Partida Rol por web

Los días habían pasado y la herida de la muerte había ido cicatrizando.

Todos os encontrabais en el cigarral, disfrutando de los caballos y los arbolitos, de los ríos y de Mamasita.

Todos estabais esperando a... la herencia!!
 

Franisco Jonathan Javier de los Olmos Blancos iba vestido bien apuesto. Se le veía bastante bonito porque había escogido el traje más lindo que había encontrado en su guardarropa. Ahora no iba lusiendo torso, ni tampoco brasos. No. Ahora toda la audiensia podía ver una imagen de un PacoJoJa formal y serio que, obviamente, quería llevarse la mayor tajada posible.

Se apoyó sobre un árbol con mucha delicadesa para no volver a ensusiarse, un breve flashback hace a todos recordar el momento de los canapeses volando por los aires. PacoJoJa parecía otro, un señor se podría desir. Estaba claro que haría todo lo posible por llevarse la mayor tajada, pues quizá él fuera el que menos se llevase. Aunque claro, allá andaban también el jardinero y la chacha, que sin ser familia ni ná, habían ido también allí a ver que podían sacar.

El jardinero estaba cuidando del jardín, como era su deber, un jardín espectacular que habrían necesitado muchas otras manos para cuidarse, y muchas más si supieran lo que ocurría en él a veces, pero era su terreno y su "coto" en algunos momentos. Ahora estaba podando los setos con una cizalla grande. Iba sin camiseta, pues hacía mucho calor, y el pantalón le quedaba bien justo. 

Una secuencia a cámara lenta se centró en él mientras se pasaba un antebrazo por la frente, se giraba y, mientras se echaba la cizalla al hombro, se dirigía hacia la fuente de agua donde sumergió la cabeza. Era una secuencia digna para las mujeres que seguían esta historia. 

Tras eso, se fijó en la presencia de PacoJoJa- Buenos días, señor -saludó con formalidad mientras iba a devolver las herramientas a la cabaña de madera en la que se almacenaban los útiles del jardín.

El sonido de un coche deportivo pudo escucharse desde la lejanía, con la música a toda pastilla. El sonido de un derrape llamó la atención de la cámara, que lo apuntó en el mismo momento en el que se bajó del coche. Se quitó las gafas, con una amplia sonrisa perfecta. Vestido con unos tejanos ajustados, y una camiseta emporio blanca de tirantes, que marcaba todas sus abdominales.

Cerró la puerta de un portazo, comenzando a caminar por los jardines, con ese porte chulo y vacilón. Tenía intención de gastarse toda la pasta que le habían dejado en herencia en pastis, cubatas y cigarros con aliño. Y se lo pensaba fundir todo el mismo día.

Camino hasta donde estaban PacoJoJa y Rigoberto. Que pasa troncos. Miró a PacoJoJa, extrañado Tío... ¿que haces vestido de pollo, tío? Fuah... que mal esta la peña vistiéndose así... ¿Dónde está la mamasita? Acabo de venir de fiesta y tengo un hambre que te cagas, man.

La cosa se ponía más güevona cada vez. Allí estaban todos los varones, pensando o haciendo lo más parecido que la mente de aquellos tipos pudieran hacer.

-Todo ha terminado... al menos ha sido bonito y emotivo- obviamente había que obviar, valga la redundancia, el encontronazo entre el cura y Esmeralda y las tonterías de los sirvientes.

Como quien no quiere la cosa, aunque la cosa era realmente bien querida, Oscar Bertín miró el reloj.

-¿Alguien ha visto al notario o conose al albasea? Creo que es hora de hablar, aunque no nos apetesca- miró de reojo en ambas direcciones, con un primer plano, evidenciando la mentira para los telespectadores- de dinero y de herensia.

Doña Satanasa llego a aquel lugar en su carro de lujo, conducido por su chofér y con los cristales tintados de negro. En cuanto el auto se detuvo, aquella musica de suspense lo inundó todo. Satanasa venia de la peluqueria.

El sapato de tacón de Satanasa fue lo primero que todos pudieron ver salir del auto, seguido por el resto de su cuerpo, ataviado para la ocasion.  Satanasa no se habia andado con chingadas. Se habia enfundado sus mejores trapitos y su abrigo de piel, e incluso habia ido a retocar su permanente. Nada podia desmereser a los joyones que adornaban sus orejas y su cuello, ni a toda aquella enorme cantidad de anillos.

La mujer entro en la sala, acompañada por aquella musica de tension. Miró a todos con el menton alsado en un claro gesto de superioridad y acabo por saludar a los presentes. -Buenos dias a todos, mijos. Disculpen la tardansa. Jean Pierre se tardó demasiado con los rulos...

Fran saludó con la cabesa al jardinero sin desirle nada más. Luego vio entrar al primo de su prima que le saludaba muy efusibamente para, realmente, no conoserse de nada. Así que le devolvió el saludo de la misma forma que al jardinero.

Después miró hacia Bertin, que parecía que ya estaba allí, pues no lo había visto llegar, solo que a él no le dijo nada. Él no había saludado, así que PacoJoja tampoco lo haría. Además, aquella parte de la familia de sus primas solo los había conocido durante el funeral.

Por último miró a la Satanasa llegar y una sonrisilla le vino a su cara. ¿Abrese visto semejante mamarracha? ¿A qué vienen tantos abalorios y tanto plumón? ¿Esta se cree la vedete del musical, o qué? Una vez más, se quedó callada a la espera del resto de personas. Estaba ansioso por saber cuánto le tocaría. Conn suerte ninguna de sus primas podría tomar la parte que les correspondía y asi la herencia se repartiese entre los sobrinos, pues era bien sabido que las herensias siempre se hasían de forma descendente en vertical y nunca en horisontal.

Todos vieron cómo un carro negro de grandes dimensiones y, seguramente, tremendamente caro, se detenía con una frenada muy fuerte en la puerta del cigarral. De allá salió una mujer con un traje negro muy ceñido y un cuerpo escelente. Era la abogada que les iba a dar las notisias sobre la herensia de los papasitos.

María Prudencia de los Amparados, con una mirada serena y prudente, avanzó por las dimensiones de tal caserón hasta llegar a la puerta. Se giró para ver si allí había alguien que atenderla

Qué vergüenza, en los tiempos en los que yo venía acá, el servisio estaba en la puerta y yo no me tenía que ensuciar mis presiosas manos llamando pensó malhumorada, mientras golpeaba con el puño la puerta. Tras unos segundos, la abrieron.

Soy María Prudencia de los Amparados. Vengo... para hablar de la herencia

Una música de tensión inundó la sala de estar de los espectadores. Uno de los grandes momentos de la web-novela había llegado. ¿A quién le habrían dejado herencia?

La abogada no esperó que le dieran paso, empujó a la sirvienta, tirándola al suelo y se fue directa al despacho.

¡Mamarracha, diga a todos que ya estoy aquí! ¡Que vengan inmediatamente!

JB se levantó desganada, después del funeral había decidido lo que siempre decidía pasara lo que pasara, salir de fiesta para olvidarse de todo. Y eso había hecho todas las noches desde entonces. Así que ya bien entrada la mañana, (porque obviamente había tardado un buen rato en arreglarse) se levantó y fue con los demás.

Cuando salió de la casa vio un coche que traía a una mujer. Se acercó y de camino, vio como esa zarrapastrosa lanzaba a mamasita al suelo con las prisas.

Lo primero que pensó fue en lanzarse sobre ella, pero luego recapacitó HERENCIA, eso había dicho, y no hay que jugar con esas cosas. Así que recogió a mamasita y fue junto con la abogada.

Tras terminar la música de tensión debido a la palabra HERENSIA, las cámaras dejaron de enfocar a JB y a la mamasita que estaba por los suelos para apuntar al joven Francisco. Con su traje bien lindo se asercó hasta donde estaba la lisensiada y se quedó allí parado. Debía escuchar lo que tenía que decirle, pero no pudo evitar lanzarle un guiño de ojos y ponerle su mejor sonrisa para que supiera que estaba dispuesto a aser cualquier cosa con tal de resibir la mayor tajada.

Ahi va, viejo. Señalo a la abogada en su carro. Menudo Buga, a ver si me la ligo que seguro que esta mazo buena. Enga amos pa dentro que se nos pasa la herensia. El estaba allí por los billetes. Quería la pasta para poder ir a comprar cosas para salir de fiesta, y no era precisamente ropa lo que queria.

Entro en la mansion, viendo a mamasita en el suelo. ¿K ASE? Y la imagen de una llama tirada en el suelo igual que mamasita le hizo reir, pero una de esas risas que dejan en evidencia que, o bien Jhonny se dio un golpe en la cabesa poco después de nacer, o las drojas por fin lo han dejado el cerebro hecho picón.

Miró a su prima, JB. Es que esta mazo buena. A ver si la invito a salir de fiestuki o algo el finde, nen. Que me la triunfo como que me llamo Jhonny. Y luego miró a la abogada Buah, no esta tan buena, pero que vamos a aserle... quisás si me la triunfo me toca más de la HERENSIA.

Cuando la mayoría se había percatado ya de la presencia de la abogada, fue cuando Mamasita decidió presentarla, al parecer los quehaceres domésticos le habían dejado confusa. O quizá fue el golpe que le dio la abogada y que la tiró al suelo. 

-Señorones, señoronas y señoritas, vayan todos a conocer a la señora licenciada en el despacho. No me sean gandules y vayan ya.

No creía estar invitada al despacho, iban a hablar de cosas financieras de las que no entendía ni papa. Aún así pensaba asistir.

-Yo también voy, que son ustedes muy guarros y seguro que ensusian el despacho.

-Paso, paso- dijo Bertín de Todos los Nombres cuando se enteró de la presencia de Maria prudencia. primero, iban a hablar de dinero, tema importante. Segundo, era una mujer... y eso ya bastaba para interesar a Oscar Bertín.- Vamos hijo, que seguro que te toca alguna migaja.

Rigoberto escuchó todo lo que ocurría fuera de la caseta en la que tenía las herramientas de jardinería y salió secándose el sudor y descamisado como estaba, lo que hizo que se ganara un primer plano y momento a cámara lenta para todas las televidentes, que alegraran un poco la vista.

-Ahora voy, mamasita -dijo antes de empezar a ponerse una remera que tenía en la caseta- veamos como los ricos se hacen más ricos todavía, ¿ok? -comentó antes de entrar en la casa, donde estaba la abogada a la que hizo un ligero repaso algo descarado.

María prudencia caminó por la casa, sin esperar que nadie la escoltara. Se dirigió a una gran habitación que servía de despacho para los papasitos. Allí se sentó y puso su maletín sobre la mesa, esperando que llegaran todos.

¿Están todos ustedes? dijo levantando un poco la ceja y poniendo cara de asco.

Podemos comenzar. Abrió el maletín y sacó un sobre que estaba sellado y con la firma de la madre muerta.

Esta nota de acá es de la madre. rompió el sobre y sacó la carta de su interior.

Queridos pendejos.

Se que muchos de ustedes deseaban mi muerte para cobrar herencia. Y no solo eso, si no que se que habían planeado mi asesinato y el de mi marido.

¡Escuinclas babosos! ¡Se van a arrepentir! ¡No recibirán ni un peso de mi oro hasta que no denuncien a mi asesino! ¡Basureros! ¡Marginales! ¡Pepenadores!

Firmado con amor,

la mama

Oscar Bertín escuchaba paciente a la abogada hasta que oyó la nota sobre la herencia.

-¿Como? Así que esto ha sido un...- la cámara hizo un primer plano mientras sonó un "Chan chan chan" antes de decir la palabra- asesinato. ¿No os da vergüensa? Ahora hasta que no averigüemos quien ha sido no vamos a ver un peso.

Cuando su tiíto Bertín pronuncia de nuevo la palabra asesinato las cámaras le hacen un primer plano acompañándolo con un sonoro ¡Chan chan chaaaan! Y lo siguiente que enfocan es la cara de Jb, que escandalizada, recuerda las palabras de la abuela Pruden, diciendo en el funeral que encontraría al asesino.

Abuelita Prudensia, usted lo sabía, díganos, díganos quién fue.- dice levantándose de la silla con tono acusador. ¡Juro que lo encontraré mamasita querida!

La camará saltó de Oscar Bertin a doña Prudencia, cuando la abogada leyó la nota de su nuera. Nadie sabia cuando había entrado alli, pero allá estaba ella, como una señorona, sentada en uno de los butacones con una copa de bourbon que nadie sabia tampoco de donde habia salido.

Maldita pendeja. Tú mastaste a mi pocholo querido. ¡No te atrrrevas a pedir vengansa! Seguro que han sido esas ratas que tenés por familia. Por tu culpa... fue toda tu culpa que yo ya no más vaya a ver a mi querubin.

Aquel pensamiento resonó en voz alta (solo para los espectadores) mientras aquella música de tension resonaba por toda la sala. Sin embargo, la música se intensificó cuando fue su nietesita querida la que se dirigió a ella.

-Aaaah, mijita querida. Una sabe mas cosas por vieja que por pendeja, ya tu sabes... -dijo, alzando una ceja, adquiriendo un aire mucho más misterioso, del que va a decir algo que cambiará el curso de todas las cosas- Yo sé quien es el culpable de la muelte de tus papasitos... ¡Esa chusma! ¡Esos mamarrachos desalmados!

Para dar más misterio a la cosa, no dijo nada durante algunos segundos, en los que la musica resonó con mucha más fuerza y la camará comenzó a acercarse y a alejarse de ella y de su vistosa permanente.

¡Ha sido la familia de tu mamá, Julita querida! ¡Ellos son los culpables y juro, como me llamo Prudencia Satanasa Alcázar de Mendieta que no descansaré hasta no darles sepultura a todos!

En medio de todo aquel juramente, Prudencia se puso de pie, alzando su brazo derecho hasta llevar su mano a la altura de su corasón, que si no uno sabe que eso ni es un juramento ni es nada. Y ya de paso, se llevó por delante el vaso de bourbon que acabo estampandose en el suelo, con todo el liquido esturreado sobre la moqueta.

Pues iba a tener razon mamasita y todo...

Dale cañita que quedé pendeja. Susurró a la abogada cuando comenzó a hacer tiempo, preguntando si estaban todos, y tomándose su tiempo ceremonial que tanto le gustaba a estos abogados pendejos. Y cuando su padre dijo la palabra asesinato, Jhonny se quedó parado. Después de que la cámara apuntara a Bertín, la escena se difumino hasta aparecer una nueva escena.

Con unas letras muy cutres blancas y un filtro sepia bastante mal hecho que intentaba dar la sensación de antigüedad, los recuerdos de Jhonny lo trasladaron a días atrás.

En ese momento, podía verse a Jhonny hasta arriba de todo. Tirado en el sofá de una discoteca moderna, sin enterarse de nadie, y por el ángulo de la cámara solo se veía las piernas de la gente. Y entonces, recordó a alguien cerca de él hablando de matar a sus titos. Por desgracia, iba demasiado borracho para recordar nada con claridad.

¡Maldita sea! ¡No veremos un peso si no sabemos quien mato a los titos! ¡Ni un peso!