Partida Rol por web

La tormenta seguía arreciando, pero todos juntos y en fila, vigilándose mutuamente, pudieron superarla. Después de una mañana entera de marcha a través de la nieve en forma Lupus, la manada llegó hasta una carretera rural cuyas marcas indicaban que era transitada a menudo. La carretera era, en realidad, como una herida abierta entre el mar blanco y verde de los pinos y abetos invernales, pero seguir por ella les aseguraba encontrar la civilización antes o después.

Así fue. El letrero "KRODER'S PASS" indicaba que estaban llegando a un pueblo cercano. Ya podía distinguir los edificios, bajos y al estilo montañés, las carreteras, el rumor de los coches y la gente que, aunque no era mucha, se apelotonaba para vivir allí a salvo del peligro de la montaña. Aquí no había ventisca, y podría decirse que la temperatura era agradable bajo el pelo del lobo, pero el ambiente no era del todo cómodo.

Entre los árboles que circundaban el pueblo había susurros, el viento entre las hojas... o quizás algo más. Ninguno de ellos podía asegurar que estuviesen solos allí, pero nadie vio nada ni a nadie.

Ahora bien, si pretendían entrar al pueblo tendrían que encontrar el modo de hacerlo pasando desapercibidos. Una manada de lobos no sería bienvenida, probablemente. Y un grupo de jóvenes desnudos tampoco.

 Javier exhaló en frío. Se tomó su tiempo. Por fin civilización. No podía creerlo.

- Aquí estamos... ¿Alfa? ¿Cuál es el plan?

Dios, tabaco, tabaco, tabaco...

 A Amy le brillaron los ojos al ver la carretera y ladró de alegría dando un par de saltos. Por fin salvados… Civilización, coches, ruido, gente, y comida caliente. Se sentía afortunada, muy afortunada de haber salido por fin de aquel bosque infernal.

- Yo tengo algo que proponer.- la lobezna se puso frente al grupo y tras sacudir su cuerpo se sentó- Dado que Donny tiene ropa, y él y yo somos los que mejor nos manejamos por ciudad, quizás deberíamos ir primero para conseguir ropa e indagar un poco. Para no parecer unos locos, vamos. A demás, yo me llevo bien con las tecnologías y los coches.- apuntó con orgullo.

Miró a Donny esperando que apoyara su plan y después a Devon, apar ver si les daba el visto bueno. Incluso si consiguieran un mapa de carretera podía plantearse el hacerle un puente a un coche y largarse de allí, ya que dinero no tenían. Por fin invertir tantas horas en el taller de su padre podía servir para algo más que para parecer una marimacho. Y bueno, Donny estaba acostumbrado a vagabundear por la ciudad, seguro que no le resultaba complicado conseguirle algo de ropa, dinero, o un par de hamburguesas calientes.

Devon movió el rabo con alegría al llegar a la ciudad, donde al fin podrían tomar un camino concreto hacia algo o alguien que les explicara qué demonios había pasado de verdad. Escuchó atentamente las palabras de Amy, cuya idea no le parecía nada descabellada.

- Salvo que a otro se le ocurra una idea mejor creo que deberíamos hacer lo que Amy dice. El resto podríamos dar una vuelva en forma Lupus por los alrededores para ver las dimensiones de la ciudad y si hay algo que nos llame la atención. En cuanto veamos si hay algo interesante o no volveremos a este punto y esperaremos a que volváis. Ojalá no tardéis mucho. - dijo el Alfa, mirando al resto de la manada. - ¿Algo que añadir, chicos? -

Una ciudad. Por fin, por fin, después de tanto pino y tanta mierda. Asintió a la idea de Amy. Cambió a homínido. Hacía un frío que pelaba. Tuvo un escalofrío y escupió en el suelo. No podía ir con el klaive por ahí, pero había quedado sitio suficiente en la bolsa de deporte mágica para guardarlo ahí, y así lo hizo mientras hablaba.

-Me parece bien; produrad que no os vean. ¿Nos reunimos aquí, entonces? Volveremos en cuanto tengamos algo para vosotros. Vamos, Amy.

Con el estómago lleno y el recuerdo del agua caliente, le dio una palmadita a Amy en el cuello y echó a andar hacia las calles.

Lyuben olfateaba el aire y su deseo por llegar a la ciudad crecía más y más cada vez que un nuevo olor llegaba a su nariz: coches, comida recién hecha, personas... No era Nueva York, pero era un apaño. Sin embargo, cuando se decidió que quienes irían iban a ser Donny y Amy el Ragabash arrugó el hocico y comenzó a rondar los alrededores, como el Alfa había dicho. Ya les reprocharía algo en cualquiero otro momento... Dioses, comida recién hecha y noe se vómito de Donny.

Mientras Donny y Amy abandonaban el grupo para entrar en la ciudad, la manada se dirigió a los alrededores. En una rápida ojeada distinguieron todo lo que había que ver. No era un pueblo demasiado grande. Tampoco había muchos coches. Sólo un grupo de casas y los negocios propios de un pueblo de montaña, con su típica tienda de ultramarinos, sus talleres, aserraderos y zonas de ocio rurales.

En el bosque las cosas no eran muy apacibles. Los rumores surgían de entre las hojas, de la tierra, del viento. Estar allí, entre los árboles, era descorazonador.

Lo más extraño de todo fue un claro en mitad del bosque, al que llegaron mientras sorteaban una camioneta y a sus ocupantes. El claro parecía repeler la luz del sol, como si tuviese una cortina que lo cubriese y salvaguardase de aquello.

-No me dejes, por favor -dijo alguien en voz queda, cerca de la oreja de Javier.

Cuando se dio la vuelta, no vio nada. Sólo había sido el viento.

-Te amaré siempre -susurró una mujer cerca de Devon-. No importa lo que pase, Tom.

Pero cuando el Lupus miró en la dirección de la que provenía el sonido, no vio a nadie.

Los dos Homínidos entraron en el pueblo y descubrieron que, como ciudad, era bastante decepcionante. No se parecía en nada a Nueva York. Todo era viejo, tranquilo y frío. Las casas eran bajas, las tiendas escasas (sólo vieron un restaurante, el Luke's Place, con pinta de típica cantina de postal) y la gente poco abundante. Los pocos coches que vieron eran camionetas detenidas en los alrededores del restaurante, pero había un taller, lo que significaba que alguien se ocupaba de ellos, al menos.

Los pueblerinos miraron a los dos jóvenes con recelo. Muchos tenían rasgos de nativos americanos, pero no había nadie negro. Donny nunca se había enfrentado al racismo rural, pero nunca era un mal momento para la experiencia. Los ojos fríos de los viandantes se clavaron en él, inquisitivos, y no fueron pocos los que se cruzaron de brazos a su paso.

El Hijo de Gaia giró la cabeza varias veces a un lado y a otro, buscando algo, o alguien... sin éxito. Se frotó los ojos, preguntándose mentalmente si empezaba a delirar y el anterior descanso no había sido tan descanso como había parecido. Se acercó a Javier poniéndose a su lado, diciéndole en un susurro (aunque lo suficientemente audible para que lo escucharan todos).

- ¿Notas algo extraño? Aparte de lo de la luz, claro... - dijo Devon, frunciendo el ceño. No le gustaba nada oír cosas que no veía. - Me ha parecido oír algo... aunque igual son cosas mías. -

Amy caminaba bastante incómoda con aquella ropa que Lyuben había dado de si al cambiar a glabro. Había tenido que hacerse un improvisado cinturón para no perder los pantalones, y no llevar ropa interior era un suplicio después de haber pasado tanto tiempo en forma de lupus. A demás, la gente les miraba como bichos raros, que no era para menos. Pero, joder, podían compadecerse un poco de un par de chiquillos perdidos. ¡Si ni si quiera llevaba zapatos!

- Oye, Donny, deberíamos probar a llamar a mi tía. Quizás ella pueda explicarnos qué pasa y venir a buscarnos. Y no tendríamos ni que robar ni nada por el estilo. No creo que en el bar nos nieguen una llamada.

Comentó la Galliard mirando recelosa hacia todos los lados.

La gente les miraba mal. Les solían mirar mal, intuían al lobo; pero allí miraban mal al lobo y al humano. Paletos de mierda. Estaba crispado, y caminaba junto a Amy con los hombros tensos y las manos en los bolsillos. Procuraba mirarla a ella para no ver a la gente. Así no les devolvía la mirada.

-Me parece que tengo unos diez pavos. Pero primero deberíamos conseguir algo de ropa para los demás. Aunque sea para uno o dos. Podemos robar ropa de los tendales, aunque nunca he hablado con ellos de sus tallas, no sé tú. ¿Prefieres llamar a tu tía primero?

Amy se giró y se puso frente a él. Así evitaba mirar a la gente. Odiaba a la gente, y por eso le gustaba tanto Nueva York, porque nadie te miraba aunque llevaras el pelo de color rosa chicle. Torció el gesto pensativa y levantó la mirada para mirar a Donny, que era un poco más alto.

- Supongo que deberíamos coger ropa primero, aunque sea por… espera, que no me sale la palabra… solidaridad. Eso.- miró al Ahroun de nuevo- Hum… mira, vamos por los edificios de fuera y yo me quedo vigilando en lupus. Si viene alguien vuelvo corriendo y pasas a lupus y salimos por patas hacia el bosque. Como tu no tienes que quitarte la ropa iría bien… ¿no? A demás, tu en lupus pareces un perro vagabundo. Yo igual no tanto… pero podría colar.

Después podían llamar a su tía e intentaría persuadir a Donny de que le comprara un bocata caliente, de lo que fuera. O una hamburguesa. Dios, daría lo que fuera por una hamburguesa o un plato de sopa. A la Galliard se le iluminaron los ojos al pensar en eso.

- No me dejes, por favor... - repitió Javier a Devon, asintiendo. - Me aventuraría a decir que es un espíritu, por su comportamiento. Podría arriesgarnos a saltar a la Umbra a ciegas, pero... La decisión la tienes tú, Alfa.

Chasqueó la lengua. Más problemas. Perfecto.

-No me gusta este sitio -dijo el metis, olfateando alrededor-. Hay una gran tristeza en el aire.

-Pues yo no siento nada -resopló Lyuben, demasiado cansado como para tener todos sus sentidos al máximo, mientras seguía caminando.

Seguramente Donny y Amy se lo debían estar pasando bomba en la civilización, mientras él seguía dando vueltas como un vagabundo. ¿En qué momento se había convertido en un maldito Roehuesos? El Ragabas se había internado en el claro con sus compañeros sin casi darse cuenta del suelo que pisaba.

-¿Qué coño le pasa a este lugar? -preguntó cuando miró alrededor al escuchar la quejosa voz de Javier, que le despertó del trance.

Dejándose llevar pos sus instintos animales, comenzó a olisquear el aire como siempre hacía.

- No sé, pero yo he escuchado un: 'Te amaré siempre. No importa lo que pase, Tom.' Probablemente sea un espíritu, sí... pero tampoco podemos saberlo. Bueno, en realidad ya hemos visto lo que había que ver y no tenemos más que hacer. Además... - Devon miró a Lyuben, con una sonrisa de compasiva. - ...estar parados no nos hará ningún bien. Deacuerdo, Javier, llévanos a la Umbra. -

¿Qué podían perder?

Javier asintió a Devon y cerró los ojos. Creyó que le iba a resultar más difícil, pero al caminar de lado, la Umbra se abrió a su alrededor con facilidad.

Miró a sus compañeros de manada y les hizo un gesto para que entraran al Reino Espiritual.

Al otro lado había una pátina de tristeza de lo más sofocante. La peor de las depresiones era poco comparado con lo que sintieron allí. Espíritus de dolor se arracimaban unos con otros, sollozantes y aullantes, junto a los árboles. Todo lo que crecía allí había sido retorcido por las emociones oscuras que parecían emanar de las raíces de uno de los pinos más recios.

Allí, entre las raices, había algo plateado.