Partida Rol por web

Las llaves caen a nuestros pies y pronto Lefevre se encarga de abrirnos la puerta. No me apetecía andarme con rodeos, así que salí tras Clady y Lefevre, a los que Lotti había adelantado. Me giro hacia la morena al salir por la puerta, para comprobar que me siga y camino por el pasillo tras Romeo, que busca la salida.

Éste se apoya en la pared de la puerta principal, esperando a que alguien cruce hacia fuera.

- ¿Habrá alguien fuera? - pregunto a Romeo casi más bien pensando en alto. - Habrá que acercarse a comprobarlo. - Me aproximo a la puerta del edificio y la abro ligeramente, y echo un vistazo asegurándome de que no haya nadie cerca antes de abrirla por completo.

Observo como la mayoría salen de la celdam casí pegandose unos con otros por ser lor primeros, antes de salir observo de nuevo la celda y el lugar en busca de algo que pueda servirme como arma, antes de zarpar a lo desconocido. Cuando echo mi último vistazo observo como Eskjö el Grande mira hacía atrás para comprobar que les sigo..- No tengo demasiada opción para escapar grandullón..- Pienso y comienzo a caminar a una distancia prudente.

 Al llegar a la puerta el hombre encapuchado espera a que alguien pase delante de él. El Grande es quien decide hacerlo, no sin antes soltar algún comentario.

Asintió a las palabras de Eskjö, siguiéndole de cerca, no tenía muchas oportunidades de sobrevivir, y el tipo le debía una, o eso creía, pues sus conjeturas habían hecho que llegara a la conclusión de que era él quien se había cargado a ese hombre y le había cargado el muerto sin demasiado éxito.

Sujetó la puerta ligeramente al cruzar el umbral en pos de los pasos del grandullón ya que nadie más que él parecía dispuesto a salir.

Que gran idea, escapemos de la prisión y corramos todos hacia el barco en pleno ataque... a mi no se me habría ocurrido un mejor plan. Con suerte los primeros guardias que crucemos se enfrentarán al grandullón y a su encapuchado amigo mientras yo podría escapar de alguna manera... 

Sea lo que este pensando, Edward camina tranquilo y muy seguro de si mismo mientras sigue a la hermosa rubia de ojos azules, si realmente estaba nervioso simplemente no lo demostraba. Pero siempre encontraba la manera de mirar de reojo hacia atrás para ver que nadie los siga mientras habla con Clady -No se si solo es una impresión, pero hay algo sospechoso en nuestro curioso amigo, tal vez sea porque no ha dicho una sola palabra, o por su misteriosa capucha, o quien sabe, tal vez por ambas razones...

La verja de hierro que cerraba la entrada principal se abre sin ningún problema y, tras varios días en las mal iluminadas celdas, por fin os sonríe el sol de nuevo. De camino aquí no os habéis encontrado a nadie y cuando el nórdico se asoma parece que tampoco en las inmediaciones de la prisión hay guardias. El pueblo está algo más calmado aunque todavía, hacía el sur, se oye el eco de los cañones. Ahora parece que la frecuencia de disparos ha bajado y hay lapsus de silencio entre una explosión y otra.

Vislumbráis algunos ciudadanos entre puertas entreabiertas, cortinas y persianas cerradas. Os miran con cierto temor pero ninguno muestra signo de acercarse ni alertar a los soldados. La plaza del patíbulo, justo enfrente vuestra, os recuerda lo cerca que habéis estado de la soga y que todavía no estáis a salvo de ella...

Al llegar a la calle, disfruta del cálido beso del sol sobre su rostro y nota como son observados por los asustados ciudadanos. No puede evitar sonreír y saludar con un gesto de su cabeza a una de las damas expectantes a través de una de ventana.

Fuera al fin, pero aún demasiado lejos de la libertad. comenta mientras observa con rechazo la plaza del patíbulo, que le recuerda que aún tiene una cita pendiente con la muerte, y súbitamente se dirige al grupo nuevamente con su brillante sonrisa- en fin, es hora de marchar! mmmm comienza a girar apuntando con su dedo hasta que se detiene, apuntando directamente hacia una de las calles. Sin duda esta nos lleva al puerto! jeje.

Realmente parece una broma, pero lo dice con mucha seguridad, como si estuviera completamente convencido de que es la calle correcta. 

Seguía a mis actuales compañeros casi por instinto más que prestandoles atención, de momento esperaba poder encontrar algún arma entre tanta sala que cruzabamos. A los poco minutos ya estabamos saliendo de aquella prisión infectada de roedores.

Al salir mis tuve que entrecerrar mis ojos, hacía tiempo que no veía un sol tan resplandeciente y justamente tenía que ser en la peor situación, en frente nuestra se situa la plaza del patíbulo, esbozo una ligera aunque comedida sonrisa al verla....de momento no, vieja amiga...-Pensé.Había visto a demasiados abandonar esta vida alli arriba. Acto seguído retumbó a lo lejos uno de los pocos cañones que parecía que ahora se habían calmado un poco, aunque seguramente no sería por mucho tiempo. Observando de nuevo donde nos encontrabamos me disponía a trazar la ruta más corta hacía donde nos debíamos dirijir. Nuestra anfitriona nos esperaba y de momento, no teníamos nada que pudiera retenernos más tiempo allí.

Justo cuando me disponía a comunicar el camino por el que debíamos dirijirnos, Edward el galán...(al cual me había permitido ponerle su más que bien acertado sobrenombre).. comenzó a indicar una de las callejuelas de la ciudad.

 No niego que vuestra indicación no sea la correcta, Edward, pero creo estar en lo cierto al decir que podemos llegar antes al puerto por otro lugar y sobretodo menos frecuentado por guardias.- Me atrevo a decir directamente, por suerte hacía demasiado tiempo que frecuentaba esa ciudad..- Si seguimos por aquel callejón estaremos muy pronto bebiendo con su ¨cortejada de ojos ambarinos¨, en su barco y escuchando su proposición.- Continuo esperando su respuesta, convencida de seguir ese camino.

Los había que sabían manejarse mejor y lo suyo no era llevar la voz cantante en momentos así. La prisa que llevaban obligaba que sujetara el embozo que le cubría con las manos enguantadas.

El atractivo montaigne había empezado a llevarles entre calles pero era incapaz de reprimir sus coqueteos mientras que el resto le seguíamos o le iban a la zaga, como era el caso de la joven morena de ojos verdes que se movía bastante bien en las callejuelas.

Cuando salimos a la calle, el sol nos cegó a todos durante unos segundos, tras los cuales pronto nos vimos al lado de la plaza del patíbulo. Pero corría prisa el alejarnos de ella, mejor que quedarnos a observarla.

El joven Edward no tardó en señalarnos una calle para llegar al puerto. Sin embargo, la morena Lidia lo corrigió al instante. Por lo visto, si bien la calle señalada por Edward nos permitiría llegar al puerto, nuestra bella compañera tenía otra forma de llegar más rápido, y sin guardias que nos molestasen.

- Si está completamente segura señorita... - tuve que hacer memoria para recordar su apellido, provocando un ligero silencio - Stanford, ¿cierto? Repito, si está completamente segura, no tendré problema en seguirla hasta nuestra libertad. Pero espero que esté en lo cierto, no me gustaría perderme por los callejones o, peor aún, encontrarme a una patrulla de guardias. Eso podría complicarnos las cosas innecesariamente. - Mi tono es pausado, y hablo conciso y claro. Ahora que tenemos una posibilidad tangible de largarnos de allí sin que nos encuentren, no me alienta nada el desperdiciarla inoportunamente.

Luego de escuchar a Lidia, la mujer de ojos verdes y hermosa cabellera negra como la noche, no puede evitar reír internamente mientras observaba el camino que ella había escogido -Ojos ambarinos... acaso estáis celosa ma dame Stanford? Cualquier ladrón que pudiera acaparar por un segundo, las bellas esmeraldas que ocultan su mirada, seria digno de envidia. Mira fijamente sus ojos verdes y sonríe de forma picara antes de volver la vista al camino.

No iba a discutir con una señorita tan bella, y parecía estar muy segura de lo que decía, por lo que simplemente siguió sus indicaciones. 

Al haber sido criada en una pequeña aldea rodeada de grandes espacios abiertos, agradezco muchísimo salir de la pequeña y claustrofóbica celda. Cierro los ojos durante un segundo y doy una bocanada de aire fresco. 

Me siento un tanto confusa a la hora de seguir el camino pero Lidia habla de su opción con tanta seguridad, que me decanto por ella.

- Si tan segura está la señorita, tal vez sea el camino más seguro. Por suerte somos un grupo grande y, si nos mantenemos juntos, tendremos muchas oportunidades de llegar a salvo al barco. Por cierto, me llamo Clady, por si alguno no se acuerda tras escuchar mis cargos y mi sentencia.

Con una gran sonrisa y de muy buen humor, continúo el camino.

-Y así tuve suerte, una vez más.

Cuando Clady hace el comentario sobre su nombre, no puedo hacer si no reírme.

- Vamos, vamos... ¿en serio crees que nos vamos a olvidar? Ni pensarlo. Cuando tienes a semejante pieza en tu grupo, mejor tenerla vigilada. Y si es una mujer más... por si algún día se terciase compartir cama, que lo dudo, pero no lo descarto. - Le dirijo una mirada socarrona a la rubia con cierta lascivia, que luego tengo cuidado de apartar para no ofenderla. - Ahora en serio... ¿cuáles de esas sentencias son ciertas? La de prostitución, me parece poco probable. A juzgar por lo poco que he visto y el resto de sentencias, tienes demasiado carácter para tratar con según que clientes. Incluso con los que pudiesen ser empalagosamente amables y caballerosos. - Hago un gesto con la cabeza hacia Edward, pero con la intención de que éste no se de cuenta. - Aunque bueno, nunca se sabe, hay gente que cambia mucho al salir del trabajo... - suelto otra risotada, alegre y despreocupada, soltando la tensión que llevaba dentro, aunque no quisiese aparentarlo.

Sigo caminando y a falta de conversación, entro en un completo mutismo, y aprovecho para reflexionar sobre lo que acabo de decir.

"Desde luego, vaya grupo más variopinto... No me cabe duda de que la mayor parte de lo que se nos acusa es falso, visto lo visto. Debería recabar información sobre eso. En concreto, tendré que mantener una charla con ese extraño Romeo... Tiene mucho que explicarme, y es demasiado silencioso. No ha dicho ni una sola palabra desde que estamos aquí, y... ¿por su culpa? casi me cuelgan. Desde luego que yo no cometí el asesinato, y si bien es cierto que él estaba allí conmigo, quizá sea tan inocente como yo... o quizá no. En cuyo caso, me interesará saber el por qué mató a ese mercader. Me gustaría saber el motivo de que casi vaya a la horca. Suerte que la muchacha pelirroja llegó a tiempo."

Fijo mi mirada en el silencioso embozado, mientras voy sumido en mis cavilaciones, como queriendo penetrar a través de su ropa y averiguar quién se oculta detrás. Como si, incluso, intentase leer sus pensamientos.

Movidos por la seguridad que portan las palabras de Lidia Stanford, la seguís a través de las pequeñas callejuelas. El pueblo no es muy grande. Las calles son estrechas, atraviesan casas bajas y amplias, envidiablemente pulcras y cuidadas. Tras varios minutos de correr entre algún que otro despistado ciudadano y sin encontraros con ningún guardia, llegáis finalmente a ver el muro que delimita el borde del poblado. Una amplia avenida adoquinada separa la última casa de la puerta de piedra que señala la salida. Más allá, un sendero de tierra baja hacia lo que debe ser la playa. Os asomáis a la esquina y veis que unos pocos guardias están apostados al fondo de la avenida. Es muy probable que si pasáis rápidos o escondidos no os vean.

Otro par de cañonazos resuenan, ahora más cerca, y al fin entendéis porqué siempre se oían lejanos. Las dos balas impactan en el muro y en los acantilados circundantes, sin entrar siquiera en el poblado.

Los cañonazos hacían temblar el suelo estremeciendo cada paso que daba en pos de sus compañeros. Había cruzado una mirada con el grandullón soez. En otro momento eso habría dado pie a algún tipo de contestación verbal a su mirada mas el momento no era el adecuado así que se limitó a abrir la boca en la oscuridad del embozo en una mueca amenazante emitiendo un bufido bajo que pasó desapercibido entre el estruendo de los cañones.

Había que pasar la última barrera y para ello había que esmerarse un mínimo. Se deslizó con presteza hasta una de las paredes que flanqueaban la avenida y, tras ajustarse las correas de la capa para evitar que ondeara, caminó encorvado ligeramente estirando las piernas por completo al avanzar sin apoyar toda la planta del pie para amortiguar el ruido al avanzar, queriendo ser solo una sombra entre sombras.
Solo un poco más... Solo un poco más

No puedo evitar una carcajada ante las palabras de mi compatriota, al que le sostengo la mirada sin atisbo de vergüenza.

— Desde luego, las acusaciones son falsas. Lamento decepcionaros pero me temo que no me dedico a actividades  lascivas. Cuando lleguemos al barco, prometo contar la historia de cómo llegué a la celda. Y será interesante escuchar las vuestras. Pero ahora tenemos otros asuntos de los que ocuparnos, como llegar a ese barco—contesto sin bajar el ritmo.

En cuanto escucho los cañonazos, me sobresalto ligeramente. La batalla parece recrudecerse y el tiempo apremia. Los ojos ambarinos nos esperan y con ellos, un barco que promete libertad. Viendo que la playa está cerca y que los guardias siguen por todas partes, empiezo a correr hacia lo que promete ser un lugar seguro. 

Sorprendido por el repentino cambio de humor de la hermosa rubia nórdica -Parece que la libertad le sienta muy bien señorita Larsfolk, jamas olvido el nombre de una dama y mucho menos el de una tan bella, aunque no se si creer el cuento de que las acusaciones sean falsas.-

Al fin estaban cerca de la playa, podía ver el sendero de tierra que bajaba e incluso ya creía sentir el aroma del mar, y es en ese momento cuando observa a los guardias postrados al final de la avenida. No habían muchas posibilidades, solo esperar a que no los vean pasar, y eso es lo que pensaba hacer. 

Haciendo una pirueta, rueda por el suelo hasta esconderse detrás de un carromato parado a un costado y espera el momento adecuado para volver a rodar hasta el otro lado utilizando toda su agilidad. -esta es mi oportunidad!- 

Al parecer, como sospechaba, Lady Larsfolk era inocente de todo lo que se le acusaba. Tendría que ver quién más era inocente de aquel grupo. Sin duda sería una buena idea que escuchásemos la historia de otros. Respondí a mi compatriota en  el mismo tono jocoso que llevaba la charla.

- Oh, tranquila, no me decepcionas, Clady... Creo que dije antes que me gustan los retos. Y pagar por acostarse con una mujer no requiere ningún esfuerzo. Así, es aburrido. - Sentencié con un tono ligeramente socarrón.

Cuando seguimos avanzando, llegamos finalmente a una zona donde los guardias vigilan desde el fondo de la avenida adoquinada que llevaba hacia la salida del poblado.

"Si fuese más pequeño pensaría en intentar pasar sin que me viesen, pero con este tamaño, lo más lógico es intentar pasar corriendo... Sin embargo, si trato de pasar corriendo y me alcanzan a ver, llamaré la atención. Lo mejor será actuar de forma normal y tranquila, y echar a correr solo si me reconocen, lo cual es bastante probable, teniendo en cuenta mi enorme tamaño... Pero bueno, hasta que no me reconozcan, mejor no llamar la atención."

Calmadamente, comienzo a recorrer andando la distancia que me separa de la puerta del poblado como si fuese un peatón más, pero caminando con cierta presteza. En caso de que me digan algo, fingo no oírlos, y si veo que se dirigen hacia mí, echo a correr rápidamente, sprintando.

Tras varios comentarios y segura de mi misma sin contestación alguna me puse en marcha.Caminamos durante bastantes minutos,hacía mucho que conocía aquella ciudad,unas horas atrás pensaba queno iba a tener la oportunidad de recorrer de nuevo esas calles y menos aún para marcharme.....estaba segura de que no sería la última vez que estaría allí, pasara lo que fuera en ese barco dejaba una deuda pendiente..

 Escuchaba como el resto del grupo iba hablando entre sí, al frente del grupo concentrada en vigilar que no hubiera ningún guardia. Sin complicaciones llegamos al muro de la ciudad, cerca del punto de encuentro.

Todos comienzan a pasar uno tras otro delante de un grupo de guardias.La chica rubia pasa lo más rápido posible y detrás el galan acaba arrastrandose por el suelo. Lo que más me sorprende es observar como el grandullón intenta pasar inadvertido....como piensa que no van a verle...-Pienso e intento buscar una maniobra nueva.

Apenas os paráis a observar a los guardias, el encapuchado prácticamente se disuelve en la sombras y atraviesa la avenida con una maestría increíble. Detrás va Clady, que cruza a gran velocidad, momento que aprovecha el joven para rodar entre algunos objetos que le proporcionan el escondite que necesita para pasar de un lado a otro. Justo entonces la otra chica, en vez de cruzar por la avenida, se mete entre las callejuelas laterales. Eskjö, ajeno a esto, intenta pasar "desapercibido", pero de reojo ve que los guardias se alteran por algo. Piensa en echar a correr pero ve que lo que sea que les ha llamado la atención ha sido hacia el interior del poblado. Sin más enemigos a la vista, consigue llegar a la cuesta.

La última en unirse a la salida es Lidia, que vuelve corriendo junto al resto del grupo.

Una vez os encontráis unidos bajáis por la cuesta hacia una playa cerrada, rodeada de acantilados. Algunos agujereados o derruidos por las potentes balas de cañón. Los cañonazos se han detenido ya por completo.

Al final de la cuesta os encontráis una escena sorprendente. Un joven pelirrojo os espera. Lleva el torso desnudo y sudado. Lleva una camisa colgada bajo el brazo izquierdo y a su diestra carga un sable. Lo que os deja atónitos es el grupo de hombres que yace caído a su alrededor. Una veintena de guardias, entre inconscientes y heridos, está esparcido por el suelo o apoyado en la ladera.