Partida Rol por web

Uno de los tanques estalló y se volcó llameante tras el ataque de uno de los cañones láser. Sería una perdida digna de llantos si por mala fortuna los cyclops se hubieran quedado en el vehículo, no fue el caso, todavía había esperanza. En aquella vorágine de muerte donde apenas se podía avanzar sin recibir un disparo de verdad podía notarse que las vidas individuales valían poco, y que si no se ponían de acuerdo en sobrevivir como uno entonces el ganador ya estaba decidido. Morsov pensaba que era la única forma, en su mundo natal no se invertía ni una sola vida en vano. No podían seguir de pie cuando el tango de la muerte había dado inicio.

Miró a Jarl y asintió con la cabeza, levantó su espada sierra y apuntó a los muros, mientras que gritaba ordenes que su segundo al mando enviaba a todo el regimiento y sus adyacencias.

—¡Hay que avanzar, ya! ¡Los cyclops del lado sur ya se han puesto en movimiento, tenemos que hacer avanzar estas chimeras y no lo haremos si nos quedamos de pie en este maldito matadero! —Echó a andar y escupió a un lado, antes de seguir hablando—. ¡Hombres de Varangia! ¡Derribaremos esos muros así tengamos que hacerlo con nuestras cargas de demolición! ¡Hombres de Tyvia... Aprovechen el sacrificio de sus hermanos y únanse a la carga, los tiradores de Tabris nos cuidan desde nuestras espaldas esta vez!

Arrojó una maldición a los cielos antes de gritar, detrás de él una compañía entera de zapadores se preparaba para encarar su marcha de muerte. Todos repetían el nombre de su planeta natal como si fuese un grito de guerra, todos estaban preparados para cumplir sus destinos.

—¡A la carga, hombres muertos! ¡A la carga por Varangia y por el Emperador! ¡Concentrad fuego sobre esas almenas y que los malditos no puedan ni asomar la cabeza! ¡Por la Madre Varangia...! ¡A LA CARGA!

Por fin. Aquel endiablado trasto hacía por funcionar, y aunque reveló algo terriblemente útil, no eran buenas noticias. En absoluto. Tampoco preocupantes, seguramente, pero ya arrojaba una idea de lo que debían esperar: tenían compañía.

-Drusus, entre tres y cuatro señales humanas, al noreste... Máximo 50 metros. Apostaría por la mitad o menos. O hemos encontrado supervivientes de esta mierda, o la compañía empieza pronto-informó el operador, en apenas un susurro, por el comunicador. La verdad es que dudaba horrores que fuera algún soldado de Krieg agonizando o atrincherado, pero oye, uno debía estar abierto a la esperanza. 

Onorato de Lascaris y su compañero Almeyque de Lunar estaban demasiado ocupados como para prestar atención a sus alrededores, solo un fuerte destello y estruendo fue capaz de desviar la mirada del granadero, y fue cuando una de las Chimeras derrapó y volcó.

Más proyectiles  silbaron sobre su cabeza antes de echarse a tierra y ponerse de pie una vez más para dirigir su furia  contra los imperiales.

En cierto modo sentía preocupación, pues Ynestrillas permanecía en silencio y eso era algo extraño por parte del Sargento Tyviano, ahora más que nunca es cuando la orden de hacer llover favorecería a los imperiales. Especialmente luego de que las palabras del Varangiano Morsov recorriera los intercomunicadores de todos, invitándoles a la carga que estaba comenzado.

Sin embargo como Tyviano esa no era su orden, por lo que permaneció y dirigió de nuevo la mira de su rifle laser contra el muro y disparó.

"Feinde in der Nähe, Hagen"¹ 

Pensó para sí mismo mientras avanzaba con pasos calculados apuntando con su arma, dispuesto a dejar poco rastro del enemigo. El túnel, estrecho y siniestramente decorado por huesos y polvo, no era precisamente inspirador, pero no se iba a dejar amedrantar. Estaba ahí para cumplir la voluntad del Emperador, amado por todos, y por sus cojones forrados en plastiacero que se iba a cumplir. El predictor de movimiento montado en su querido rifle no había dado señales aún de objetivos, pero sabía que era cuestión de tiempo.

"Avanzo, cargado y preparado, Ad Victoriam². Sagrado Emperador... Dales descanso, y concédeme tu bendición para que sea tu instrumento de castigo, ante tan blasfemo enemigo. Non nobis Domine, non nobis, sed nomini Tua da Gloriam"³

Sintió el impacto de uno de los proyectiles en su armadura, entrecerrando los ojos, pero la protección la protegió del ataque del hereje. Afianzó el M36 que su hermano le había pasado hace un escaso segundo y espero a que Dianqiú fijase aquel objetivo, para disparar justo con él. Accionó el mecanismo que ponía aquel M36 en overload y se deleitó con la imagen del láser iluminando la pantalla de su casco.

-Objetivo fijado, ¡10100001 01000110 01110101 01100101 01100111 01101111 00100001!- Dijo por el comunicador de escuadra, sin moverse de su posición para no perder a aquel bastardo con cañón laser de vista. Tras aquellos disparos su hermano agarró el rifle de plasma ya refrigerado y lo alzó para que Jiang Li pudiera cambiar de arma sin cambiar de posición.

Kord alzó la mano y con ella los restos del estandarte del Aquila imperial y Reinhardt agachó la cabeza con revulsión, no por los miasmas que se le colaban en su armadura ni por los restos devorados de los soldados de los Korps, sino por la visión de aquel símbolo de la Humanidad abandonado entre los excrementos de un puñado de herejes. Orrin confirmó lo que todos sospechaban, por lo que afianzó el agarre con el que sostenía su pistola y siguió avanzando en un silencio interrumpido solamente por las oraciones del especialista que iba a sus espaldas.

Cuando terminó, volviendo la mitad de la cabeza, el Tempestor recitó unas palabras graves al microcomunicador de su casco:

—Sed nomini Tua da Gloriam —dijo, repitiendo casi inconscientemente los versos en alto gótico que había recitado Kord—. Parece que hasta aquí llegaron los kriegs. Nos toca seguir avanzando y vengarlos. Ojos abiertos y armas listas, Vástagos.

Arengado por Yngvarson, Jarl iba a lanzarse tras su compañeros cuando un rayo láser penetró el blindaje de uno de los chimeras y lo hizo volcar. En lo alto uno de los soldados del archienemigo disparaba con mortal precisión. Era la mayor amenaza tanto para los transportes como los cyclops, así que eso significaba que Brotinn tenía que ocuparse de él.

-Ese hereje nos está haciendo polvo, Snarl. Dediquémosle una atención especial.

El aura de Rabiah debía llamar la atención de los herejes o de sus maléficos dioses, en especial ese cuyo nombre comienza por K, ya que parecían centrar su fuego en ella. Hasta ahora los disparos no habían hecho mella en su armadura pero un ultimó impactó en su casco, haciendo que se tambaleara como si hubiese sufrido un fuerte golpe. Perdió la visión durante unos segundos, en los que se limitó a retroceder y ponerse a cubierto. 

 - ¡¡01101110 01101111 01101111 01101111 01101111 01101111 01101111 01101111 01101111 01101111 01101111...!! -

La tecnosacerdotisa apenas fue consciente de los disparos recibidos, concentrada como estaba su atención en el chimera derribado, su corazón ardiendo con una furia de la que nunca antes había tenido conocimiento y que amenazaba con tragársela. Tan solo la presencia de C3B0 la salvo de dejarse llevar por sus sentimientos, acerbados por las arengas de los oficiales. El servidor tan solo se limito a reaccionar ante la nueva situación, ajustando sus ruta de aproximación y sus rutinas de reparaciones a los nuevos daños sufridos por el vehículo, y sin pretenderlo su insensible eficacia tranquilizo los ánimos de su sacerdotisa.

Fäguäng continuó avanzando agradeciendo con una breve plegaria al Omnnisiah el haber recuperado su cordura y que no haberse dejado llevar por sus emociones, estúpidas e ilógicas. Los disparos realizados en su dirección parecían indicar un especial interés por parte del enemigo en abatirla, por tanto el modo de aproximación a pie mas eficiente era ejecutando una de las rutinas evasivas prestablecidas. 

- C3B0, 01110000 01100001 01110100 01110010 11000011 10110011 01101110 00100000 01100100 01100101 01101100 01110100 01100001 -

Continuo corriendo en zig-zag, con ocasionales paradas y cambios cruzados con el camino de su servidor, hasta llegar al chimera abatido. Sus daños eran muy graves pero Shänshän creía que aún podían tener arreglo. Y en el peor de los casos al menos podría preservar su espíritu-máquina para que volviera a la lucha algún día. Su servo-brazo se movió como si tuviese vida propia, afianzándose al chasis del vehículo y empezando a izarlo, mientras el servidor hacia lo propio por el otro lado, perfectamente sincronizado.

Arrin, con su rifle láser sobrecargado en ristre, se puso en Guardia y tenso al escuchar el aviso de Orrin. - Atento. - le dijo a su binomio, sin ninguna necesidad, pues el otro doblesueldo tenía experiencia de sobra para saber cuando tenía que dar el cien por cien de sus capacidades. 

Andando de espaldas detrás de su binomio, que iba de cara, pues la marcha no era demasiado rápida, vigiló la retaguardia preparado para cualquier ataque sorpresa. 

Pronto sus pies pisaron algo que crujía a cada paso que daba. Por las explicaciones del Tempestor, ya habían encontrado a alguno de los equipos anteriores. 

Con suavidad y sin perder la concentración, siguió las oraciones de Kord, sintiendo la fe en el Emperador y San Drusus crecer a cada segundo. Sin duda, que hubieran ido directos hacia los restos que debían encontrar de sus anteriores camaradas era una prueba irrefutable de que San Drusus les daba su guía. 

El olor a descomposición se intensificó en cuanto la medicae, siguiendo los pasos de sus compañeros, tomó el estrecho túnel de la izquierda, haciendo que ésta tuviese que luchar por no añadir el agrio aroma del vómito al viciado ambiente. Fuese lo que fuese que provocaba aquella pestilencia, estaba claro que ahora estaba más cerca de ellos.

- Nada me alegraría más que saber que alguien consiguió sobrevivir a esto - susurró, a través del comunicador, tras las palabras del operador, mientras observaba la ingente cantidad de verduzcos huesos acumulada en la sala - Otra cosa es el estado en el que los encontremos - Dagmar intentaba ser positiva, aunque no podía evitar pensar que lo más probable es que las lecturas del auspex mostrasen a los causantes de aquella matanza.

La voz de Annika, apenas audible, consiguió colarse entre las alabanzas del especialista, formulando una pregunta que, quizá, muchos de ellos ya se habían hecho, y haciendo que la medicae girase la cabeza para mirar a su asistente: ¿Qué clase de criatura habitaba en aquellos túneles, capaz de hacer eso con los Korps de la Muerte de Krieg?

Maldición, esas carabinas láser que les habían dado eran una jodida mierda. Mataría más rapido a esos tipos insultandolos. Levantó el arma una vez más y, indicando a 34 que hiciera salva, disparó otra vez contra el soldado pesado.

- Joder, muerete ya- escupió

Estaba la cosa para fracasos con la que estaba cayendo. La tiradora chasqueó la lengua molesta. ¿Habían sido las prisas? ¿errores de cálculo?  En cualquier caso, una cagada y una nueva oportunidad para morir.

Un aluvión de disparos ensordecía el campo de batalla como una tormenta joven que descarga su fuerza sin piedad, abatiendo a algunos compañeros con sus fulminantes rayos. Si existía un infierno, sin duda tendría semejanza con esta carnicería.

Demet escuchó las órdenes de su superior. – ¡Oído, Sargento!-  Estaba de acuerdo, si no empezaban a derribar a los principales líderes, iban a durar más bien poco. Una serpiente sin cabeza no llega lejos, pero había que descabezarla.

 La devota volvió a centrarse en el mismo objetivo. Tenía de nuevo a aquel maldito hereje en la mirilla que parecía estar riéndose de ella por el primer tiro errado y ella con el dedo en el gatillo dispuesta a borrarle la mueca de su feo rostro.

El eficaz fuego de supresión de los penales bajo el mando de Nereida logró que las ametralladoras apenas pudieran apuntar a la hora de abrir fuego, y la mayoría de disparos se perdieron, aunque unos pocos acabaron con algunos legionarios. Los soldados también tuvieron problemas para disparar, lo que fue aprovechado por McKnife para descargar un potente disparo sobre el artillero enemigo al que le había echado el ojo, acabado por fin con él.

Los comisarios trataban de disparar sus pistolas en la medida en la que el ángulo se lo permitía, mientras que Nereida trató de arengar a los suyos, con poco éxito a causa del intenso griterío y el combate. Los legionarios trataban de escalar las torres, pero los disparos enemigos les impedían apuntar bien con los ganchos, aunque uno de los grupos, el que ya estaba casi en la cima, logró llegar a ella y subir a la misma. Los defensores corrieron a repelerlos, pero sin mucho éxito.

Uno de los soldados enemigos, no obstante, al no tener espacio para unirse a la refriega con su lanza, apuntó con su rifle láser al perfecto blanco que le ofrecía José Gabarri, que en esos momentos disparaba a al otro operario de ametralladora con éxito. El otro penal solitario parecía llevar una coraza de chapa encima, y quién sabía si la comisaria no llevaría un campo refractor o algo así. Mejor asegurar el disparo, ya que ese penal apenas contaba con aquél triste chaleco cuya protección dejaba mucho que desear.

Después de aquél descubrimiento, la escuadra siguió adelante por el mismo túnel, ahora preparados ante cualquier eventualidad. Ahora estaban seguros de que allí abajo habían muerto soldados imperiales. Algo los había matado, y a todas luces, se había comido los cuerpos, dejando los huesos apenas reconocibles. Sabiendo eso y las señales que había identificado el auspex de Orrin, era bastante claro que en algún momento encontrarían compañía allí abajo, hostil con todas las probabilidades.

Faltaba saber, qué clase de compañía sería esa.

Pero antes de que pudieran moverse unos metros más, cuando llegaron a una sección del túnel que se ensanchaba un poco, algo fue pasado por alto por los atentos Doblesueldos. Ya fuera por nerviosismo, por preocupación ante los restos encontrados, o bien por la tensión de no saber si encontrarían enemigos tras la siguiente esquina, el sargento Krause no notó el cable se resistía contra su espinilla antes de que fuera demasiado tarde.

La explosión fue localizada y, a pesar de tener lugar en un sitio estrecho y cerrado, no muy grande. No debía de ser más que una granda de fragmentación o algún explosivo de baja potencia, pero aún así fue suficiente para atravesar la armadura de Reinhardt y ocasionarle daños menores con la lluvia de metralla. Por suerte para el resto de la escuadra, el cuerpo del sargento absorbió toda la detonación y ellos quedaron, aunque sorprendidos y algo contusionados. indemnes.

Krause había sufrido heridas peores y sin duda sobreviviría a esas, el peligro no estaba ahí... sino en que era imposible saber cuantas más trampas habría en ese lugar... y en que el haber activado una seguramente habría alertado a las formas de vida más cercanas que había detectado Orrin.

El ataque proseguía, y, a pesar de las bajas, todo apuntaba a que el desgaste estaba haciendo mella en el Dique. Las armas pesadas iban siendo calladas poco a poco, el tableteo de las ametralladoras cesó por completo en las partes occidental y central, y un certero disparo por parte del tirador Murat Demir acabó con el operario de un mortero de un solo disparo. Un tiro similar hacia un oficial por parte de Demet Gürel casi acabó con la vida de este cuando el fogonazo láser le dió en la cabeza, pero la máscara de hierro negro que portaba lo salvó a duras penas. El sargento Seker coordinó a sus hombres para que centraran el fuego en los principales objetivos, barriendo el muro oeste y despejando casi de defensores su parte inferior. No obstante, los enfervorecidos gritos de la sacerdotisa que acompañaba al destacamento de Devotos fueron interrumpidos momentáneamente cuando un disparo dio en la cabeza a Rabiah, cegándola durante un instante.

En el bastión central el enemigo también caía. Entre el fuego de los Granaderos Tyvianos y el de los vehículos de apoyo del Mecanizado, las almenas quedaron llenas de agujeros, y ninguna cabeza volvió a asomar tras ella. Los ogretes avanzaron tras la infantería, esperando su momento, con los Zapadores siguiéndolos de cerca. Los rayos de Jarl Brottin fueron dirigidos esta vez hacia los que aparentemente eran los enemigos más peligrosos, calcinando la torre en la que estaban los cañones láser y casi acabando con uno de los artilleros.

Pero este logró evitar los suficientes impactos como para salvarse, y, habiendo abatido ya a uno de los Chimeras, apuntó a otro que también había recibido un impacto antes. El disparo dio de lleno en la torreta, pero aunque esta soportó el impacto, algo tuvo que resultar dañado, ya que su cañón, que había estado apuntando a los muros, bajó con un chirrido hasta quedar inerte. Los sistemas del vehículo habían sido tocados y ahora el arma principal no podía moverse ni disparar, su torreta completamente inerte.

En el muro oriental, la tecnosacerdotisa Fäguäng corrió detrás del Chimera dañado, lista para cumplir con su deber. Con la ayuda de su servidor y de su poderoso servobrazo, la tecnosacerdotisa logró levantar el vehículo y con un gran esfuerzo, darle la vuelta, cayendo este al suelo levantando una nube de tierra y polvo. El transporte tenía grandes agujeros en varios sitios y sus sistemas parecían irremisiblemente dañados, su espíritu máquina apenas con una chispa de vida. Haría falta mucho trabajo por parte de un hábil magos y toda una fuerza de servidores en unas instalaciones adecuadas para que pudiera hacerse algo por el vehículo. Desde luego, no era el caso.

La infantería del Mecanizado respondió a la destrucción de sus vehículos con una inusitado despliegue de furia. Los disparos acabaron con más enemigos, incluyendo una de las ametralladoras, aunque el verdadero daño fue hecho por la pareja de especialistas en plasma... sin que esta vez estuvieran usando su armamento predilecto. Los disparos de láser de Li Fhang no lograron atravesar la cobertura del otro artillero de cañón láser, pero un increíble tiro de parte de Shan Dianiú le voló parte de la cabeza, habiendo disparando en el modo sobrecargado del arma.

Mientras el combate proseguía, los pequeños Cyclops continuaban su avance hacia el bastión, y dos de ellos lograron ponerse en posición, pero el resto todavía tardarían un poco en llegar. Al detectarlos, los herejes se dieron cuenta de lo que realmente pretendían los imperiales, y los oficiales rápidamente dieron las instrucciones pertinentes para que el fuego se redirigiera hacia las pequeñas cargas de demolición rodantes, o hacia los operadores que las manejaban desde la distancia.

Kord vió al Tempestor pisar una bomba trampa y maldijo para sí:

- ¡Cuidado Tempestor!¡Joder, que el Emperador no les de descanso cuando los alcance! - Dijo sin darse cuenta por el canal de comunicación.

Si los cabrones habían acabado con los Krieg y anegado el lugar de bombas trampa es que quizás contaban con su inserción en la zona... ¿Caminaban hacia una trampa? Solo el tiempo lo diría.

- Voy a pasar, quizás haya más trampas, y creo que esta pequeña estancia es un buen sitio para defendernos de lo que haya podido escuchar o sentir la explosión. Si dos cubren cada cuello de botella, y Dagmar se dedica a parchear heridos y reemplazar a los que no tengan munición, deberíamos poder acabar con la amenaza inminente y seguir avanzando. No sé vosotros, pero no me da buena espina ir hacia una emboscada en un pasillo estrecho sin mapear. - Dijo el tirador mientras seguía intentando discernir alguna trampa.

Cuando apenas había tenido tiempo de celebrar que algunos reos habían llegado a la cima de una de las torres y que sus disparos estaban mermando las ametralladoras que abrían fuego contra ellos. Las bajas entre las hienas estaban siendo enormes pero ya habían llegado al cuerpo a cuerpo y ahora era cuando los reos en frenesí darían el do de pecho. Tuvo que arrojarse de nuevo al suelo. Quizá fue por instinto o a lo mejor fuese que el emperador realmente protege a los suyos pero el caso es que su cuerpo se movió sólo para esquivar una tremenda ráfaga que le habría dejado medio muerto en el suelo por tan sólo unos centímetros. 

Finalmente el avance había dado inicio y los zapadores marchaban junto con los granaderos en una sinfonía de muerte. Los tiradores de Tabris acertaban sus disparos contra los soldados pesados de la muralla que parecía tan lejana como un viaje de cien años. El muro los castigó de vuelta con fuego concentrado y los devotos sufrieron de un ataque directo que cobró vidas y valiosos soldados... Dentro de poco estarían enterrados en el mismo sitio donde murieron, por lo que habría tiempo para rezos más tarde. El silencio de Ynestrillas preocupaba al sargento de sobremanera, sin alguien que arrease a los hombres de Tyvia la responsabilidad y gran parte de la culpa recaían sobre lo que Morsov decidiese. Deseaba que, si las historias eran ciertas, el fervor de Iskander Seker fuese suficiente como para ayudarle a sobrellevar esta misión.

Pero al parecer una buena parte de los planes estaba saliendo como lo estimado, la mitad de los cyclops estaban en posición y listos para utilizarse. Recibió la noticia de que uno de los de drafeliv estaba enfrascado en reparar un chimera que ya estaba destinado a la chatarrería; eso era un problema nuevo que debía corregir cuanto antes.

El anciano zapador Rolf se acercó al sargento y le facilitó el comunicador, por el cual se dispuso a escupir nuevas ordenes:

—Los cyclops del muro sur están en posición... Quiero al más lejano bien colocado contra la pared más cercana a la batería... ¡Y que ese tecnosacerdote se aleje del vehículo a menos que quiera volar con él! ¡¿Me has oído, quien quiera que seas?! ¡Aléjate del chimera o vas a volar con él!

Morsov arrojaba disparos a los lejanos muros y realizaba aspavientos con la espada sierra en su dirección, como intentando anticipar el aterrizaje de un avión gigante. También habían granaderos tyvianos en el rango de los cyclops y si no se movían con presteza las explosiones acabarían consumiéndolos a ellos también.

—¡Ynestrillas, mueva a sus hombres lejos del muro y que reanuden la marcha! ¡Los cyclops del muro norte están corriendo como conejos en un coto de caza para los herejes! ¡Todos al muro norte, no les den cuartel a esos perros! ¡Sargento Seker, repliegue a sus hombres bajo la protección de la Chimera y deje que los enemigos dirijan sus miras hacia nosotros! ¡Una vez esté en posición reanuden el fuego contra los soldados pesados!

El sargento marchaba mientras que veía en todas las direcciones, Jarl estaba estático y de sus manos todavía se apreciaban corrientes eléctricas (o lo que Morsov creía que eran) produciéndose. El psíquico había demostrado su peso en oro una vez, y si salía de esta misión con vida su valor aumentaría con creces.

Pero para eso debía asegurarse de mantenerlo con vida. Gritó por encima del escándalo bélico a su alrededor para llamar a su compañero.

—¡Camarada Brotinn, la batería! ¡Vuela la batería y vuelve con los tuyos de inmediato, bastardo psíquico!

Morsov no se lo pensó más, y dio la orden a los operadores. Con la atención despejada de aquellos cyclops la sorpresa sobrecogería al enemigo, pero si los volaban todos al mismo tiempo lo más probable es que se cobraran vidas aliadas... cosa que no podían permitirse en aquellos momentos.

—¡Bronnsonn⁴ y Tres dedos⁵, atentos a mis palabras! ¡Hay un tecnosacerdote en la linea de fuego intentando reparar una chimera! ¡QUE ALGUIEN SAQUE A ESE DRAFELIVANO DE AHÍ!

El ataque iba avanzando, a buen ritmo y cumpliendo los objetivos marcados previamente por ella. Deseó que el enemigo fallara más de sus ataques, pero era cierto que parecían tener a sus impíos dioses con ellos, el campo estaba lleno de cadáveres de penales. Estaba siendo una carnicería en toda regla, pero así era el plan de batalla, y ella no estaba ahí para cuestionar nada a nadie, sino para cumplir lo designado.

Nuevamente se encontró mirando con ceñudo gesto la puerta del fondo, como las tropas herejes se mantenían a la espera. Aquella distracción duró muy poco, en seguida se centró en lo más inmediato, en el rugir de los hombres, la sangre, los disparos, la munición y el avance - ¡HIENAS! - bramó la comisaria, esta vez siendo escuchada por todos - ¡EL EMPERADOR NOS VIGILA! ¡RECORDADLO CADA MUERTE QUE LOGRÉIS! ¡CADA VIDA QUE SEGUÉIS EN POS DE SU NOMBRE! ¡DE SU NOMBRE Y DEL GLORIOSO IMPERIO DEL HOMBRO! ¡LUCHAD! ¡LUCHAD HASTA LAS ULTIMAS CONSECUENCIAS Y SERÉIS RECOMPENSADOS CON UNA ETERNIDAD A SU LADO! ¡LUCHAD POR EL FUTURO DE NUESTRA RAZA! ¡ERRADICAD LA OSCURIDAD QUE NOS ACECHA CON EL FUEGO DE NUESTRA IRA! ¡HIENAS! - repitió - ¡LUCHAD COMO LOS GUERREROS QUE SOIS! ¡ACABAD CON ELLOOOOOOOOS! - finalizó con un potentísimo grito mientras enarbolaba por encima de su cabeza la espada de energía activada, trazando círculos con esta sobre su cabeza.

Giró el rostro para ver a las hienas que se habían quedado detrás de ella - ¡Avanzad! ¡Vamos vamos vamos! - les ordenó a la par que veía como Gabarri era abatido por el fuego enemigo, chasqueó la lengua y le dedicó una fiera mirada a McKnife, indicándole con esta que siguiera así.