Partida Rol por web

malditos enanos pirómanos- dijo Camlo visiblemente contrariado-ahora veréis...

Retrocedió un paso y comenzó a gesticular y hablar con unas palabras ininteligibles que sorprendentemente sonaban algo familiares...

Cada vez parecía más enfadado por la presencia de estas criaturas -No podemos permitirles incendiar el templo, si es que es eso a lo que han venido. ¡Todo aquel que sepa usar un arma, que nos ayude por favor!- gritó a los pocos que no habían salido huyendo de la plaza.  Kaddok volvió a sacar su cimitarra y a enfrentarse a los goblins, su golpe golpeó al goblin, pero este pareció aguantar.

La cimitarra de Kaddok se hundió en el abdomen del goblin, que soltó lo que tenía entre manos para llevárselas a las tripas. Cayó de rodillas y se abrazó a la pierna del shoanti, agonizante mientras lloriqueaba, gemía y gritaba una y otra vez a pleno pulmón algo en su horrible lengua.

Por otra parte, el hechicero volvió a enfocar sus energías arcanas en el prisionero huido y la extraña cantarina que azuzaba a sus compañeros desde la seguridad que le ofrecía la distancia y el carromato en llamas. Los dos cayeron dormidos de inmediato con unos sonoros ronquidos.

El goblin que se abraza a las piernas de Kaddok no para de repetir: "¡Muero, muero!".

Saco de pulgas emitió un gruñido y se acercó al goblin más cercano, cuando llegó a su lado se lanzó a una de las piernas del goblin, este último no estaba preparado para defenderse del animal y pronto vió que el mordisco del perro era bastante grave. -¡Bravo Saco!- le gritó su dueño, sorprendido de que su perro hiciera algo más que estorbar.

Lapidus desenfundo su daga y trato de apuñalar al trasgo que se habia avalanzado sobre  él, pero el goblin esquivo su estocada sin muchos problemas.

- Jrummmm...  - murmuró entre dientes Galstak. Aquellos tipos, decididamente, no tenían pinta de guardias de la ciudad, pero al menos eran los únicos que estaban haciendo algo. Y no se las estaban apañando demasiado mal, visto lo visto, salvo por aquella sabandija que, entre risitas desquiciantes, estaba en posición de flanquearles.

Galstak se miró las manos, desnudas. ¿Sin armas? Bah, quién las necesitaba contra un canijo de un metro, por muy armado que fuera. Así que fue hacia el goblin y le espetó:

- Eh, pequeñín, ¿a dónde crees que vas?
 

- Jrummmm...  - murmuró entre dientes Galstak. Aquellos tipos, decididamente, no tenían pinta de guardias de la ciudad, pero al menos eran los únicos que estaban haciendo algo. Y no se las estaban apañando demasiado mal, visto lo visto, salvo por aquella sabandija que, entre risitas desquiciantes, estaba en posición de flanquearles.

Galstak se miró las manos, desnudas. ¿Sin armas? Bah, quién las necesitaba contra un canijo de un metro, por muy armado que fuera. Así que fue hacia el goblin y le espetó:

- Eh, pequeñín, ¿a dónde crees que vas?
 

Saco de pulgas le pegó un buen bocado al trasgo, desgarrándole una pierna. Por su parte el enano parecía tener problemas con su adversario, incapaz de clavarle una daga en las costillas.

El gigantón que hasta ahora había permanecido ajeno a todo esto se acercó desarmado a otro de los trasgos, confiado en que no resultaban una gran amenaza. Para su sorpresa, la diminuta criatura le ensartó con su cuchillo de chapa afilada pegándole un tajo en el bajovientre que casi hace que se quede en el sitio.

- Ouch - se dolió ligeramente el shoanti. - Conque esas tenemos, ¿eh? ¡Pues ahora verás! - Galstak le lanzó un revés con la mano abierta, pero el goblin se limitó a agacharse mientras le soltaba una pedorreta. - Maldición... ¡deja de moverte!

Grygory, viendo como su nuevo compañero de fatigas, Galstak, lo estaba pasando peor que mejor, intento echarle una mano disparando al Goblin con la antorcha que le asediaba... pero la saeta volvio a rozar a la criatura sin dañarla...

Con la ausencia de la cantinela el entusiasmo de los goblins parecía deshincharse. Abandonaron sus intentos por prender fuego a las buenas gentes de Sandpoint para directamente esgrimir sus cuchillos largos con resultados lamentables. El goblin que lloriqueaba frente a Kaddok no paraba de agarrarle las piernas y a punto estuvo de hacer caer al druida al suelo.

 Kaddok sorprendido por la acción del goblin, se lo encontró demasiado cerca, como para golpearle correctamente. Su espadazo fue fácilmente esquivado por el goblin, quien a pesar de la grave herida que tenía, aguantaba y luchaba como un demonio.- ¡Estate quieto de una maldita vez, alimaña!- dijo Kaddok, que empezaba a ponerse nervioso.

Camlo miró preocupado a sus compañeros de lucha en la plaza. No parecían combatientes muy hábiles. Sin duda debía ayudarles en el combate.

¡ Acabemos con estas alimañas antes que su líder despierte ! -gritó a los demás

Cogió su ballesta y disparó al goblín que estaba encarado con el lento gigantón.