Partida Rol por web

Viendo salir a don Pelayo, húbeme de ir tras él, ya no sólo pensando en que pudiere hacer una locura, sino también en la ayuda que tal vez fuere a necesitar. Al fin y al cabo, era mi señor, y, de acuerdo o no con sus decisiones, no tenía yo duda de que era mi deber estar con él, ya fuera a las duras, o a las maduras.

Encoyíme sobre mi mesma ante la reacción de Pelayo el cual, igual qu'una fiera enxaulada, escapara en pos de Blanca. Pero lo peor yera saber que Sixto íbase tras el so señor, lo que dexabame a mi sola con aquel desconocíu nun llugar más desconocíu aún.

—Paez que'l descansu va tener qu'esperar.

Sufrida, pos lo último que quería yera quedame ente estraños, salí detrás del caballeru y el vieyu, non ensin antes dirixir una mirada interrogante a Goyo por si tamién quería venir él, mas nun esperé que se decidiera y salí fora de la tabierna esperando qu'el Randa pudiera atopanos cuando, al volver, nun nos viera ellí dientro.

Temiendo que el caballero cometiera un acto de locura movido por la ira y el rencor, Sixto y Nela siguieron sus pasos hacia el exterior con la mayor de las premuras...

Grades eran las decepciones que me estaba llevando con mi familia tras mi regreso. Mi hermana abandonando su servicio a Dios por el amor lascivo de un joven, mi madre arruinada et a punto de la locura et ahora el mio padre, que abandonó el cariño de mi madre para ir a buscar calor en el cuerpo de una joven, una niña......... Mi padre lo había sido todo para mi. Su ejemplo era el ideal que yo quería alcanzar sirviendo a Dios y a mi Rey... mas ahora descubro que era mas que un rufian

-Soy hombre de Dios et la lascivia es uno de los mas pérfidos pecados que el demonio nos ofrece en bandeja para comenzar el descenso infernal. Lo que mi padre haya hecho en vida tendrá que pagarlo en el purgatorio antes de alcanzar la corte celestial. Yo prefiero ser fiel a los principios de la Santa Madre Iglesia et a los de mi orden, a la que la debo mi vida y mi alma. 

Ahora solo puedo intentar enmendar los errores que haya cometido mi familia. Encontrar a mi hermana sana y salva es lo primordial, et luego volver a refundar los cimientos de mi hogar. No se que es lo que te ofrecería ese noble enmascarado, supongo que una buena bolsa et tu libertad, mas dudo mucho de sus buenas intenciones para con mi hermana. Blanca, os necesito a mi lado para encontrarla. No os puedo ofrecer tanta plata como posiblemente os han ofrecido pero sabed que si sois fiel a mi, tendréis mi más infinito aprecio et protección para el resto de vuestros dias

Es tarde et la noche esta apunto de caer. Non podemos salir hacia la posada del morisco a estas horas pues seria una insensatez. Descansemos en esta taberna et mañana, con el alba, partiremos tras el rastro de mi hermana. ¿Estais deacuerdo?- digo incluyendo en la pregunta con mi mirada a Nela et Sixto que acaban de salir y han presenciado el final de nuestra conversacion

Cierro las piernas cuando escucho las palabras de Pelayo (y retiro la mano de donde tengo el cuchillo) No puedo evitar sonreir, me hace gracia la situación.-Os ayudaré...en parte se lo debo a vuestro padre (y a el, pero por otros motivos). Mas non me quedaré con vos, tampoco quiero vuestra plata. Non se que se trae ese enmascarado, pero creo que también trató con Nela y el Randa. ¿Non es eso cierto? Miro a Nela esperando una respuesta. Quizás entre todos saquemos algo en claro...asiento a lo de descansar en la taberna y continuar mañana.

Quedeme pará na más salir, pa escuchar el cruce pallabres entre Blanca y el caballeru, plasmándome de la vida que había llevao, según ella dicía, la muyer. A quién tinía yo que creer aún taba por ver, pero nun pude más que sentí-y apreciu por ella, o algo parecío, quizás un sentimiento compañerismu a pesar el suañu qu’había tenío.

Nun era el momento pa metese en medio la conversación, de fecho prefería manteneme esperando a ver qui decíen y, cuando comprobé que la sangre nun d’iba al ríu y que, con buen xuiciu íbamos a quedanos a pasar la nuechi allí mesmo, nun pude más que respirar tranquila, mas poco durome esa tranquilidá ya que, cuando la Blanca dirixiose a mí, los nervios coyieronme el estómago porque… ¿qu-y diba deciyos?

—Sí, un embozau fue’l que díxonos de buscar a la moza, pero nun-y vimos la cara en ningún momento ni dixio el so nome y, tal como apareció fuese. El Randa consiguió el trabayu través un… conocíu —nun pude evitar torcer el xestu al recordar al tipu la taberna, con la so mirá lasciva que habíame puesto los pelos como escarpies— que dio-y les indicaciones pa topanos con el encapuchau. Poco más puedo decibos.

Aquel asunto, en toda su forma, se había vuelto extraño para mi persona. Donde parecieran encontrarse unos simples mercenarios, gentes de baja estofa pagadas por una tarea que se antojaba sanguinaria, resultaba haber nuevas piezas en una partida que se antojaba tal cuál el extraño juego de los árabes, el shatranj*. Lo que no lograba discernir es en qué lado del tablero hallábase cada una de ellas.

- Mucho hemos sabido en poco tiempo d'aqueste asunto. - dije al fin, hablando para mi señor - Que este omne, Goyo, est en verdad amado da vostra hermana, et que non son aquestos - miraba a Nela y Blanca de reojo - quienes dizen ser. Mas agora, mi senyor, hemos de ser cautos, et tomar el camino correcto.

Clavé entonces la mirada en Nela en primer lugar, pues la otra mujer, Blanca, parecía en verdad poco propensa a las palabras.

- Dezid, Nela: ¿que vos se ofreció por hallar a muxer con la que soñasteis? ¿Oro, beneficios? Algo debió prometer aquel omne...

Os ayudaré...en parte se lo debo a vuestro padre. Mas non me quedaré con vos, tampoco quiero vuestra plata.

Sea, pues. Todo sea por el bien de la mia hermana. 

Mas agora, mi senyor, hemos de ser cautos, et tomar el camino correcto

De acuerdo estoy con vos. Tortuoso es el camino que se nos presenta, mas no queda mas que recorrerlo con paso firme et seguro para no dar zancada en falso. Volvamos al interior de la taberna et preparémonos para la jornada de mañana. El joven Goyo vendrá con nosotros, pues no quiero perderle de vista. De momento es la unica pista que tenemos, aunque, por supuesto, aun no confié en él 

Sentíame amedranada ante les miraes que me dirixía Sixto, como si con elles pretendiera arrancame una verdá que nin yo mesma conocía. Pocu acostumada a tratar durante muchu tiempu con xente, aquel escrutiniu taba poniéndome nerviosa.

Cuando me fixo la pregunta tan directa, nun sabía hasta qué puntu tendría de contestar cola verdá. Víame involucrá nuna situación que superabame y tou por culpa d'un suañu que tuviera.

—En realidá l'encargu  diéronselu a Lázaro, namás que yo m'atopaba con él cuando-y lo fueron pedir.

El porqué xuntárame al Randa ensin conocelu de ná yera algo que nin yo mesma sabía qué contestar.

—Algo ufiertaríen-y supongo… quizás dineru. ¿Nun ye lo normal nesti tipu d'encargos?

Por suerte Pelayo, pal que yo nun paecía esistir ante los sos güeyos, atayó aquella conversación p'avisanos de lo que faceríamos al otru día, que nun yera otra cosa que siguir camín buscando a la moza desaparecía, la mesma que resultara ser hermana del caballeru.

Extraño se mostraba todo cuanto acontecía en los últimos días. Numerosas dudas e intrigas se iban presentando con cada paso que daban. Dudas, recelos y miedos incluso entre los propios miembros de la compaña quienes, desconocidos entre si, poco a poco se iban dando cuenta de lo poco que sabían los unos de los otros.

Quizá jamás se llegarían a conocerse del todo. Probablemente no podían formular suficientes preguntas ni hallar suficientes respuestas para saber a ciencia cierta quien era quien y, más inquietante aún, que motivos personales tenía cada uno para buscar con tanto ahínco a la joven de la familia Arango.

Más tales preguntas y disquisiciones planteadas allí, bajo aquella fría noche asturiana, pronto se vieron interrumpidas por los parroquianos que, asuzados por Bertu el "tabernero, iban ahuecando el ala entre bufidos y quejas para dejar libre el salón que habría de brindar merecido descanso al noble caballero y a su variopinta compaña.

...Y no tardaron en conciliar un placentero descanso propiciado por el calor del hogar y la comodidad del improvisado lecho que el tabernero se había afanado en preparar, más lo soñado por todos aquella noche distaba mucho de ser igual de placentero que el descanso, tornandose incluso en inquietante pesadilla y terrible aberración...

-¡Ayuda!. -Gritaba. Incluso con su cara abultada por los golpes, se adivinaba que la muchacha era hermosa. El olor de sudor añejo y excrementos humanos saturaba las paredes, y la única luz que se podía distinguir por el espacio diminuto entre la puerta reforzada y el macizo suelo frío... -¡Ayudadme por el amor de Dios!. -Ella doblaba los dedos de sus manos y pies para tratar de recuperar alguna sensación de ellos, pero su carne pálida permanecía entumecida con el frío penetrante. Su pelo estaba apelmazado en sangre y suciedad. Todo lo que ella podía hacer era mirar fijamente la puerta y aquel delgado rayo de luz...

Ella comenzaría a gritar, pero eso no solucionó nada las diez últimas veces que lo hizo. Ella seguiría gritando, pero nadie la oiría. Ella lucharía contra sus grilletes, pero las magulladuras sobre sus muñecas y tobillos demostraban lo inútil que era hacerlo.

Si tuviera un modo de matarse, probablemente lo habría hecho hace días.. Ella oyó una conversación entre dos hombres, en algun lugar tras la puerta. Ellos hablaban de "sacar tajada a la mercancía", ella supuso que hablaban de
ella, pero no sonó que a donde quiera que la llevaran estaría mejor que allí. 

Y entonces en lugar de gritar comenzó a rezar con terrible resignación...

Y entonces el gallo cantó compañado por el repicar de las campanas que llamaban a misa de la pequeña iglesia de Laviana. Y con ese pronfundo repicar despertaron los miembros de la compaña quienes, aún sudorosos e inquietos, no tardaron en compartir aquel sueño que todos y cada uno de ellos acababa de vivir...

-¡Amor mío!. -exclamó Goyo irguiéndose del camastro. Unas gruesas lágrimas resbalaban por su rostro aterrorizado y descompuesto.

Mucho se había venido a dar la jornada previa, y en verdad nuestras almas se hallaban ahora encogidas por cuanto íbamos averiguando sobre este asunto, y la impaciencia y la desesperación se iban adueñando de nosotros. No había duda de que el infortunio se había cebado con los de Arango, y bien sabía yo cuánto dolía a mi señor descubrir las oscuridades que rodearan a su difunto padre, a su pobre madre enloquecida, y a su hermana perdida. Empero, que recobrar el honor de su casa habría de hacerse, y para ello debíamos encontrar primero a doña Adriana, y luego, Dios proveería.

Todo eso había pensado yo antes de que el sueño me invadiese. Y, al hacerlo, húbose de obrar prodigio, pues vi en él a la hermana de mi señor, que nos clamaba pidiendo ayuda, de igual modo que debió clamar a Nela. Aquello, aunque llenó de temor mi espíritu, también me hizo confiar más en la pobre muchacha asturiana, que, de otro modo, pudiere haber parecido enloquecida al contar que había visto a Adriana en sueños. Aunque, dicho sea, yo la había creído desde el principio, pues de tales onirismos había oído hablar antes.

- ¿Habedes soñado con Adriana? - pregunté a Goyo, al escuchar su grito, que despertóme - ¿Et qué dezíavos? ¿Pedía ajuda?

En verdad, si todos habíamos visto lo propio, aquello era un auténtico prodigio.

El muchacho alzó sus acristalados ojos para encontrarse con los del viejo salamantino los cuales, aunque azulados a causa de su avanzada edad, mostraban aún la chispa de la curiosidad e inteligencia propia de el más pródigo de los zagales.

-Ploraba. -respondió al anciano. -Ploraba al Altísimo pidiendo ayuda. Quizá compartir tal sueño todos nos sea la respuesta de Dios a las sus plegarias...

Las campanas et las voces de Sixto y Goyo se entremezclaron con la pesadilla de ver a la mia hermana amoratada por los golpes y encadenada como si de una bestia se tratara.

-Pardiez!! Era solo un sueño!!, mas tan vivido que diría que es verdad lo que he visto- Digo mirando alrededor desconcertado. Entiendo en este preciso momento que Goyo et Sixto han tenido un sueño similar. -Acaso vos la habéis visto tambien? Nos esta llamando, Dios la ha escuchado y nos esta ayudando a encontrarla. Debemos salir cuanto antes a la posada del moro, mas es menester que rece una ultima plegaría et hable con el párroco de Laviana. No me demoraré en demasía, si alguno de vos quiere acompañarme que lo haga, al resto, id preparando todo para el viaje pues salimos de inmediato. Quizás durante este tiempo aparezca el Randa que no sabemos de el nada desde anoche 

Munches palabres dixérense aquel día, munchos secretos desvelaos y sorpreses que rumiar duranti la nueche. Preocupá porque Lázaro tovía nun volviera del so paséu, esperando que nun-y pasara nada malu, chéme cerca’l calor del fueu esperando atopar un reposu qu'últimamente paecía nun querer allegar a mi.

Pero'l suañu foi intranquilu, angustiosu y dime cuenta que fuera'l mesmu que m'impulsara a entamar aquella llocura. Namás cambiaba un detalle que, nesta ocasión, la muyer nun me daba nenguna pista yá que la otra vez dixérame ónde tenía qu'empecipiar la mio aventura.

Esperté sudorosa, cola respiración agitá y los güeyos bien abiertos, pa dame cunta que los mios compañeros tuvieren el mesmu suaño que yo.

—¿Lo vistis y sentistis? Ye'l mesmu suañu qu’arrastrome a entamar esti viaxe. ¿Creéisme agora?

Di cuenta que Lázaro nun pasara la nueche con nós, y la mio preocupación foi n'aumentu. Ensin conoce-y de nada, había coyíu cariñu a aquel mozu pendencieru pero que conmigo habíase portao perbién.

—Yo quedareme a preparar les coses pal viaxe.

Nun m'importaba yá que al caballeru paeciéra-y mal que nun quixera dir a la ilesia a rezar. El mio pensamientu y los mios ruegos taben cola moza Adriana y, con toa seguridá, el Altísimo escucharíame, si ye que quería escuchame, tuviera yo na tabierna o tuviera nuna ilesia.

-Yo vos acompañaré a oficios, don Pelayo. -dijo tras Nela. -menester est encomendarse et pedir ayuda al buen Dios en tan aciago momento.

Los inquietos pasos que Goyo daba mientras hablaba dejaban cortos aquel "salón" en el que la compaña se hallaba. Y sus gestos, nerviosos y exagerados, evidenciavan una tremenda intranquilidad una la atenuante necesidad de marchar cuanto antes en pos de su desaparecida amada.

Me levanté agitada, la pesadilla me había hecho dormir mal. Pero al despertarme fué peor. ¿Todos habíamos soñado lo mesmo? q¿qué clase de brujería era aquesta? Non daba crédito a lo soñado, mas non podía dejarlo correr. Asentía a Nela-Vos creo-y ¿cómo no iba a creer después de semejante prodigio? Después ví como el santurrón, el "amante" et el viejo iban a misa, quedeme preparando las cosas para el viaje con Nela-Yo también me quedo-. Que no era yo de muchos sermones. También miraba buscando al Randa, algo me escamaba. ¿Qué le podría haber pasado? Quizás deberíamos buscarlo, quizás le habían acuchillado en mitad de la noche, quizás se había lagado sin más.