Partida Rol por web

Si Ashley quiso decir algo más, no se supo, pues prefirió morderse la lengua. No miró a Kate con buenos ojos, no obstante, aunque a Edgar le correspondió con una sonrisa lobuna. Y, tal y como había dicho, se marchó al trote en dirección al Fostern que la había acompañado, dando por terminada la discusión.

Al irse Kate y Edgar a hablar con los Ancianos, quedaron solos Donny y Hécate una vez más.

La manada de Ancianos no se encontraba exactamente reunida, sino más bien desperdigada. Los Lupus tomaron su ración rápido y se fueron a atender asuntos, mientras que los Homínidos, acostumbrados a hacer de las comidas un acto social, desayunaron mientras hablaban con sus hermanos de Clan.

Como ya habían notado, Dom les miraba con una gran sonrisa desde su posición. Estaba sentado a lo indio junto al fuego, sobre una estera de juncos trenzados. Ante él tenía la ración de carne que le correspondía, aún casi sin tocar. Dom era el hombre más viejo del Clan, y como tal, su dentadura necesitaba alguna ayuda para poder masticar. Eso y que parecía bastante animado con la conversación que habían tenido los lobeznos, que si bien no había escuchado, podía haberse imaginado perfectamente.

Al ver llegar a Kate y a Edgar soltó una risita.

-Es bueno ver que te llevas bien con las Furias Negras, Edgar, muchacho -dijo limpiándose los dedos llenos de grasa en la esterilla-. ¿Intentas camelarte a la protegida de Ismene para salvarte de más Dagas de Colmillo clavadas en tu espalda? Sentaos, vamos. Soy vuestro superior, pero no muerdo. Eso se lo dejo a Lysandra.

Hécate se encogió de hombros, mirando lo que quedaba de su comida y decidiendo que era un buen momento para terminarse su desayuno. En un rato se vería como avanzaba la situación.

Kate se sentó frente al Anciano, preguntándose qué habría querido decir con aquello de las "dagas de colmillo clavadas en la espalda" de Edgar. Decidió que no era un buen momento para preguntarlo, ya que sin duda quedaría como una estúpida, y tampoco quería alentar aquella pulla según la cual Edgar intentaba camelársela.

Así pues, mantuvo un silencio respetuoso y expectante, cediéndole totalmente la palabra a Edgar, que parecía tener una relación más estrecha con el Anciano Ragabash.

-Eh, espera.

Abandonó lo que había sido su comida y trotó detrás de Viviane hasta ponerse a su altura.

-Yo tampoco quiero ir a cazar.

Quería decir algo más, pero no sabía cómo empezar o si Viviane le iba a dar una patada. Tampoco ella parecía del mejor de los humores y además, un par de días después de que la Ragabash llegase al clan había recordado un acercamiento infructuoso entre los dos en clase. Parecía muy lejano ya. No sabía si ella se acordaría, aunque sería raro que lo hubiese olvidado.

La Ragabash emitió un gruñido cuando él la alcanzó, acompañado de una leve sacudida con la cabeza. Era algo así como un “vale”, uno muy hosco. Mientras se alejaba echó un último vistazo hacia la manada, viéndoles sentarse frente a los Ancianos. Entrecerró los ojos y volvió a mirar al frente como si no existiesen. El color rojizo de sus mejillas decía que estaba bastante molesta y que tardaría rato en írsele.

-Oye, ahora te alcanzo –le dijo, haciéndole un gesto con la mano para que siguiese adelante. Después añadió-: Voy a cambiar a lupus.

A diferencia de él, ella no tenía ropa dedicada, así que tenía que quitársela primero porque cambiar a lupus con ella puesta podía ser gracioso. Además, eso de la desnudez no lo llevaba excesivamente bien, y recordaba a su madre y al resto de los Ancianos dándoles la vara con lo de la Letanía. Se alejó hacia unos árboles y en cuestión de unos pocos segundos apareció una loba no muy grande y algo escuálida con el pelaje típico que caracterizaba a las Fuerias Negras: negro en su mayoría pero con el lomo y las patas blancas. Parecía llevar calcetines, lo que le había gustado bastante al darse cuenta porque le recordaba a Bailando con lobos. Parte del hocico y la cola también eran blancos, y los círculos que contorneaban sus ojos. Pero lo más característico de ella era la mancha grisácea que tenía en el cuello y era la representación del collar de Abrazo-de-piedra, su tatarabuela.

La lupus miró a Donny a poco pasos de distancia, como cavilando qué hacer. Seguía resentida, y no es que se profesaran mucha amistad. Pero era el único que parecía tener sentido común, o algo. Decidió que la discusión de hacía unos minutos no quería ni tocarla, así que pasó a algo completamente diferente.

-¿Cómo llevas tus Dones?

-Bien. Podría partir en dos un elefante de una bofetada después de afilarme las garras.

No tenía ni idea de qué clase de dones habría aprendido Viviane. Se humedeció el hocico con la lengua y se paseó alrededor de la Ragabash.

-Pero no me van a enseñar más, y si los otros se van de excursión yo también quiero un día libre. Ir a la ciudad. ¿Qué me dices?

Viviane había aprendido a no dejar rastro, o en ello estaba. Siempre era útil para escabullirse, pero en el Túmulo no lo usaba porque podía ser sospechoso. Donny era Arhoun, como su madre, así que era normal que aprendiese a ser una auténtica máquina de matar. Ella había preferido no pensar en eso después de la masacre en Grecia. Todavía estaba acostumbrándose a lo que podían hacer en forma de Crinos.

Entonces propuso un plan que hizo que se le iluminasen los ojos. Movió la cola de un lado a otro y se alzó por unos instantes sobre los cuartos traseros, levantando las patas unos centímetros del suelo igual que si intentase ver más allá.

-Me gusta la idea. No voy desde Navidades, y la verdad es que se echa de menos.

Pensó en que podría pasar a ver a su padre, pero tampoco quería pasarse la tarde metida en casa. Lo que quería era irse a una bolera o al cine. O algo así.

Las palabras de Dom Paso-sin-prisa hicieron sonreír a Edgar. Se sentó ante el anciano, junto a Kate, que permanecía en silencio. Se alegró de que hubiese venido. Así sonaba más a petición como manada que a él queriendo marcarse un tanto ante los demás.

- Oh, toda precaución es poca. La primera lección que aprendí como garou fue "Si Ismene te invita a subir a su furgoneta, no aceptes. De hecho, es mejor que huyas tan rápido como puedas".

Miró de reojo a Kate, que parecía no saber de qué estaban hablando. Le sonrió, como tranquilizándola.

- Eso no se aplica a ti, Kate, no te preocupes. Tu puedes subirte a su Batmóvil cuando quieras que no te va a pasar nada, Robin.

Se aclaró la garganta mientras volvía a mirar a Dom. El anciano lograba con mucha facilidad su propósito, es decir, que la gente no se tomase las cosas en serio. Pero ahora venían por un "asunto oficial" y tampoco quería andarse por las ramas demasiado.

- Dom Paso-sin-prisa, los cachorros queríamos salir a cazar, por el bosque, y por nuestros propios medios. Hasta ahora sólo hemos ido acompañados de nuestros mayores, pero queremos comprobar si estamos preparados para hacerlo por nosotros mismos... No. Queremos DEMOSTRAR que lo estamos. Queremos empezar a ganarnos nuestro lugar en el Clan.

El final de su petición lo había entonado con más sentimiento del que pretendía. Quizá estaba empezando a créerselo y todo. Se dio la vuelta para mirar al resto de su desperdigada manada antes de volver a mirar al anciano Ragabash.

- Creo que nos conviene empezar a hacer cosas como manada. Además, así le damos a la turista venida de la capital un paseo por nuestros dominios, para que empiece a saber por dónde moverse. ¿Qué opinas? ¿Te parece bien?

Sabía que en el fondo quién tenía que darles permiso era Lysandra, pero ahí Edgar estaba jugando sus cartas de politiqueo. Lysandra escucharía a Dom por ser el más anciano, y éste le parecía más dispuesto a colaborar que la alfa del clan. Además, acudiendo a él directamente en lugar de a Lysandra, le estaba dando a entender que valoraba mucho su consejo y opinión. Era una muestra de respeto, pero también podía ser malinterpretada por la madre de Viviane, como si la palabra de Dom valiese más que la suya y Edgar estuviese menospreciando su autoridad. Edgar esperaba que no se tomase las cosas como lo que no eran, pues él se sentía muy cómodo con la Furia al mando y no le gustaba la idea de que pronto podría haber un cambio de líder, cuando el tal Martillo-de-Gloria pasase de ser considerado "M.I.A." a "K.I.A."

Donny movió la cola y se inclinó. Había esperado, no sabía por qué, duda, resistencia, o un no directo. Y estaba hablando con Viviane. No sabía si tenían que pedir permiso para ir a la ciudad. No lo tenían prohibido, como Edgar, y Hécate no tenía nada que hacer allí. Por eso no había mencionado la amplia selección de restaurantes, locales de comida y mascotas indefensas que Naperville ofrecía delante de los otros.

-Genial. Nos, eh, ¿nos vamos y ya? Si Kate y Edgar han hablado con los Ancianos...

No terminó la frase, ni parecía muy interesado en dirigirse a los ancianos. Había una posibilidad, una que se le antojaba grande, de que les dijeran que no. Lo de haber roto con la antigua vida y vivir en la naturaleza y el Wyrm y la Tejedora en las ciudades y eso. Los, ¿quiénes eran? Los cachorros de los Moradores del Cristal. Esos sí que debían vivir bien.

Dom se mesó la barba mientras Edgar hablaba, sin dejar de sonreir. Cuando el Garou terminó, volvió a tomar la palabra.

-Es loable que queráis intentarlo. Realmente loable, y yo os apoyo... pero no es tan fácil. Dudo que Lysandra os lo permita. Le interesa que sigais a régimen, ya me entendéis. Por tanto, yo os tendría que dar un permiso especial. Puedo enfrentarme con la alfa para dároslo (al fin y al cabo, ella es sólo Athro, pero Selene elige a sus líderes), pero tendréis que hacerme un favor a cambio.

De pronto, el Ragabash tornó su expresión en una de profunda seriedad.

-Hay en la ciudad una manada de Roehuesos, La manada urbana. Tony Encuentra-muchas-cosas REALMENTE encuentra muchas cosas. Cosas que no son suyas... sino mías. Así que os daré permiso para cazar hasta que acabeis con todos los venados de la región si me traeis su Fetiche. Es una bolsita de cuero llena de arena que le da mucha suerte. Me la arrebató sin que me diese cuenta, el muy bandido, hace muchos años. Si me la devolvéis, el permiso es vuestro.

La Ragabash había empezado a caminar con energía hacia la tienda. Ella sí se había traído una mochila con cosas como ropa y zapatillas de ciudad (no las pieles). Se paró y miró hacia atrás.

-Nadie ha dicho que no podamos ir, ¿no? A mi no me lo han prohibido explícitamente, al menos. Y la Letanía no dice que no podamos acercarnos a la ciudad… -eso, o como autoconvencerse de que podían ir sin darle explicaciones a nadie.

La loba miró fijamente a Donny a la espera de una aprobación o algo. Sabía que al menos debían comentárselo a alguien para que no armasen la de Dios cuando se diesen cuenta de que no estaban.

-Oye, ¿tú mentor… crees que diría algo?

La alternativa era su madre, y lo cierto es que no sabía muy bien qué diría.

 Hécate siguió comiendo lentamente mientras pensaba. No les entendía. Se suponía que las manadas eran familias. Aunque no les ligasen lazos de sangre, debían ayudarse entre todos y ser capaz de confiar los unos en los otros... El puesto de líder indicaba cierta posición, sí, pero también mucha responsabilidad. Más que un privilegio era una carga ya que el responsable último si las cosas salían mal era el líder. La persona que debía tomar todas las decisiones y de la cual dependía la supervivencia de los suyos. Definitivamente no entendía las suposiciones que hacían los hominidos o el que peleasen por el simple hecho de tener poder... en vez de tratar de ver quien era el más apto para aumentar sus posibilidades de supervivencia.

Entendía, sin embargo, que todos la mirasen como un garou de segunda. De hecho ella no debería existir. Y, aunque le apenase la situación ya que quería que la viesen como un igual y valorasen sus opiniones como parecían valorar las de los demás, no podían culparles. Era producto de un error. A veces pensaba que, tal vez, las furias negras no deberían haberla criado, sino haber hecho lo que otras tribús hacían con los metís. Por suerte, ese estado de ánimo no solía durarle demasiado.

Se preguntaba que pasaría ahora... la situación con Ashley tenía todas las papeletas para volverse insostenible dentro de poco y, si algo sabía, era que tener un mal líder era más peligroso que enfrentarse a un ejercito enemigo en forma homínida. Rezaba a Gaia porque todo se solucionase de la mejor manera posible. Aunque algo le decía que no sería de la más pacífica.

Estaba decidido a marcharse, pero al menos debían avisar a alguien de su ausencia o se iban a pensar que el Wyrm se los había llevado e iban a poner la foto de Viviane en los cartones de leche. La suya no, claro, y alguien organizaría una organización contra el racismo a cuenta de eso.

-No sé. Vamos a decirle que nos vamos.

El olor de Tommy estaba en cada rincón del campamento, como un montón de banderitas brillantes clavadas por todas partes. La vista era más fiable. Así que volvió la cabeza y buscó a su mentor. Le daba reparo acercarse a él cuando estaba acompañado y si podía se ocupaba con otras cosas hasta que le pillaba sin su manada.

Se lo señaló a Viviane con una especie de ladrido aspirado y se acercó a él sin poder evitar sentirse como un perro que se ha cagado dentro de casa.

-Tommy.

Kate escuchó la petición del Anciano con atención. Le parecía justo que, a cambio de aquel permiso especial, les solicitara algo a cambio, pero veía algunos problemas en el particular... problemas que concernían concretamente a Edgar, y en menor medida a Donny.

Se inclinó hacia este, para comentárselo.

- Me parece razonable. - Murmuró, pues realmente estaba de acuerdo con la petición. - Pero tu tienes prohibido aparecer por Napperville, y Donny no debería hacerlo... ¿Estaréis dispuestos a quedaros en tierra? Por que dudo mucho que esa circumstancia vaya a cambiar sólo para que nosotros seis tengamos permiso para cazar...

Viv le siguió con cierto nerviosismo y un nudo en el estómago. Le recordó a cuando tenía que perdile permiso a Adam para salir hasta tarde. Luego dejó de hacerlo y directamente se iba sin dar más explicaciones. Confiaba en que el mentor de Donny fuese más flexible, sobre todo siendo Hijo de Gaia, o sencillamente que no hiciese preguntas. Con que lo supiese era suficiente. Sospechaba, además, que en el hipotético caso de que el resto se fuesen de caza a su madre le haría más ilusión que ella también fuese para aprender. Y quizás no fuese mala idea, pero… no.

Cuando el cachorro señaló a Tommy, Viviane se quedó sentada a unos pocos pasos, con las orejas rectas como si estuviese en guardia. Se relamió el hocico varias veces y alternó la mirada entre los dos Ahroun, a la espera.

Al escuchar las palabras del ragabash, Edgar se fue poniendo serio por momentos. Cuando éste terminó, el chico abrió la boca para responder, pero Kate se le acercó para dar su opinión. Se limitó a asentir, sin mirarla. Era muy consciente de los problemas que la petición de Dom generaba. Cerró los ojos un par de segundos, suspiró, y entonces sí habló.

- Anciano Dom, mi familia humana me cree secuestrado, muerto o algo parecido. Tengo estrictamente prohibido acercarme a la ciudad.

De hecho, las palabras de Flecha de Escarcha sobre ese punto habían sido "si incumples esta prohibición, enviaremos a Ismene a traerte de vuelta". Parecía que la Ragabash de las Sirvientas se había convertido en una especie de hombre del saco para él. En realidad nunca protestaba cuando se lo decían, pero él no guardaba rencor a la Furia tuerta. Aunque sí que era cierto que le tenía un poco de miedo.

- Puedo ir en forma de lupus, si Kate me lleva con una correa, pero el hecho de ir allí seguro que requiere otro permiso especial... ¿o estabas pensando en dejarme en el banquillo para esta tarea?

Esto último lo dijo con un deje de tristeza en su voz. Aunque estaba claro que Dom podía haberles hecho el favor a cambio de nada y que buscaba sacar algo de provecho de la situación, a Edgar le gustaba que les hubiese encargado algo que hacer por sí mismos. Estaba cansado de tanto aprender y tanto repetir las lecciones. Tener la mente ocupada, desafíos que superar, le ayudaba a no estar triste por su familia. Y quería demostrar que podía ser un buen garou, aunque no fuese descendiente directo de ninguno. Sin embargo, veía bastante improbable que le dejasen poner un pié en Naperville.

Al parecer, Edgar también había pensado en aquel inconveniente. El chico le caía bien: era muy inteligente y realmente tenía toda la labia que cabía esperar en él.

El plan de que él (y quizá Donny) fueran con ellos en forma lupus (como si fueran perros) tenía su gracia... pero no lo creía posible. Nadie creería que aquellos dos lobos eran perros comunes, y estaba segura de que el anciano lo sabía.

Y luego estaba el punto delicado de la cuestión: si necesitaban un permiso para ir a cazar, sin duda necesitaban uno para bajar a la ciudad... y sospechaba que no iba a ser sencillo obtenerlo.

Decidió mantenerse en silencio en espera de la respuesta del ragabash, mientras de repente pensaba en qué había querido decir Edgar cuando había dicho que ella podía subirse siempre que quisiera y con tranquilidad al batomovil de Ismene...

-La gente no suele fijarse, Edgar. En forma Lupus somos unos husky siberanos preciosos. Eso sí: ni se te ocurra transformarte delante de nadie. La ruptura del Velo es una cosa muy seria -advirtió el anciano. De pronto, la seriedad volvió a disiparse y regresó la sonrisa-. Yo os cubro. Podéis ir a la ciudad. Y os recomiendo que lo hagais ya, mientras vuestros tutores están distraidos.

Hizo un gesto con la mano, como si estuviera echándolos.

-Os agradezco lo que estáis haciendo por mí. Un viejo cojo como yo deja de poder defender sus Fetiches con el tiempo.

-Donny -replicó Tommy, posando en él sus ojos grandes y castaños.

Había engullido su comida y ahora afilaba su Gran Klaive con una piedra. El chirrido y la plata hacía sentir a muchos en las cercanías algo incómodos, pero todos sabían que Tommy no les prodigaba tanto amor como para dejar de hacerlo. Al menos, no tanto como amaba al Klaive.