Partida Rol por web

Esperaba en el auto unas cuadras más atrás de donde se había aparcado Amarillo, necesitábamos una “luz verde” para iniciar lo que sería la acción más grande de mi historia, y no solo lo que implicaría hacer este robo, si no la manera tan dulce como me vengaría del segurata aquel. Cada segundo que desaparecía de la existencia hacia que mis nervios se incrementaran; ya estaba impaciente, se me hacía muy larga la espera, quería que esto fuera de un entrada por salida, pero todos sabemos que esto no sucederá así, en algún momento puede que la historia tome un rumbo distinto y tengamos que teñir de rojo el asfalto.

-¿Qué mas esperamos?-

Tras el aviso de que iban a robar el banco otra banda os pusisteis en marcha en seguida. Esa misma noche había que llevarse el dinero, o sería demasiado tarde y os quitarían el pastel. Cada uno se puso su máscara característica y os reunisteis en el punto acordado.

A unas pocas manzanas estaba el banco, teníais un coche preparado. Era una fría noche, tras las máscaras echáis vaho. Lucianna era la primera que estaba ahí, y tras su máscara escondía un semblante de venganza. Estaba impaciente. No podíais perder más tiempo.

Llegó con el coche al lugar previsto, el depósito lleno, el arma preparada y la máscara puesta. No estaba del todo convencido de que hubieran planifiacado bien ese robo pero la presencia de otro grupo les había puesto nerviosos y la experiencia secreta de la señorita Manchini le cegaba totalmente.

Fuera como fuese, iban a hacerlo y tenía que estar concentrado.

Viajé en el coche con el resto del equipo, se podía observar en mi rostro cierto enfado pues no estaba de acuerdo en el Modus Operandi, pero al fin y al cabo, el grupo había acordado un plan por mayoría y si quería forrarme de dinero y sobre todo experimentar por fin esa sensación de miedo y peligro, tenía que dar todo de mí.

Ya iba con mi ordenador encendido, sentado en la parte de atrás para que la luz de la pantalla no llamase la atención y preparado con mi arma en el asiento por si tuviera que entrar en acción.
El movíl en mis nalgas encendido y mis dedos tanteando ya los primeros compases del plan.
Simplemente levanté la vista para observar el ánimo de mis compañeros, si ellos me observaban, podrían ver a un tipo concentrado con una sonrisa en la boca que denotaba estar tranquilo o ... ser un temerario.