Partida Rol por web

Amanece un precioso día, algo fresco, pero con un sol radiante. Tras empaquetar y desayunar abundantemente, os acercáis a la posada "The Red Door", donde el mozo os entrega los caballos que os indicaron. No son caballos de guerra, pero son buenas monturas, y les sacáis un buen ritmo.

Para la hora de comer ya habéis llegado a Talar, donde no han oido de carromatos, ni de las personas que buscáis. Apenas habéis terminado de comer os ponéis en marcha para aprovechar las horas de luz, pese a los gruñidos del enano por volverse a subir a esa bestia de cuatro patas según él.

La noche cae en Nimon Gap. Rápidamente encontráis posada, parece que los caminos están últimamente más vacios. Al día siguiente volvéis a hacer otras 50 millas, parando a comer en Terrelton y a dormir en Drellin's Ferry. La prudencia aconseja atravesar el rio con luz, así que volvéis a hacer noche antes de cruzar el rio y dejar atrás los núcleos principales de población.

Tomáis el camino que gira a la izquierda hacia la ciudad enana de Overlook y dejais a vuestra derecha el viejo camino del norte ("Old North Road"). Otrora os habríais cruzado con mercaderes y viajeros, pero hoy la carretera es toda para vosotros, no se ve ni un alma.

Tras un día de dormir al raso y otras 50 millas de camino, habéis vuelto a emprender la marcha. Ya estáis buscando un buen lugar a la sombra para comer, un tanto hartos de ese sol que al emprender el viaje os puso de buen humor, cuando Mialee [Percepcion 20] nota las huellas de unos carros alejarse de las faldas de la montaña para aproximarse al borde del camino y desaparecer ladera abajo.

- Alto, dice la elfa mientras baja del caballo de un salto. Parece que aquí un grupo de carromatos se desvió del camino para seguir ladera abajo por ahí, señala con la mano.

Al asomarte por el borde ves como las huellas indican que algo más adelante debieron volcar, la tierra está removida, hay algunos arbustos destrozados hasta llegar a la entradilla de un pequeño bosquecillo donde quedo lo que parece la rueda de una carreta.

La ladera es empinada, pero se puede bajar facilmente, aunque quizás sería buena idea descabalgar para evitar que los caballos se rompan una pata.

Al asomarse al borde Mialee habla con un tono que denota problemas:

- Hay restos de haber volcado ahí delante, parece que el carro fue arrastrado o rodó porque hay señales y arbustos rotos. En los lindes de ese bosquecillo se aprecia una rueda de carromato.... demasiada casualidad que fueran otros carros. Podemos bajar a ver pero sin los caballos....

Neblin ya ha bajado del caballo y empuña sus armas para cuando la elfa ha terminado de hablar. Aunque al principio del viaje estaba emocionado con su montura, después de un par de caídas por encabritarla intentando enseñarla diversos trucos, había terminado por aburrirse. Además le escocían las ingles y el trasero, y esos efectos secundarios no se los había avisado nadie.

El mediano hace acercarse a su caballo y ata sus riendas a un árbol cercano, en la zona verde cercana al camino, para que pueda pastar a la vez que no quedar muy a la vista.

¿Vamos nosotros primero? Pregunta a la elfa con un guiño.

Habrá que dejar a los caballos protegidos... - dice el enano mientras desmonta y se dirige al lugar donde los carros se salieron.

Roerkas le había cogido el gusto muy pronto al ir a caballo y, tras un rato, ya parecía que hubiera cabalgado toda la vida. De hecho, la elegante y recia montura, resultaba muy apropiada para el fuerte guerrero y su porte caballeresco.

Por eso, el semielfo es el último en poner el pie a tierra, descabalgando con poca gana y mirando a su animal. Le da unas palmadas cariñosas en el cuello mientras mira monte abajo, disgustado por tener que continuar la aventura como un biandante.

Asiente a las palabras del enano y busca el lugar donde dejarlos más a salvo, dejando el resto de las decisiones en manos de sus amigos. Sería una desgracia que le pasara algo a tan majestuosos y nobles animales.

El semielfo no estaba acostumbrado a tratar asuntos personales delante de otros. A decir verdad, Roerkas se esforzaba por tener la menor cantidad de "asuntos personales" posibles, en su esfuerzo de convertirse en algo así como un caballero andante.

Para colmo, la iniciativa por parte de una dama hacia su persona - en lugar de viceversa - resultaba, cuando menos, sonrojante. A decir verdad, la cara del guerrero se volvío de un color parecido al de un tomate.

Por eso intenta disimularlo. Coje la carta y la abre, sin importarle la presencia del enano, como quitándole importancia mientras dice:

Puede ser una dama... que está en apuros.

El mediano mira a la elfa esperando su respuesta mientras que el enano estudia las huellas que han dejado los carros, no parecen tener mucho tiempo, un par de días dirías.

La carta parece escrita con la misma letra que tu nombre en el sobre. Letras llenas de florituras en un papel de calidad perfumado con olor a rosas como el sobre. Y que dice así...

Querido Roerkas,

Si, querido, no puedo empezar esta carta de otra manera, pues eso es lo que siente mi corazón desde que te vi entrar por aquella puerta en las ruinas. Pensé que mi suerte estaba echada, en mi mente no había sitio para nada más que las torturas que creía iba a sufrir.

Entonces vi tu apuesta silueta recortada en aquella luz y me pareciste un angel venido del plano celestial. Y tu trato siempre tan gentil.

Os he visto en el consejo, he oido las palabras de admiración que surgen a vuestro paso, quizás vuestra mente ya me haya olvidado y se haya llenado de otras tribulaciones. Pero si aún pensáis en mi, sabed que os estaré esperando hasta el día en que aparezcáis en la academia de Iolun ("College of Ioun (Temple - Ioun)")

Vuestra por siempre.

Jalissa.

Mialee asiente a Neblin y comienza a descender con la vista puesto en el bosquecillo.

El mediano sigue a la elfa de cerca, pero tratando de ser sigiloso en su descenso y sin dejar de echar miradas y escuchar alrededor, preparado para una emboscada como la que podría haber sufrido la caravana.

Dejais al resto con los caballos, mientras avanzáis en sigilo. A vuestro paso veis los matorrales arrasados por el paso de las carretas. Al parecer pasaron por aquí sin control, lo que se confirma al ver los restos, destrozados y medio quemados, algo más adelante.

El viento os trae el olor de lo que unos pocos metros más adelante veis. Muerte. Tres cadaveres entre las maderas destrozadas de las carretas. El suelo está lleno de pisadas y restos de herramientas enanas, así como un tonel reventado. Estáis contemplando la escena cuando de más adelante os llega una risa, unas palabras gritadas en un idioma que no comprendéis y más risas, esta vez a coro.

Galid había cabalgado sin demasiados problemas, pues de joven su padre se había empeñado en enseñarle, a pesar de su poco interés.

El mago baja del caballo, y mira hacia la ladera sin demasiadas ganas de bajar.
Bueno, si hay que quedarse vigilando los caballos, me presto a llevar a cabo tan poco grata tarea. Si tenéis problemas abajo o veis algo importante dar un grito.

Vuelve a avisar al resto, yo me quedo, esto tiene pinta de ser divertido... dice el mediano a la elfa con una media sonrisa mientras piensa: Espero que sean orcos, tengo curiosidad por ver de que color es su sangre.

Morgran se acerca al borde y mira a sus compañeros mientras miran las pistas dejadas por los carros.

Roerkas, que estaba leyendo una carta, vuelve a meterla en un bolsillo de su capa mientras mira a sus compañeros. Siguiendo la mirada de éstos, ve a la elfa, quien se había adelantado junto al mediano. Acaba de salir de unos matorrales algo más adelante para haceros señas...

Mialee consigue atraer la atención del elfo, entonces se lleva un dedo a la boca pidiendo silencio, a continuación desenfunda despacio sus armas y con la palma extendida hacia arriba dobla los dedos hacia dentro repetidas veces para luego, con la palma hacia abajo, la mueve lentamente hacia el suelo.

Morgran saca su arma y se agacha mientras mira a todos lados...