Partida Rol por web

Kate, Brooklyn (Nueva York)

Una mujer y un hombre trajeados aparecen en la televisión, comentando las últimas noticias ocurridas en Nueva York. Estás sentada en el sofá del apartamento de tu amiga. Te ha acogido en su casa desde que saliste de la cárcel, y contínuamente trata de ayudarte en todo lo que puede. La preocupas de verdad, y parece que no llegará a estar tranquila hasta que consigas algún tipo de "estabilidad". Ahora mismo no está encasa, suele salir por las mañanas a dar un paseo. Suspiras, algo cansada, mientras los dos presentadores comienzan a hablar de una nueva noticia.

-Bueno, Tracy, ¿qué pasó entonces en Central Park?

-Verás, Henry, al parecer una persecución policial causó varios destrozos por la zona. El delincuente que huía entró en el parque, conduciendo un coche robado. La policía tuvo que hacer lo mismo para no perderle la pista. Hubo varios heridos, pero gracias a Dios ninguno resultó herido mortalmente.

-¡Vaya! ¿Y qué pasó al final? 

-Esa, compañero, es la parte más interesante de la historia.- Un vídeo de la persecución grabado vía helicóptero aparece en pantalla. -Como los televidentes podrán apreciar, el coche del fugitivo volcó de manera inesperada. Y se arrastró varios metros por el suelo hasta detenerse. Los agentes aún no han podido explicar con certeza lo que pasó, pues el coche pareció ser golpeado por algo invisible.

El hombre en la pantalla esboza una mueca que denota su incredulidad. No parece que acabe de creerse la historia. Aunque tú tampoco te la llegas a creer. ¿Cosas invisibles que golpean? Por favor...

Decides cambiar de canal, seguro que hay cosas mejores que ver en la tele.

Comenzaba a estar un poco aburrida de esta situación, pero si no llega a ser por mi buena amiga, ahora estaría durmiendo en las orillas de Hudson entre dos cartones, así que tenía mucho que agradecerla. Ya estaba intentando buscar un trabajo, pero la cosa no era fácil, ya que en este maldito país, las leyes dictaminaban que debía avisar de mis antecedentes antes de que me contrataran, y la verdad, es que haberme pasado un tiempo en la cárcel por cómplice de un robo no me estaba ayudando demasiado.

- Quizás debería salir a correr también por las mañanas, estoy segura de que mi cuerpo me lo agradecería. - Pensé para soltar un largo y sonoro suspiro mientras me sentaba en el sofá y cogía el mando para encenderla. - Oh, vaya, que guapos van los dos presentadores.. - La mueca de mi cara decía decía el resto de lo que pensaba.

Escuché atenta la noticia, pero mi mueca cambió a una sonrisa y de ahí a unas tremendas carcajadas. Era normal que en esta ciudad los delincuentes fueran de droga hasta las cejas, pero que los policías también e hicieran esas declaraciones ya me parecía excesivo. Ya había visto a las suficientes mujeres carceleras, trabajadoras del estado, para saber que la mejor de ellas era una tremendísima hija de puta, pero esto ya era para " mear y no echar gota" como diría una de las compañeras de celda que tuve.

- Creo que para ver como desvarían unos cuantos yonkis raros, mejor busco una película a lo alien, que el que desvariaba sólo era el dibujante de la criatura. - Pensé mientras cambiaba de canal.

Cambias de canal, y la mujer y el hombre trajeados se transforman en un documental de animales marinos.

Sin siquiera darte tiempo a seguir cambiando de canal, alguien irrumpe en la sala. Es Sara, ya ha vuelto de su paseo. Lleva un periódico en la mano.

Cierro la puerta detrás mío provocando un sonoro estruendo. -¡Ya estoy en casa!- Anuncio a pleno pulmón. Le echo una ojeada a la estancia y veo a Kate sentada en el sofá, viendo la televisión.

-¿Qué tal, guapa? ¿Has dormido bien?- Le pregunto, con un tono claramente afectuoso.

Me acerco a ella, rodeando el sofá, y me siento a su lado. -¿Peces? ¿No tienes nada mejor que mirar?- Le reprocho, bromeando. -Mira, he comprado el periódico de hoy. Quizá encuentres... no sé... alguna oferta de trabajo que esté bien. Ya sé que tienes el tema de los antecedentes y todo eso pero... ¡No hay que rendirse!- Sonrío ampliamente, añadiendo énfasis a mis últimas palabras. Dejo el periódico sobre la mesita de café que hay frente a la televisión y me acomodo en el sofá.

- Buenos días! - dije casi contenta de que Sara llegase, ya que en realidad estos peces sólo ibas a conseguir que me durmiera de nuevo y eso que casi estaba recién levantada. - Es que era esto o un programa aún peor.. la televisión ya no es lo que era. ¿ No se supone que a estas horas una podía ver dibujos animados? - Bromeé mientras cogía el periódico y miraba a mi compañera. - Te agradezco mucho todo lo que estás haciendo por ti y prometo tratar de encontrar algo pronto para desocuparte la casa y dejar de abusar de tu caridad para conmigo.

Tras una sonrisa agradecida, abrí el periódico directamente por las hojas de empleo, a ver si encontraba algo que me pudiera servir al menos para pagarme un alquiler sin tener que seguir necesitando a Sara. No por egoismo, sino por que ya comenzaba a sentirme culpable por tener que pedirla tanta ayuda.

Hojeas la sección de empleo. Algunos anuncios, bastante llamativos, captan tu atención. Pero sin distraerte, examinas anuncio por anuncio las páginas del periódico.

Algunos de los oficios que sobresalen entre los demás:

Oficinista...

Repartidora de periódicos...

Técnico informático...

Camarera...

Repartidora de pizza...

Las opciones son varias. Algunas requieren tu licenciatura, otras no... Está en tus manos escoger algo. Sara te mira, expectante. -¿Y bien? ¿Algo interesante?...

Echo un vistazo a lo que hay, y al menos, a estas entrevistas me parece que aún no había ido. Suspiré miré a Sara:

- Bueno, hay una para trabajar de oficinista, otra para trabajar de técnico informático y si ninguna de esas dos me quiere, pues tengo una para trabajar de camarera.. - Digo encogiéndome de hombros. - Voy a ir llamando ya a ver si tengo suerte con alguno..

Comencé a llamar uno a uno de los anuncios, preguntando los lugares para llevar los currísculums y apuntándolo todo con el fin de presentarme lo antes posible a las entrevistas.

- Espero que me cuadre algun.. sino voy a tener que empezar a prostituirme para tener algo de futuro.. - Dije bromeando mientras me ponía el teléfono a la oreja.

-No digas tonterías...- te reprocha Saen en un susurro mientras alguien contesta a tu llamada. Es una mujer, al parecer joven. Muy amablemente te da todos los datos que necesitas saber. Cuando cuelgas, marcas otro número, y la sesión de preguntas vuelve a comenzar.

Una a una, las personas que te van contestando a las llamadas te dan toda la información referente a las entrevistas de trabajo. Finalmente la cosa queda así:

-Técnico informático. Una empresa no muy lejos de tu casa. A las 16:00

-Repartidora de periódicos. La editorial de un periódico local, no muy lejos. A las 17:30

-Camarera. Un bar de la zona. A las 19:00

-Oficinista. Una empresa algo lejos de la zona. Mañana a las 11:00

-Repartidora de pizza. Una pizzería bastante lejos de la casa de Sara. Mañana a las 16:25

Las direcciones y las horas han quedado apuntadas en un papel de bloc de notas. Ahora mismo son las 11:37 de la mañana.

Sara bosteza y cambia de canal. En la tele aparece un tipo haciéndoles preguntas sobre historia a tres personas. Vamos, el típico concurso por la tele.

Cuando colgué el teléfono tras hablar con el del último anuncio, ya estaba aburrida casi de hablar por él. Colgué y resoplé a la vez que miraba a Sara con cara de desesperación.

- Bueno, creo que me presentaré hasta a la entrevista de repartidora de peoriódicos. Con un poco de suerte tengo que ir en bici y me pongo en forma.. - Respondí tomándome con humor el hecho de mi mala suerte. - La del puesto de informático, que es la que más me interesa no es demasiado lejos y es hoy a eso de las 16:00.. Si hubiera suerte con esa, quizás me ahorre ir al resto..

Por suerte, no era de las que se daban por vencidas en seguida, ya que sino con cómo estaría ya a estas alturas no podría levantar cabeza en una temporada. Lo que sí que tenía claro, es que esta vez quería un trabajo legal, una vida normal y tranquila.. con estar una vez en la cárcel había cumplido para el resto de mis días.

Sara se levanta del sofá, sonriendo. -Bueno, ¡seguro que esta vez va la vencida!- Te anima, se la ve alegre. Dicho esto se va a su habitación, -Bueno, tengo cosas que hacer...- y cierra la puerta detrás de si.

El tiempo parece pasar muy lentamente. Unas horas más tarde, Sara sale de su habitación y comienza a preparar la comida. Hace macarrones con queso gratinado. Cuando ha acabado os sentáis en una mesa en la cocina y comenzáis a comer.

Me llevo el tenedor a la boca, y durante unos segundos degusto mi propio plato. La verdad es que esta vez no me han quedado nada mal...

-Bueno, Kate. ¿Entonces irás primero a la entrevista para técnico informático? Si te digo la verdad, yo no sé mucho como funcionan... Solo sé lo básico y necesario. ¡Ja! Algún día me tendrás que enseñar.- Le suelto, en tono divertido.

Sigo comiendo durante unos minutos. -¿Y dices que también había un anuncio para ser repartidora de periódicos? ¿Era esa que está por aquí cerca? Es que tengo un amigo trabajando en esa. Quizá sea la misma...- Me quedo pensativa, mirando al vacío.

Me acabo el plato de macarrones. -¡Vaya, ésta vez me han salido de lo más buenos! ¿No es así?- Sonrio mientras miro a Kate. Normalmente no dejo de sonreir, es como si fuera irradiando felicidad por todos los lugares por los que paso. O eso me dicen...

-Había pensado en acompañarte, pero esta tarde me ha surgido algo importante. Lo siento.- Me muerdo el labio inferior levemente mientras miro a Kate, como disculpándome.

Pasé el resto de la mañana sentada, tirada y de nuevo sentada en el sofá. No tenía nada mejor que hacer y tampoco le pregunté a mi compañera acerca de eso que tenía que hacer y para lo que se había encerrado a cal y canto en su habitación, al fin y al cabo a todos nos gusta tener nuestra intimidad.

Cuando volvió a hacer acto de presencia, la ayudé a hacer la comida, aunque más bien la estorbaba porque mi idea sobre cocinar era llamar al chino cuando no había nada en la nevera.

- Sí, creo que primero iré a la de informática, que si me sale allí al menos podré trabajar aguto, aunque estoy totalmente oxidada ya. Es como si hiciera mil años del día que obtuve mi licenciatura. - Cuando me comentó lo de repartidor de periódicos me encogí de hombros y suspiré. - Hombre, el sueño de mi vida no es que sea ponerme a repartir periódicos, pero de todas formas no es que tenga demasiadas opciones, así que también acudiré a esa entrevista, claro. No te preocupes por no poder acompañarme, prefiero deprimirme sola de entrevista a entrevista. - Me reí tras mis últimas palabras, ya que cada vez que iba a mis malditas entrevista acababa de verdad triste y arrastrando los pies de un lugar a otro.

Saliste de casa temprano, no convenía llegar tarde. Después de unos minutos llegaste al edificio de la empresa. Sin más dilación procediste a entrar y a preguntar en recepción por la entrevista de trabajo. Cuando llegaste al lugar donde tenías que aguardar, te sentarse en una silla, junto a otra persona que seguramente también había venido a la entrevista. Ya hacía un rato que esperabas. En la misma sala habían como 4 personas, a parte de ti. Todas querían el puesto. Y todos eran más jóvenes que tú, con muchas posibilidades. Pero eso no te hizo decaer, seguiste adelante...

Finalmente, tu turno llegó. Entraste en un despacho, donde un tipo trajeado te hizo sentarte en una silla, frente a su escritorio. Te comenzó a formular algunas preguntas, y tú supiste responderlas. Pero llegó la prueba definitiva. Los antecedentes.

Ahora mismo te encuentras sentada frente al hombre trajeado. Parece de lo más complacido contigo, pero ha llegado el momento de exponer los antecedentes. Se te queda mirando, atento. Ha llegado la hora de la verdad...

Otra vez en una sala de espera con el curriculum en la mano y gente que te miraba dispuesta a pisarte en caso de ser necesario. Al menos, el nerviosismo desaparece después de la cuarta o quinta entrevista en cosa de una semana y ya te hace estar calmada y tomarte las cosas de otra forma.

Entré al despacho y contesté de forma amable, con voz suave.. y todas esas cosas que a los entrevistadores les gustaba tanto, aunque lo que más me preocupaba llegaría más tarde. Y así fue, el temido momento llegó, pero decidí ser lo más directa posible, total, andarme con rodeos sólo iba a suponer parecer más idiota.

Miré a los ojos a mi entrevistadory enconces comencé a hablar:

- Tengo algo más que comentarle. - Aquí hice un pequeño silencio y cogí aire profundamente. - Tengo antecedentes penales. Estos dos últimos años me los he pasado en prisión por cómplice de robo. - Luego mostré una sonrisa sarcástica, me levanté y le tendí la mano. - Supongo que ahora es cuando me da las gracias por venir, me despide y cuando salga por la puerta tira mi curriculum a la basura, pero le pido que lo reconsidere. Se supone que ya he pagado mi deuda con la sociedad y para poder llevar una vida normal, como comprenderá necesito trabajar.

El tipo trajeado se queda en silencio, sorprendido, durante unos segundos. Luego su sonrisa vuelve. -Oh, no se preocupe, señorita Davis. Lo comprendo, y supongo que mis superiores también lo harán.- Aunque no llegue a parecerlo demasiado, su sonrisa es sincera.

Se levanta, tras su escritorio, y te tiende la mano. Después de estrechársela te dice -Bien, de entre todos los candidatos usted me ha parecido la más conveniente. Haré lo que pueda para que el puesto sea suyo, aunque la última palabra la tengan los peces gordos... Jeje, ya me entiende.- Cuando sales del despacho el hombre sigue sonriéndote. Parece que le has caído bien.

Bueno, no parece que haya ido tan mal después de todo... ¿No? Ahora te encuentras frente al edificio de la empresa. Consultas la hora. Ya son las 17:08... ¿¡Cómo puede haber pasado tan rápido el tiempo!? Parece que ahí dentro el tiempo funciona de otra manera... La editorial del periódico queda en dirección contraria respecto a la que has tomado para venir aquí. Son unos 15 minutos aproximadamente, si vas andando, de aquí a casa de Sara. Y luego otros 15 minutos para llegar a la editorial. Y encima no llevas nada suelto para pagarte un transporte. Menudo marrón... ¿Qué vas a hacer? La entrevista ha salido bien, pero más vale prevenir...

Salí bastante contenta y sonreí aún más a la gente que quedaba en la sala de espera, sólo por jorobarles un rato y que se pusieran más nerviosos.. cualquier ayuda sería bien recibida.

Cuando salí del edificio miré la hora y casi se me salen los ojos de las órbitas. - Joder! Coño. Menuda Mierda! - Busqué en mis bolsillos a ver si tenía algo de pasta como para poder coger un autobús, un taxi o similares, pero bueno, la respuesta a eso no me sorprendió lo más mínimo. No, no tenía.

- Sólo hay algo más triste que no tener un puto pavo en el bolsillo y es lo que voy a hacer ahora mismo: Echar a correr por la calle adelante para ir a una entrevista para una mierda de trabajo como repartidora de periódicos. Si la vida puede ser más triste y penosa que la mía, no quiero saber cómo lo estará pasando al que le toque.. - Suspiré sin hacer demasiado ruido. - Encima cuando llegue allí no voy a poder ni hablar, que está en el quinto carajo..

Decidí dejar de pensar antes de que se me pasara más la hora y eché a correr por la calle, tratando de llegar a esa entrevista a tiempo, cosa que ya parecía demasiado improvable.

Corres sin parar... El sudor comienza a recorrer tu rostro, provocándote un leve cosquilleo. Algunos se apartan a tu paso, quejándose. Otros simplemente te dejan paso al verte. Se te ve muy ajetreada.

Después de unos minutos, el cansancio comienza a hacer mella. Y por si no fuera suficiente, te paras en un semáforo en rojo. ¡Pero que...! ¡¿Por qué ahora?! ¡Con la prisa que tienes! ¡Y encima no está pasando ningún coche! La mayoría de la gente se espera , amontonándose a un lado y otro del paso de peatones. Parece que el semáforo no vaya a ponerse nunca en verde. Y como no pasa ningún coche, decides cruzar el paso en rojo.

Algunos se apartan mientras te abres paso para llegar a la calzada. Después de dar un pequeño salto al bajar de nivel, comienzas a correr a través del paso de peatones. Pero cuando vas por la mitad la suerte decide hacerte pasar un mal rato, y te tropiezas. Caes al suelo, provocando un sonido algo amortiguado. Por si fuera poco, te has hecho daño en el tobillo al tropezar. ¡Dichoso azar!

Los peatones parecen quedarse petrificados al ver como una furgoneta va cruzando la calle a toda velocidad. Y en pocos segundos seguramente te conviertas en papilla al atropellarte. La situación no pinta nada bien...

Corría todo lo que podía, aunque definitivamente tenía que empezar a correr por las mañanas o algo, ya que estaba sudando de lo lindo. La gente no hacía nada más que mirarme mientras pasaba corriendo. - No, si al final me va a dar el alto un policía y con mis antecedentes me voy a quedar a dormir en un calabozo gratis hasta que me suelten. Si es que lo estoy viendo..

La gente se comenzó a acumular para cruzar la calle. - ¿ Ahora un semáforo? - Pensé al pararme y recuperar el aliento. - A alguien de por ahí arriba nole cambio bien, o es que en otra vida fui muy mala y en esta las estoy pagando todas juntas. Pues no sé como lo van a ver pero no tengo toda la tarde.. - Mi impaciencia se incrementaba cada centésima de segundoque pasaba quieta delante del semáforo. - No puedo esperar más, además está en rojo por ponerse que no viene nadie.

Decidí cruzar en ese instante, rápidamente para evitar algún disgusto, pero quizás lo de volver a salircorriendo no fue la mejor idea que tuve,ya que me caí en mitad de la carretera. Antes incluso de poder pensar nada, escuché las exclamaciones de la gente quequedaba en el paso de peatones. Levanté la cabeza, todo ocurría demasiado rápido, peroa la vez despacio,  y vi las ruedas de un vehículo que se aproximaba a mí. No pude gritar, ni siquiera en una de esas malsonantes exclamaciones que tanto utilizaba. Cerré los ojos y traté de rodar hacia una de las aceras esperando que me diera tiempo y antes de acabar pegada a la carretera. No abrí los ojos en ningún momento, no quería saber qué era lo último que veía alguien justo antes de ser atropellado.

De pronto sientes un subidón de adrenalina. Todo tu cuerpo reacciona, y tu tobillo parece ignorar el daño que ha padecido. A la velocidad del rayo te apartas de la calzada, rodando. Por tu propio impulso consigues ponerte de pie de un salto, y cuando abres los ojos te sientes extrañamente mareada. Pero tu sorpresa es mayúscula cuando te das cuenta de que estás muy, pero muy, lejos del paso de peatones. Casi como 20 metros más allá. Segura, en la acera.

La gente va pasando a tu alrededor, nadie parece fijarse en ti. Por alguna extraña razón has recorrido esa distancia a una velocidad inhumana, y nadie parece haberse dado cuenta. Más allá, en el paso de peatones, la gente aún resopla y murmura, nerviosa. Lo que ha pasado ha sido muy extraño, pero decides atribuirlo a la suerte y seguir corriendo. Pero la cosa no se acaba ahí. Ahora mientras corres no te cansas... El viento golpea tu cara sin molestarte siquiera. Te sorprendes a ti misma desplazándote a una velocidad vertiginosa, superior a un corredor olímpico...

Aún sin entender el porqué, comienzas a correr, y a correr... Y por primera vez en mucho tiempo te sientes libre. Libre de verdad, para ir a donde te plazca.