Partida Rol por web

La mujer, que también está muy atenta a lo que acurre a su alrededor, mira inmediatamente en la dirección de la que viene la señal. Entonces te ve y se queda quieta, agarrada a un saliente de la peña.

Al notar que me ha oído, y que mira hacia donde yo estoy, le hago una indicación moviendo mi mano, para que venga hacia mi.

Ven aquí, incluso si viene ahora y sale Rodrigo para "cazarla", sería bueno, desde aquí el blanco no es muy difícil, y aún no se ha descubierto mi posición, espero que no la lie ella ahora.

La mujer duda, pero se ve obligada a bajar, ya que tiene el brazo cansado de agarrarse. Con mucho cuidado, e intentando no hacer ruido desciende lentamente. Algunas piedrecillas caen rodando de la peña cuando ella se apoya, pero finalmente consigue llegar al suelo. Después empieza a caminar muy lentamente hacia ti, mirando tu ballesta con temor. No termina de fiarse, pero al ver que antes la protegiste de Bernal, sabe que su única esperanza de sobrevivir, tanto para ella como para su bebé, es que tú le prestes ayuda.

La observo como desciende, y me quedo vigilando y mirando la maleza.

El otro plebeyo debe de estar por aquí, con el ruido que ha hecho la chica, en cualquier momento va a aparecer, y no quiero delatar mi posición.

Echo alguna mirada a mi espalda.

No me gustaría que apareciese por detrás.

Luego miro hacia donde estaba la criatura del bosque, a ver si hace algo, o sólo mira.

Has perdido de vista a la criatura. Solo se oye el canto de una lechuza en la lejanía, y el de algunos grillos que han comenzado temprano su concierto nocturno.

La muchacha llega finalmente a tu altura y te mira con ojos interrogantes, agarrando fuertemente a su bebé, que está dormido. Ve cómo miras detrás de ti y a tu alrededor y ella te imita, nerviosa.

Veo la chica como llega hasta mi, apoyo mi mano en su hombro, para que se agache, luego le digo en voz baja:

-Aquí no estamos seguros, uno de los cazadores ha huido.

No le informo que el padre de la criatura está por aquí, por si acaso se le ocurre salir corriendo, ya estaba cansado de perseguir a la escurridiza muchacha.

La dirijo por donde me guió el sátiro, para volver al arbol centenario, que era mi único punto de referencia para poder volver al pueblo.

Le pregunto mientras caminamos:

-¿el bebé esta bien?

"S... sí", contesta la muchacha, en voz baja. Su voz suena muy dulce.

Te sigue de cerca en todo momento, mientras intentas orientarte.

Cuando te diriges al lugar por donde creías que habías llegado en compañía de la criatura, no te suena nada. No encuentras ningún punto de referencia por el que puedas guiarte. No tienes más remedio buscarlo en el cielo, en las pocas estrellas que hace poco han empezado a brillar.

Desorientado totalmente, al no conocer el bosque, el cual en esos momentos pensaba que no era ni el mismo por el que había venido, miro al cielo buscando la estrella polar, pero curiosamente, sólo me parece reconocer la constelación de piscis.

Eso no me sirve de nada.

Con el nerviosismo y mis movimientos rápidos vigilando la retaguardia, no consigo escuchar mas que el roce de mis ropas y mis pasos.

¿Por dónde he venido?

Decido preguntarle a la mujer:

-Chica, ¿por dónde se sale de este bosque?.

Antes de que la mujer te conteste, oyes el sonido de un impacto justo a tu izquierda. Cuando te giras para mirar, ves que hay una flecha clavada en un árbol cercano, a muy pocos metros de ti.

Salto detrás del árbol donde ha dado el proyectil, y tumbado en el suelo, le digo a Andreia.

-Tírate al suelo y no te muevas ni hagas ruido.

Me concentro todo lo que puedo buscando alguna pista del lugar en el que está escondido el otro cazador.

Maldito sea, nos va a cazar a los dos omo siga así la cosa.

Digo en voz alta:

-Rodrigo, no queremos hacerte daño, deja que nos vayamos en paz.

La chica se oculta detrás de unos arbustos, cerca de ti, y permanece arrodillada, abrazando a su bebé, intentando que no se despierte.

Te asomas desde el árbol, cuyo grosor te permite mantenerte a cubierto casi por completo, intentando adivinar el escondite del cazador. Cuando gritas, recibes como respuesta otro flechazo, pero esta vez la flecha se pierde enrte las ramas de otro árbol.

Vuelves a esconderte rápidamente. Aunque no has sido capaz de detectar a vuestro atacante, la dirección de las flechas te dan una idea de por dónde podría estar situado.

Mientras, Andreia te mira con expresión temerosa e interrogante desde su escondrijo.

Miro a la chica, y en voz baja le digo:

-Se por dónde puede estar escondido, coje alguna piedra, y tírala en dirección contaria hacia donde voy a salir yo, es para despistarlo. Intentaré atraparlo, no tenemos ninguna otra solución.

Salgo raudo con sigilo como un gato en busca del perro que nos intenta cazar.

La chica te hace caso, y arrancas a correr en cuanto lanza la piedra. Otra flecha vuela en tu dirección, pero no te alcanza. Una vez que te has alejado lo suficiente, te pones a buscar el paradero del cazador.

Después de dar varios pasos, estoy en la misma zona que el cazador.

Debe estar por aquí, pero ¿dónde?

Sin moverme de mi sitio, tras otro árbol grande, espero alguna señal que me indique su presencia.

El tal Rodrigo parece un experto cazador: no hace ni un solo ruido, o al menos tú no oyes nada ni ves nada que descubra su posición.

La penumbra nocturna empieza a apoderarse del bosque. En solo media hora se habrá hecho completamente de noche.

Llegado un punto, te das cuenta de que te has alejado demasiado de la muchacha.

Intento encontrarlo, pero nada.

Ahora ya no encuentro al cazador, ni al fauno, ni a la chica.

Decido moverme un poco por la zona a ver si lo encuentro. Moviéndome sigilosamente, de árbol en árbol con movimientos cortos, pero efectivos.

¿Dónde estará?

El bosque está muy silencioso... empieza a entrarte miedo. Miras en todas direcciones, esperando que de un momento a otro aparezca Rodrigo. Ya apenas ves por dónde andas, y tienes que forzar bastante la vista y andar cuidado para no tropezar con las raíces y las ramas que hay en el suelo.

De pronto, se escucha un grito en medio del silencio. ¡Es Andreia!

Maldita sea, una de dos, o el fauno ha encontrado a la chica, o ha sido el cazador. Cuando ha gritado, ya podría haberme dado pistas.

Comienzo a caminar rápido y en silencio hacia dónde ha sonado el grito, intentando hacer el mínimo ruido posible.

El factor sorpresa será decisivo en esta contienda.

Regresas corriendo al lugar donde dejaste a Andreia escondida. Intentas moverte en silencio, pero cuando llegas te encuentras de frente con las escena: Rodrigo tiene prisionera a la muchacha en el suelo.