Partida Rol por web

Dejó a su espalda a los dos matones armados sin duda y pensó en la mala situación en la que se estaba metiendo. Las manos se le agarrotaron al darse cuenta de la puerta con la botonera. Calculó las posibilidades de acabar con aquellos dos hombres, desnudo y con ellos armados desde una posición superior estaba complicado, además la luz rojiza tampoco ayudaba se dijo con los ojos entrecerrados por la molesta luz. Podría acabar con uno pero el otro probablemente de derribaría de un disparo si no era muy rápido.

Tensó su cuerpo pues no se le ocurría nada más hasta que la suerte quiso ponerle aquella chiquilla delante suyo. Trató de fijarse en sus ojos por si estaba tambien colocada, no pudo distinguirlo con la luz pero en segundos llegó a la conclusión de que aquella chica estaba ahí igual que él.

Sin ser invitado.

La chica le recordaba algo pero su mente no llegaba a reconocerlo. Pero no era el momento para quejarse de su buena suerte. Con un poco de fortuna ella estaría mejor preparada y sabría la combinación de la puta puerta, si no aún le serviría con un poco de suerte de escudo humano. Lanzó una mirada a los dos matones que miraban atentos a que abrieramos la puerta. Se hizo a un lado dejando a la chica delante de la puerta esperando que lo que llevaba en la palma de la mano fuera el código de acceso.

Los gorilas se ponían nerviosos.

Frost se acercó a la muchacha escudandola con su cuerpo, que pensaran que él tambien estaba colocado se dijo mientras metía la mano por dentro del escote.

-Nos están mirando- le susurró mientras hundía la cabeza en su cabello para hacer como si le mordisqueara el cuello. -Abre la puta puerta o nos van a matar a los dos.

- Eso no ayuda.- susurro la mujer intentando no ponerse mas nerviosa. Tecleo con rapidez y sobre la puerta se encendio una pequeña luz verde dejandoos paso al interior.

Los matones se miraron entre ellos y aunque no muy convencidos prefirieron dejaros entrar tranquilos antes de molestar a invitados importantes que sabian la combinacion.

Al abrirse escuchasteis gritos y sonido de latigos agitandose. La vista del interior era oscura y los ojos tardaron unos segundos en dejaros ver que estabais en una enorme mazmorra con jaulas, donde los VIP de la fiesta podian llevar a cabo sus fantasias mas retorcidas.

  Una mujer salió a vuestro encuentro.

 -Buenas noches señores.- dijo amable mientras el sonido de jadeos, lamentos y gritos resonaba en las paredes.

 Os miro y cerro la puerta.- Soy la guardiana de la mazmorra. ¿En que puedo serviros? Una habitacion privada, algun juguete en especial, una tercera persona que culmine vuestras fantasias... Aqui nada es pecado, nada esta prohibido.

La mujer quedo esperando una respuesta.

 La visión se fue adaptando a la poca luz del lugar. Viste a la misma chica que lloraba en el pasillo recibir la caricia del latigo en una esquina, bajo la mirada de varias personas que bebian champan y se reian de la pobre infeliz. Cuando uno se cansaba otro tomaba el latigo para seguir el juego.

No prestó atención a los hombres armados a su espalda. Ni se giró; hacerlo habría sido demostrar que le preocupaban y le señalaría como hostil o al menos eso sería lo que el pensaría de estar en su caso. De ese modo se limitó a mantener la respiración simulando calma mientras la chica abría la puerta sin que su desnudez solo oculta por la bata abierta le molestara lo más mínimo.

A veces el diablo tiene suerte, se dijo y traspasó el umbral junto a la muchacha que tan amablemente le había abierto la puerta. Habían muchas preguntas, quien era, que hacía ahí o que quería que tendrían que quedar para luego.

El chasquido del látigo, los gritos de dolor y luego las imágenes que se desplegaban ante sus ojos a medida que se adaptaban a la oscuridad no dejaban lugar a muchas dudas de lo que hacían en aquel lugar. Si tuviera consciencia sentiría repugnancia por lo que le estaban haciendo a la chica, por suerte estaba en una misión y el objetivo era siempre lo primero. Escuchó a aquella maestra de ceremonias enmascarada, entendió muy bien el rollo que se llevaba la gente de ahí dentro.

Colocó una mano en la cintura de la chica y la otra en la garganta sin hacerla daño pero firmemente por si forcejeaba, la chica era tan amable que le volvería a ayudar a acercarse a su objetivo. Sonrió ante la idea.

-El señor Oso y la señora Zorra han pedido una diversión… Especial. Debo reunirme con los amos con su juguete –dijo frío, como si estuviera hablando del tiempo y sin reaccionar a los chasquidos de los látigos cercanos.

Aprovechó aquellos segundos para mirar en derredor en busca de cámaras de seguridad o de más agentes de seguridad así como si la mujer de la máscara portaba armas o algún tipo de llave. Si todo salía mal sin duda la gata podría llevarle hacia donde estaban aquellos dos.

La mujer enmascarada se tomo un momento antes de asentir. Unos segundos muy tensos para vosotros dos.

Si había camaras no estaban a la vista y la luz no permitía notar demasiados detalles en los oscuros techos.- El rey oso suele tener gusto por la carne mas joven.- comento mirando a la asiática.- Debe ser un capricho especial.- comento acariciando la cara de Tricia con un dedo.

Llévala por el pasillo de la izquierda, sigue la alfombra roja hasta la habitación del fondo, no tiene perdida.- dijo ella, su ropa era ligera que no podría ocultar ni una pluma sin que viera o marcase. Ninguno de los presentes tenia armas de fuego, viste algunos cuchillos o dagas en las paredes, no estabas seguro de que fueran solo decoración.

La puerta se abrió y la mujer fue a atender a una señora de unos cincuenta años, que solicitaba a un muchacho negro para una "entrevista" privada.

Tricia se revolvió en cuanto la guardiana os quito la vista de encima.- No me toques.- susurro protestando pero sin atreverse a levantar la voz.

El pasillo de la izquiera era largo y estrecho, giraba formando esquinas angostas en una arquitectura caprichosa. El efecto aterrador de no saber que había mas adelante era compartido con la incapacidad de que por ese lugar entrara un gran numero de personas juntas.

A ambos lados del pasillo puertas cerradas con candados. En algunas había gente golpeando con los nudillos desde dentro, esperando ser oidos y liberados. Silencio en otras.

La puerta del fondo era inconfundible pero aun quedaban muchos pasos para alcanzarla y Tricia se revolvía con mas confianza esperando que la soltaras.

Se encogió de hombros ante el comentario de la mujer de la máscara y de inmediato empezó a andar en la dirección indicada sin malgastar una sola palabra más. Avanzó lentamente por miedo a perder el equilibrio en la oscuridad, pendiente de los detalles. Miró la gente, las personas actuando como animales… No había armas de fuego y con un poco de suerte no habría cámaras de seguridad en aquella sala de juegos.

Sin armas.

Sin que nadie se asustara por escuchar un grito.

Sonrió, tenía la sensación de que casi podía oler a su presa. El ansia de la caza le excitaba más que todo aquel sexo a su alrededor. Casi podía sentir sus manos alrededor de aquel cuello seboso y empezar a apretar lentamente, sentir primero hundir los dedos entre las capas de grasa, luego sentir el pulso y los músculos tensarse hasta sentir como la tráquea se cerraba.

Las quejas de la chinita le sorprendieron, calculó la fuerza necesaria para partirle en cuello solo por si acaso. Aflojó un poco la presión sin soltara mirando hacia adelante observando la oscuridad.

-Ni lo sueñes… Se supone que eres un regalito y puede haber mirones- dijo en un susurro muy cerca de su oído- primero gracias por la ayudita con la puerta, parece que sabes lo que haces y que tenías esto preparado… Y ahora dime quien eres y que haces aquí. La verdad o te rompo el cuello ¿Entendido? –Añadió de forma despreocupada, casi casual sin dudar en hacerlo si era necesario y la chica se interponía.

La mujer estaba asustada pero tenia agallas. Su pulso se acelero y su voz temblo.- Soy periodista, estoy siguiendo la pista de una compañera que desaparecio hace unas semanas mientras investigaba este tipo de fiestas privadas.

Nada te hacia sospechar que mintiera y tu esperiencia te decia que era sincera.- Antes de desaparecer me envio lo que había descubierto y si me pasa algo todo saldra a la luz publica.- añadio con la esperanza de disuadirte de partirle el cuello.
 

Malas noticias, la chica era una jodida periodista. Si se había metido ahí para contarlo todo había mordido más de lo que podía tragar. Pensó que tendría que eliminarla cuando todo hubiera acabado. Una pena no era una mala chica... Luego pensó en el gesto de disgusto de los más mojigatos de sus compañeros... A Shepard tampoco le gustaría, se encogió de forma imperceptible de hombros en la oscuridad quizá el pajarillo podría hacer algo con su cabeza para que no abriera la boca. 

Por supuesto no dijo nada de aquello. No le ayudaría, optó por jugar una baza ganadora.

-Chica... No sabes donde te has metido... Esto es muy grande, los tipos armados al otro lado de la puerta? No son seguratas son de los que disparan a matar y como ves a tu alrededor -le hizo girar la cabeza para que se fijara en alguna de aquellas escenas donde golpeaban y abusaban de chicas no muy diferentes a ella- a esta gente no le importa hacer daño.

-Haz todo lo que te diga y quizá saldrás viva de esto para contar la historia más grande de tu puta vida.

-¿Entendido?

Sin esperar a que ella pudiera responder llegaron delante de la puerta. -Quieta- le dijo -es todo parte del espectáculo- Le arrancó la ropa sin importar de si llevaba o no ropa interior. Llamó a la puerta con fuerza, sin demostrar duda en ellos mientras la sujetaba con fuerza por si se resisitía y esperó a que el Señor Oso la abriera. Se habían terminado  los momentos de calma. Ya había llegado el momento de ponerse en acción.

Debajo llevaba un conjunto de ropa interior de encaje. Asomando en una da las copas de su sujetador viste una pequeña tarjeta con algunos datos escritos, sin duda tenian que desaparece de allí.

Tricia emitió una queja en forma de sonido irritante y se removio cuando le rompiste la ropa, con desagrado y lanzandote una mala mirada acepto tu plan ya que no se le ocurria nada mejor.

 Adelante.- dijo una voz ronca, desagradable y aspera.

 Alguien abrió la puerta para ti. Una mujer que solo tenía puesta una mascara de cuero negro tapandole la cara.

 En el interior, el hombre con la cascara de oso se encontraba sentado en un sofá de cuero rojo, observando como su la mujer con mascara de zorra recibia las antenciones de un muy bien dotado varon, con la cabeza cubierta por otra mascara negra.

El hombre os vio entrar y sonrió.- Adelante.- repitio sin moverse del sitio.- Umm... El chico del espectaculo y la acompañante del señor Kinlerd. ¿A que debo este honor?.- pregunto e hizo un gesto invitandoos a tomar algo de lo que tenia servido en la mesa.

Visteis pastillas de todos los colores y formas, cocaina, heroina, y pastillas azules, por supuesto. Sobre esa mesa había mierda por valor de un coche de lujo o una casa.

Un segundo antes de entrar con dos dedos cogió la nota y la guardó en el bolsillo de la bata que llevaba. Antes de que la chinita pudiera protestar de nuevo la empujó dentro de la habitación liberándose de ella para tener las manos libres.

Miró a su alrededor con la calma que solo podía dar la experiencia. Buscó cámaras, seguridad y cualquier objeto que pudiera ser usado como arma en caso de necesitarlo. Eran en aquellos momentos en las que se ganaba su apellido. Frío, sin emociones que pudiera perjudicar la consecución de la misión. Aquella calma que relajaba su mente y la convertía en un paraíso de escarcha antes de matar.

Grabó en su mente el nombre de Kinlerd por si resultaba necesario, sin decir nada avanzó unos pocos metros hacia la mesa como un yonkie cualquiera en aquel campo temático para los drogadictos, miró a los objetivos, el hombre de la máscara la mujer-zorra y él. No le miró directamente, aún no. No quería que tuviera tiempo de reaccionar. Habían tres sujetos, un solo objetivo y cualquiera de ellos podría dar la alarma.

Mal asunto.

Por suerte la gente estaría acostumbrada a los gritos en aquel lugar. En otro momento se habría limitado a romper el cuello al hombre de la máscara. Pero quizá no era nadie más que otro desgraciado padre de familia tratando de pagar una quimioterapia. Se reprendió por el sentimentalismo, no era profesional.

Aún así avanzó decidido y sin decir palabra cerró el puño y golpeó con suficiente fuerza para tumbar a un buey en la sien del de la máscara. Inconsciencia durante varias horas y una migraña que duraría días pero seguiría vivo.

Calculó el resto de movimientos. Golpear a la mujer en la cara para dejarla KO y abalanzarse sobre el objetivo con la mayor velocidad posible. Si todo salía bien y les sorprendía sin duda solo tardaría unos pocos segundos. Si algún salía y avisaban a los hombres armados… Tampoco era que importase demasiado porque él y la periodista acabarían muertos.

El segundo de calma dejo volando y sin respuesta la pregunta de vuestro anfitrión, desembocando en un estallido de violencia. Frost dio un golpe duro y brutal, dejando comatoso a uno de los guarda espaldas enmascarados. Paterson nisiquiera movió un musculo por ello, igual que si estuviera frente a una pelicula se limito a observar como dejabas fuera de combate a sus escoltas y las mujeres que le acompañaban.

Ninguno era rival para ti.

Casi te resulto una ofensa ganar una pelea tan fácilmente.

El obeso dueño de la mansión aplaudió gustoso con el espectáculo ofrecido. Demasiado tranquilo y alegre, presumiblemente por el efecto de una o varias drogas que afectaran a su sentido de la realidad.

La reportera, que se mantuvo a cubierto durante toda la pelea, apostada en un rincon para escapar de cualquier golpe perdido, recupero la confianza y se acerco a ti. Notaste que la reportera estaba tan intranquila con tu presencia como con la de aquel hombre despues de verte pelear.

- ¡Magnifico!. Me ha impresionado. ¿Quiere un puesto de guarda espaldas? Acaban de quedarse un par de vacantes.- se burló.
 

Resolló profundamente un par de veces. A vista de cualquiera no tuviera entrenamiento militar probablemente pensaría que estaba resollando de puro cansancio.

Nada más lejano de la realidad.

Ahora que había dejado de matarse con el alcohol y empezaba a comer regularmente su cuerpo se recomponía lentamente por si mismo así que no era eso. Aquello solo había sido un calentamiento y los de seguridad no le habían hecho siquiera sudar pero estaba tratando de controlarse. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba de la caza, de la ansiedad el segundo antes de lanzar el golpe definitivo, de las endorfinas generadas por su cuerpo al conseguir el premio...

Raptor tenía ganas de matar.

Y ahí estaba Paterson, macarra, violador... Un montón de estiércol que merecía morir. Joder si merecía morir... Dio un paso hacia él, pensó en ella, en su madre, en el vídeo, en las pelirrojas... Apretó los puños sin importarle que la puta periodista dijera o hiciera nada para evitarlo. de todos modos tendría que matarla también a ella.

Un solo golpe.

Aplastarle la tráquea, ver como se agarraba el cuello mientras se ponía azul, saborear esos momentos de pánico en que te das cuenta que te mueres y no puedes hacer nada boqueando como un puto pez para un aire que no llega. Avanzó hacia él. A la mierda la misión, solo estaba la caza.

Se colocó a pocos centímetros del gordo tan drogado que no sabía que iba a morir. Una mano en su hombro le detuvo. Era Shepard. Frost sabía que no estaba ahí, que eres su imaginación y que el General estaba muerto. Miró por encima del hombro para mirar al fantasma tuerto a los ojos. Recordó el video que le dejó. La misión... Sindy... Cuidar de ella... Sus hermanos... Quedó hierático unos segundos antes de empezar a hablar.

-Tienes suerte. La próxima vez ni siquiera Shepard te salvará el culo- dijo con una sonrisa un tanto melacólica que desentonaba con su rostro.

Le aplastó contra lo que fuera que estuviese sentado tapandole la boca con la mano y le agarró una oreja tirando hacia abajo con todas sus fuerzas para desgarrársela.

-Ahora sabes que voy en serio... Tenemos una reunión privada tú y yo... Ahora vas a sacarme de aquí son calma y sin ruido o la próxima vez te arrancaré los ojos. ¿Entendido?

Frost dijo aquello en un todo casual y distendido, como si estuviera comentando el último partido de los Dodgers en una reunión de amigos después del trabajo. Al fin y al cabo, era eso. Estaba haciendo su trabajo, el único que se le daba bien.

El señor oso, demasiado gordo para esquivarte, se encontro arrinconado, viendo que su oreja era desgarrada y arrancada de su natural lugar.

- ¡QUEMA, QUEMA! ¡JODER, ESO QUEMA!.- exclamo con dolor.

Viste que su sangre burbujeaba por un momento, despues se volvia algo mas solida y consistente hasta comenzar de nuevo a formar una nueva oreja entorno a la herida abierta.

La mujer que te acompañaba vio como la oreja cercenada caia cerca de sus pies, igual que el rabo cortado de una lagartija temblaba y se movia como si tuviera vida propia. Ella dio un respingo, nada comparado con el terror que tu ataque le habia causado. Supiste que su instinto le decia que corriera y no mirara atras, su olor te trasmitia el panico de una presa pontencial pero se quedo. Saco valor de alguna parte y pregunto.

- ¿Donde esta Sarah? Se que lo sabe, usted la invito a su fiesta.

El hombre, desconcertado y adolorido, aun con suficientes drogas en su sangre para intoxicar a una decena de personas, se rio. Empezo soltando entre los labios una timida risita que termino con una carcajada.

- ¡Sarah! Claro... tenemos una Sarah distinta cada fin de semana... Si no volvio a su casa seria que a alguien le gusto y se la llevo a su casa. Yo no me hago responsable de eso, no tengo rejas en las ventanas, no obligo a nadie a entrar ni los retengo den....

El hombre dejo de reirse, supiste que de pronto había recordado de que le sonaba el maldito nombre de Shepard.

- ¿Has dicho Shepard?.- su cara se volvió blanca mientras su oreja terminaba de tomar la forma identica a la cortada. Por otro lado, el pedazo de carne del suelo comenzaba a pudrirse con rapidez despidiendo un olor asqueroso.

Aquello no se lo esperaba, pensaba que Paterson sería solo una cosa blanda, gorda y fofa. Un hijo de puta y poco más que esto pero había resultado completamente al contrario. Era otro bicho raro como él, imposible saber si siempre había sido así o la puta compañía cambiaba a todos sus empleados... Afortunadamente era lo sucientemente frío como para no reaccionar aunque aquello pudiera significar que Raptor se quedara un poco más al mando.

Miró en silencio a la periodista, chica afortunada.... Si hubiese corrido estaría muerta. Aunque la reacción le hizo pensar un momento si ella no estaría más al tanto de cosas que a él le pudiera servir y que él ignorara. Tendría que llevarsela con él. Más jodidos problemas.

Al menos al ver la cara del gordo Paterson se asustó al escuchar el nombre de Shepard. ¿Pensaría que aún estaba vivo? Quien sabe...

Le agarró por el cuello para que le prestase a él atención. Aunque se colocó en una posición que pudiera defenderse en caso de que tuviese alguna sorpresa más en la manga.

-Puedo seguir arrancándote trozos hasta que encuentre algo que no te vuelva a crecer- dijo suavemente a modo de promesa. 

-Ahora me vas a decir como salir de aquí los tres... O te cortaré hasta hacerte de tamaño más manejable.

-¿Que tal por la puerta, tío listo?.- pregunto queriendo mantener la chulería pero ante el miedo parecía que su mente comenzaba a despejar y salia la gallina que en realidad era.

- No hay salidas secretas ni nada parecido en esta habitación.- Aseguro pero enseguida añadió algo más para no enfadarte.- ¡Soy el dueño! Puedes salir conmigo por la puerta, no tengo que justificar donde voy.... ni con quien.

Trago la saliva acumulada en su boca con un gesto asqueroso mientras intentaba forzar a su cerebro a funcionar.- Eres... eres uno de esos bichos raros de Sherpard rescato... ¿Si?.... y ¿que quieres?¿Algo para estabilizar tus celulas?¿Te fallan los riñones... los testiculos?... Mira eso es normal... paso con algunos... salieron defectuosos.... pero la ciencia a avanzado... puedo proporcionarte la cura que necesites... podemos hablarlo como seres racionales. 

El olor del pedazo descompuesto comenzaba a ser realmente nauseabundo.

- ¿De que esta hablando?.- pregunto Tricia tapándose la boca y la nariz con la mano, al borde de vomitar.

Te miro de nuevo pensando si tus orejas también se pudrirían en el suelo si te las cortaban. Las cosas que te había visto hacer tampoco podían enclavarse como demasiado humanas, tus reacciones, el panico que le causabas. Justo en ese momento fue consciente de ello.

- ¡Por amor de Dios! ¿Que...que sois?

Frost ladeó la cabeza como lo haría un animal de presa molesto por la intrusión de la puta periodista en la conversación. Aquel no era el momento de que un coñito periodista empezara a dar por culo. Matarla le llevaría demasiado tiempo y quizá supiera algo más de modo que se limitó a llevarse el dedo a los labios indicando que se callara antes de volver su atención a su presa.

No sabía que o cuanto sabía aquel cerdo o cuanto tardarían sus compañeros en llegar si era que lo hacían de modo que por un instante se preguntó que sería mejor si esperar a sus compañeros o tratar de salir solo. Pero él era Raptor, siempre actuaba solo. Además… Quería regalarle aquel gordo a Sindy, lo consideró un buen regalo para su hembra… Así le podría cortar una y otra vez hasta que se cansara.

-Tengo necesidades especiales –mintió- me muero…

Aquella era otra cosa que había aprendido… Cuando caces atrae a tu víctima, que crea que puede hacer algo para salir con bien y no intentará nada desesperado. Cierra todas sus puertas y luchará complicando lo sencillo.

-Así que no tengo nada que perder. Vamos a salir los tres andando hasta tu coche, saldremos luego de esta casa y me ayudarás… Si me jodes te aplasto la cabeza antes de que me cacen ¿entendido?

-Nos largamos los tres.

-Tú chinita te vienes con nosotros- dijo sin dar opción a réplica.