Partida Rol por web

El grupo de pathfinders salió de la Mansión Heidmarch con la misión de detener a la banda de goblins de alcantarilla que amenazaban con desestabilizar a Magnimar. Muchas eran las preguntas que rondaban la mente de Vors, Hatake, Annis e Isobel pero debían cumplir las ordenanzas de la Capitana Heidmarch, pues era la representación del Decenvirato en aquella ciudad.

Mientras caminaban por las marmóreas calles del Distrito de Alabastro, guiados por Ekkie, la gente se detenía para señalar a la pequeña goblin con asco y repugnancia. Muchas fueron las personas que salieron apresuradamente de la calle al tiempo que gritaban para ser atendidos por la guardia.

- Vosotros poder soltar Ekkie ya ¡¿No?!- dijo la goblin mientras seguía montándose revuelo en la calle. - Yo decir ayudar.- dijo algo molesta por ir cogida como un perro.

- Deberíamos solucionar el tema de no llamar la atención...- respondió Isobel mientras miraba a su alrededor cómo la gente seguía poniéndose más y más nerviosa, ante la presencia de la pequeña goblin. - Si no actuamos rápido. se nos echará encima la guardia...- apremiaba la bruja con sus palabras.

Annis iba reflexionando sobre todo lo ocurrido, sobre las palabras de Sheila y sobre el problema de disfrazar a Ekkie. Aunque le repugnaba la idea de gastar dinero en la goblin, no veía otra solución más que disfrazarla.

-Quizás podríamos comprarle un yelmo enano de esos que tapan la cara. Con eso y una armadura, aunque sea de escamas, podría pasar por enana, ¿No?

Ya habiamos partido hacia nuestro objetivo aunque no teniamos demasiado claro donde se encontraba. La goblin empezaba aquejarse de ir atada y yo tambien empezaba a cansarme de llevarla como a un perrito cualquiera. 

- Está bien, te soltaré. - Le dije mientras me arrodillaba delante de ella y la desataba. - Mi nombre es Hatake. Si no intentas huir no tendre que matarte. Empiezas a caerme bien aunque huelas mal. - Le dije con una leve sonrisa, imitando su disgusto ante nuestro "olor" a humano. 

Miré a Annis y pensé en su sugerencia. - Mas bien pareceria un mediano forrado de metal. Creo que con una capa bastará. 

- Me parece buena idea lo de la capa. ¿Alguien tiene alguna idea sobre algun objeto que nos ayude con  el nauseabundo olor que debe haber en las cloacas?

Ante la reacción de repulsa que Ekkie ocasionaba a las gentes del Distrito de Alabastro, el grupo decidió disfrazar a la goblin adolescente con una capa para niño y un yelmo oxidado de mediano. La apariencia de Ekkie era completamente ridícula, pero al menos el grupo consiguió que la gente no se escandalizara más ante la visión de la follonera hembra goblin. Por su parte, Ekkie caminaba entre la muchedumbre contenta de que Hatake le hubiera quitado la cuerda. En todo momento caminaba junto al ninja y no se apartaba ni un segundo de él. No en vano, por la ciudad discurrían carruajes y caballos y eso ocasionaba cierto grado de terror en la pequeña criatura.

Los pathfinder también aprovecharon para abastecerse de remedio que podían ser de utilidad en las alcantarillas. Repelentes, ambientadores aromáticos y alguna pieza de ropa vieja, podía ser vitales en las entrañas de la ciudad.

Una vez realizadas las compras, Ekkie condujo al grupo por las callejuelas hasta el distrito de la Baja Grieta. El cambio entre ambos distritos resultaba manifiesto. Mientras en el Distrito de Alabastro se reunían las grandes mansiones de las familias más pudientes de Magnimar, en la Baja Grieta las casas resultaban más humildes, de menor envergadura y más artefactadas por las inclemencias climatológicas. Las gentes que poblaban sus calles pertenecían a un estrato social inferior y las patrullas de la guardia eran menos frecuentes que en los distritos de la zona alta.

Caminando por sus calles, el grupo cruzó por delante de la fastuosa estatua conocida como: La Carga de Celwynvian, un regalo entregado por los elfos varisios del Bosque de Mierani a los fundadores de la ciudad. También resultaba impresionante ver entre aquellas casas de poca altura, la Logia del Matador, un reciento de entretenimiento para los ciudadanos en el cual se desarrollaban combates entre gladiadores y en ocasiones monstruos.

Finalmente, Ekkie se plantó frente a un edificio más grande que los que estaban a su alrededor. De unas cadenas pendía un letrero en el cual podía leerse: Matadero de Mariska. Las puertas dobles parecían estar entreabiertas...

Al final llegamos a las puertas de un matadero. Habia sido un curioso paseo por la ciudad. A pesar de todo Hatake habia estado observando todo el entorno por si habia alguna amenaza. Pero suerte el paseo estuvo tranquilo. 

- Y bien Ekkie, es aqui donde estan esos goblins malos? - Le pregunté a la pequeña, que no se habia separado de mi ni un momento. Hasta habia dado algun respingo agarrandome del pantalón cuando un caballo relinchó cerca de ella. Tal vez era por su tamaño pero me costaba no verla como una niña indefensa extremadamente fea. No se me olvidaba que era una adulta para su raza y que podia ponerse peligrosa enseguida. 

Annis aspiró por la nariz, tratando de hacerse una idea de lo que les esperaría allí dentro. El descenso de la escala social había sido claramente visible a medida que se acercaban a su objetivo. A la tiefling no le importaba, aunque se maravilló con las estatuas emblemáticas y lo cosmopolita de los habitantes del barrio.

Finalmente, al llegar a las puertas entreabiertas, un picor empezó a crecer en la nuca de la Magus.

-Cuidado...

Ekkie se acercó hasta una de las cajas que se apilaban justo a un lado de la puerta principal de aquel matadero. En esas cajas, se dibujaba el mismo símbolo que unas horas antes, los pathfinders habían visto en el pañuelo que envolvía los filetes de carne: el caballo con las rayas que lo fragmentaban.

- Yo salir por aquí de abajo. Goblins malos en abajo. El pataslargas matacaballos, no decir nada... Jijiji-  rió la goblin mientras se acercaba a las cajas y comenzaba a husmear. La fragancia a carne de caballo le hacía babear. - ¡¡Quiero chicha!!- exclamó la glotona criatura - Y mío hermano Plarg, tamién.- recalcó azuzando el cráneo de trasgo llamativamente. Por suerte, en aquel distrito, las acciones de Ekkie parecían no llamar tanto la atención...

Por lo que decia la goblin el dueño del matadero tenia una especie de acuerdo con los goblins para hacerle de entrada. Despreciable... 

- Quereis que me adelante para reconocer el terreno? O entramos todos juntos en tropel? - Les dije al resto. En realidad trabajaba mejor solo, colandome en sitios sin ser visto. Con tanta gente me seria imposible. 

Annis echó un vistazo a Hatake y asintió aprobatoriamente.

-Si os parece bien, podemos ir Hatake y yo juntos por delante. Yo soy buena moviéndome en silencio y veo en la oscuridad sin luz. Vosotros podeis seguirnos a unos 20 metros, para que vuestra luz no nos delate.

Sabía que si iba con el humano no habría más remedio que usar luz y aquello anularía el "efecto sorpresa" pero sin duda Hatake se sentiría ofendido si ella lo decía en voz alta.

- Me parece bien, pero no corrais riesgos innecesarios.

- De acuerdo, Annis. Ve tu delante. Tu verás mejor ahi abajo que yo. - Le dije, al tiempo que me cubria el rostro y el cabello con mi bufanda roja, dejando tan solo a la vista mis penetrantes ojos de color miel. 

Desenvainé mis wakizashis y comprobé su filo durante un instante, para luego volverlas a guardar.

- Listo. -  Le dije a la Tiefling. 

Annis asintio con la cabeza y se adelanto a todo el mundo, dispuesta a avisar a Hatake de cuaqluier cosa.

El sigiloso ninja se introdujo por una de las ventanas abiertas, en lo que tenía pinta de ser la tienda de una carnicería. Un gran mostrador de madera, ocupaba una de las paredes de la sala, mientras en su superficie se podía contemplar los rastros sanguinolentos que las muestras de carne habían dejado. 

Una puerta tras el mostrador parecía conducir a la trastienda, pero la visión de lo que había en su interior, estaba completamente evitada por una rojiza cortina corredera.

Tras él, entró Annis con una sutilidad sobrenatural, sobresaltando al concentrado tianés. La Magus tiefling parecía moverse bien en aquellos entornos, con lo que Hatake agradeció a la semiinfernal su apoyo.

Un hombre apareció de la trastienda. Vestía ropas vulgares, manchadas de sangre al igual que su delantal de cuero. En una de sus manos, sujetaba un gran cuchillo de carnicero, mientras que un pañuelo azulado cubría su pelo. Al topar con los pathfinders, se llevó un súbito respingo, pero aun así, no dudó en hablar

- ¿Qué buscan?- Interrogó con un fuerte acento varisio, mientras milaba con desconfianza al par de extraños que habían entrado de forma sigilosa en su tienda...