Partida Rol por web

─Vaaaaale. Pepe Martínez, Peluquero barbero. Propietario de una peluquería vintage en Bilbao. Vengo con un viaje concertado que nos ha explotado en la cara.

"Explotar en la cara", gracioso el vasco... Pero el jodido euskaldún cuando las soltaba así, de canto, se las apañaba para no sonreír ni lo más mínimo, parecía el humorista Eugenio.

Por supuesto, en aras de la buena convivencia y la supervivencia de su novia, Gastelu crearía para su grupo todo lo que fuera menester, si era necesario en el mismo momento que hiciera falta. No iba a ser por él que la cagaran.

- Blanca Sanchez, ilustradora. - Sencillo y sin complicaciones. - Dudo que pregunten por las calles de Madrid, pero me habré mudado allí por trabajo hace poco y se me suelen engargar dibujos publicitarios o ilustraciones para libros infantiles. - Luego miré al vivo-muerto. - En cuanto a las falsificaciones, podría ayudar con ello. Es lo bueno de saber dibujar y copiar cosas, que se puede aplicar a sellos, firmas, escrituras... - Y no sería tampoco la primera vez que lo hacía y más aún contra el régimen impuesto en mi país.

- El viaje concertado suena bien. Mucho estrés laboral y mi creatividad esfumada me hacen lanzarme a un viaje lejos, con un cambio de aires y la idea de la excursión se me antoja muy buena para buscar inspiración en tan bellos parajes... - Y nuevamente, nada como decir la verdad para sacar una buena mentira.

Trillo penso durante un momento.- Rodolfo Roquer- decidio,- cartero en Barcelona, amante de la montaña y senderista

- Perfecto, pues cambiémonos de ropa si hace falta y Gastelu ve falsificando la documentación a tu manera... - dice mientras observa que las heridas de Cristina se van cerrando ya con bastante celeridad. - Por suerte curas rápido, si no habríamos tenido un buen problema para justificar las heridas...

Tras falsificar la documentación y repasar un poco la historia os acercáis al hotel. Allí os encuentra un par de agentes de seguridad del hotel que hacían la ronda. Os tratan muy amablemente y cuando les indicáis que os habéis perdido os llevan al hotel donde os permiten llamar a vuestros seres queridos, aunque se encuentran con problemas para realizar la conexión y sólo es posible hacerlo vía teléfono satélite aunque con constantes interferencias que dificultad la comunicación.

Xabier llama a su contacto en la embajada española en Suiza y le explica la situación. Luego ésta persona habla con el director del hotel y os indica que podéis quedaros aquí ya que actualmente se acerca una tormenta bastante grande que cuentan que dure varios días y hay habitaciones libres ya que muchos asistentes a la cena han cancelado. La embajada correrá con los gastos de estancia así que podéis respirar tranquilos. Esto último sorprende un poco al director del hotel pero Xabier le explica que es primo hermano de un alto magistrado del Tribunal de Orden Público en España que conoce personalmente al embajador español lo que parece calmar sus suspicacias.

- Podemos quedarnos unos días. En cuanto reabran todas las carreteras nos dejarán volver a casa...la embajada corre a cargo de la cuenta y avisarán a nuestras familias para que no se preocupen. Tendremos que comprar ropa elegante ya que hay un evento de lujo...pero por lo demás podemos usar las instalaciones del hotel sin problemas. ¿Alguna pregunta? - os explica Xabier disimulando - ...lo primero que haré yo es meterme en la bañera y descansar un rato. La cocina del hotel está cerrada pero nos subirán fiambre y algunos platos fríos para que podamos comer algo.

Gastelu procedió según le iban indicando, generando ropas y documentos como si siempre los hubiera llevado en la mano.

─Mierda ─dijo al llevarse la mano al bolsillo y comprobar que era otra ropa. Al parecer el zippo del que se había encaprichado en su reunión inicial había volado junto con él durante el bombardeo soviético─ Cabrones enlatados, esta me la pagan... ─y de los nervios se encendió un Farias aparecido de la nada con un mechero nuevo al que miró con fastidio.

La llegada al hotel no fue nada problemática. Gastelu parecía estar más acostumbrado a mentir que a respirar, así que hizo de "guiri" a la perfección:

─Cojonudo, fiambre. Al menos podrían subirnos algo de queso, ¿no? ¿O además de no cocinarnos nada decente porque tienen las cocinas cerradas porque pasan de las putas 5 de la tarde, también tienen guardados los quesos en las putas cajas fuertes y no pueden abrirlas porque falta el encargado? ¡Hombre, ya!

- Fiambre- repitió Trillo, en su nuevo papel de cartero de excursión.- Pues vaya evento de lujo. ¿No quedará un poco raro que nos pague todo la embajada? Debimos pensar en una excusa mejor...- masculló, más para si mismo que para nadie. No se sentía muy cómodo en ese papel, pero comabtió sus ganas de desaparecer en la noche nevada de Suiza un poco más de tiempo. Menos mal que no comía, porque escapar de las garras de la muerte para un bocadillo frío... ya era triste.

No iba a quejarme. Desde el día que recibí mi maldición y mi primo comenzó a acosarme, mi vida cambió por completo. Los continuos viajes de una ciudad a otra era el pan de cada día. Dormía donde podía. Si me podía pagar una pensión una noche, estupendo. Sino me colaba en casas vacías o dormía en la calle, dependiendo del tiempo que hiciese. Así que estar allí y comer tan de seguido, era un lujo para mí.

- Creo que yo haré lo mismo. Un baño ayudará a mi cuerpo a recuperarse antes. - Dios! Hacía meses! Incluso años que no me daba un buen baño!! - Y deja de llorar por el queso... puedes conseguir lo que quieras, incluso un plato de sopa caliente o un buen churrasco a la brasa... - Bromeé con el vasco, aunque sabía que le decía la verdad. Sí, carne estaría bien. A ser posible un poco cruda, sangrante como decían los pijos en la ciudad. - ... solo tienes que usar tus encantos naturales. - Le guiñé un ojo cómplice.

- En cuanto a la embajada, no sería la primera vez que se encarga de pagar los gastos de excursionistas perdidos y más aún atrapados sin medios para volver a casa. Lo que no debemos hacer es abusar... eso si que llamaría la atención. O bueno, quizás si deberíamos abusar un poquito... que se note que somos españoles. - Sonreí a todos viendo que al menos estábamos a salvo en el hotel. Por lo menos eso era lo que parecía.

─Sería tan increíble que un español no se queje como que no intente aprovecharse de su país, así que lo que voy a hacer yo es subir a mi habitación, darme un baño con espuma y beberme lo mejorcito que tengan en el mini-bar ─declaró el vasco.

Claro que podía crear lo que le viniera en gana, pero nada de eso se lo iban a cobrar al gobierno de España, al que tenía algo más que un poco de manía. Si las cocinas estuvieran abiertas no dudaría en encargarse algo de langosta o caviar. O las dos cosas. Pero como no era el caso, al menos pediría que le activasen todos los canales disponibles y se daría un buen baño.

- Yo creo que también me sumaré a lo del baño... - mira a Trillo y le indica - ...no es raro ya que creen que soy primo carnal de un juez del TOP. Así que el embajador nos hace un favor para seguir con su carrera en Madrid cuando finalice su estadía en Suiza.

Mira a Gastelu y le dice:

- Por favor, si haces aparecer algo ventila la habitación. Evitemos que mañana los del servicio de limpieza huelan a churrasco recién hecho en la habitación...eso a mí al menos me parecería raro.

Se le nota cansado y se ve que tiene ganas de ir a su habitación y descansar. Os da las llaves de vuestras habitaciones y antes de entrar y desaparecer por unas horas os dice:

- Mañana hablaremos durante el desayuno, espero que el resto de los nuestros lleguen a la noche. Nos dedicaremos a estudiar el lugar y familiarizarnos con las rutinas del hotel...por si ellos fracasan. Si no, todos para casa en breve.

Cierra la puerta y ahora os quedáis vosotros tres en el pasillo. Ha sido un día muy largo para todos y algunos tendréis que descansar aunque la noche es joven y hay muchas horas por delante.

─¿Después del bañito alguien se apunta a tomarse unas copichuelas? Digo yo que algún buen caldo a cuenta del rico y generoso gobierno español sí que nos podremos meter entre pecho y espalda, ¿no? Habrá que actuar como lo haría un español en nuestra situación, ¿verdad? En beneficio de todos... ─dijo Gastelu buscando la complicidad del resto del grupo. O tal vez era un "por si cuela".

Y en efecto, aunque al final fuera solo, un rato sí que bajaría al salón del hotel, a socializar un poco, vestido de traje vintage, que para algo tenía una tapadera...

- Lo siento, quizás en otra ocasión. - Respondí al vasco. - Debo, lamerme las heridas. - Le dije con una sonrisa. La verdad es que aquellas balas me habían dejado muy mal y algunas aún estaban dentro de mí. Las sentía moverse, rompiendo carne y órganos, empujadas por mi propio cuerpo para que saliesen del mismo. Era lo que tenía la regeneración. Te curabas sí, pero a veces preferías que las formas fuesen otras.

Mi sonrisa trataba de ocultar el malestar de aquella sutil regeneración y la verdad es que el baño me vendría bien. Ayudaría a mi cuerpo y me costaría menos encontrar las balas que aún me quedaban por expulsar. - Si no pasa nada raro, os veré por la mañana. - Añadí despidiéndome de los presentes, antes de irme a mi habitación.
 

- Yo no duermo- respondió Trillo, secamente.- Ni bebo. Ni salgo de copas desde hace unos noventa-y-cinco años, no creo que fuera una gran compañía. Aprovecharé la noche para leer sobre la zona- anunció.- A menos que necesites ayuda para mantener nuestra tapadera, entonces puedo intentarlo, pero te aviso que no soy un gran actor y menos en lo que a fiesta se refiere.

Cristina y Trillo deciden descansar en casa, pero Gastelu aún tiene ganas de marcha así que baja al bar del hotel a socializar un poco. Aunque para su desgracia no hay mucho que socializar ya que solo está el personal del hotel y el pianista que toca una vieja canción de Sinatra.

Por lo menos el alcohol no tendría que pagarlo él así que tendrá que aprovechar y ver qué le depara la noche. Puede que congeniando con los del hotel saque información o puede que meta la pata con algún comentario. Quién sabe...

Gastelu bajó al bar y para su decepción encontró que no había nadie más que el servicio del hotel. Y era un hotel suizo. Los alemanes hacen chistes sobre lo "cuadriculados" que son los suizos, así que viniendo de ellos, que no son precisamente un ejemplo de flexibilidad, era como decir que los ladrillos entrarán más en razón que un suizo...

El vasco suspiró y se acercó al pianista, buscó si había algún cartel prohibiendo hablar con el susodicho. Si podía le pediría algo triste, para beber a solas. Sólo con teclas negras o algo así. Trataría luego de invitarle a una copa (o lo que él quiera) y trataría de empatizar hablando de su trabajo... y de lo tranquilos que estaban. Por si el hombre se animaba a hacer el comentario de lo que se les había venido encima (la tormenta) y lo que se les avecinaba (la reunión en el hotel). Cualquier información sería buena, por parca que fuera.

Luego ya se retiraría al haber llegado a emborracharse ligeramente, aunque parecería que lo estaba mucho más. Hoy le había tocado al pianista hacerse amigo del borracho de turno...

Parece tu noche de suerte, ya que el pianista está presente. El hombre aburrido se deja invitar a algo mientras aprovechas y pides un sinfín de canciones tristes. Descubres bastante sobre él, primero que es un cubano exiliado lo que te permite hablar en vuestro idioma natal y eso acelera la creación de lazos.

Un cubano y un vasco en Suiza, qué vueltas que da la vida...

─¿Qué tal por aquí? ¿Buenas propinas? Para nosotros los trabajadores es lo único que nos salva de ser unos muertos de hambre, así como van las cosas. ¿Habría espacio aquí para un español de a pie? ¿Tiene peluquería el hotel? Con visitantes tan distinguidos seguro que sería un servicio añadido importante...

El vasco tenía facilidad para conectar con los "obreros" y de eso el pianista tenía mucho. Al fin y al cabo había llevado la dura vida del emigrado, así que seguro que no había tenido las cosas fáciles. Se entenderían fácilmente entre ellos.

El pianista te suelta que han llegado muchos peces gordos al hotel. Representantes del emperador japonés, algunos empresarios de renombre mundial (te menciona a Cierva que vendrá al hotel), un grupo de soviéticos que no suelen relacionarse con nadie salvo con algunas personas del hotel. Tienen una planta reservada sólo para ellos. 

Y te comenta que viene un tren repleto de famosos entre los que hay algunos actores, deportistas e incluso nobleza de la vieja Europa.

En general te habla bien de todos. Los soviéticos son tacaños y él que es cubano que emigró les tiene en mala estima. Los japoneses no son muy habladores y según dice él visten raro, muy a lo antiguo. Parecen que son de sector tradicionalista.

Luego te indica que hay peluquería en el hotel tanto para caballero como para señora. Dicen que buscan gente para cocina y que sepa idiomas ya que cada vez tienen más visitantes extranjeros. Te comenta que el salario es alto pero que hace mucho frío y la temporada fuerte es en invierno cuando se puede venir a esquiar.