Partida Rol por web

Autólicos confiado salta sobre ti tratando de posar su mano sobre tu cuerpo, pero fracasa, siendo tu velocidad en esta ocasión superior y permitiéndote contraatacar con tu golpe de Gaia.

El golpe fue impecable... tu puño retumbó con fuerza sobre el pecho de Autólicos, provocando que este escupiese sangre antes de salir despedido un par de metros hasta chocar con algunas de las cajas que habían en la cubierta del mercante que te llevaba hasta Roma... las astillas y el humo se levantaban en el lugar donde había caído Autólicos...

Entonces ves como su figura aparece de entre el humo... su armadura está agrietada... maltrecha en el lugar del impacto de tu puño... Y el rostro de Autólicos deformado por la ira que le invadía...

- No esta mal Guerrero Divino... nada mal... pero los juegos se acaban aquí... - dice con furia mientras notas como su cosmos empieza a expandirse de forma exponencial, hasta el punto de volverse ligeramente visible...

Parece que se está poniendo serio... 

Ahora no puedo dudar... Si se está concentrando, debo atacar y no permitir que logre concentrar su poder...

- Señor... - Digo mientras muevo mis manos y hago que la arena del barco comience a moverse. - Dame fuerzas... ¡Susurro de arena!

Con un movimiento rápido, extiendo los brazos hacia delante, señalando a mi enemigo con las palmas y, en ese momento, toda la arena que he conseguido acumular, se lanza hacia mi enemigo para golpearle.

Autólicos empieza a mover sus brazos como signo de la ejecución de su técnica... pero por fin había llegado tu ocasión, tus movimientos fueron más veloces... y tu Susurro de Arena fue directo hacia él...

- ¡Eso no será suficiente! ¡ILUSIÓN MORTAL! - de las manos de tu adversario sale un haz de energía que choca directamente contra tu Susurro de Arena... pero tu técnica, claramente superior deshace la Ilusión Mortal... - ¡NO PUEDE SER...! - exclama Autólicos justo antes de ser envuelto en la arena y ver como toda su armadura es hecha añicos mientras sale despedido fuera del barco envuelto en heridas...

Mientras te acercas a ver donde ha caído tu adversario llueve sobre ti algo de arena y fragmentos de la armadura de Autólicos, y en el agua, adviertes como el cuerpo de Autólicos se hunde lentamente en el fondo de las aguas hasta que lo pierdes de vista...

Me acerco al lugar por donde ha caído mi enemigo... No me siento satisfecho... Es cierto que, al quitar esa vida, he salvado muchas más... Pero una vida sigue siendo una vida... 

- Descansa en paz... - Digo haciendo la señal de la cruz...

Con cuidado me agacho a coger uno de los pedazos de armadura del enemigo y lo comparo con la mía... Sin embargo, los ojos de algunos tripulantes me hacen despistarme un momento.

- Siento los destrozos... - Digo mirando hacia el lugar al que había mandado disparado al enemigo. - Intentaré ayudarles a repararlo lo mejor que pueda... Lo siento mucho...

Parece que los Olímpicos me tienen bien localizados y, aunque por el momento su poder no es superior al mío, no creo que esto dure mucho tiempo. Normalmente la abanzadilla siempre es la más blandita, mientras que los generales aguardan el momento oportuno de salir...

Ayudas como buenamente puedes a reparar los daños provocados por el ataque, aunque muchos de los marineros aceptan la ayuda con cierta reticencia y desconfianza al ver de lo que eras capaz...

Y después de otros 3-4 días de viaje... por fin avistabais las costas de Italia, y el puerto de Civitavecchia... desde donde podrías llegas a Roma y reunirte con quienes debían explicarte los detalles de tu misión...

Al bajar del barco  podías ver que el lugar rebosaba vida, aunque quizás demasiada... como si hubiese muchísima más gente de la que el lugar podía mantener... lo cual te llevo a deducir que muchos de ellos serían refugiados... Y cuando empezabas a buscar transporte para Roma... un mal presentimiento te recorrió todo el cuerpo... Sentías que algo malo sucedía en el Este... como si algo realmente grave fuese a suceder...

Vaya... Parece un lugar muy animado... Aunque animado de la forma que no me gusta... 

Mientras me alejo del barco, busco a algún agente de la ley, algún guardia o simplemente a cualquier persona que no estuviera correteando nervioso.

- Disculpe... - Digo con una sonrisa. - Buenos días... Perdone que le interrumpa... ¿Qué está pasando? Hay bastante gente por aquí...

- Son refugiados de todas partes... ciudades atacadas por monstruos y tipos con superpoderes... es todo una locura... Muchos ya han huido hacia América... pero los ataques no tardarán en llegar allí también... casi la única ciudad que está a salvo es Roma aunque ignoramos la razón... - dice un hombre que estaba más serio...

El cosmos que te agitaba se encontraba en el Este... pero a mucha distancia... en medio del mar Mediterráneo... pero no es más que eso... un presentimiento de que algo malo sucedía... pero antes de nada debías ir hacia el Vaticano y recibir explicaciones de todo...

Entiendo...

- Vaya... Una pena... Gracias... Y tenga cuidado...

Parece que se están moviendo y atacando... Esa señal de energía proviene del mar, en el mediterraneo... Está demasiado lejos como para ir a investigarlo, y ahora la prioridad es ir a Roma, que parece la zona más segura.

De manera que sin perder tiempo, me dirijo a Roma.

Tras una hora de viaje en autobús llegas a la ciudad de Roma... donde ves las calles sobrecargadas de gente, casi dificultando la respiración... y pudiéndose ver la desesperación en sus caras...

Escuchas algunas conversaciones en las que afirman que un ataque llegará pronto a Roma... y muchos están planificando caravanas para dirigirse a las costas de la península ibérica, a la cual llegan barcos desde América para evacuar a parte de la población...

Y después de un buen rato intentando abrirte paso entre la gente llegas por fin a la Santa Sede... donde todo parece más tranquilo... allí sacerdotes ofrecen ayuda y comida a muchos de los refugiados... y te fijas que tres de ellos se acercan a ti...

- Disculpe joven, hemos sentido su llegada... ¿no será acaso portador de un rosario "especial"? - pregunta uno de ellos sin mediar presentaciones...

Vaya... Pensaba que esto iba a estar más vacío... Pero no...

Parece que el único sitio seguro era este aunque, por lo que escucho, parece que el enemigo está planeando un ataque... Tendremos que estar preparados por si eso ocurre... 

Con calma, entendiendo que la gente está muy nerviosa, me voy abriendo paso como puedo hasta llegar a la Santa Sede. Allí debe haber alguien con quien pueda hablar sobre el padre y el rosario... Mientras me pregunto la forma más adecuada de conseguir esto, la respuesta llega a mí cuando dos personas se acercan y me preguntan directamente.

- Buenos días. - Les saludo educadamente. - Sí, así es. Mi nombre es Noah, vengo de Australia y el Padre Lowan me dio un rosario. Parece que el señor ha querido que nos encontramos... 

Aunque estamos en Roma, no saco el rosario. Si es cierto que me han detectado de alguna forma, sabrán que debo tener el rosario. No es que no me fíe de ellos, aunque con tanta gente, prefiero ser precavido. 

Los sacerdotes se miran tras escuchar tus palabras...

- Nos alegra oír que el último de los portadores haya llegado a salvo... seguidnos por favor... os llevaremos a un lugar donde os podrán explicar todo con más detalle... - dicen los sacerdotes invitándote a que los sigas...

Te llevan al interior de la Basílica de San Pedro, y tras recorrer algunos de sus pasillos y claustros te invitan a entrar en una sala que parece un despacho donde hay alguien sentado trabajando entre libros y papeles... Los sacerdotes una vez te dejan en la puerta vuelven a sus deberes...

Escuchas una voz anciana... - No te quedes en la puerta muchacho... entra...

- CLaro. - Digo mientras les sigo.

Desde luego no es a lo que estoy acostumbrado... Ni que me escolten, ni estar rodeado de todo esto... Sin duda me estoy metiendo en algo grande... La cuestión es, ¿el qué?

Los hombres me llevan hasta un despacho en el que me espera una persona, el cual me invita a entrar. 

- Perdón... Lo siento... - Digo adelantándome unos pasos. - No estoy acostumbrado a todo esto... Perdóneme.

Al entrar ves a una figura solemne, y reconocible, el ex-pontífice Benedicto XVI

- Acércate joven y toma asiento... imagino que tendrás muchas preguntas... - dice amablemente el anciano... que se nota que está ya en el crisol de su vida...

El despacho no es excesivamente grande, y por la cantidad de libros y papeles que hay parece más una biblioteca privada... - Imagino que eres el portador del rosario de las Trompetas de Josué... eres el último en llegar... ya casi nos temíamos lo peor... ¿qué tal el padre Lowan?

Vaya... Impresionante...

- Su excelencia... - Digo haciendo una pequeña reverencia. - Disculpe mis modales... Siento si les hice esperar... En el barco tuve un encuentro con uno de los enemigos y por eso he llegado más tarde. Pido disculpas. El padre Lowan está en Australia. El enemigo le mal hirió y, gracias al señor, pude encontrarle a tiempo para ayudarle. Fue entonces cuando me entregó el rosario y pude vencer a sus perseguidores... Un tal Pan... No sé si le conocerá... Como seguía herido, decidió quedarse en Australia mientras yo venía hasta aquí...

No me esperaba que tal mandatario estuviera en esto... ¿Quién más estará aquí implicado? ¿Y quién será el resto de elegidos?

El ex-pontífice respira algo aliviado al escuchar que el padre Lowan se encuentra a salvo...

- El padre Lowan tuvo la difícil tarea de recuperar el rosario de manos enemigas... tuvo suerte de encontrarte... Pero creo que te debemos una explicación...

El sacerdote se levanta y empieza a explicar la situación mientras mira una vidriera que decora el techo de la sala...

- ¿Te enfrentaste a Pan dices? El antiguo dios griego del pastoreo... Como podrás ver quienes amenazan la humanidad son antiguos "dioses" aunque realmente no los sean... Pero han acumulado mucho poder a lo largo del tiempo y ahora pretenden hacer su propia creación... Y como comprenderás Dios no va a permitir eso... por eso han aparecido los rosarios... para hacer frente a esta amenaza... - hace una breve pausa para coger aire... - ...tus compañeros... están ya peleando... en un Templo sumergido en las agua de Santorini para hacerse con las llaves del Monte Olimpo... así que tienes tiempo para entrenar y hacer cualquier pregunta que se te presente... - al hablar de tus futuros compañeros se le ve preocupado...

Escucho atentamente lo que su santidad me dice, preocupandome cuando habla del resto de elegidos.

- Su santidad... - Digo con todo el respeto que puedo reunir en mis palabras. - Si el resto de portadores del rosario están teniendo dificultades, ¿no sería razonable que acudiera en su ayuda? No sé si conocemos la fuerza o la potencia del enemigo, pero seguro que se alegran de contar con mi apoyo en ese enfrentamiento...

Espero unos segundos en los que pienso mis palabras.

- Si su santidad me requiere aquí, aquí me quedaré estudiando, entrenando o haciendo aquello que se me solicite. Pero, si mi presencia aquí no es necesaria, me gustaría que considerara la opción de mandarme con el resto de compañeros...

- No debéis preocuparos joven Noah... hace ya días que partieron... para bien o para mal... su batalla ya debe haber llegado a su fin... espero tener noticias suyas en breve... - decía con cierta inquietud... - De todos modos... los rumores de un ataque de los Olímpicos a Roma cada día son más fuertes... y dejar desprotegida la ciudad sería condenar a muerte a todos aquellos que han encontrado refugio aquí... tenerte aquí será de gran ayuda en caso de necesidad...

- Si no tienes ninguna otra pregunta... el sacerdote que espera fuera del despacho te llevará a tus aposentos... puedes utilizar las instalaciones del recinto para entrenar o lo que desees... - dijo esperando alguna pregunta más...

- Si hace días que partieron, entonces, como bien dice su santidad, sería un error partir tras ellos. Además, si Roma está bajo amenaza de ataque, sí, será más recomendable que me quede aquí.

Tras esto, pienso en lo que me ha dicho... ¿preguntas? ¿Preguntas? Demasiadas me temo.

- Por suerte o por desgracia, mi cabeza es una hoya burbujeante de preguntas... Aunque por el momento hay una que me surge con más insistencia... ¿Por qué yo?

Al hacer la pregunta, dejo que se mantenga un momento en el aire.

- Entiendo que el planeta estará llena de buenas personas, dignas de estos rosarios, por eso... ¿Por qué yo?