Partida Rol por web

Te acercaste rápido y silencioso a ver quién era, y pudiste ver a un hombre trajeado con un portafolios en las manos, y tomando nota de algo.

Cuando te vio no pareció inmutarse, lo que hizo fue entrar en la casa, y cerrar las puertas tras él.

Buenas, soy Nicholas Brown, albacea de este edificio, y representante legal del arrendatario de este inmueble, ¿usted es?

Era joven, era directo, parecía extremadamente profesional, y parecía completamente fuera de lugar. Pero al menos estaba ahí para responder tus preguntas. 

- Detective Straptom, de Homicidios - dijo, haciendo un gesto rápido con la placa para evitarse tonterías con ese joven que pretendía comerse el mundo. Se plantó frente a él y no le dejó ir más allá - No puede estar aquí, es la escena de un crimen, así que... ¿qué quiere?

El hombre sonrió, luego dio un paso atrás, mostrando que no pretendía ir más allá, e invadir la investigación.

Bueno, pues espero serle de ayuda. La discreción es este edificio es esencial, y me temo que soy la única persona autorizada para hablar con usted.

Supongo que tendrá algunas preguntas. Por favor, sea conciso y rápido, tengo aun muchas cosas que hacer.  

Si bien el hombre no parecía querer una confrontación con el agente de policía, estaba claro que estaba acostumbrado a tratar con gente sin amilanarse lo mas mínimo. Fue directo al grano, y esperaba que Straptom lo fuera también. 

No las tenía todas consigo, pero parecía que si quería obtener alguna respuesta, ese niño bonito que parecía recién salido de la Universidad de Nueva York podía dárselas.

- Veamos, primero quiero saber a nombre de quién estaba alquilado este inmueble, y no me venga con gilipolleces de discreción. Si no sabemos quién tenía llaves de la casa, no podemos saber a quién preguntar. Segundo, este lugar seguro que tiene cámaras de seguridad, quiero en mis manos la grabación de las últimas horas de esta planta: quién subió, quién bajo, todo. ¿Entendido?

Este lugar está en manos de William Regal, un aristócrata ingles que tienes negocios en la ciudad. Esta misma mañana a salido a trabajar y le he avisado para que no vuelva hasta que… desaparezcan los cuerpos.

El hombre te tiende una tarjeta y puedes ver un membrete de una empresa naviera, SailBlue, que aunque no conoces específicamente te suena de pasada. En la tarjeta aparece el nombre de la persona que te ha dicho, junto con la dirección de las oficinas y el número de teléfono.

No hay cámaras en las plantas me temo. Y las que hay de la entrada podrá verlas en cuanto firme unos documentos que nos aseguren de manera legal su discreción.

Lo que sí puedo decirle es que las personas que hay dentro del apartamento no estaban autorizadas a estar en este edificio.

Tengo mucho interés en resolver este asunto lo antes posible. Algo más que pueda hacer por usted agente.

Estaba claro que la situación no era la que más le gustaba al pijito del traje, pero no dudaba en darte lo que pedias. Aunque siempre con el estilo particular de los ricos y los famosos. 

Pensaba que le iba a poner más pegas, así que tuvo que hacer un gran esfuerzo para no mostrarle su cara de estupefacción más genuína cuando se mostró tan colaborador. Miró la tarjeta sin mucha atención, a sabiendas de que probablemente no iba a conseguir nada de ese tipo, pero por probar no perdía nada. La clave era en saber quién había entrado en el edificio además de esos dos... porque estaba claro que alguien los había dejado.

- Yo le firmo a usted lo que quiera, pero vaya trayendo las cintas íntegras...

El hombre se giro y abrió las puertas para dar un pequeño salto atrás al ver aparecer a Collins justo en ese momento.

Luego realizo una mirada discreta hacia ti, pero como no te inmutaste, supuso que venía contigo.

Si me disculpa. Vuelvo en un momento.

Salió por el pasillo en dirección a los ascensores mientras sacaba un manojo de llaves del bolsillo. 

Bueno, no he conseguido nada, parece que el tipo de la puerta no es muy hablador. Dice que los tipos no han podido entrar por allí. Y que si vuelvo a merodear por el edificio me va a demandar.

Puso los ojos en blanco, como si lo de la demanda fuera una verdadera locura.

Te lo puedes creer, demandarme a mí.

Luego entro y echo un vistazo escaleras arriba a ver si estaba por allí el forense.

En cualquier caso, ya tenemos a dos tipos esperando en el callejón para llevarse los fiambres.

Negaba con la cabeza mientras le daba vueltas a algo, y no tardo en decirlo en voz alta.

Tío, no es por la pasta, es por lo estúpida que es esta gente por lo que me molestan los ricos. Bueno, quien era el niño ese repeinado. Has sacado algo en claro. 

Tras dedicarle una mirada extrañada al joven al huir tan rápidamente, como si estuvieran en los años 60 y le dieran asco los negros -algo que a vistas de alguien como Richard resultaba tremendamente estúpido- se giró a su compañero.

- Sí... el dinero convierte a los humanos en seres ridículos - dijo, y tras comprobar la mirada de su compañero por haber usado el término "humanos", sonrió, pasándole la tarjeta - Es el abogado de todo esto, al menos me ha dado un nombre, el dueño del inmueble es este tipo: comprueba dónde ha estado los últimos días mientras espero a que ese chaval venga con las cintas de seguridad a ver por dónde han entrado estos dos.

Collins cogió la tarjeta y puso cara de, “mierda, más ricos y famosos”. Salió hacia el balcón y llamo por teléfono.

En lo que duraba la conversación esperaste pacientemente a que volviera el chaval que te había atendido. Y no te hizo esperar.

Volvió con una tableta en la mano, y se acerco a ti.

Tenga, este es un pendrive con las grabaciones de los últimos días. Además puede visionarlas aquí ahora mismo si quiere.

En cuanto a quedarse con las grabaciones, le agradecería que las destruyera o nos la repusiera cuando estas no fueran de interés para la investigación.

Puedo hacer algo mas para solventar sus necesidades.

Estaba claro que el hombre estaba preparado para el puesto, y sabia como dorarte la píldora para que no fueras excesivamente cotilla en cuanto a lo que se cocía en aquel lugar.

Llegabas incluso a preguntarte si todo lo que había allí era totalmente legal, pero tampoco podías investigarlo si no tenias indicios, y no los tenias.  

No quería perder el tiempo, ya que quien pusiera allí los cadáveres, podría estar incluso fuera de la ciudad mientras hablaban. Con un rápido movimiento, indicándole al muchacho que le apuntara su teléfono si necesitaba más información mientras él cargaba el pendrive en la tableta y abría el archivo de video, deseó que aquel dispositivo le resultara de ayuda.

Las imágenes eran de mucha calidad, pero no había mucha cantidad de ellas por lo que puedes deducir.

Están en la entrada principal, azotea, cuarto de calderas, donde sin duda estaban también los Reuters que procuraban de internet a los viviendas. Era cuanto menos, extraño, pero no ilógico.

Te llamo la atención una cámara que estaba instalada en la calle, en el callejón, fuera del edificio y que enfocaba todo lo que entraba y salía.

Esa cámara seguramente no tendría licencia para estar colocada en ese lugar, o puede que sí. Allí puedes ver un coche fúnebre, y unos hombres esperando que se les dejara pasar.

Diste para atrás al tiempo y dos horas antes, tres hombres entraban por esa misma entrada.

Uno de ellos, el único que no podías reconocer tenía la cara cubierta con una gorra. Los otros dos, parecían seguirlo, pero sin duda ellos no sabían que había una cámara en el callejón.

Todo aquello era extraño. Estabas convencido de que los habían desangrado en otro lugar, fuera de aquella vivienda, y sin embargo, entraban por su propio pie.

Quizás el asesino fuera uno de los otros inquilinos.

Tiempo más tarde, el mismo hombre misterioso sale por el mismo lugar, pero no carga nada, y armas, ni siquiera parecía preocupado después de haber cargado con dos hombres adultos.

Observó dos veces la grabación, intentando buscar algún detalle que le llamara la atención. Sin embargo, sabía que algo no iba bien. Una parte de él le gritaba que nadie se dejaba desangrar de esa forma, sin oponer resistencia, si no hubiera algo sobrenatural en medio. Observó el tiempo, ¿cuánto había estado dentro ese hombre de la gorra? Tendría que preguntar a sus propias fuentes si se podía desangrar a un humano en ese tiempo, y sin formar hematomas. ¿Sería alguna clase de poder? Si era así, no le gustaba nada, llamaba demasiado la atención. El problema era que no era la primera vez que estaba allí, porque conocía la cámara, o quizás tenía algo que ver con la empresa que instaló los sistemas de seguridad, luego le pediría a Nicholas Brown el nombre de la empresa instaladora y le diría a Collins que interrogara al técnico, aunque dudara que se pudiera sacar algo de ahí. Había tantas opciones... Mientras esperaba, revisó la cerradura, si había sido forzada, al menos, sabría que no tenía nada que ver con el dueño. ¿Habría copias de seguridad de las llaves?

Probablemente le tocaba una visita a uno de sus amigos y obtener información.

Si el caso te había olido fatal desde que entraste el Tower Colonial, ahora te apestaba, y te apestaba a vampiro.

Los indicadores eran claros. Sangre, y muertos. Aun no sabías como había podido pasar, porque el hombre estuvo menos de una hora dentro del edificio. Y descontando los ascensores, y el tiempo entre estos y el sitio donde estaban los cuerpos había tenido poco menos que 50 minutos para sacar unos diez o doce litros de sangre a dos adultos de buena constitución, sin emplear la fuerza, y sin causar ningún hematoma.

Collins llego, y te sonrió. Parecía contento.

Bien, el dueño se llama William Regal segundo, o tercero, no me quedo claro. Es algo pomposo a la hora de hablar, muy típico de los europeos. Esta informado de lo que pasa en esta vivienda, y ha conseguido una habitación en el Ritz.

Nos recibirá allí o en sus oficinas, dependiendo de cuando nos pasemos, y está deseando colaborar con nosotros.

Sabes que, cuando los ricos se empeñan en colaborar, me da mala espina, seguro que llegamos allí y luego nos atiende su abogado.

Bueno, tenemos al culpable.

Dice mientras echa una ojeada a la tableta que tienes en las manos.

En ese momento la puerta se abre y pasa Nicholas con los hombres de la funeraria y se pone a hablar con Walhberg.

Aprovechas para mirar la cerradura, y si no fuera porque tienes una vista muy superior a la media no habrías podido notar sin una lupa que la habían forzado. Ganzúas, de buena calidad, difícil de adquirir para la mayoría de los tramperos de la ciudad. Parecían usadas por un profesional, puesto que casi no quedaban vestigios. 

Richard estaba tomando nota mental* sobre el caso, y cada minuto que pasaba surgían más preguntas. Era una de aquellas situaciones que cada vez proliferaban más, con niñatos estúpidos que se convierten en vampiros y no saben respetar las normas. Sin embargo, si era uno de los suyos, había tomado muchas precauciones, y había actuado como un profesional.

- Sólo tenemos que saber quién es este tipo - dijo Richard, señalando en la grabación al tipo de la gorra - Mientras tanto, vayamos a hablar con el señor Regal, a ver por qué alguien le ha hecho este regalo inesperado. Wahlberg, cuando tenga las huellas de esos dos y su identificación, ¿me podría llamar? Así al menos podríamos ir atando cabos sueltos.

El Forense contesta de manera afirmativa, y volvéis sobre vuestros pasos hacia la calle. No habéis visto ni un solo vecino. O bien aquella planta no tenia mas inquilinos, o bien estaban avisados para no salir mientras estuvierais trabajando allí.

La calle esta fría, y parece que va a llover cuando subís al coche y empezáis el camino.

Collins ya ha avisado de que os acercáis para tener una reunión, y el inquilino del inmueble donde estaban los cadáveres accede a veros en sus oficinas.

Finalmente la lluvia cae sin compasión sobre la nocturna nueva york, y vosotros os mantenéis bastante silenciosos, parece que no eres el único que esta algo sorprendido por el caso, y que le está dando vueltas.

No te extraña puesto que tu compañero es sin duda un gran detective.

Unos cuarenta minutos más tarde llegáis a un edificio de oficinas, donde tienen su sede varias empresas, entre ellas la naviera de Regal.

Os secáis como podéis mientras el ascensor os sube planta tras planta hasta llegar a la piso 56.

Al salir os encontráis unas oficinas, con unas pocas luces encendidas, las justas para deambular por las oficinas sin tropezarse, pero que sin duda son mucho más baratas que tener toda la planta encendida.

No encontráis a nadie que os atienda, pero seguís la moqueta de las oficinas pasando cubículos y puertas con letreros de los distintos cargos que allí trabajan. Vuestro guía son los oídos, que siguen un patrón rítmico que muchos llaman música clásica.

Una pieza sobria de Bach os acompaña hasta el despacho principal, que tiene las puertas abiertas, y donde puede verse un escritorio de madera antiguo, en lo que sin duda son otra de esas vistas privilegiadas de la zona económica de la ciudad. Allí en el clásico sillón de cuero negro con alto respaldo, y dándoos la espalda hay un hombre sentado, que toma delicadamente una copa de vino mientras observa el agua repiquetear sobre el cristal que lo separa del exterior.

Una visión extraña para Collins que tiene cara de extrañeza, pero que para Straptom no puede ser mas simbólica, pues el mismo pasa horas en su piso, mirando la lluvia mojar la ciudad.

Sin que ninguno de los dos diga nada. El hombre sentado, con voz grave y algo cascada os invita a pasar con un simple.

Adelante.  

A lo largo de las vidas que había experimentado, Richard había aprendido que cuando más alto se ascendía en un puesto de trabajo, más tiempo se pasaba en la oficina y menos se disfrutaba de la familia. ¿Sería Regal un hombre que vivía por y para su empresa y su patrimonio? ¿Sería alguien de fiar? ¿Era un hombre al que intentaban asustar poniendo dos cadáveres en su casa, o había tratado con la gente inadecuada? Mientras caminaba por aquella gran planta llena de cubículos, podía imaginarse el sonido de teléfonos, pequeños murmullos y el repiqueteo de los teclados que llenaría aquel lugar durante el día, hasta que su cabeza se llenó con el suave sonido de la música clásica.

- Señor Regal, soy el detective Straptom, y éste mi compañero, el detective Collins. Gracias por recibirnos a estas horas de la noche.

El sillón, que sin duda, además de cómodo, era un símbolo del cargo y el poder que ostentaba quien estaba allí sentado, parecía ganar el mismo peso que en aquella pelis viejas de 007.

Lentamente este fue girando, descubriendo un brazo, y luego una mano que sostenía una copa, y luego un hombre. Un hombre mayor, de quizás unos 50 años, con aspecto cansado, pelo blanco bien peinado, vestido con un traje de raya diplomática y color azul marino, que sin duda costaba más que muchos sueldos de los compañeros del cuerpo.

Sin embargo, a pesar de la docena de metros que os separaba, no pudiste sino fijarte en su falta de pulso, y en el contenido de su copa. Sangre.

Aquel hombre era un vampiro, uno que no estaba censado en Nueva York, y no conocías.

Del mismo modo que disimulabas tu sorpresa al ser consciente de lo que te unía al empresario, el hizo lo propio para que no se le notase que había reconocido en ti un igual.

Tardo un poco más de lo habitual en hablar. Pero finalmente lo hizo, con una voz ronca, gastada, que al menos Collins reconocía de su conversación previa, y con un acento muy marcado, que indicaba que era de la parte vieja de Europa, quizás la republica checa, quizás Rumania, quizás….

Muchas gracias por atenderme con tanta diligencia. Estoy a su disposición.

No dijo nada mas, y pareció que tras hablar se había vuelto a centrar en el tema que les ocupaba.  

La sociedad vampírica dentro de una ciudad era bastante cerrada, y era raro encontrar a alguien que no estuviera censado, sobre todo en un lugar como Nueva York. Alguien desconocido que llegara a la ciudad, normalmente se presentaba en sociedad y explicaba los motivos por los que estaba allí durante un largo período de tiempo. Si Regal no había avisado a la comunidad, o era debido a que era algo puntual, o porque escondía algo. Y si además era el receptor de una amenaza tan evidente como la que habían encontrado en su apartamento, Richard se inclinaba más por lo segundo.

- Intentaremos no robarle mucho tiempo, señor Regal - dijo, manteniendo la compostura. Debían de llevar la conversación de tal manera que su compañero no sospechara nada - Dígame, ¿lleva mucho en la ciudad como para necesitar de un alojamiento tan distinguido y discreto?

No, llevo desde el día doce de este mes, apenas dos semanas. Pero vengo unas tres o cuatro veces al año, así que tengo un piso alquilado, y me quedo en él cuando vengo. Es mucho más tranquilo que los hoteles de lujo, donde siempre te esperan los fotógrafos y toda clase de personajes que pretenden hacer negocio con tu vida privada.

Me gusta mucho mi privacidad. Algo que había conseguido hasta este momento.

Respondió con soltura, con un tono de voz que dejaba claro que estaba acostumbrado a mandar, y a ser obedecido, pero aunque el tono estuviera allí, no parecía molesto por responder a las preguntas del detective.