Partida Rol por web

-WAOOOO! Cuanta gente hay aquí!- digo asombrado al entrar al campo de batalla y ver a tanta gente en las gradas, jamás pensé que tantas personas verían éstos combates, osea... Antes de ser entrenador veía en televisión los torneos, pero jamás pensé que en persona podría sentirme tan chiquito en el centro de tanta gente...

Escucho al presentador decir nuestros nombres, saludo a mi oponente agitando mi mano gritando con mucho entusiasmo y una sonrisa -Un placer Bailón Narinas! Te deseo suerte!!!- y sin quitar mi sonrisa -la necesitarás- digo entre-dientes para mi mismo.

-Bueno, es hora de ponerse serios chicos...- digo a mis pokemons en sus pokeballs -demos lo mejor de nosotros, no sabemos lo que nos espera así que hay que ir con cuidado- entonces llevo mi mano a mi cinturón de pokeballs y agarro firmemente una safari ball -Bueno wapetón, tu serás el primero... VE DON!- Lanzo la pokeball y con un destello verde sale un Rhydon que al parecer ni siquiera estaba interesado en pelear.

-Vamos Don, hora de trabajar... Cuando terminemos aquí nos iremos al parque ese que pasamos hace rato y te dejaré dormir todo lo que quieras a la sombra de los arbolitos, vale?- Y que se pone de pie y seriamente se prepara para el combate.

Entré en la arena envuelto en un manto de silencio. Siempre me mantenía callado y envuelto en aquel halo de misterio antes de los combates importantes, era una forma de que mi rival no pudiese utilizar ninguna información en mi contra. Las trenzas doradas de mi cabello caían sobre la ropa, color fango, mientras caminaba hacia mi posición en la arena, mecidas por la leve brisa que soplaba en todo el escenario.

Observé a mi oponente con displicencia, pero sin infravalorarlo en ningún momento. Era un tipo algo más bajo que yo, e igual de delgado. El pelo, de color verde, crecía en puntas no demasiado largas. No era un tipo muy imponente, aunque no era él quien debía luchar. Eran sus pokémon, y en aquellas seis pokéballs podría esconderse cualquier cosa. 

No fue sino hasta que el árbitro del combate me presentó que hice el más mínimo gesto al público. Y este no fue otra cosa que una solemne reverencia a todos los presentes, al tiempo en el que, con la diestra, extraía del bolsillo una pequeña pokéball y pulsaba el pulsador de su centro, haciendola más grande en la mano. La pokéball del primer pokémon que saldría al campo, y sin embargo de aquel que era el último que había capturado.

-¡Algaida, adelante!- Grité, lanzando la pokéball hacia adelante tan pronto cómo el árbitro dió comienzo al combate.

La pokéball no había terminado de impactar contra el suelo, pero tan pronto cómo se abrió, precediendo al pokémon de su interior, lo hizo una tremenda cantidad de arena. Arena del desierto, mi hogar. Y impulsada por la fuerza de la criatura oculta en aquella pokéball, se elevó, para después caer con violencia y volver a elevarse. Aquella tormenta de arena era el comienzo de mi juego, el inicio del espectáculo.

La luz del pokémon emergiendo de la pokéball estalló entre la arena, que ya nublaba la visión de por si. Fue el rugido de Algaida al aparecer el que me hizo sonreir. Una figura de color verde claro se alzaba magnificiente en mitad del campo. Un coloso de piedra, que con un rápido movimiento fustigó la cola contra el suelo destrozando parte del suelo, para, a continuación, lanzar un nuevo rugido. La batalla había comenzado. 

Los dos contendientes lanzan a su primer pokemon al campo. Por parte de Ryder aparece un Rydon y por parte de Baelon un Tyranitar. Pero nada más salir Algaida de su pokeball, una tormenta de arena se desata por todo el campo de batalla que arranca una expresión de asombro en las gradas.

Sonreí, mientras notaba cómo la arena que danzaba en el aire acariciaba mi piel morena. Un buen inicio capaz de cautivar al público unido a una ejecución prodigiosa son las claves de una victoria segura. Algaida era una bestia, una incorporación que estaba orgulloso de tener en mi equipo. Me vi obligado a capturarla cuando atacó mi pueblo natal, enfurecida porque había perdido a sus Larvitar. Busqué a esos pequeñines durante horas a lo largo de todo el desierto, pero la arena parecía haberselos tragado. Eso o un Staraptor hambriento. Y no hay guerrero más eficaz que una madre enfadada.

-Muestrales todo tu potencial, Algaida- Exhorté con una sonrisa carismática, que quedó semioculta por la arena -¡MEGAEVOLUCIONA!

Una luz violacea en el pendiente que colgaba de mi oreja se iluminó en mitad de la tormenta de arena cómo un faro en la oscuridad. Aquella gema, que en un principio hubiese parecido simple bisutería del desierto, había comenzado a hacer liberar en mi Tyranitar un potencial que hasta entonces había permanecido oculto a ojos de mis expectadores "Esto los va a volver locos" Pensé mientras toneladas de energía manaban del cuerpo petreo de Algaida, repeliendo momentaneamente la arena que caía sobre ella y permitiendo al público ver la transformación.

O lo hubiese hecho, si no hubiese sido por el fogonazo que precedió a la nueva forma de la tyranitar. Donde hubo previamente una imponente criatura petrea dispuesta a destrozar a ese Rhydon, ahora se alzaba una aún más colosal bestia, cuyas espinas se alzaban hacia atrás cómo si de un puercoespín se tratase. Solo sus ojos rojos, aparentemente sedientos del fervor de la batalla, se iluminaban cómo dos luceros entre la tormenta que, de nuevo, caía sobre ella, esta vez incluso con más fuerza.

Pero todos aquellos preámbulos eran demasiado para la bestia, y tan pronto cómo hubo concluido su mega-forma, Algaida lanzó un atronador rugido que sonó por todo el estadio, para, a continuación, hacer pagar su rabia al propio campo de batalla, quizá cómo una mera demostración de poder. La Tyranitar se agachó, enterró sus brazos en la tierra y, con violencia, arrancó del suelo un enorme pedrusco, que lanzó contra su enemigo.

Pero aquel pedrusco era solo la llovizna que precede a la tormenta, pues tras él, la hembra se lanzó en un poderoso y formidable salto, que podía parecer imposible para un ejemplar cómo aquel, buscando destrozar todo a su paso con su cola cual maza, mientras sus brazos, que había demostrado fuertes, golpearían aquello que se pusiese a su alcance. Un demoledor ataque, con el que comenzar el espectáculo.

-¡Esto es una cuestión de Fuerza Bruta, Ryder Smith!- Aullé mientras mi pokémon se lanzaba sobre el suyo.

Sobradamente sabía que no tenía que infravalorar a Don por ser una forma no evolucionada. Había visto a Rhydons vencer a Rhyperiors en Sinnoh, y no dudaba que aquel era un magnífico ejemplar. Pero la confianza en mis pokémon y la técnica que me caracterizaban me llevarían a la victoria.

Observo a mi oponente y apenas me doy cuenta que su primer pokemon es un tyranitar se lo que viene... Y antes que la tormenta llegase a mi, saqué mis sand goggles y me los coloqué sin quitar mi sonrisa del rostro -Jejeje vengo preparado amigo- digo mientras los ajusto bien a mi rostro sin inmutarme por la arena, a Don tampoco le afecta nada nadita, estamos bien por los momentos.

-Siempre he querido entrenar uno de esos! Son unas murallas defensivas! Pero no creo que sea capaz de cambiar a mi Don por un tyranitar... Así que vamos Don, a demostrar de lo que eres capaz.... Terremoto!!!

Los dos titanes de la roca se enfrentan cara a cara. El primero en moverse es Algaira, el Tyranitar de Baelon, que reacciona a la piedra activadora de su entrenador y desata todo su potencial. El espectáculo que ofrece la mega evolución de esta criatura deja sin habla a todos los espectadores del estadio, que se han quedado sobrecogidos. Pero el silencio dura apenas unos segundos y después todos enloquecen y gritan de emoción. 

Algaida se mueve más rápido que Don y carga contra su rival para asestarle un potentísimo golpe con su pesada cola, un movimiento de tipo lucha que resulta ser muy dañino contra Don. El Rhydon de Ryder recibe el envite de Algaida y un torrente de arena sacude todo el estadio, haciendo que los espectadores tengan que proteger sus ojos. Tras unos tensos segundos la arena se disipa un poco y todos pueden ver cómo Don ha conseguido aguantar ese duro golpe.

Algaida no queda en una posición muy favorable después de ese ataque, pues ha bajado su guardia y Don aprovecha sus últimas fuerzas para utilizar la ventaja momentánea que le proporciona Algaida y golpear fuerte con un terremoto. El estadio entero vibra y Algaida, al contrario que Don, no es capaz de aguantar el golpe de su rival y cae debilitado.

Cuando veo al tyranitar enemigo mega-evolucionar me impresiono mucho! No porque mega-evolucione, sino porque siempre quise ver uno! -Waaaaoooo!!! Que imponente! Pero vamos Don! No te dejes intimidar!- Mi voz al parecer le ha dado la confianza necesaria, pues el menudo golpetazo que le han plantado fue fuera de lo normal... Mi pobre Don ha quedado muy maltrecho, pero aún así se dispuso a realizar su ataque... Un terremoto tan fuerte como su mismísima fuerza de voluntad! No solo el campo de batalla se estremeció, sino que todo el estadio... No podría estar más orgulloso de mi Rydhon.

-Muy bien hecho Don!- Grito al ver a Tyranitar enterrarse en el suelo con el terremoto y recibir gran daño, tanto que queda inconsciente... Lo lamento mucho por el, pero así es el combate... Menos mal Don lo sabe, pues no está en condiciones para responder correctamente al próximo rival y sabe que éste fue su último ataque, aun así se mantiene ahí en pié... Firme y esperando al próximo rival a enfrentar.

-Lo siento Bailon; pero como te habrás dado cuenta, la fuerza bruta no lo es todo... De hecho, el poder por si solo no te llevará a ninguna parte- digo ajustando mis lentes... Esta victoria, aunque fugaz, me ha dado una gran ventaja... Pues podré ver su segundo pokemon antes que el... -Don te ha enseñado que hasta la fuerza bruta de una megabolación no podrá vencer jamás a una gran defensa...-

Suspiré pesadamente cuando el terremoto hizo caer a Algaida. Había perdido muy rápido a mi primer pokémon, y aquello me recordó a cuando el titán de piedra venció con facilidad a todos mis pokémon. Pero aquel Rhydon no era tan fuerte cómo el titán. Aquella bestia hubiese podido acabar con Don con un solo ataque cómo en su día hizo con todo mi equipo, y por eso me sentí tan defraudado. 

-Bien hecho, Algaida- Murmuré, mientras guardaba a mi Tyranitar en la pokéball -Has luchado cómo toda una campeona.

Pero aún me quedaba mucha guerra por dar. Con velocidad, guardé la pokéball de Algaida en el bolsillo, y extraje una segunda. En esta ocasión era una pokéball completamente negra con enormes puntos verdes en toda su extensión. Pensé en cuando capturé al pokémon de su interior. Fue de los primeros pokémon que capturé. Fue en el oasis. Se había mojado las alas y no podía emprender el vuelo. Recuerdo que no me interesaba cómo pokémon. La veía tan débil... Y mirala ahora. 

-¡Tu turno, Pesadilla!- Grité, y lancé la pokéball hacia adelante, haciendo que esta se perdiese en mitad de aquel mar de polvo en suspensión. Inmediatamente después, una figura se elevó entre la arena, lanzando una risotada.

Observo a mi oponente llamar a su próximo pokemon rogando que saque un pokemon extremadamente lento, y así tener alguna oportunidad con mi lastimado Don; pero ha sacado un Gliscor, así que solo me queda esperar que falle...

Vamos Don, solo necesitamos un golpe de suerte... Pienso para mi mismo mientras pienso que ataque utilizar y que pokemon sacar para reemlazar a mi casi debilitado pokemon... Como me gustaría poder sorprender a mi rival... Solía surfear con Don y sorprender a todos los entrenadores a los que me enfrentaba, pero cuando conseguí esa TM no dudé un segundo en que le iría perfecta! Vaya que lograré sorprender a mi rival con el siguiente ataque...

-Muy bien Don! Ya has hecho tu parte, pero aún puedes brillar un poco más! Hora de sorprender al rival resistiendo otro turno más! ALUD!- digo la que temo será la última orden que daré a Don en el combate... Pero si logra resistir o evadir el ataque de Pesadilla, seguro que hará mucho daño!

Pesadilla se alzó entre las nubes de arena cómo una deidad. Su sonrisa macabra relucía cómo un lucero, y lanzó un agudo chillido haciendo retumbar el campo de batalla. Siempre me había dado confianza ciega, era sin duda alguna un muy buen pokémon y estaba orgulloso de ella. Pero no me fiaba lo mas mínimo de aquel chico, que había sabido empezar el combate por delante. No sabía si podría con él, pero confiaba en Pesadilla.

-¡Terremoto, Pesadilla!- Aullé

Pronto el pokémon, tras lanzarse en picado, rebotó en su propia cola, quebrando velemente el suelo donde caía. Y pronto la tierra comenzó a moverse cómo resultado del terremoto. Aquel movimiento era mi primer paso a la victoria.

Pesadilla, el Gliscor de Baelon se mueve muy rápido en comparación con su rival. El pokemon provoca con su cola un terremoto, si bien no tiene la misma intensidad que el provocado por Don unos segundos antes, también logra arrancar gritos de sorpresa entre el público cuando todo el estadio vibra por la sacudida.

El Rhydon de Ryder ya está muy débil y le resulta imposible aguantar el golpe de Pesadilla, por lo que cae debilitado. Esto provoca un empate entre ambos entrenadores que están ofreciendo un espectáculo de tierra y arena digno de los mejores combates.

Pero, esperad un momento! Ahora Pesadilla se ha puesto levemente morado y sufre tiritones. Parece que se ha auto-envenenado al entrar en contacto con la extraña esfera que porta encima.

Es una lástima, al parecer Don habría sido mi mejor carta contra éste oponente, al menos logré ver la estrategia de mi oponente... Es una pena, pero tendré que utilizar a Shelly, y no quería usarla aún. 

Pienso mientras llamo a Don a su pokeball -Bien hecho pequeñín... Te has ganado tu descanso- beso su pokeball yla guardo en mi cinturón al tiempo que saco una Dive ball y la lanzo al centro del campo de batalla -Adelante Shelly! Te toca brillar!- Y que con un brillo azul lleno de burbujas brillantes sale una gran cloyster, imponente como ella sola y agraciada como una elegante perla.

Shelly se abre y cierra mostrando una gran sonrisa al público.

La batalla se puso interesante, pues el Pesadilla de mi rival era un Gliscor, un pokemon bastante versátil y podría sorprender y hacer caer cualquiera de mis estrategias, así que pongo en una balanza todas las posibilidades para el combate y la mejor decisión es acabar con él lo más rápido posible... Shelly siempre ha sido mi as bajo la manga, la carta que juego siempre que me quedo sin estrategia... Por eso precisamente no quería tener que sacarla en mi primer combate... Pero es lo que debo hacer...

-Lo siento por ti, pero un Gliscor no es rival para un Cloyster... Más te vale cambiar a tu pesadilla o caerá derrotado con este ataque!- le grito a mi oponente al otro lado del campo de batalla -Shelly, Carámbanos!- le ordeno sin más vacilación... Es la mejor opción por ahora... Quería hacerla más poderosa de lo que es, pero supongo que así estará bien.

Cloyster se cubre completamente de agua que poco a poco se congela sobre su coraza cerrada y la abre de un solo golpe, lanzando pequeñas flechas de hielo en dirección al gliscor.

La aparición de un Cloyster parece dejar descolocado a Baelon, pues no consigue reaccionar ante la presencia de dicho pokémon. Ryder aprovecha la ventaja de tipos que le saca a Gliscor y decide utilizar un ataque carámbanos. Cloyster lanza cinco chuzos de hielo contra Gliscor que se ve incapaz de esquivarlos todos. El hielo afecta de manera muy eficaz a Pesadilla y éste cae debilitado rápidamente.

Máster, estoy esperando posteo del pokemon nuevo de mi rival... Pero, está ausente? Presente?

PD: mi conexión a internet está pésima (entre 4 y 20 kbps) además de estar intermitente... Si en algún momento me paso de la fecha límite, es por eso... u.u