesta hasta gigantescos arponazos que rasgan las jarcias en un vano intento por detener el irremediable abordaje. Al mismo tiempo, repentinos bancos de espesa niebla comienzan a apoderarse de la cubierta principal del barco enemigo.

Ya no había vuelta atrás. Los comandantes del barco ya estaban dando ordenes de matar a los que intentaran huir. Y como había dicho antes Nicholas él no pensaba permitirlo.

Bueno muchachos. Creo que aquí nos despedimos. No pienso ayudar en esta carnicería. Es más, voy a hacer todo lo posible por ayudar a esos desgraciados. Lo cual significará enfrentarme a la tripulación del ajenjo.
Me gustaría no tener que enfrentarme a vosotros. Hemos compartido mucho y no me gustaría que seais los que me mataran. O yo a alguno de vosotros.

Feijud asiente cuando le dan el mando de la cuadrilla de abordaje.

Venga, muchachos. Esto es cuestión de supervivencia, así que cuanto menos nos desperdiguemos, mejor. Que nadie se aleje .

El muchacho blande una de sus hachas y lleva la otra envainada. Por descontado, ignora los comentarios de Nicholas. Hoy no es un día para pensar en poder opinar.

Malickud chasquea la lengua ante los lloriqueos del pinche de cocina. El gnomo se alisa la pechera y se cuadra delante del muchacho, pese a ser más pequeño, en los ojos del cuentacuentos hay una radical sabiuría, de esa que se aprende viendo cosas que no querrías ver.

Mira hijo, se que crees que les ayudas. Pero debo decirte, y no te lo tomes a mal, que eres tan bueno que te pasas de tonto. La ignorancia es muy osada y en vez de ayudar a salvarles la vida, les condenarás a una muerte segura. Si lo que quieres es salvar a cuantos marineros de ese mercante puedas, asegúrate de que se rinden pronto y no hacen tonterías.

El gnomo resopla mientras deja que sus palabras calen en el chico como el agua de tormenta.

Esa chalupa no tiene ninguna oportunidad de escapar del Ajenjo y eso es por que va cargada hasta las amuras, ¿entiendes? si nosotros morimos y no conseguimos tomarla habrá quién se alegre en esta cubierta y encima tendrán la excusa para arrasar ese barco y no dejar ni un marino vivo en venganza.

Palmea la espalda del pinche de cocina.

Está condenada, eso es un hecho. Ahora ayuda a que se rinda cuanto antes y convence a su tripulación de que hagan lo que le dicen para no morir. ¿De acuerdo, compañero?

Uniéndome a Malick, asiento ante la reacción aparentemente estúpida de Reginar De verdad que no te entiendo. Estás dispuesto a morir ¿por qué? por unos tipos que no conoces. Sólo sabes que este es un barco pirata, pero no has visto nunca cómo actúan con sus prisioneros. Quizás estés equivocado.

De todas formas, como bien ha dicho Malick, cumple con tu tarea y les salvarás la vida

Harper se prepara para el abordaje. Se ajusta bien la armadura de cuero y comprueba el filo de su espada recien recuperada.

Lástima que no venga ninguno de los piratas del barco. Podría sufrir un accidente. 

Nicholas se lo veía venir. No en vano varios habían aceptado el que los secuestraran y se habían adaptado enseguida a la vida del barco. Le sorprendió no obstante la actitud de Edward, creía que el clérigo compartia su opinión y que al menos no estaría sólo.

Lamento oiros decir eso. Cada uno que actue como lo considere oportuno. Yo haré lo mismo y mantendré mi consciencia tranquila. La historia de mi familia ya tiene demasiadas desgracias y maldades para añadirle más.

Desembaranzandose de sus supuestos compañeros y mirando mal al gnomo cuando le palmea la espalda, el joven se aleja un poco de ellos y comienza la llamada a su eidolon.

Por lo menos tengo a Al.

Malickud niega con la cabeza y comenta.

Esa consciencia tranquila no aguantará el peso de las muertes que vas a propiciar, ¿crees que somos unos desalmados? somos prácticos, intentamos sobrevivir.

El gnomo comienza a prepararse, sacando la honda y una bala de acero, mientras lo hace, mira al chico con suspicacia.

¿Y quién es tu familia que tanto te aterra, chico?

Harto de escuchar estupideces, Feijud se prepara para el abordaje. Tiene muy claro que esto no es una votación a ver qué es lo más honorable, sino que se trata sobrevivir un día más. Ni siquieran saben quiénes van a bordo de la otra embarcación.

Hablando como estabais, cuando os queréis dar cuenta os encontráis encima de la otra nave. Casi al unísono, los piratas que se hallaban encaramados a las velas del Ajenjo se lanza al abordaje gritando enfervorizados. Para bien o para mal, ha llegado el momento de entrar en acción. Los sonidos de espadas chocando y golpes de todo tipo os llegan amortiguados por la espesa niebla que cubre la parte más peligrosa de la contienda.