Partida Rol por web

El frenético clangor de las campanas de alarma suena en armonía con una cacofonía múltiple de gritos, el choque del acero, gritos de terror e incluso la detonación periódica de algún poder arcano. Un ala de jinetes de hipogrifo de la Compañía Sable sobrevuela la ciudad, volando hacia el Castillo Korvosa a gran velocidad. Uno de los hipogrifos, gravemente herido, derrama sangre sobre la calle alrededor de los PJs antes de sucumbir y estrellarse contra una estatua, acarreando su propia muerte y la de su jinete con un crujido de huesos rotos. Los demás jinetes no se detienen para comprobar qué le ha sucedido a su compañero caído. Entre el caos, la voz de un heraldo de Korvosa atraviesa el estruendo: “¡El rey ha muerto! ¡Viva la reina!” tan sólo para que su voz quede apagada por gritos entrecortados de “¡Hay que colgar a la reina!” o “¡La usurpadora debe morir!”.

¡¿Era aquello posible?! ¡¿El Rey Estirge había muerto?! ¡¿Acaso se le conocía enfermedad alguna?!...

Como si se trataran de fogonazos, un cúmulo de pensamientos se adueñaron del joven espadachín. Si Eodred II Arabasti había muerto, la ciudad se hallaba en una terrible tesitura, pues nuevamente se cumplía la profética maldición de aquellos que ocupaban el Trono Carmesí y que finaban sus días sin descendencia...

- ¡¡Por los dioses...!! ¡¡Esto es una completa majadería!!- exclamó al ver como los Jinetes Sable, el cuerpo militar de élite de la ciudad, iban de un lado a otro dando tumbos y sufriendo bajas... - ¡¿Pero cómo ha podido morir nuestro Rey?!- preguntó Corvo a sus compañeros intentando discernir si alguno de ellos poseía alguna información que él no tuviera. El Filo de Calistria, se había granjeado un buen grupo de informadores durante los años que intentó averiguar el paradero de Lamm, pero jamás había oído nada que le hiciera pensar sobre la repentina muerte del monarca.

- Vayamos con cuidado... la población se halla dividida...- hizo énfasis en la escena que acababan de presenciar. Al parecer, la bella Reina no había dudado un segundo en alzarse con el gobierno de la ciudad. En cierta forma, lo comprendía, pues Korvosa era como un enorme navío que requería de alguien que guiara su trayectoria, pero eso al parecer no había gustado a todo el mundo. - Recordad que son personas inocentes sometidas al puro descontrol... Intentad no hacerles daño...- avisó a sus compañeros. Nada le gustaba menos a Corvo que matar a alguien que no lo mereciera. El vulgo era maleable en la mayor parte de sus decisiones, y aquel caos, no era una excepción.

Arso no conocia gran cosa de la ciudad.

No tengo ni idea de que irá todo esto ...

- Tal vez el templo de Pharasma sea una opción segura en medio de el caos.

-Tal vez podríamos usar el barco que tenía Lamm para alejarnos de la ciudad hasta que las cosas se calmen un poco.
Acabo de recuperar a mi pequeña no querría perderla.

- A mi el barco no me da confianza, pero sigo pensando que los templos serán lugares seguros. La seguridad de tu hija deberían ser nuestras prioridades.

No te preocupes Kahara, yo me encargo de tu pequeña y mi hermano, nos iremos a casa de mis padres, allí estaremos seguros, y si alguien osa molestarnos, los pasare a cuchillo.

Dicho esto, se despide dándoos un fuerte abrazo a todos y se aleja con los dos crios entre las callejuelas.

Aún confusos por los recientes acontecimientos, los aventureros deciden dirigirse a la casa de Zellara.

Tomaron el Camino de la Lonja en dirección Sur, y dejando el río Jeggere a su izquierda. Era el camino menos transitado y el más cercano al río.

A mitad de camino, un charco de sangre inundaba la calle, al levantar la vista pudisteis ver otro de los Hipogrifos de la Compañía del Sable junto a su jinete, ambos muertos y colgando inertes. Habían sido derribados con la mala suerte de acabar empalados en una veleta de hierro en el tejado de uno de los mercados de pescado. A lo lejos el revuelo seguía inundando las calles de Korvosa.

Nada más llegar al Boulevard, visteis a un pregonero agitando una campana anunciando las nuevas de la ciudad. –“El Rey ha Muerto!!”- Gritaba a pleno pulmón. –“Larga vida a la Reina!!”- Al otro lado de la calle, una mujer con harapos contestó. –“Que Cuelguen a la Reina!”- Otros ciudadanos, más y menos respetables, se sumaron al coro. –“La Usurpadora debe Morir!!”-

Continuasteis el camino hacia el sur. A unos cientos de pasos más llegasteis a la casa de Zellara. La puerta estaba abierta.

"Entráis para encontrar la casa abandonada y con claras señales de haber estado vacías durante semanas. No hay ninguna señal de la comida, los tapices o alfombras, ni mucho menos de Zellara. Los muebles están despedazados y esparcidos por toda la habitación bajo una gruesa capa de polvo sólo rota por las huellas allí donde cinco personas caminaron recientemente por la habitación."

El espadachín se despidió con una amigable reverencia de la chica gatuna - Si necesitas ayuda, no dudes en avisarnos.- advirtió con solemnidad a Selena. Tras esto, se aprestó para marchar hasta el hogar de Zellara.

Mientras transitaban por las calles convulsas de Korvosa, el espadachín pudo contemplar como el caos se había adueñado de las calles de la ciudad. Fuegos, ruidos de batalla, muertos por doquier... ¡¡Las puertas del Abbadon se habían abierto en la perla de Varisia!!

Entonces llegaron al lugar donde la pitonisa los reuniera y los ojos de Corvo apenas pudieron dar crédito de lo que estaban contemplando. El piso de aquella calle del Muelle Oeste no era más que un lugar abandonado y ruinoso. No había rastro de Zellara ni de las comodidades que adornaran el sitio en cuestión...

¡¿Qué significa esto?!

Mientras contemplaba boquiabierto la ruinosa casa, a Rauko lo asaltaron la incredulidad y la irritación. A su cerebro le costaba aceptar la escena y le molestaba profundamente haber sido engañado de aquella manera.

-Pero qué demonios...-dijo el brujo con voz rasposa. -Si esto es producto de una ilusión, el artífice de esta magia está completamente a otro nivel... Quizá aún pueda detectar ecos residuales de sus artes... 

Aún confusos por la naturaleza misteriosa del encuentro con la Adivina Zellara, os preguntáis que está sucediendo cuando un humillo blanco comienza a brotar en el centro de la habitación. Tras unos segundos comienza a materializarse en una vaga forma humanoide para transformarse en Zellara, tal y como la conocíais.

-Lo habéis conseguido!- Os comenta entusiasmada. Parece de carne y hueso, pero en su voz, se nota un tono onírico y sobrenatural –Ese desgraciado ha muerto. Ha recibido el final que merecía, su justo destino.- Ve vuestras caras de asombro y se sosiega.

-Lo siento… Os he mentido y os debo una explicación.- Suspiró profundamente –Todo lo que os dije era cierto solo que, tras enterarme del asesinato de mi hijo Eran, fui a buscar justicia por mi cuenta.- Bajó la cabeza pesadamente. –El desenlace ya os lo podéis imaginar. Lo que ocurrió tras mi muerte no puedo explicarlo del todo. Supongo que mi destino estaba vinculado a mi baraja, que encontrasteis junto a mi cabeza en la guarida de Lamm, tango en vida, como en la muerte y me honra que la tengáis ahora.

-Tenía esperanzas en vosotros, y habéis cumplido con creces. Os felicito.- Hizo una leve reverencia ante vosotros.

Detectas un aura leve de ilusión en la habitación.

Y en Zellara una fuerte aura de Ilusión y Necromancia. La historia que cuenta Zellara, aunque resulta increible, tienes recuerdos de objetos que por algún motivo, ya sea onírico o mágico, son capaces de estar ligados a sus dueños, incluso después de su muerte. ¿?Será este el caso....?¿

La barbara aun confundida por lo que acababa de ocurrir hizo una profunda reverencia mientras empezó a hablar.

-Sea como sea, adivinadora o su espíritu, gracias. 

-Gracias a ti pude recuperar a mi pequeña, algunos de los presentes al igual que yo pudimos cobrar nuestra vendetta y tu y tu hijo fuisteis vengados. Ya puedes descansar en paz.

- Continua tu transito a los brazos de Pharasma, espiritu. Se ha hecho justicia.

Arso realizo un gesto pra bendecir la partida de este plano de la pobre Zellara.

A Corvo le resultaba verdaderamente increíble que estuvieran hablando con un fantasma, pero por muy inaudito que pudiera parecer, era la realidad. El grupo estaba allí, en ese piso abandonado, hablando con el espíritu de la adivina varisia mientras Korvosa se hundía en el caos tras la supuesta muerte del Rey.

- Ha sido un placer vengarte, Zellara. Esa rata merecía el peor de los escarnios, pero... parece que la ciudad se ha ido al traste. Las calles son un infierno de fuego y acero...- Comentó con tristeza. Había cumplido el objetivo que se había impuesto, matar a Lamm, pero ahora se quedaba sin rumbo. Había construido su nueva vida por y para consumar su venganza. Una vez saciadas sus ansias, restaba vacío, como el fantasma que tenía ante él.

- Deberíamos descansar aquí...

Tras realizar el hechizo, Rauko empezó a distinguir trazas de una poderosa magia ilusoria y combinada con ella, una fría aura, sin duda nigromancia.

- Interesante...Ilusión y nigromancia ¿eh? Pero estos patrones son diferentes... Vaya vaya, Zellara, eres un fantasma tan ladino como lleno de sorpresas - dijo el tieflin, mostrando sus colmillos en una media sonrisa.

-Creo que tu apego a esa baraja trascendió incluso tu muerte. De alguna manera, te ha mantenido anclada a este plano de existencia. Leí algo sobre el tema, hace tiempo...¡pero eso no lo hace menos impresionante! Me jode que me utilicen -dijo Rauko endureciendo la mirada- pero gracias a ti hemos acabado con el maldito viejo. Yo digo que estamos en paz.

No sabrás algo de todo este caos ¿verdad? No todos los días se asiste a un regicidio...

Quería acabar con Gaedren, al igual que vosotros. Yo solo os di la pista que necesitabais. Perdonadme si os he ofendido, pero era la única forma. ¿Me hubierais hecho caso si me hubiera presentado como esto?- Señala su forma ilusoria, restos de lo que una vez fuí.

Se gira hacia Rauko mientras sigue hablando. -Creo que estoy vinculada a la baraja. Adquirió poder tras mi muerte. Y técnicamente solo mi consciencia está aquí. Este cuerpo no es más que una ilusión proyectada por mi mente.- Se permitió esbozar un intento de sonrisa. -Supongo que fantasma no es la mejor palabra para definirme. En realidad no sabrías cual es...-

-Como habéis podido adivinar, Korvosa está sufriendo.- Añadió. -El rey ha muerto y la ciudad es un caos. Supongo que las autoridades y la reina estarán trabajando para poner un poco de orden y que la ciudad no estalle en una guerra absurda e innecesaria. Hasta entonces vosotros podríais ayudar. Amo mi ciudad, amo Korvosa y supongo que vosotros también. No aguantaría verla destruida.- Señaló una esquina de la habitación, y veis una llave. -Es la llave de mi casa. No es poco más que una ruina, pero es segura si necesitáis un refugio. Yo... podría ayudaros. Me gustaría hacerlo... Aceptad la baraja, por favor!-

Ante las palabras recordando el caos en el que la ciudad se veía envuelto, a Corvo le vienen a la mente la imagen de apenas unas horas antes cuando Zellara os leía las cartas. Para el joven, que el destino eligió la Avalancha, el elaborado dibujo de la carta vino a su mente mientras recordaba las palabras de Zellara. 

La Avalancha,  Desastre imparable, significa ser aplastado o desbordado por acontecimientos o muchedumbre iracunda, ya se trate de saqueadores, miembros de una banda o simplemente ciudadanos presa del pánico.

Corvo miró a sus nuevos compañeros. Él al igual que el espíritu de Zellara no deseaba ver destruida la Ciudad en la que había nacido. Korvosa no era perfecta, era una urbe llena de resquicios políticos, chanchullos y negocios corruptos, pero era el sitio donde había crecido y en el que un día hallara el amor. A pesar de que las gentes de sus calles podían ser ariscas y en algunos casos incluso malcaradas con los forasteros -rozando la xenofobia en algunos casos- eran en su mayoría personas honradas y trabajadoras, que amaban el progreso de la ciudad más importante de toda Varisia.

- Debemos quedarnos con la baraja chicos. Y debemos ayudar. Pero para hacerlo debemos estar bien...- dijo con sus solemnidad habitual.

Arso observo con pesar a Zellara.

- Lamento que tu tránsito se retrase. 

¿Que haremos? Soy nuevo en la ciudad, pero si los niños estan a salvo no se si debemos escondernos o tal vez ayudar a los que se vean atrapados en el caos. Yo saldría.

Corvo miró al sacerdote. Si Arso se veía con fuerzas de continuar, no sería él el que se arrugara. - Si estáis dispuestos a salir, saldremos.- aseguró sin miedo en sus palabras. - Coged la baraja. Yo me encargaré de la llave del piso.- dispuso el espadachín.