Partida Rol por web

-Saúl... Saúl despierta... tengo que encender el fuego...- la voz de Catalina te saca de los brazos de Morfeo.

Dormir estos días en el suelo te está pasando factura. Cuando te acuestas la paja suele estar mullida pero, cuando te levantas está aplastada y esparcida, dejando un hueco donde estás tú, hasta que estás casi apoyado en el suelo. Y la ausencia de almohada tampoco ayuda...

Cuando te levantas, Lola está amasando algo de espaldas a ti. Con el fuego encendido Catalina empieza a preparar las mismas insípidas gachas de todos los días. Cuando están listas,  Lola coge un cuenco para subírselas al señor Angel, mientras Catalina y tú os quedáis en el cocina desayunando en silencio.

Catalina termina pronto y se pone a recoger y a preparar la comida. Tú aún no has terminado cuando Adrián asoma para pedirle a Catalina que le lleve el desayuno al comedor. Catalina le sirve lo mismo que a los demás y se lo lleva.

Un día más...

Comenzaba a aceptar la rutina, comí las gachas con parsimonia. Si aquello continuaba así no creía que aguantase en esa casa más tiempo. En ese lugar parecía que el mismo día se repetía una y otra vez, que aquello no acababa nunca.

A todo esto había que sumar lo de Lola. Ni me había mirado...

Cuando me levanté de la mesa salí un rato a que me diese el aire. Tenía la esperanza de que Lola viniese y traté de llamar su atención con gestos un par de veces. 

Cuando me avisasen subiría a ver a Ángel si así lo requería...

Empezaban a pasarte factura los días y lo notabas en el ánimo. El siglo X no era un lugar especialmente agradable ni divertido.

Varias veces intentaste que Lola saliera a hablar contigo. Ella negaba con la cabeza y parecía que no tenía ningunas ganas de escuchar lo que fueras a contar. Estabas a punto de tirar la toalla cuando, en el último intento dejó a un lado lo que estaba haciendo y salió limpiándose las manos en el sayal.

-¿Qué Saúl? ¿Qué quieres? ¿Vas a enfadarte ahora conmigo porque no sé cómo hacer que vuelvas a tu casa o por no poder explicar lo que te pasa?- te preguntó en un tono que mezclaba tristeza con un cierto amargor

Por fin salió Lola, aunque era evidente que seguía enfadada.

-Lola. Siento lo de anoche. Pero no creo que comprendas lo que estoy pasando.-Bajé el tono, lo último que necesitaba es que ese enfado fuese a más. -Tú no haces más que repetir que quieres que vuelva tu Saúl...Y yo no soy ese Saúl. No quiero ser un problema para nadie más que para mi mismo y creo que estoy siendo muy egoísta haciéndote compartir mi carga.

Me giré y miré hacia el paisaje...

-Si en unos días todo sigue como hasta ahora os dejaré tranquilos y me iré de aquí. Lo último que querría sería pagar mi frustración contigo.

Lo miro. Y luego miro al cielo. Y luego al suelo. Y luego sólo suspiro.

-No eres una carga para nadie salvo para ti. Los demás intentamos ayudarte encantados, pero tu no quieres ayuda, quieres respuestas...- De repente dudo y pienso que quizás es así porque así es el sitio de donde viene -Donde tú estabas ¿son todo certezas? ¿tenéis la respuesta a las cosas que no comprendeis?- me dijo que tenían cosas fantásticas así que es posible que sí -Debe ser un lugar muy tranquilo-

Vuelvo a mirar el suelo, la arena, las piedras...

-Sí, probablemente será mejor que te vayas. Aquí no puedes ser feliz. Si vas a otros sitios quizás encuentres alguien que pueda ayudarte- le comento intentando animarle, darle algo de esperanza.

Oigo a Catalina que grita el nombre de Saúl -El señor Angel te llama, debes subir. Luego te veo en la comida-

Esperaba otra respuesta de Lola, la noté fría y distante, como si de pronto me hubiese convertido en un desconocido. Pero en el fondo me lo merecía, había sido un desagradecido y seguro que podría haber hecho las cosas de otra manera. 

-Sí.-Respondí- En mi época es la ciencia la que manda. No existe lugar para la duda y, si se tiene, comienza a investigarse hasta que se resuelve. Es cierto que aún existen cosas que no se pueden explicar, pero también tratan de investigarse. A los occidentales nos pone muy nerviosos que las cosas no sean ni blancas ni negras, los grises nos desconciertan...Todo debe estar etiquetado.

Después de ese discurso que le solté a la pobre Lola mi ánimo cambió. Tenía que responder de la misma manera que había predicado, no desfalleciendo a la hora de encontrar una respuesta. 

-¿Lola quieres que te enseñe a leer y a escribir?. Te necesito en este viaje. Te necesito a mi lado siempre, al menos por carta si me alejo de aquí.

Sonreí a Lola y le hice una caricia en la mejilla antes de entrar en la casa. Mi cabeza ya tenía un plan y ya sabía como empezar a conseguir respuestas. 

Subí con Ángel con ánimos renovados. Dispuesto a seguir obteniendo datos sobre la época. Le pregunté por sus relaciones con el monasterio y con el ámbito eclesiástico.

Subiste a ver al señor Angel recordando como el gesto de Lola había cambiado cuando le propusiste aprender a leer y escribir. Su rostro se había iluminado aunque no creías que hubiera entendido lo de la carta. Le dabas vueltas a su respuesta -Y yo quiero estar a tu lado, pero a ti no te vale lo que te estoy dando. Tu Lola debe ser una mujer increíble si con ella estás satisfecho-

Al abrir la puerta te pareció que el señor Angel tenía hoy peor cara que de costumbre. Estaba más pálido y su ánimo más apagado. Atendió a tu petición pero no obtuviste gran cosa. El Angel de esta época, pese a que tendría que haber sido más devoto, o eso creíais, resulto un hombre que mantenía las distancias con los temas de Dios. Según te contó nunca fue muy religioso, lo suyo había sido la batalla y cuidar las tierras que le fueron asignando. Creía que esos eran sus terrenos y que si los curas no se metían a batallar, tampoco iba él a inmiscuirse en los temas de Dios.

-Además...- te dijo -... haber conocido musulmanes y judios y escucharles hablar de su religión hace que te cuestiones muchas cosas...-

Quedó en silencio por unos minutos. Como reflexionando sobre lo que acababa de decir.

Las respuestas de Ángel me hicieron pensar... El Ángel de mi época se había criado en Melilla donde había convivido con musulmanes, judíos y cristianos. Pese a la distancia temporal y geográfica las coincidencias parecían que no eran únicamente físicas.

Éste Ángel también es un hombre de mundo. -Pensé.

Le hice una pregunta antes de bajar a comer.

-Mi Señor, ¿tiene miedo a la muerte? No a morirse en sí, sino en no saber exactamente que habrá al otro lado.

-Sí- te contesta el señor Angel, con la mirada aún perdida -No sé si es realmente miedo pero ¿esto es todo? No puedo creerlo. He conocido hombres muy malos que deberían pagar por sus pecados en algún sitio y aquí, antes de morir no lo hicieron. Y hombres muy buenos con los que la vida fue muy injusta- se vuelve para mirarte -Me pregunto si la balanza se equilibra en algún sitio. Y, si es así, ¿hacia dónde irá en mi caso?... Mi fin no está tan lejos. Desearía saberlo antes, no por cambiar mi destino, lo que me espere, si no por estar preparado-

Lola subió con la comida de señor Angel y te dijo que tenías la tuya en la mesa, que podías bajar a comer.

La mañana se te había pasado realmente rápida. Bajaste y esperaste a que bajara ella.

La contestación de Lola no se me iba de la cabeza. Cuando bajé a comer hablé con ella, siempre tratando de mantener una sonrisa en mi cara.

-¿Puedo preguntarte que hablaste con Alodia anoche? ¿Era sobre ti? ¿Sobre mi? ¿Sobre los dos?

Me quedé callado un momento escuchándola, mirándola embobado... ¿Realmente eran tan distintas esta Lola y la de mi época? ¿Por qué mis sentimientos eran tan distintos? ¿Era culpa de mi situación desesperada o realmente estaba sintiendo todo aquello?

Sirvo los platos mientras escucho su pregunta

-Por supuesto que hablé de ti. Y de mí también. Saúl, yo no sé mucho, pero lo poco que sé me lo enseñó ella. Para mí es una de las personas más valiosas de mi vida y tiene todo mi respeto. Yo te llevé a verla. Pensé que seria útil porque es de las personas más sabias que conozco...- No me lo puedo creer. Si me está preguntando esto es porque ni siquiera es consciente de lo que hizo -... Y tú ni siquiera le diste las gracias. Desde el principio ella fue humilde, dijo que no creía poder ayudarte, pero tú frustrado, te enfadaste con ella. Deberías haberte enfadado conmigo. YO te llevé a verla...-

Remuevo con la cuchara la comida. Se me están quitando las ganas de comer -Saúl esa mujer te acogió en su casa cuando creíamos que podías morir, te cuidó cuando los frailes te dieron de lado... No digas que no te acuerdas porque te lo había contado yo por la mañana... Y tú saliste de su casa sin darle ni las gracias por escucharte-

No puedo evitar que me brote una lágrima y me la limpio, irritada por no ser más dura, mientras termino
-Me quedé y le pedí perdón por haberte llevado. Le dije que lo sentía pero que eres tan importante para mí como ella y tenía que intentarlo consultándola. Le dije que te disculpara porque estás angustiado y preocupado y eso te hace estar irritable. Me dijo que lo entendía, que no le daba importancia. Y yo me eché a llorar y estuvo consolandome- Me he levantado y me quedo de espaldas a Saúl. Me da vergüenza que vea mi lágrima y me da vergüenza confesar que lloré -Por eso tardé-

Esa lágrima que recorría lentamente la mejilla de Lola me partió en dos...

-Lo siento...Lo último que quiero es hacerte daño. Tenía muchas esperanzas en Alodia, fue un golpe muy duro para mi que se cerrase esa puerta de golpe.

Lola se puso de espaldas a mi, podía sentir su rabia y sus ganas de llorar. Así, que me levanté y la abracé por la espalda. Le dí un suave beso en la mejilla. Tenía que intentar no volver a poner a Lola en esta situación. 

Esa noche, después de cenar iría a ver a Alodia, pero lo haría a solas. Me disculparía y trataría de aprovecharme de la sabiduría de la bruja. Quizás no sabría como volver a casa. Pero seguro que podría ayudarme de alguna forma.

Ahora era el momento de preparar todo para hacer el mapa de Adrián.

-Ya, lo se. No pasa nada- comentó Lola girándose -Fue mi culpa, por crearte falsas esperanzas. No tenía que haberte dicho nada. Olvidémoslo ¿vale? Hagamos como que no ha pasado y listo- te dijo intentando dedicarte una sonrisa.

Subes al cuarto que hay arriba para coger papel, tinta... todas las cosas que crees que vas a necesitar para el trabajo que quiere encargarte Adrián. Bajas al comedor que es donde él había comentado que estaría. Efectivamente está sentado en una silla. Observa, pensativo, el fuego. Pero en cuanto entras en la habitación se gira.

-Buenas. Siéntate donde estés más cómodo- te dice para que elijas.

Con todas las cosas dispuestas sobre la mesa, Adrián comienza a darte indicaciones. Al principio es todo un poco caótico porque no sabes qué vas a tener que dibujar así que te encuentras que te pide que pongas más cosas a la izquierda cuando no queda espacio o te pide que una llanura sea más grande que otra que ya habías dibujado ocupando la mitad del papel.

Tienes que deshechar el dibujo unas cuantas veces y volverlo a copiar cambiando algo para que las cosas nuevas que vas introduciendo tengan sentido. Pero, sorprendentemente Adrián no se irrita ni te exige que lo hagas mejor. Tiene paciencia y atiende a lo que haces intentando aportar ayuda a tu trabajo.

Os lleva toda la tarde. Has hecho todo muy esquemático pero, pese a eso, queda un plano bastante detallado. No es como lo que preparaste con Angel. Esto, al ser una zona muy concreta, tiene mucho más contenido y está más claro. Lo que dibujaste para Angel era un esbozo donde alguien que conoce qué es, puede identificar lo que busca. Lo que has dibujado para Adrián es algo que se podría usar para que, alguien que no conoce el sitio sepa moverse por él, sin problemas, en cuanto llegue.

Y, en el centro, Adrián te pidió que dibujaras una fortaleza que, por las proporciones que te ha dado sobre lo que le rodea, a ti te parece enorme.

La respuesta de Lola me pareció algo forzada, pero no quería empeorar más las cosas. Más adelante tendríamos más tiempo para hablar y que las aguas volviesen a su cauce.

Me preparé para pasar un rato "agradable" con Adrián y así fue. Intenté no desesperarme y hacer todo lo que me pedía con buena cara. No sé cuantos dibujos pude llegar a empezar...

Me sentía como el que dibuja un retrato robot para la policía, solo que yo nunca había tenido que dibujar así y, sobre todo, bajo tanta presión. Adrián también demostró bastante paciencia, cosa que realmente no me imaginaba. Al final, ambos logramos coordinarnos y quedó un plano bastante resultón.

Por todo el centro se extendía una fortaleza, que me pareció exagerada. Acerté a preguntar que si eso existía ya o si era para un futuro proyecto.

Le dí vueltas al dibujo una vez lo terminé por si me sonaba de algo todo aquello. 

Miro el plano como si fuera un tesoro

-¡Es perfecto!- lo reviso con detalle asegurando de que está todo lo que recuerdo.

Miro a Saúl sonriendo -Es evidente que os había juzgado mal... Teneis una gran habilidad*... Esto que has hecho, sólo esto ...- le digo sonriendo de oreja a oreja y sacudiendo el papel ante su cara -Es digno de todo lo que hayamos gastado en vuestros servicios hasta ahora-

Vuelvo a dejarlo sobre la mesa y señalo la fortaleza que aparece en el medio**

-Esto es el Castillo de Gormaz***. Mañana las tropas del rey Ramiro partirán para unirse a las del Conde García Fernández y las de Sancho de Pamplona. Planeamos tomar el castillo. Esto que habéis hecho me servirá para explicar a las tropas lo que se van a encontrar y como afrontarlo- Le palmeo la espalda con energía, satisfecho-Hoy habéis prestado un enorme servicio a vuestro rey-

Catalina entra a decirnos que la cena está lista, pero antes de que Saúl se retire se me ocurre una propuesta

-Venid con nosotros. Escribís historias ¿no? Venid y presenciad la batalla y luego componed o escribidla... lo que sea que hagais...-

¿Yo en una batalla medieval? -Todo se me olvidó en ese momento. Los sorprendentes halagos de Adrián pasaron a un segundo plano. Incluso por un momento me olvidé de mi obsesión por salir de ese mundo.

Intenté recordar si conocía algo del Castillo o de aquella batalla que mencionaba Adrián pero nada... Si alguna vez esa información estuvo en mi cabeza no echó raíces. ¿Qué consecuencias podría tener esa batalla? ¿Podría haber cambiado ya el resultado de la misma con mi mapa? Si era una derrota quizás la convirtiese en victoria, o al revés.

¿Y si por el contrario era justo mi mapa el que había provocado el resultado que las crónicas perpetuaron?

Estaba realmente confuso. También pensé en qué sería de mi si era capturado por los musulmanes. Pero aún más preocupante fue cuando pensé en qué pasaría si moría en esta época... ¿Y al otro Saúl?

Pero... ¿Y si muriendo despertase de este sueño?

-Mi señor, deje que lo piense esta noche. Nunca estuve en batalla alguna y no sé si quiero acabar mis días así.

Adrián ríe ruidosamente ante tu comentario

-Tranquilo, podeis verla desde este alto de aquí...- comenta indicándote en tu propio mapa -... a salvo en la distancia. Pero no hay prisa. Reflexionad con calma y mañana ya me hareis saber la respuesta-

Adrián llama entonces a Catalina para que le sirva la comida en el comedor.

Tú te reunes con Catalina y Lola, que acaba de bajar de llevar la cena a Angel, y cenais en la cocina una especie de migas.

Al terminar de cenar, Lola comienza a recoger los platos y Catalina va al granero a buscar la paja para prepararte tu "colchón"

Después de cenar salgo rápido para ir a casa de la bruja. Les digo a Catalina y a Lola que tengo que despejarme después del duro trabajo de hoy con los mapas.

Por el camino, me fijo un par de veces por si Lola me siguiese. Prefiero que se quede tranquila en casa después del disgusto de anoche.

Cuando llego a la casa de Alodia lo primero que hago es disculparme por lo de anoche. Me siento y me dispongo a tener una charla tranquila. Todo ha cambiado mucho en apenas 24 horas...

-Lo siento mucho, si Lola confía tanto en usted yo tendría que haberlo hecho también...

Hablamos un poco de los detalles de mis fiebres, si vio algo especial en ese momento. De los frailes y de como me llevaron ante ella. Recordé el relato de Lola, tenía muchas cosas que aclarar, pero anoche la conversación acabó demasiado pronto.

Después le transmití mis pensamientos con respecto a la batalla de mañana. Sería un día importante para mi y podría suponer un antes y un después en mi aventura medieval. 

Te levantas tras cenar y les dices a Catalina y Lola que necesitas respirar un poco fuera. Ambas asienten con la cabeza, como si fuera lo más lógico y siguen con sus tareas.

Sales y comienzas a hacer el camino que recorriste ayer. Esta anocheciendo pero aun hay luz diurna y lo recuerdas bastante bien. No tardas demasiado en llegar a casa de Alodia porque, al ir tu solo, tu ritmo es más rápido.

Por fortuna ella está en casa y, con una sonrisa te invita a pasar.