Partida Rol por web

Aparece de nuevo Laura, contoneando las caderas y un minúsculo bolso al que le va dando vueltas de vez en cuando en el brazo – Holaaaaaa ¿Me habéis echado de menos?

Mira a los presentes – Veo que me falta uno, bueno, él y todos sus perretes. Seguro que ha desistido por la dureza de las pruebas o tal vez al ver que pocas féminas le hacían caso “ja, ja” - Se ríe sola – Bueno, menos competencia para el resto. Estamos justo en el ecuador de la primera fase. ¿Preparados para una nueva subasta? Seguidmeeeeeee – Acaba con una voz cantarina algo estridente, luego hace una seña flexionando el dedo índice y comienza a caminar en dirección al nuevo reto.

El operario de lápiz en oreja y apretando la lengua entre los labios se dispone a abrir el candado, en esta ocasión provisto de maza y cincel.

Cuando Laura hace el gesto con el dedo, no sé si interpretarlo como que la sigamos o que 'aquí hay tema, pero... vamos'. De modo que camino detrás de ella para poder mirarle el trasero; eso sí, con dignidad, que tampoco tengo por qué parecer un arrastrado.

Ando medio despistado por el coqueteo con semejante jamelga y a punto estoy de perderme la apertura del nuevo trastero. Sin embargo, mi instinto de depredador es tan válido con las mujeres como con los guardamuebles y me permite reaccionar a tiempo.

- Soy el más veloz, nadie me va a impedir que revisione... revea... que mire el lote en primer lugar.

Emprendo mi aproximación a base de empujones y creo que en uno de ellos incluso desequilibro a Laura que casi se cae de sus tacones. - ¿Eso que he palpao habrá sido su culo? - Pienso mientras me relamo de gusto ante la idea y ante el trastero que voy a inspeccionar.

Uno menos. Menos competencia y más posibilidades de, por fin, encontrar un chollo entre las montañas de basura de estos contenedores. Aunque lamentaré la pérdida de la única fuente de bebida de entre los presentes... descontando claro está el licor de cualquiercosamenoslagarto del Juancho ese...

A ver, un nuevo trastero.

Robert se adelanta con el ímpetu de su tractor y por poco manda a Laura a morder el polvo. Hubiese estado gracioso... pero no obstante mi caballerosidad Irlandesa (¿?) me impulsa a ayudar a Laura a mantener el equilibrio ante la embestida del rústico.

Pero no pierdo el tiempo en mediar palabra con la subastadora, pues poco puede ayudarme a ganar lo que haya aquí dentro, e inmediatamente doy un par de pasos al frente para otear en el trastero tras los pasos de Robert.

Huan Cho se pone de nuevo de puntillas para poder observar el trastero, pero con la mole de sus compañeros por delante no es capaz. Llama a sus sobrinos de nuevo que vienen con la escalera de cambiar las bombillas del restaurante (chino, cómo no):

¿La cosa podía ponerse peor ya? El vino que ella pensaba que sería carísimo resultó ser una sangría barata y cutre, el caballero tan educado que había estado acompañándola desaparecía ¡y encima empezaba a acalorarse amenazando con sufrir un derretimiento de la base de maquillaje extra-cubriente dejándole la cara como la de la tercera zombi empezando por la derecha del grupo de bailarines de Thriller!

Pero una dama debía sobreponerse ante cualquier imprevisto, incluso aunque se tratara del maquillaje. Empujando y escurriéndose entre la multitud, consiguió echar un vistazo al nuevo trastero en subasta. Necesitaba mucho dinero para curarse estos disgustillos… Y ese trastero seguro que lo tenía.

Ocurren algunos empujones, la gente se precipitó. El rubio ayuda a Laura a que no perdiese el equilibrio – Gracias, veo que aún quedan caballeros... - Le dedica una breve sonrisa pero no hay tiempo de más, todo el mundo tiene ganas de que empiece la subasta.

Por fin se abre el guardamueble y... Uff que pestazo. Es casi necesario ponerse los dedos en la nariz. ¿Pero dentro? ¿Qué hay dentro? Hay que averiguarlo aunque cueste acercarse... Sacos de colores, sacos de 25 kilos blancos, marrones... También hay cosas raras como algo que parece una mochila. Garrafas con líquidos y una estantería metálica oxidada con extraños objetos.

Laura se gira en vuestra dirección – Bien chicos ¿Alguien da cincuenta?

Aunque no se llevara el trastero, la primera puja no se la quitaba nadie. Levantó una mano mientras apoyaba la otra en la cadera, alzando luego la barbilla en un gesto de superioridad.

 -¡50 para mí reina!

A ver si el abrir las pujas le traía algo de buena suerte y se forraba de una buena vez.

Mientras me tapo la nariz como buenamente puedo y consigo, a duras penas, no desmayarme, me planteo si pujar por el contenido de esta pocilga o no.

- ¡CIEP DOLAREZ!

Nada, no hay manera, mi boca va por delante...

- Joder que pestaza. Huele peor que el cerdo de Mickey O'hara tras una noche de borrachera. -

Poco a poco las apuestas van fluyendo, pero algo me dice que el esta peste sólo puede significar una cosa: que el chino se lo quiere quedar cueste lo que cueste para echar lo que sea que cause este olor a su próxima remesa de "celdo aglidulce" en su restaurante!!!

Eso no puede permitirse.

- ¡Quinientos pavos! -
 

El olor era poco agradable, pero para alguien acostumbrado a las fábricas en cadena y los restaurantes de comida reciclada, pues ya eran como de casa.

-Sacos, sacos.. Me lecueldan a los de aloz.. Pujalé pol lecueldo de casa.. ¡550 dólales pol aquí, señola!

Laura va siguiendo al dedillo el orden de los pujadores, este no parece tener tanto éxito ¿Abrá razones para ello? Pronto lo sabremos - Y... ¡¡Se lo queda Huan Cho por 550!! ¿Por qué hay que decirlo gritando? No lo sé, pero mola.

Se hace a un lado mientras se va disolviendo el grupo – Está bien, puede pasar a inspeccionar el interior

Y así lo hace para ver que... El contenido de los sacos tiene un aspecto tan extraño como mal huele, unos son como bolitas, otros como arena... Las mochilas están también usadas, 40 pavos. Tal vez por las herramientas se pueda sacar un poco más, pero... también están en no muy buen estado. 40 pavos más. No parece muy buena compra. Puedes usar el comodín del amigo experto en... con el contenido de los sacos o tirarlos directamente a la basura.

- Jajajaja. Te han engañado como a uno de tus compatriotas.

Doy unas palmadas para recalcar el fracaso que ha sufrido y eso casi me cuesta vomitar hasta la cena de anoche. ¡Menuda peste!
Ya un poco más calmado (y escarmentado), vuelvo a taparme la nariz y me alejo de ese cubo de basura gigante.

¿Qué? ¿Ya? ¿Tanto había tardado en darse las cinco capas de base de maquillaje? Estaba claro que combinar trabajo y belleza era más difícil de lo que la gente creía. Aunque… en el fondo no le había salido la cosa tan mal, el trastero era tal y como todos se lo habían olido (literalmente): pura mierda.

 -Oooh, pobrecito… No te preocupes cari, seguro que en el próximo tendrás más suerte.

Unas palabras compasivas no estaban nunca de más, especialmente teniendo en cuenta que el chino había salvado a Brittany de tratar con ese trastero apestoso.

Como ya tenía repuesto para el buffette libre del restaurante, Huan Cho llamó a la parentela, para que retirasen y empanasen lo que había en los sacos. 

^{Foto del antes}

^{Foto del despues}

-Ale, ya tenel lestaulante sultido hasta fin de año, ¡pol lo menos!