Partida Rol por web

¿Quién soy yo?

Hécate: La caza salvaje

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14/07/2010, 19:41
Director

14 de junio de 1999 - 21:50

Hécate debía aprender a cazar para sustentar al Clan. Le habían dicho que aceptarían a una Metis con los suyos, pero sólo si trabajaba. Claro que, para una Metis, el concepto del trabajo era básicamente la esclavitud. La líder del Clan, Ira-no-descansa, una Homínida de las Furias, la tenía yendo todo el día de acá para allá sin permitirla un suspiro ni una queja. No dejaba de castigarla diciendo que no lo había hecho bien, ni de molestarla para que aprendiera a desempeñarse mejor, y cualquier protesta era acallada con los dientes en la garganta.

Hécate perseguía a un ciervo por los bosques cercanos al Túmulo desde hacía un buen rato, pero no se decidía a atacar. Estaba allí, pero la última vez que había saltado sobre una presa ésta se le había escapado de entre las zarpas. De nada servía estar encerrado en el cuerpo de una bestia de dos metros y medio si no podía ser un poco sigilosa...

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14/07/2010, 20:06
Hécate

Hécate agachó la cabeza para mirar la planta de sus patas. Tenía ambas igual de magulladas y llenas de callos debido a las horas de intenso entrenamiento o... tortura. Pero una de ellas le molestaba especialmente. Al parecer se le había clavado una ramita de algo que no le hacía mucho daño, pero que era realmente molesta. Distraerse quitándose aquello que tenía en la planta no le importaba. La presa seguiría ahí mientras nos e acercase, cosa que si hacía, probablemente saliese mal, como la última vez. La metis empezaba a pensar que no estaba hecha para la caza, y cada vez se enfadaba más con él mundo que la rodeaba por no estar hecho para ella.

Cuando Hécate por fin consiguió desprenderse de lo que la molestaba, se levantó de nuevo y observó al ciervo. Seguía ahí, no se había ovido ni un ápice, así que parecía que todavía no había notado la presencia de la metis, y eso mismo fue lo que pensó ella. Diciéndose a si misma que, después de todo, aquella igual era su noche de suerte, se acercó con cuidado. Como Ira-no-descansa le había enseñado.

- Tiradas (1)
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14/07/2010, 20:27
Director

La metis se movió en silencio o, al menos, con el mínimo ruido que fue capaz. El ciervo era joven y parecía perdido. Estaba asustado y emitía un suave gruñido, como llamando a su madre. Pero, en lugar de esta, lo que surgió de la espesura fue una máquina de matar sin pelo que se lanzó sobre él y le mordió en la garganta. La sangre explotó en la boca de Hécate, llenándola con su sabor metálico. El ciervo soltó unos cuantos gemidos de dolor antes de morir asfixiado. Estaba muerto. Hécate lo había logrado. ¡Había cazado a su presa!

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14/07/2010, 22:18
Hécate

Lo primero que hizo fue relamerse. Aquel era el sabor de la victoria, del trabajo bien hecho. Después aulló de alegría y miró su trabajo. Era un cervatillo, pero lo había cazado ella. Ella sola. Sin más preámbulos lo cogió con sus patas y se dirigió hacia el túmulo, donde pretendía tirar el cadáver del animal a los pies de Ira-no-descansa. A ver si por una vez estaba a gusto con los resultados.

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14/07/2010, 22:53
Director

Lo había hecho sin darse cuenta, en realidad. Ira-sin-descanso, la Anciana, se alzaba en Crinos sobre sus patas traseras. El pelaje negro de su cuerpo, con algunos parches ralos por cuestión de cicatrices de guerra, parecía algo gris a la luz de la luna. Sus ojos estaban fijos en ella y su mandíbula se abría echando espumarajos.

Otras Crinos se agrupaban a su lado. Hécate pudo contar cinco antes de que la líder dijese:

-Matadla.

Y entonces se pusieron a aullar y a perseguirla.

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14/07/2010, 23:16
Hécate

Las patas la temblaron y el ciervo cayó al suelo a la vez que la Anciana daba aquella inesperada orden. Hécate sabía que la despreciaban, pero… ¿Para qué criarla durante tanto tiempo si iban a matarla? No tenía sentido. Los aullidos fueron lo único que la sacaron de su trance y su instinto de supervivencia se activó como era costumbre viviendo en aquel túmulo de arpías. La metis echó a correr delante de las Furias sabiendo que aquel paisaje podía ser lo último que viera en su vida.

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15/07/2010, 17:49
Director

La apresurada metis recibió dos mordiscos en sus flancos. Una de las Furias se le había acercado lo suficiente como para tocarla. Al mirarla se dio cuenta de que le salía espuma sanguinolenta por la boca y que parecía realmente rabiosa. Hécate sentía la Rabia fluir en su interior como nunca la había sentido. Nunca había sentido el terror por la cercanía de la muerte.

La líder volvió a aullar, cada vez más fuerte. Las garras de Hécate se hundían en la tierra, pero era joven y pronto la atraparían.

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16/07/2010, 00:36
Hécate

 

La metis aulló de dolor y continuó corriendo. Hasta aquel día había pensado que existir era lo peor que podía haberla pasado: el despecho, el odio, la rabia… No podía entender como alguien podía haberla hecho aquello. No podía entender como alguien había decidido darla a luz sabiendo todo el dolor que la causaría. Pero ahora, corriendo delante de unos cuantos pares de mandíbulas babeantes y malolientes, sabiendo que la muerte estaba tan cerca, tan cerca que podía oler el almizclado y fuerte olor animal del destino, se sorprendió a si misma deseando vivir. Lo había decidido. Las encararía. Algo dentro de ella crecía y le hinchaba el pecho de rabia haciéndola creer que tenía fuerzas suficientes para llevarse a alguien por delante, aunque fuesen mil veces más experimentadas que ella. Por primera vez haría algo honorable y guiaría su propio destino.

Hécate seguía corriendo cuando sus huesos comenzaron a crujir y sus músculos aumentaron de tamaño en algunas zonas a la vez que se contraían en otras con cada latido de su corazón, el cual cada vez iba más acelerado. Bombeo tras bombeo, su cuerpo se iba transformando en un ser temible de porte nada envidiable a las demás. Aunque algo menos lucido debido a la carencia de pelo, aterraba por su aspecto: las palpitantes venas de la metis resaltaban en la rosada piel como raíces negras e hinchadas. Y los músculos y los tendones se marcaban bajo la piel de una manera casi exagerada, tanto que podía verse con total facilidad como se contraían y relajaban, como si se tratase de una máquina perfecta.

La metis, que ahora corría sobre las cuatro patas, se giró en seco y cargó contra la primera Furia Negra que se encontró en su camino, Una que llevaba su propia sangre en su hocico.

 

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16/07/2010, 01:01
Director

En frenesí, la Furia tuvo problemas para detenerla. Hécate no tenía más órdenes en su cerebro que matar o morir, y pensaba hacer lo primero. Mordió a su contrincante en el hombro y ésta gruñó de dolor, pero dos Furias más se lanzaron sobre ella para sujetarla e inmovilizarla. Hécate no hacía más que moverse de un lado a otro, llena de Rabia, deseando matar, pero sus compañeras eran muy fuertes. No tuvieron que soportar más que un par de bocados antes de que la joven Garou quedase exhausta y cambiase de nuevo a Crinos.

De nuevo consciente de sí misma, fue soltada. La líder, Ira-sin-desanso, se erigió ante ella.

-La luna Galliard te ha elegido y como tal la Rabia crece en ti con rapidez. He tardado en despertarla, pero al fin estás preparada y has pasado por tu Primer Cambio.

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17/07/2010, 15:34
Hécate

Hécate tenía las pupilas tan dilatadas cuando volvió a su forma original que no distinguió a quién hablaba en un principio, ni tampoco entendió lo que le dijo. Su pecho se hinchaba y deshinchaba con tanta rapidez que el sonido de su propia respiración le dificultaba centrarse en nada más mientras la rabia disminuía poco a poco.

-¿Q-qué? –fue lo único que dijo.

Dioses. Había sido tan tonta... Como sabía el desprecio que su túmulo la profesaba ni se le había pasado por la cabeza que aquello podía haberse debido al Primer Cambio. Creía que de verdad habían decidido matarla después de tantos años. Ahora se sentía un poco ridícula, además de confusa y exhausta. La metis cerró los ojos y asintió.

-Podéis soltarme, ya estoy tranquila… -dijo con voz avergonzada.

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17/07/2010, 18:30
Director

-Aún no eres una Garou de pleno derecho, tendrás que afrontar el Rito de Iniciación -dijo la líder-. Además... ahora que puedes cambiar es momento de que te integres en la sociedad humana. Vas a ir al instituto.

El Instituto Riverside era una iniciativa de los Hijos de Gaia del Clan, y algunas Furias Negras ayudaban. Hécate había tenido la oportunidad de verlo una vez, en coche. Era bonito y había muchos humanos jóvenes. Los Hijos de Gaia se encargaban de reunir allí a los Garou que aún no habían tenido el cambio para adiestrarlos y tenerlos controlados, además de por el servicio a la comunidad que daba el instituto en sí. Había sido una gran inversión, pero daba sus frutos.

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19/07/2010, 00:54
Hécate

Al escuchar las palabras de la líder Hécate retrocedió.

-¿Con… humanos? –preguntó intentando hacerse a la idea-. ¿Voy a tener que estar todo el día rodeada de humanos? ¡No sé tratar con humanos! ¿Cómo se supone que voy a hacerlo?

Hécate sabía que este día iba a llegar a su vida, pero se había olvidado de él y de la comunidad humana. Poco a poco la metis se fue creyendo que siempre podría vivir en el túmulo, intentando que el resto de Furias Negras la respetasen y cazando en los alrededores. Y la idea de que algún día iba a tener que convivir con humanos ni siquiera había estado más de cinco minutos en su cabeza.

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19/07/2010, 01:56
Director

-Aprenderás -dijo Ira-. Nuestra Tribu debe aproximarse a los humanos si quiere ayudar a las mujeres. ¿Sabes cuántas adolescentes y cuántas jóvenes están solas y necesitan de alguien que les eche una mano? ¿Sabes cuántos machos pretenciosos se creen en poder de la fuerza y de la verdad? Sólo conseguiremos salvar a las mujeres a través de la acción directa, Hécate. Aunque seas una aberración Metis es tu deber trabajar para la comunidad. Eres relativamente fácil de integrar, aprovéchalo.

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19/07/2010, 12:51
Hécate

La metis apretó la mandíbula y levantó la cabeza para mirar la luna de su auspicio. Se trataba de una luna gibosa decreciente que iluminaba la tierra con una luz mística. El destino de Hécate iba a depender mucho de aquel astro.

-Prometo esforzarme todo lo que pueda –contestó más serena una vez hubo bajado la cabeza-. No os defraudaré, hermanas. Trabajaré duro para salvar a esas pobres chicas.