Partida Rol por web

Buscas huellas de la mujer alrededor del roble, pero hay demasiadas pisadas y no encuentras ningún rastro. Tu primer impulso es ir más allá de donde se encuentra el gran árbol, pero sin un rastro que seguir, no tienes ninguna posibilidad de encontrar a la mujer en un bosque tan espeso y tan grande, y encima con tan poca luz, pues en apenas una hora ya anochecerá.

Estás aún pensando qué hacer, cuando de pronto te sientes observado. Miras a tu alrededor, y al instante descubres una figura entre los árboles que te está observando. Quienquiera que sea, se da cuenta de que le has visto y comienza a caminar hacia ti. Al principio, por la estatura, te parece un niño, pero después empiezas a ver que sus piernas están deformadas, parecen como de cabra, tiene gran cantidad de pelo y en su cabeza se adivinan unos cuernos...

Cuando por fin sale a la luz, sabes que lo que estas viendo no puede ser. ¿Estarás soñando?

La criatura te sigue observando, mientras se acerca a ti tímidamente, a pasos cortos. No debe llegar al metro y medio de altura. Podría decirse que te está tanteando: intenta averiguar cuál va ser tu próximo movimiento.

Observo la figura, e intento guardar la distancia apuntándola con mi espada:

La maldita bruja debe de haberme drogado, esto no es real.

Con los ojos muy abiertos, mirando a la criatura, e intentando que no se me acerque, le digo en voz baja:

-Demonio, no te acerques a mi, si no quieres reencontrarte con tu amo Satanás.

Xoan, te estas volviendo loco tu también, estás hablando con una alucinación, esta criatura no puede existir.

Para tu sorpresa, la criatura se detiene cuando la amenazas. Te entiende, pero no solo eso: ¡también sabe hablar!

"No quiero pelear", te dice con una voz ronca y gutural, que te recuerda a la del niño cuando lloraba durante el ritual que presenciasteis Bernal y tú. "Yo soy el padre del niño al que acabas de salvar."

Es lo que te faltaba por oír. Una cabra humana con la voz más ronca que has oído nunca, afirmando que el niño de esa mujer es suyo.

"La mujer se llama Andreia", sigue explicándose. "La violé hace un tiempo y se quedó preñada. Pero en vez de abandonar el niño en el bosque, como hacen todas, ella intenta criarlo. Ese niño no pertenece a vuestro mundo, morirá si sigue con ella."

La criatura deja pasar unos segundos para que digieras lo que te acaba de decir. Sabe que los humanos están demasiado apegados a la razón, y que esta pugna a veces por negar la evidencia, aunque esta se encuentre ante sus propias narices.

"Andreia no lo sabe, pero al querer bautizar al niño casi lo mata, porque es nieto de un demonio. La mujer que habéis matado era una curandera que intentaba hacer un exorcismo para sacar del cuerpo del niño su parte diabólica; si lo hubiera hecho, el niño habría muerto. Yo intenté impedirlo, pero cuando las encontré ya habían comenzado con el ritual, y tuve que alejarme porque a mí también me afecta. Pero después escuché ruidos de pelea y volví."

Si es verdad lo que te ha contado la criatura, eso significa que, sin quererlo, al matar a la anciana, Bernal salvó la vida de ese extraño niño.

Sin creer lo que estoy viendo, y mucho menos lo que me está diciendo el animal, me quedo totalmente perplejo.

Acerco la punta de la espada a el, y lo toco, para verificar que no es una alucinación, sino que está delante mio realmente.

Estoy delante de un demónio, incluso el ha reconocido que es un demónio, y que ha violado a una chica.

Sigo anteniendo la distancia con la espada, y le digo:

-Hijo del mal, dame una razón para que no acabe contigo, y tu alma condenada vaya al infierno directamente, eres un demontre, y los has reconocido ante mi, un caballero de Santiago, y aún mas, reconoces que cometes atrocidades, violando y sabe dios que mas harás. Tu hijo, fruto de una violación le hemos salvado la vida dos veces esta noche sin querer, una mi compañero del alma, que asesinó cruelmente a la exorcista, y yo instantes después, que casi lo mato por la locura a la que ha sido imbuido por los de tu clase.

Respiro profundamnete, y le digo.

-Me has dicho que si sigue con la chica, la aberración morirá, e incluso mas, ya sabrás que en este bosque no está segura, que hay mas cazadores buscándola. Si Dios ha decidido que sobreviva dos veces seguidas, igual es porque quiere que el castigo sea ejemplar y todo el mundo se entere de lo que pasa aquí, y se sepa de tus fechorias. Yo siempre he luchado para hacer el bien, y sirvo a Dios y al rey, y acabando contigo y con esa criatura, sería lo mas sensato.

Finalmente, le pregunto.

-¿Por qué no debería acabar contigo, y por qué quieres recuperar al niño?

"Es mi hijo", dice de nuevo, con su voz ronca. "Debe estar con los suyos. Si sobrevive y se queda con su madre, atraerá a los seres del bosque y el pueblo sufrirá las consecuencias."

La criatura te mira fijamente. Entiendes que, aunque no te lo pida abiertamente, espera que le ayudes; que le ayudes tú, un caballero de Santiago: o está muy desesperado, o es que simplemente no sabe lo que es un caballero.

Entonces te vienen a la mente las historias que te contaba tu padre. Cuando eras niño, te encantaba todo lo referente a la magia, y tu padre alimentaba tu imaginación con historias sobre seres maravillosos, bestias bicéfalas, caballos voladores y todo ese tipo de fantasías. En una ocasión te habló de una bestia peluda que sufría ataques de locura y lo destrozaba todo a su paso, sin distinguir amigos de enemigos. ¿Será el caso de la criatura que tienes enfrente? No te fías de ella, pero, ¿hasta qué punto puedes estar seguro de que no te va a atacar de un momento a otro?

Justo en ese momento, oís el sonido de un cuerno de caza: dos toques seguidos.

Escucho el sonido, y le miro fijamente a los ojos mientras sigo sujetando la espada manteniendo las distancias:

-Ahora no tengo tiempo de ajusticiarte, han encontrado a la chica y a tu cría. Si salvándola, salvo al pueblo, ese será un acto mas noble que el acabar con tu vida y el de una criatura aún inocente de cualquier culp, sea cual sea su procedencia.

Bajo mi arma, y le señalo con el dedo la procedencia del sonido:

-Deben estar por allí.

Acto seguido salgo corriendo en busca de los cazadores y de su presa.

Gran dilema me acaba de crear este monstruo, si sigo mis creencias y mi fe, el pueblo puede acabar destruido, pero si le ayudo, puede que se marchen en paz.

"Espera", te dice la criatura, antes de que te alejes. "Sígueme. Te llevaré por un sendero que nadie conoce y llegaremos rápido."

Está claro que esta criatura debe conocer el bosque como la palma de su mano, pero aún no te fías de ella. ¿Y si fuera una trampa?

Por otro lado, el toque ha sonado muy lejano, y sin la ayuda de la criatura tardarás bastante en orientarte en medio de este bosque tan grande; puede que para cuando encuentres a Rodrigo y a Ginés, ya sea demasiado tarde.

Sigo a la béstia en silencio, detrás de ella.

Le interesa que se salve su hijo, no creo que me traicione por ahora, no tengo ninguna otra opción que seguirla, no conozco este bosque, y anocheciendo, casi que es perder el tiempo ponerme a deambular.

Corriendo como podía con la poca luz que quedaba, esquivando alguna raiz y las ramas bajas, observaba al fantástico animal que me estaba guiando. No conocía si tenia algún plan, o tendriamos que saltar sobre los Fraternitas Vera Lucis, pero lo cierto era que el tiempo jugaba en nuestra contra.

El frío comenzaba a calar mis huesos, ya no tenía ganas de seguir en ese bosque.

Maldita sea la hora en que fui a visitar a Bernal.

La criatura es bastante ágil, pero no tienes ningún problema en seguirla a pesar de tu armadura. Empiezas a sospechar cuando te parece que toma una dirección contraria a la del sonido del cuerno, pero, al cabo de un solo minuto, se detiene detrás de una tupida cortina de enredaderas entre los árboles y señala a través de ellas. ¡Allí están! Es increíble; por el sonido del cuerno te pareció que estaban bastante lejos.

Retiras silenciosamente las enredaderas para estudiar la situación. La mujer y el niño se han refugiado en lo alto de unas peñas. Rodrigo y Ginés están buscando la manera de subir, pero cada vez que lo hacen les cae una lluvia de piedras lanzadas por la muchacha. Ella tampoco puede moverse, pues está detrás de una gran roca que impide que los cazadores la acribillen a flechazos.

Observas cómo Ginés lo intenta por otro lado, pero se escurre después de que una piedra le pase cerca.

"¡Maldita zorra!", grita.

"Déjalo, Ginés", le dice Rodrigo, que está apuntando hacia arriba con su arco. "Ya la sacaremos de ahí cuando vengan estos. No tiene escapatoria."

Observo la situación, y no me gusta nada.

Ha dicho cuando vengan estos, espero que se refieran a Bernal y a mi.

Recapacito por un momento.

En un ataque cara a cara, son dos contra uno, y si lo hacen con la misma furia que Bernal, estoy acabado.

Observo a la bestia, y pienso para mi:

No creo que este animal me ayude, ya me sorprende bastante que sea un ser racional.

Al escuchar a Ginés empiezo a perder los nervios

Ese maldito vasallo la está increpando, ni que fuese mucho mejor que ella.

Saco la ballesta, la cargo, y apunto tranquilamente a Ginés.

La saeta vuela certera hasta clavarse en la nuca de Ginés. Este cae fulminado al instante.

"¡Ginés! ¡Noooo!", grita Rodrigo cuando ve a Ginés desplomado en el suelo y con una flecha alojada en su cabeza.

Se acerca a él y zarandea su cuerpo, pero es inútil: está muerto.

Pero Rodrigo reacciona al instante, se da la vuelta y mira alrededor. No sabe de dónde ha venido el ataque, así que opta por coger su arco y correr al abrigo del bosque.

Agazapado en el arbusto, recargo la ballesta sin dejar de mirar al punto donde ha desaparecido Rodrigo.

Espero un tiempo prudencial, a ver si se ve algún movimiento por la maleza, y al cabo de un rato digo en voz baja:

-Allí está tu cría, ya puedes ir a recogerla, yo te cubro desde aquí.

No se si la chica querrá entregárselo, en cualquier caso, no tengo claro que ese sea mi problema, si la bestia dice que el niño morirá si se queda con su madre.

"Ese hombre sigue aquí", te contesta la criatura. "Si salgo me matará."

Mientras tanto, ves que la mujer comienza a descender por la peña, agarrando firmemente a su bebé.

Cojo aire sonoramente por la nariz con cara de enfadado, y le digo:

-En vez de tanto pelo, deberías de tener plumas; muy valiente para violar, y ahora te escondes por un simple cazador viejo. Si voy yo a por la chica, ¿quién me va a cubrir?.

Lo miro de reojo, y mientras voy negando con la cabeza , doy un pequeño rodeo para no salir por el mismo sitio de dónde salió mi proyectil.

Luego, calmado, salgo mirando hacia los lados, buscando alguna pista de dónde puede estar escondido Rodrigo.

Mientras camino, le hago una pequeña señal sonora a la chica:

-¡Pst, pst!