Partida Rol por web

Walter, Los Angeles (California)

-¡Está huyendo! ¡Atrapadle!- Les ordenas. Los agentes asienten con la cabeza y comienzan a correr, persiguiendo al fugitivo. Tú vas detrás de ellos. -¡FBI! ¡Deténgase!

La persecución dura unos cuantos minutos, pero finalmente el vulgar criminal queda acorralado. Te adelantas un poco, y con pistola en mano, encañonas al tipo que habías estado persiguiendo. Mirándolo a través de tus caras gafas de sol y mientras una amplia sonrisa recorre tu rostro le dices -Te pensabas que te ibas a librar, ¿eh? Los traficanten no están muy bien vistos por aquí. ¿Pero qué sé yo? El juez ya te pondrá en tu sitio.- Bajas un poco el arma, pero el tipo sigue con los brazos en alto. Los agentes también han sacado sus armas.

Cuando llegas al lado del individuo te dispones a esposarle. -Peter Graham, queda arrestado por tráfico de drogas. Todo lo que diga podrá ser usado en su contra en un juicio...

De pronto un sonido estridente resuena en tu cabeza, y vuelves a la realidad. Abres los ojos lentamente, algo fastidiado. Como a quien le cortan una película por la parte más interesante. Te duele la espalda y estás algo agarrotado. Das unas cuantas vueltas en la cama. Después de unos segundos consigues identificar de dónde proviene el sonido. Es tu teléfono móvil. Lo cojes, aún medio adormecido, y miras la pantalla.

"Llamada entrante de Margaret..." 

Walter se medio incorpora rápidamente en la cama, despertando casi al instante de su modorra. Apartando la manta de encima, se sienta a un lado de la cama claramente nervioso sin poder apartar la mirada de ese nombre. Margaret Bergman era su supervisora del trabajo, y una de las pocas personas que con su mera presencia le alegraba el día. De hecho era la única persona que lo hacía. Ella lograba que él se sintiese extrañamente…especial. Porque para él, ella era una mujer especial.

Ojala algún día pudiese reunir el valor para decírselo…

El móvil sigue sonando y él lo mira indeciso. Finalmente da al botón de descolgar y responde con un titubeante.

-          ¿hola?...-

 -          ¡Mierda!- Suelta en un exabrupto.

Margaret esta en un compromiso por su culpa, no hay tiempo para ducharse. De un bote sale de la cama y corriendo se dirige al colgador donde coge la ropa del trabajo. Esta usada de varios días y algo sucia, pero ahora eso no es lo importante.

-          Joder, Joder, joderrr.- Gruñe entre dientes.

Se pone los pantalones azules de la empresa, mientras avanza a la pata coja intentando no deslomarse por las escaleras. Finalmente llega al piso de abajo a tiempo de ponerse la camisa caqui con el anagrama de la empresa y su nombre impresos en la parte delantera. Entonces se acuerda de que se olvido de la chaqueta del trabajo encima de la cómoda del dormitorio. Un profundo suspiro acompañado posteriormente por una maldición se esucha por toda la casa.

A la carrera, sube al piso de arriba, recoge la chaqueta que es del mismo color que los pantalones, y vuelve a bajar al recibidor donde como una exhalación agarra las botas a tiempo de llegar al garaje y montarse en el coche. Saca las llaves de la chaqueta, y le da al mando para que se abra la puerta. Mientras enciende el motor del coche y le da gas sin ponerse las botas siquiera. “Ya se las pondría cuando parase en un semáforo” piensa entre resuellos mientras se quita las molestas gotas de sudor que le caen por la frente.

-          Walter…  eres todo un genio…- Comenta irónico mientras pone los ojos en blanco.- No, en serio, tú sí que sabes impresionar a las mujeres que te gustan…- continua mientras el coche sale del garaje y girando por la calle se adentra en la avenida dirección a la central.

Por el camino vas a toda velocidad, esquivando a algunos de los coches. Por poco te matas en algunas ocasiones...

Cuando llegas a la central y aparcas el coche, sales corriendo como una exhalación. Entras por la entrada de empleados y te quedas petrificado. Allí, delante tuyo, está Margaret. Algo seria, la verdad.

Llevo un buen rato esperando, y finalmente llega. Nada más entrar por la puerta comienzo a regañarle.

-¡Por Dios, Walter! ¡Me pensaba que te había pasado algo gordo! ¿¡Dónde diantres has estado!? He tenido que evadir decenas de preguntas.- Mi voz va bajando de tono gradualmente. Estoy algo estresada, pero no puedo enfadarme con él.

-Invéntate la excusa que sea, pero ve a cumplir con tu trabajo.- Me llevo la mano a la frente. -Aclárate con los compañeros que te buscan, y luego ven a verme. Hay una cliente a la que debes instalarle una línea telefónica, ya te daré los detalles más tarde.

Después de haberlo soltado todo me tranquilizo. Ya está... ya está... Le sonrio y me doy la vuelta, aún me quedan cosas por hacer. -Nos vemos, Walter.- Dejo entrever un tono cansado. Ha sido una mañana bastante movida.

 Walter aguanto el “rapapolvo” sonrojándose como un tomate.

-          Nos vemos.- le responde aclarándose la garganta.- Y… Margaret muchas gracias por todo.-

Cuando la supervisora se marcha, se permite el lujo de suspirar aliviad, al parecer no se lo había tomad tan mal…

Niega con la cabeza `para aclararse las ideas. “eres un idiota Walter” piensa enojado consigo mismo, no tenía tiempo para estar perdiéndolo de aquella manera era hora de ponerse a trabajar.

Antes que nada tira por el pasillo de la izquierda y se dirige disimuladamente a los cambiadores. Una vez allí se dirige al lavamanos más cercano y abriendo el grifo procede a remojarse la cara para quitarse la cara de sueño, y se peina los cabellos usando para ello las manos mojadas. Se da cuenta de que con las prisas la camisa se le ha salido un poco por fuera y la remete de nuevo bajo los pantalones, finalmente se ajusta bien la chaqueta, y se mira al espejo aprobadoramente.

-          Bien, esto ya está mucho mejor…-

Antes de salir abre su taquilla y coge los utensilios de trabajo y la riñonera que se ajusta al cinto, y sale de nuevo al pasillo.

Primero solucionaría el problema de los compañeros que le buscaban para cubrirle las espaldas a su supervisora (y a sí mismo) y después iría con Margaret.

Buscas a tus compañeros por la central. Unos solo querían preguntarte tonterías insustanciales o hablarte de temas que no tienen nada que ver con el trabajo. Otros, en cambio, te buscaban para que les rellenaras cuestionarios y más cosas de la empresa. Todo esto es de lo más monótono y aburrido. Después de recorrerte casi toda la central, finalmente, caes rendido en la primera silla que encuentras. Suspiras profundamente, cansado.

No pasa ni medio minuto desde el inicio de tu descanso y ya llega alguien que te buscaba. Henry, uno de tus compañeros, se te acerca desde lo lejos, algo serio. -Oye Walter... ¿Dónde has estado? Antes he tenido que ir solo a hacer una instalación... Y no veas lo que me ha costado. He acabado con la cabeza como un bombo.- Se cruza de brazos. -Ya te vale, Walter.

Henry se te queda mirando, esperando una respuesta. Pues parece que no ha pasado una muy buena mañana. Quizá te convendría inventarte algo creíble, y luego ir a ver a Margaret...

Walter maldice su mala suerte por dentro, Reacciona rápido y mira su compañero mientras respira pesadamente  como si le doliese el estomago.

-          Perdona Henry.- Le responde con gesto afligido mientras pone una mano sobre su estomago.-  Pero es que ayer a la noche fui a comer al Oriental de al lado de mi casa y llevo toda la jodida mañana en el lavabo echándolo todo.-

Se levanta de la silla como si le costase bastante esfuerzo.

-          Ummmfff, no te preocupes hombre que te lo compensare cuando necesites un momento libre, tu dilo que te lo cubro, ¿De acuerdo?-

Le palmea en el hombro.

-          Si no te importa ahora he de ir con Margaret que tengo que ir a una instalación, luego hablamos.- 

Sale de la habitación rápidamente despidiéndose con la mano y va a buscar a su supervisora.

Henry parece conformarse con la excusa. Se lo ha tragado completamente. Mientras abandonas la sala te suela un -Bueno, no pasa nada... Ya lo arreglaremos. Lo siento...

Paseas durante unos minutos por la central. Finalmente encuentras a Margaret sentada en un escritorio, arreglando unos papeles. Te situas frente a ella. Y después de unos segundos levanta la mirada.

Cuando levanto la mirada veo a Walter frente a mí. -Bueno, ¿ya está todo?

Ante su respuesta afirmativa, comienzo a guardar los papeles. -Entonces tendrás que empezar a trabajar.- Me levanto y me dirigo hacia un archivador. -Ahora mismo tendrás que ir a...- saco una ficha del archivador y se la entrego -esta dirección. Tienes que instalar una línea telefónica en este domicilio. Todo está ahí concretado.- Vuelvo a sentarme, cansada. -Coge tus herramientas y ve. Ya nos veremos luego.

Le sonrio y le hago un gesto para que se vaya, no está como para perder el tiempo aquí charlando.

 -          Muy bien jefa.- responde con voz profesional mientras abre la ficha y mira los papeles.- Según pone aquí no debería ser una instalación muy complicada, no tardare mucho en solucionarla.- continua mientras se dirige hacia la puerta del despacho.

Walter tiene una idea y sonríe más confiado. Antes de salir de gira hacia ella picándole en el marco de la puerta para llamarle la atención.

-          Margaret, que sepas que te debo una cena por lo de antes.-  le suelta señalándola con la ficha.

Y sin darle derecho a réplica sale al pasillo, luego ya le daría la respuesta, y que fuese lo que dios quisiera. El corazón le latía a toda potencia y comenzó a sudar por el nerviosismo. “Dios parezco un adolescente” pensó con alegría.

 Llevaban demasiado tiempo orbitándose el uno al otro. El tenia bien claro que sentía algo por Margaret y ella también parecía interesada en el o al menos esa era su impresión. Si cuando volviese de instalar la línea, le daba calabazas, aguantaría el chaparrón, pero de momento el se había decidido a dar un paso adelante y a vivir con las consecuencias.

Casi sin darse cuenta llego al garaje de la compañía y montándose en el coche de la empresa miro de nuevo la dirección que ponía en los papeles. Programo el GPS para que le indicara el camino, y encendiendo el coche salió del garaje, perdiéndose en la marea del tráfico de los Ángeles.

Después de unos largos y tediosos minutos llegas al domicilio de la cliente. Es una casa de lo más normal. Y fuera de ella alguien te está esperando, es una mujer. Aparcas el coche frente a la casa, y nada más bajar de él la chica te hace gestos para que te acerques.

Parece ser una mujer oriental. Sospechas que es la cliente, pues está frente a la puerta de la casa. Nada más llegar a su lado te saluda. -¡Hola! Supongo que eres el de la compañía telefónica, ¿verdad?- Su voz resulta agradable al oído, pero su tono denota algo de nerviosismo. Ese nerviosismo te extraña, pero no le das importancia. Dees comenzar a trabajar. No es algo demasiado complicado, solo debes instalar un PCR y conectar la línea telefónica con la casa. Nada del otro mundo.

Mientras trabajas, la chica espera detrás de ti. En más de un mometo la ves de reojo, mordiéndose el labio. Realmente parece que algo la atormenta, y aunque lo intenta, no consigue ocultártelo.

Walter se extraña un poco por el comportamiento de la muchacha, solo era un técnico de la compañía telefónica, no mordía a nadie (Al menos no a nadie que no lo mereciera) ¿a qué venía ese nerviosismo? ¿Y esa manera de vigilarlo todo el rato? A no ser que fuese por algo que no tuviese relación con su persona. Encogiéndose de hombros se desentiende del tema, uno nunca está seguro de que les ronda por la cabeza a las demás personas, y no era ningún psicólogo así que era inútil ponerse paranoico. Tenía prisa por acabar el tema y volver a la central para escuchar la respuesta de Margaret a su invitación. Una sonrisa estúpidamente soñadora volvió a aflorar en su rostro. Solo esperaba no parecerle un retrasado a la señora.

Sacando los materiales, los dejo a un lado y agachándose, utilizo un destornillador como palanca para quitar la placa de PVC que escondía los cables de la línea de acometida telefónica.

-          Muy bien aquí están.- Gruño para sí, mientras sacaba los cables del interior de la pared.

Se puso los guantes aislantes, y metiendo una mano en el agujero comprobó que los interiores del muro no estuviesen húmedos. Después de todo, no le interesaba ser el responsable de un cortocircuito que provocase un incendio en la casa. Retiro los capuchones de protección, y pelo la parte superior de los cables de conexión.

Se giro para coger las piezas del terminal PCR-T/L sin poder dejar de observar que la mujer aun le vigilaba con creciente nerviosismo. Él le correspondió con una trémula sonrisa de amabilidad y volvió al trabajo. La verdad es que la situación se le estaba empezando a poner un poco rara. No era bueno para este tipo de cosas y comenzó a sudar.

Mientras tanto, conecto la terminal PCR con los cables y la instalo en el hueco de la pared atornillándola. Después enchufo el sensibilizador de eco a la caja del terminal PCR-T/L  y rápidamente tecleo los dígitos de operaciones para enviar un mensaje de requerimiento de línea. El aparato desvió la señal a la línea de acometida y esta envió la petición a trabes de la línea telefónica hasta el terminal de la central. Ahora solo restaba esperar unos minutos hasta que la respuesta llegase, mostrando, la numeración de la línea recién abierta en la pantalla de su terminal.

-          Bueno...- Comenzó girándose hacia la señora.- Ahora solo nos queda esperar a que respondan de la central y la línea estará instalada.-

Mirando a su alrededor distrajo su vista con la decoración del recibidor.

-          Es una casa muy bonita.- Comenta en un intento de romper un poco el hielo.- ¿Vive aquí usted sola?- Pregunto para ver si la chica se distraía un poco y dejaba de pensar en lo que le preocupaba.

La mujer enrolla su pelo entre los dedos, en un movimiento claramente provocado por el nerviosismo. -Oh, bueno... Sí, vivo sola. Antes vivía con alguien, pero hubo problemas...- Hace una pausa para mirar su reloj de muñeca. La hora que ve en el parece ponerla aún más nerviosa. -¿Tardará mucho en responder la central para lo de la línea?- Te pregunta. Pero no parece que te lo diga por que tiene prisa. Más bien parece que prefiera que te quedes con ella durante el máximo tiempo posible.

Su comportamiento llega a parecerte realmente extraño. Nunca habías trabajado con un cliente así. Y por unos instantes deseas saber en qué diantres está pensando la chica, que se pone tan nerviosa. Ella se queda mirando la calle desde una ventana, como si estuviera esperando a algo o a alguien. Pero por como se comporta, no parece que espere con ansias la visita.

Walter frunce el ceño ante el comportamiento de la muchacha. No entiende de que va todo eso pero su olfato canino entrenado por la ingente cantidad de series policiacas que se tragaba a diario, le indica que había “algo” que se le escapaba. Entonces la mujer le pregunta si tardara mucho en llegar la respuesta de la central.

-          Ho…- Responde un poco descolocado por la pregunta.- No debería tardar mucho, depende de cómo este de saturada la centralita.-

¿Por qué le da la impresión de que aquella señora tenía la esperanza de que la central tardase en responder? Normalmente los clientes van con prisas y precisamente lo que quieren es que la instalación sea lo más rápida posible. Pero esto… esto era algo que sinceramente no esperaba encontrarse. Parecía además como si la mujer esperase la aparición de alguien en cualquier momento ¿Tal vez la misma persona con la que la muchacha había convivido antes? Pudiera ser que acabasen la relación de malas maneras y precisamente fuera esa la razón de tanto nerviosismo. La curiosidad le pico. Tenía que destapar ese misterio.

Intranquilo se pone en pie y rascándose la cabeza pensativo mira a la mujer.

-          Emmm, disculpe.- Comienza intentando ordenar sus ideas.- ¿Ocurre algo? No he podido dejar de ver su nerviosismo… ¿Es que teme que alguien venga a hacerle daño?-

Y en ese momento el sensibilizador de eco emitió un pitido y su pantalla se ilumino con una serie de dígitos. La respuesta de la central había llegado…

La chica sigue nerviosa, mirando a todos lados. Abre la boca para responder a tus preguntas, pero la respuesta de la central llega. La chica se queda en silencio, cerrando los ojos. Por un momento parece que la mujer a la que acabas de ver se haya transformado en otra distinta.

Con una tremenda curiosidad, te la quedas mirando. No se mueve, su cuerpo aparente una serenidad que difícilmente podrías creerte luego de lo que acabas de ver. Te acercas un poco a ella, pero entonces abre los ojos. En ese momento, su mirada te aterroriza. Es como si en el rato en el que ha estado en silencio, hubiera visto algo espantoso. Los ojos se le humedecen y su rostro vuelve a adquirir el nerviosismo anterior. Pero esta vez multiplicado por dos.

-Váyase...- Te susurra al principio. -¡Váyase de aquí, por favor! ¡No puede quedarse! ¡No puede!- Antes quería que te quedaras, y ahora que te vayas. No logras entender las intenciones de la mujer. Pero de alguna forma captas su angustia, y te dejas arrastrar hasta el coche.

La mujer te mira a los ojos durante unos instantes. Y, aunque no abre la boca, por un momento pareces entender el mensaje en tu mente. Lárgate de aquí, ahora.

Sin más dilación, enciendes el motor y comienzas a alejarte de la casa. Pero mientras circulas, ves a alguien por la calle. No es que quieras fijarte en ella, es que tiene un aspecto bastante chillón. Una melena roja... Tan roja como el fuego...

No te llegas a fijar mucho, pero cuando ya llevas unos minutos yendo hacia la central, escuchas una potente voz en tu cabeza. -¡Mierda! ¡Ya está aquí! ¡No!... ¡NO!

 Por unos instantes Walter se queda paralizado al volante totalmente alucinado. ¿Acababa de oír los gritos de aquella mujer en su cabeza?... De pronto se da cuenta de que se ha saltado un semáforo en rojo y frena de golpe a tiempo de ver un coche que se cruza en su camino en la rotonda. El pitido del claxon, se despide de él mientras boquea intentando recuperar la respiración después de tan tremendo susto.

-          ¿Que… qué diablos ha sido eso?- Logra preguntarse en un mar de sudores fríos.- Escuche los gritos de esa mujer pero eso es… es… imposible.- Un escalofrió le recorre la columna de arriba abajo.

¿Era imposible? Se acuerda del momento en que la muchacha le había echado de la casa a empujones, en aquel instante le había parecido que le había hablado sin mover los labios. Entonces lo había tomado por una confusión suya provocada por la situación de gran tensión que estaba viviendo, pero ahora… ahora no estaba para nada tan seguro.

-          ¡¡¡La mujer!!!- Exclama de repente.- ¡¡¡Si no ha sido una alucinación está en peligro!!!-

Aprovecha que el semáforo se había puesto verde para darle caña al motor y rápidamente da vuelta en la rotonda volviendo por donde había venido.

No sabe de dónde le viene ese impulso y ni siquiera le importa. De alguna manera sabe que aquella mujer está en peligro mortal y él es el único idiota que se arriesgara a salvarla.

-          ¡Joder! ¿Qué coño está pasando?- se pregunta mientras acelera el coche.

Llegas rápidamente en el coche de la empresa a la casa de la chica. Está tal cual la dejaste. Bueno, no. La puerte principal está entreabierta. Parece que alguien la ha dejado así... Pero, ¿si esa mujer estaba tan asustada de algo que iba a venir dejaría la puerta abierta?

Decides salir del coche y entrar en la casa. Corres, raudo, sobre los adoquines que conducen a la entrada. Nada más llegar, abres la puerta lentamente. Todo parece calmado, como si no hubiera nadie en la casa... Te adentras en el domicilio, y echas un vistazo. Todo el aire de los pulmones se te sale de golpe. Lo que ves te deja sin respiración. En el salón, sobre el sofá... La chica está muerta. Un charco de sangre comienza a agrandarse en el suelo, procedente de un flujo de sangre que sale de su cabeza. Tiene una herida de bala, justo en el centro de la frente. Horrorizado, pierdes el control sobre ti mismo, y te quedas bloqueado sin saber exáctamente qué hacer...