Partida Rol por web

 Viendo la reacción del joven Judas, Arnau llamó de nuevo la atención de ser Jaume.

 - Cabe destacar que a pesar de que algunos, al parecer, huían usando magia.- Dice mirando fugazmente a Judas buscando un asentimiento.- En el punto en el que llegamos, había un sistema elevador, que la lunilita Violant inutilizó, en la parte inferior de las minas había gente que quedó atrapada. Sinceramente creo que no pueden haber escapado mediante la magia. Pero supongo que tarde o temprano lograrán escapar de allí.

Aquello había terminado ya. Ulrien suspiró aliviado de poder alejarse de aquella habitación y de tanta pompa. Así mismo, tomó casi a regañadientes la bolsa de monedas que se le obsequiaba sin plantearse si era merecedor o no. Su mano se cerró entorno a ella sin duda pensando que bien podía serle de utilidad a sus propósitos.

Aquella reunión había sido frustrante, le habían quedado la ganas de vengarse de cierto bandido, pero imaginó que había perdido su oportunidad. El mismo seria muerto, preso o fugado, aunque igual… si el destino lo quería aún… tendría la oportunidad de cruzar de nuevos sus caminos.

Las palabras del joven noble le conmocionaron.. Mucho habian luchado y vivido por ello, después de todo, habia aprendido más de lo que creia, se percató que aún le quedaba mucho por vivir, aprender y amar..  - demasiado para seguir aquí -

En aquella reunión habló poco, muy poco; pero una leve sonrisa y sus ojos brillantes dejaban entrever una locura.. tras los pasos de Ulrien al salir y el sonido de la puerta cerrarse, Violant se incorporó de un salto y dijo con lágrimas en los ojos a sus compañeros: - Ha sido un placer haber compartido este tiempo con vosotros, amigos, nunca os olvidaré! y espero que nos reencontremos algún dia, vale? Voy a buscar lo que quiero y por una vez nadie me lo impedirá. Hasta pronto!!!

Luego corriendo sigue los pasos de Ulrien; poco después tan solo solo fugazes brillos de su cabellera pelirroja se perciben.. perdiendose entre la luz tenue de las antorchas.

Por su cabeza pasaban muchas ideas. Imágenes. Acababa de pasar una página, un episodio importante en su vida. Y ahora, quería más.

Sentía correr su sangre fogosa en sus venas. El impulso de su juventud. Y... ¿de algo más? No se respondió a esa pregunta. Simplemente, salió corriendo, sus cabellos pelirrojos meciéndose. Sus faldas voleando. Las monedas en el saquito tintineaban. También su corazón.

El camino que tomó fue el mismo que el que había tomado Ulrien. ¿A conciencia? Quizá no...

-¡Espera! ¡Ulrien! ¿Hacia dónde vas a dirigirte ahora?

 La joven luniliense encontró al menor de los hermanos Falx al final del corredor del segundo piso del castillo, a punto de descender por las escalera y poner cuanto antes una buena distancia entre él y cualquier cosa que se pueda parecer a un noble.

- Uff! ¿Tienes tanta prisa por marcharte...? ¡Mira que me has hecho correr!

Sí, la muchacha jadeaba por el esfuerzo. Había bajado los escalones de tres en tres, y avanzado corriendo el largo tramo del pasillo. Le esperaban más escaleras, estaba en el segundo piso. Pero encontró a Ulrien, a quién agarró del brazo.

- Bueno, dime, ¿hacia dónde vas a dirigirte? Puede que no me quede por aquí tampoco, la vida tranquila se me va a hacer rara, después de estos días. Pero tampoco quiero irme a la aventura yo sola, sin más...

Taciturno, como casi siempre, el joven Falx se alejó de aquella gran sala y de los formalismos innecesarios que demasiado incómodos le parecían.

Allí dentro había tomado una decisión importante, una decisión que había estado gestándose desde que llegaron a Lunil, sino antes. Había llegado el momento en que los hermanos se separarían sus caminos y esta vez, a diferencia de todas las demás, bien podía ser para no volver a encontrarse. Ulrien se marchaba a grandes pasos tenía que hacer un par de preparativos para el viaje, pero dado que no era muy presto a lo material, pronto lo tendría resuelto.  

Había terminado sus cavilaciones cuando escuchó la segunda vez que aquella voz dulce y cálida le llamaba.

Se giró y la vio aquel pelo rojo brillante como una llama en la oscuridad y se perdió en aquellos insondables ojos verdes que le observaban.

[-Vaya, lo… lo siento.-] Se disculpó sin saber muy bien porqué lo hacía. Aún así, se explicó: [-Aquella sala me ahoga, sentía que estaba de más. No estoy hecho para paredes de piedra y palacios.-]

Pero la joven tenía sus propias ideas que expresar y así lo hizo las cuales fueron una inesperada sorpresa. ¿Estaba dispuesta a… ir con él? La idea le hizo trazar una incrédula sonrisa.

[-Ah… yo… pues, aún no sabía que dirección tomar…-] Se sentía indeciso, desarmado por la cercanía de la bella mujer, sin embargo, no se habría marchado sin despedirse y al menos haberle echo la propuesta de acompañarle. No le sería necesario reunir valor pues allí la tenía enfrente solo necesitaba hablarle. El destino nunca se le había mostrado tan propicio, así que le costaba darle crédito. [-¿Vendrías conmigo? ¿En serio? Me da igual que dirección tomar, quiero… salir de aquí, ver mundo, conocer bosques, quiero…-]

De pronto sus palabras se ahogaron en su cuello.

La joven asintió vigorosamente. Se rió, no de él, sino de su timidez. Sonrió, dulcemente.

- Sí, claro que vendré contigo, Ulrien. Ya ves, mi vida aquí promete rutina y aburrimiento. Antes me habría considerado una loca si hubiese pensado en abandonar Lunil. Pero ahora, ya no soy la misma Violant. No me veo amasando pan y zurciendo calzones, un día tras otro. No después de haber sabido que hay otras maneras de vivir.

Arrugó la nariz, de modo divertido.

- Pero antes quiero despedirme, y dejar algunos asuntos atados. Te propongo que vayamos al pueblo, yo me despido de los míos, y nos pertrechamos con lo necesario para el viaje. ¿Te parece bien?

Se vendría con él. Aquellas palabras hallaron de pronto mucho eco en su cabeza, se sentía inmensamente feliz aunque no sabía del todo bien porqué pues nunca había estado enamorado. Violant parecía uno de aquellos personajes de los libros de fantasía que tanto le habían gustado de leer hasta que su abuelo les prendió fuego.

Como no una ancha sonrisa (aunque torcida por la cicatriz de la mejilla) iluminaba su rostro. [-¡Claro!-] Estaba tan emocionado que casi era lo único que atizo decir como respuesta. Pues claro que quería que fuera con él, claro que la esperaría y claro que debían pertrecharse para el viaje.

Cuando asimiló la felicidad inicial se sacudió como acordándose de algo. [-Tan solo dame un par de minutos para despedirme de mi hermano, te encuentro allí, si te parece. ¿De acuerdo?-]

- ¡De acuerdo!

Dijo con un fuerte asentimiento con la cabeza. Lo que llevó los rizos pelirrojos de atrás adelante, y la dejaron completamente despeinada. Luego, como si no hubiera tiempo para nada, la muchacha salió corriendo de nuevo. Otra vez escaleras abajo.

- ¡Te espero en la posada! Allí me encontrarás. ¡No te despistes!

Canturreando más que recitando bajó el siguiente tramo, haciéndose una lista de lo que tendría que llevarse.

- Un zurrón con alguna muda, mi justillo de cuero, la ballesta...

Aunque por fuera pareciera templado como siempre, Ulrien tenía el corazón desbocado por la emoción. La alegría le inundaba. No se creía la dicha que estaba viviendo y esperaba que en cualquier momento la ilusión se desvanecería como el humo de una vela. Pero ese momento no llegó.

La hermosa pelirroja partía bajando escaleras pero quedaba a la espera de reencontrarse para partir con él.

Se había quedado mirándola como se perdía en la distancia hasta que solo su pelo relucía en la oscuridad. [-¡Claro que no!-] Respondió y es que despistarse y olvidar aquello era simplemente imposible.

Así se separaron, quizás por última vez en bastante tiempo. O… ¿La chica cambiaría de opinión antes de partir?

***

Menos raudo que Violant salió al patio de armas, había necesitado respirar el aire libre, aunque este viniera cargado del hedor de la mierda de caballo que habitaban en las cuadras.

Allí, fuera de los muros grises de piedra que tanto le recordaban la mansión familiar, fue donde esperó a que su hermano saliera.

Había llegado el momento de las despedidas, conocía los deseos de Tarien, sus mundos e intereses eran distintos.

Un buen rato tuvo aún que impacientarse, pues el que deseaba recibir con honores las espuelas de caballero tomaba su tiempo para recorrer del castillo donde se encontraba tan bien. Hermanos y tan distintos. Al fin se reencontraron.

No era la primera vez que los Faulx se separaban pero esta vez bien podía ser la última, y si bien los rostros de ambos eran serios, graves y casi faltos de emoción, se separaron con un abrazo fraternal y sentido. El hermano pequeño le deseó mucha suerte, aunque sabía que su hermano no tardaría a labrarse un nombre y una reputación en aquellas tierras y si nunca volvían a encontrarse este sería un caballero con rango hecho y derecho alcanzando así aquello por lo que había nacido.

 Muy pronto, otra hoja luciría en el escudo de los Falx.

 Tras la partida de el menor de los Falx, Ulrien, y de la muchacha, Violant, la conversación no dura mucho más, entre todos los jóvenes el cansancio es patente, el viaje de regreso ha sido largo y este sumando a la incursión a las minas hace que la mitad de los presentes estén clamando por una cama.

 El castellano, percatándose de la fatiga en los aventureros asiente ala vez que pone las manos sobre la mesa.

 - Podéis retiraros, si lo prefieren pueden descansar en los barracones de la empalizada.- Dice obviamente dirigiéndose a todos salvo a Arnau.- O acercarse a sus hogares en Lunil. Si alguno de los presentes quiere sumarse en las tareas de exploración y patrulla, para cerciorarnos de que no haya más bribones de esos por Rocafreda será bienvenido.

 El joven heredero asiente ante las palabras de ser Jaume.

 - Cierto, ahora nos vendrá bien a todos irnos a descansar, si os quedáis haré que os manden algo de comida y bebida. O si preferías dirigiros directamente a Lunil, podeís quedaros a comer y partir luego.

 Finalmente, haciendo un saludo a cada uno de los presentes termina diciendo.

 - Yo me retiro ya. Buenas noches, y gracias.

 Luego se fue por el portal de la biblioteca.

 El joven sacerdote, que hace poco más de un par de semanas que ha regresado de su seminario, está tan faigado como los demás, o más, pues el vestir la armadura completa, sin lugar a dudas debe ser más cansado si cabe al no poder descansar como es debido.

 - Yo me retiraré a Lunil, tomaré algo de viaje y me iré a ver a mis padres, seguramente estarán preocupados.- Mirandote a ti apunta.- ¿Te vienes a Lunil también?