Partida Rol por web

-O ya lo saben y les estamos dando tiempo para escapar. Si no están en la guantera reviento la puerta y entramos, ya discretamente o lo que queráis. Viviane, venga -la apremió el Ahroun.

Dentro de la guantera encontraron los papeles (No eran de David, sino que estaban a nombre de un tal Jermaine Anderson, de Missouri), un mechero y algún ganchito olvidado y pasado. Pero nada de llaves.

Hécate, por el contrario, descubrió que no muy lejos de la puerta había un intercomunicador que parecía en buen estado.

 Hécate vio el intercomunicador y gruño, sin saber si reir o llorar.

- Chicos... creo que esto sólo lo abren desde dentro. Así que salvo que tengáis alguna genial idea sobre como engañarles para que nos abran, vamos a tener que montar un estropicio.

Bufó, preguntandose como una persona que parecía bastante inteligente como Ashely seguía actuando siempre tan impulsivamente. Bueno, parte de la culpa también era suya por haber entrado al trapo cuando el tipo la insultó pero... bueno ya no había remedio. Al menos, esperaba, habían aprendido algo.

Desde que se separara de los restos del que hasta hacia unos minutos era un vampiro, Kate evitaba mirar hacia él. No acusaba una reacción tan drástica como la de Ash, pero algo dentro de si se rebelaba por lo que acababa de hacer. Sabía lo que era, por supuesto, llevaba toda la noche luchando con aquella indecisión, con la doble certeza de sentirse doblemente ella, humana y monstruo, monstruo y humana. Y la certeza de ser la única de la manada con (todavía) aquellas dudas sobre si misma le minaba la moral.

Por eso, de algún modo, la reacción de Ash la había consolado, y ahora esperaba a su lado mientras Donny, Viviane y Hécate se movían rápidamente alrededor de la escena, preparando el siguiente paso. Edgar, mientras tanto, permanecía también en un discreto segundo plano, no tenía muy claro si tan incómoda como ella, indispuesto como Ash o simplemente... frio y calculador, encarnando todavía el personaje de ficción que se había montando en un momento para encarar a su manera la situación.

Por la cabeza le cruzó una idea que sólo podía catalogar de estúpida, pero antes de darse cuenta ya se la estaba comentando al Galiard.

- ¿Y si llamas a esa puerta y sigues con la farsa del policía estatal? - Le sugirió a Ed, ladeando una sonrisa cínica. - Lo mismo estos también se lo tragan y salen a abrirnos... y seguro que eso los desconcierta... contando con que realmente estén ellos ahí dentro. Y si no, a las malas, estaremos preparados para entrar por la fuerza o salir a perseguirlos...

 Hécate asintió. No acababa de gustarle, pero no parecía que tuviesen otra opción. Esperó a que Dony entrase antes de pasar ella.

 Viviane, cansa de buscar, aceptó el plan de Donny con sumo gusto. Avanzó con rapidez y se situó detrás del ahroun para entrar en segundo lugar. Era hora de mostrar lo guerreros que eran.

"A Ash no va a gustarle nada que la deje fuera..." - Pensó Kate, lo único que tuvo tiempo de pensar antes de que la especie de piloto automático que se encendía cuando Donny daba una orden la pusiera en marcha. Con las prisas, la reacción, y la distancia, acabó entrando en último lugar, y sencillamente procedió.

Una vez dentro, se concentró para cambiar, de nuevo con esa dualidad entre lo instintivo y lo antinatural, pero apartó los pensamientos de su mente, atenta a su alrededor.

El empellón de Donny arrancó la puerta de metal de cuajo. La plancha metálica cayó con gran estruendo al suelo mientras el grupo de Garou en Crinos se colaba por el umbral.

Al otro lado se encontraron con una nave desierta, apenas iluminada. La luz naranja de las farolas se colaba por la cristalera superior. Habría sido muy difícil taparlas de cualquier modo, y un vampiro era destruido por la luz del sol.

Había una escaleras que llevaban a una plataforma más arriba, donde se adivinaban unas oficinas. Había otras dos puertas que conducían a lavabos, en la planta inferior. Y por el momento ninguna señal de vida o de no vida.

 Hécate, todavía en su forma lupus, olisqueó a su alrededor buscando el rastro de los vampiros.

El lugar apestaba a Wyrm. Era tan fuerte que apenas podía distinguir de dónde provenía. Quizá de los pisos superiores, pero no podía estar segura. Y no sabía cuántos eran.

 Cuando Hécate les dijo lo que su fino olfato detectaba Viviane pasó a crinos sin esperar un segundo, antes de que Donny le gritase como un energúmeno por no estar ya en su forma guerrera. Esperaba que el Ahroun mantuviese la cabeza lo suficientemente fría como para no despellejarla teniendo encima a no-se-cuántos bichos de esos. La cosa era, ¿dónde?

La Ragabash paseó la mirada por el almacén. No sabían cuántos eran ni lo que podían hacer, ¿por qué no prenderle fuego al lugar? Tenían gasolina del coche y fuego. Como mínimo los alteraría lo suficiente como para salir de su escondite, y si los lanzaban contra el fuego como mínimo les haría mucho daño.

-Donny, Hécate -susurró-. No sabemos cuántos hay ni qué pueden hacer. ¿Por qué no hacemos fuego para sacarles de su escondite? Hay gasolina y mecheros.

 Al ver que no podría sacar nada más de su forma lupús, pasó a su forma de raza sin dudarlo. Miró a su alrededor, tratando de escuchar sonidos que no fuesen los de sus compañeros, concentrada.

- Corremos el riesgo de que el fuego se descontrole y se extienda.

Habló lo suficientemente bajo como para que sólo sus compañeros la escuchasen, tensa ya que todo su organismo le gritaba una cosa: TRAMPA. Pese a ello, pensaba que la mejor defensa, dada la situación, era un buen ataque, de forma que empezó a andar lentamente e intentando no hacer ruido hacia las escaleras. Su olfato le decía que allí era donde peor olía.

- Alguien debería cubrir la entrada, por si acaso.

Las tres Garou percibieron un sonido goteante que provenía del techo. Al levantar la mirada se percataron de que, por el techo, una forma ligeramente insectoide caminaba hacia ellos. Era negro, tenía varias patas y garras, y protuberancias y salían de aquí y allá. Y se dirigía hacia ellos a gran velocidad.

Kate había guardado silencio mientras sus compañeros decidían la estrategia. Quizá fuera por ello que algo llamó su atención. Levantó la vista... y vió ESO.

 Hécate miró a su alrededor rapidamente, antes de decidirse a arrancar una plancha de metal para utilizarla como si fuese un escudo de los antidisturbios cuando el bicho atacase.