Partida Rol por web

Me fijo en Eben, quien poco a poco esboza un sonrisa, parece que de satisfacción.

-¿Ansioso por partir en la misión Eben?, paciencia, tendrás que esperar un poco más hasta que acabemos de perfilar la misión. Es algo que también os digo a todos. Si ya habéis acabado de realizar las pruebas tendréis que esperar un tiempo antes de que os informemos de la misión. Eben, Eärnil y Russef, posiblemente os haremos llamar para pedir más información sobre los acontecimientos relacionados con el ataque a la caravana. Me habéis informado sobre lo que visteis, información muy útil, pero como también trataremos esta cuestión, es posible que surjan nuevas dudas que vuestro testimonio pueda servir para clarificar.

Miro a todos los presentes uno a uno mientras hablo

-Aún no sabemos cuando partireis, pero es posible que sea de inmediato, en cuanto discutamos los detalles de la misión y os informemos, así que estar listos y aprovechar para descansar. Si no tenéis ninguna pregunta, nos veremos luego.

Un instante después de que Khôradur se retire, el montaraz mira a los presentes y gira sobre sus talones, siguiéndolo.

-"Si no se me requiere, me voy a retirar..."- digo a Denelloth y Khôradur. y me retiro en busca de Ragi

Mientras nos alejamos le susurro a Denelloth

-¿Te has fijado en las armas de Russef? -Antes de que me responda continuo hablando- Las dos hachas que lleva son de muy buena calidad, parece que no han sido forjadas por los hombres de los clanes, posiblemente son de manufactura enana, y por las señales que presenta de uso fueron forjadas hace tiempo. Me he fijado que el hacha más grande tenía marcas de los clanes en el mango. Gaerel pensaba que podría tratarse de un regalo que ha pasado de padres a hijos y que Russef podría ser alguien importante, ya que lleva ropas de calidad, aunque no lo aparenta. Yo diría que fueron objeto de un regalo, ya que los clanes no suelen comprar este tipo de objetos, aunque Russef es un comerciante de usquebaigh y de orfebrería, de poco valor. -Me quedo en silencio unos segundos- ¿Tal vez sea una tapadera?, lo ignoro, pero si es alguien importante entre los clanes y ha venido por propia voluntad, de forma sincera, podría ser un elemento a tener en cuenta, y más si podemos establecer algún tipo de pacto o alianza con los clanes. Son una fuerza a tener en cuenta y comparto la opinión de Gaerel, mejor tenerlos como amigos que como enemigos. Tal vez durante la misión de exploración puedas averiguar algo más sobre él y su compañero.

La última semana había pasado rápido para Girion. Seguía con las clases y con la rutina de la Academia, pero a esa rutina se habían añadido las horas con Norión. Fueron jornadas intensas, y a veces era resultaba difícil seguirle el ritmo al erudito. Sus conocimientos de la historia y su capacidad de documentación eran únicamente superados por la intensidad y la pasión que sentía por el legado de los dúnedain.

En cuanto a Sil Auressë, hace pocos días llegó la noticia. La Dama Ayla había abandonado la aldea el día 29 de Nórui. No era la primera vez que se ausentaba, y tanto el Lugarteniente Khôradur como el Senescal Curudae eran hombres capaces de llevar las riendas en su ausencia.

Girion miró a Norión. El sacerdote se estaba tomando un pequeño descanso, algo poco habitual en él. Estaba mirando por la ventana a un grupo numeroso de gente. La noche antes se había celebrado la fiesta de Ioënde. Una sencilla celebración de verano, con juegos, comida y bebida. La primera gran celebración de Sil Auressë sin Ayla. Aunque Girion no había acudido, las noticias le habían llegado esta mañana.

Khôradur había anunciado la ampliación del ejército, y se esperaban muchos voluntarios para la convocatoria.

El Maestro Cerveth entró en la sala de lectura que ya es casi oficialmente el despacho de Norión. Detrás del Director de la Academia estaba Ragi, uno de los alumnos que había llegado de Tharbad y con cierta fama de rebelde. Norión pocas veces le había visto acudiendo a clase, y menos por la biblioteca.

Norión seguía sentado en la mesa con multitud de apuntes delante. Le costaba levantarse de la silla, pero la visita inesperada de Cerveth le obligaba a ello.

Girion, el ayudante de Norión, un joven dúnadan de la nobleza y alumno de la Academia, estaba de pie junto a una de las estanterías.

-Saludos, Norión, comenzó Cerveth. -Y Girion, me alegro de verte a ti también aquí, joven.

La actitud de muchos maestros, incluso del director de la Academia, era más cordial de lo normal con el joven Girion, hijo de Gildûr. Era inevitable, ya que Gildûr era uno de los principales benefactores de Sil Auressë.

A continuación, Cerveth se dirigió a Norión: -Hay un asunto de suma importancia que requiere nuestra presencia, y tus conocimientos...

En cuanto entramos dentro del castillo solicito que haya vino y copas suficientes para los asistentes a la reunión, así como mapas de la región. También envío un mensaje a Walec para que tenga listo a Aelloth, ya que podrá ser requerido en cualquier momento.

Denelloth escucha las palabras del Lugarteniente con suma atención. Se queda callado un buen rato, hasta que llegan al castillo, donde la bulliciosa actividad cotidiana sigue su curso con normalidad. El montaraz observa apoyado en el respaldo de un bonito sillón de factura gondoriana cómo Khôradur pide vino y envia un mensaje a Wallec. Lo hace de forma expeditiva, con energía, y luego se permite un momento para respirar hondo y revisar su aspecto. El montaraz decide intervenir entonces.

-Me había pasado completamente por alto el detalle de las hachas. No me dicen nada, la verdad; quién sabe como pueden haber llegado a manos de un aventurero como Wrings... Podrían ser incluso el motivo por el que haya decidido abandonar su tierra. Chasquea la lengua. Sabemos demasiado poco sobre él. Sobre ellos. Todavía. No te preocupes, había pensado hablar un poco con ellos durante el trayecto, averiguar más cosas de manera discreta.

Entra el vino. Denelloth se calla mientras sirve una copa para Khôradur y otra para él. Al entregársela, le mira a los ojos:

- Ahora, tampoco creas que voy a perderlos de vista un instante.

Khôradur y Denelloth cruzaron el patio hasta entrar en la torre de homenaje, el edificio principal del castillo aún en obras. Sus formas eran bruscas, y se notaba cierta tensión. Junto a la puerto se vio al Senescal Curudae. También entró el Jefe de Guardia Walec.

Eben buscó con la mirada a Ragi, a quien había visto entrar en el edificio de la Academia un rato antes. Entonces lo vio, al otro lado del patio, caminando con algunas personas. Uno era el maestro Cerveth, el director de la Academia. También se dirigían al castillo. Al parecer, la misión de la que había hablado Khôradur era importante. 

Los mercenarios norteños se sentaron junto a unas escaleras que subían al muro a comer algo de sus provisiones.

-Eso lo doy por sentado mi buen Denelloth. Estoy seguro que no les perderás un segundo de vista, ni tampoco al resto de reclutas. Ahora es un momento delicado. Las Sombras se alzan a nuestro alrededor, algunos pueden ser siervos de mal y otros siervos de la codicia. Y no podemos descartar que hayan enviado agentes para espiarnos. A partir de ahora se acabó nuestro tiempo de calma y paz, hemos de ir con sumo cuidado y movernos con sabiduría y audacia.

Al ver a Ragi ir al castillo, entiendo que no es bueno que interrumpa la reunión que, al parecer, es muy importante. Segun ha dicho Khôradur, es cuestión de tener paciencia, cosa que se me va a hacer duro.

Me voy a mi habitación para repasar mi equipo de viaje que, entiendo, tengo en un cofre/armario personal, hago inventario, limpio y pulo mi lanza, espada y esduco y me dedico las horas muertas a entrenar con la lanza/escudo y arco. Un buen Dunedain siempre tiene que estar en su mejor forma.

La pluma seguía escribiendo como si tuviese vida propia cuando Cerveth entró acompañado por un alumno, Norión giró su rostro lentamente hacia ellos mientras escuchaba sus palabras. No era usual que el director viniese a buscarlo personalmente a su despacho, por mas pública que fuese la biblioteca, esa mesa se había convertido en su morada, y cualquiera que desease encontrarlo solo tenía que acercarse allí. Eso no sucedía a menudo, al parecer nadie quería encontrarlo, por temor, por incomprensión o por incomodidad tal vez, a excepción de Girion, claro, que lo venía ayudando desde hacía ya varios días.

- Maestro Cerveth, sabe que es un placer para mi colaborar con usted - dejó la pluma y se puso de pié con dificultad, hacía horas que estaba sentado y la rodilla se había endurecido, así que solo terminó de erguirse cuando alcanzó su bastón, y una mueca de dolor se asomó en su imperturbable rostro - puedo continuar mas tarde con estos escritos, si me tiene paciencia, en pocos minutos estaré en su oficina... o la reunión es en otro lugar?-

-Así es, asintió Cerveth con un gesto incluso más serio de lo habitual, lo que resultó llamativo porque rara vez sonreía. -Nos han convocado a la reunión en la Torre de Homenaje, el edificio principal del castillo.

Las obras del castillo habían avanzado mucho en poco tiempo, pero el edificio central aún estaba en sus primeras fases. Una gran torre cuadrada apoyada por cuatro torres circulares. Se estaba reformando sobre una estructura casi en ruinas, pero que permitía ver la altura de cinco plantas que llegará a tener. El mes pasado, en la fiesta de inauguración de este edificio de la Academia donde se encontraban ahora, ya se pudo intuir que partes de la primera planta estaban prácticamente terminadas. Es más, el Lugarteniente Khôradur residía en alguna parte de esa torre, y el comedor adjunto también daba acceso al interior.

-Nos convocan los Señores de Sil Auressë: el Lugarteniente Khôradur y el Senescal Curudae... La ausencia de la Dama Ayla parecía afectarle incluso al inmutable Cerveth, juzgado por el silencio que siguió a esa afirmación. O quizá aprovechó el silencio para decidir sobre los demás presentes en la sala. -Ragi nos acompañará, porque ha formado parte de este asunto desde que comenzó, y es posible que tengamos que hacerle más preguntas. En cuanto a ti, Girion, la decisión es tuya. Veo que se avecinan tiempos aciagos, en los que Sil Auressë se enfrentará a duras pruebas. La pregunta es, ¿qué podemos esperar de Girion hijo de Gildûr?

- ¿Qué podéis necesitar de Girion?- respondió el joven edain al ser interpelado.- Si veis que debo ir a la reunión,  iré gustoso. Si queréis que hable y diga mi opinión, postulándome, lo haré si veo que debo hacerlo. Pero si necesitáis que vaya por algúin motivo, tendré que conocer ese motivo y me reservo el derecho a pronunciarme.

- De todas formas las obras van bien, muy bien, me atrevería a decir- Espero que eso no sea un trastorno o algo malo a posteriori, pues creo que se hacen las cosas bien a pesar de ir adelantados- dijo en referencia a ser el hijo de uno de los principales benefactores de la obra.

- Por otro lado mi deseo como el de mi padre es que Sil Auressë permanezca y perdure así que haré lo que esté en mi mano para que así sea- confesó el joven.

Khôradur y Denelloth entraron en el castillo principal por una puerta secundaria habilitada de momento. La presencia de los andamios y de los obreros era constante, y la actividad era frenética. En pocas semanas se había avanzado mucho, pero aún quedaban meses de trabajo hasta ver terminada la torre de homenaje. De momento, la estructura central en ruinas ya tenía sus cuatro torres circulares de apoyo y algunas ya alcanzaban su altura definitiva de cinco plantas.

Dentro, subieron por unas escaleras a la segunda planta, y se encontraron con pasillos más acabados, de piedras enlucidas, de suelos a falta de baldosas. Pero había incluso algunas puertas. Y una de ellas era doble y custodiada por dos guardias de confianza. La puerta de la Sala de la Asamblea.

Era una sala sin ventanas, sólo unas ranuras casi a la altura del techo por donde entraba algo de luz. En el centro había unas sillas formando un semicírculo. Las tres sillas centrales habían llegado hace poco. Una en el centro para la Dama Aylarien, y a cada lado la de Curudae y la de Khôradur. El resto de las sillas de madera eran iguales, de estilo gondoriano y cómodos. No había una mesa de reunión como tal, sólo el espacio que se quedaba definido por el semicírculo de las sillas. En un lado de la sala había una mesa hexagonal con un gran mapa de Cardolan encima. Aquí también se reunirá el Consejo de Guerra¹, presidido por Khôradur y formado por sus hombres de confianza.

Algunas mesas auxiliares tenían comida y bebida, para reuniones más largas. Junto a una de esas mesas se encontraba el Senescal Curudae. Estaba sirviendo el vino que habían dejado fuera los sirvientes, ya que la entrada a esta Sala de la Asamblea estaba vetada a los que habían sido convocados. El Senescal ofreció una copa a Khôradur y a Denelloth.

-Tomad asiento, amigos, dijo el Senescal y sirvió el vino. -Una pena que no esté Ayla para ver los muebles que nos han llegado desde Tharbad.

De hecho, la sala había sido usada por primera vez con Ayla hace unas tres semanas, durante la Fiesta de la Academia. Una reunión precipitada sobre algunos asuntos. Pero ahora presentaba un aspecto mucho más cuidado e iluminada gracias a numerosos candelabros y algunas lámparas.

Curudae escuchó con atención los comentarios de los otros dos, sentado, o casi reclinado, en su sillón adaptado a su figura. Su postura podía parecer relajada, pero su rostro era serio. -Debemos tomar decisiones de urgencia, estoy de acuerdo. Hoy es el día de la convocatoria del ejército, y en breve queremos doblar el número de efectivos. Eso supone un trabajo adicional para Khôradur sin duda. Y para los sargentos y guerreros veteranos. Creo que es buena idea elegir, como habéis dicho, hombres entre los reclutas y los jóvenes de la Academia para investigar este asunto. Porque cada soldado entrenado puede ser necesario aquí para cumplir sus funciones y además poder preparar a los nuevos reclutas.

Tomo un sorbo de vino mientras escucho las palabras de Curudae.

-Así es. Tras esta reunión tendré otra con los sargentos, así como Denelloth -le miro al nombrarle- y Walec. Tenemos mucho que organizar y quiero informar a los sargentos de lo que puede estar pasando para que preparen mejor a los hombres. También he de tomar una decisión sobre a quien asciendo de todos ellos, aunque más o menos tengo una idea, y ahora más que nunca necesito organizar un Consejo Militar -miro a Denelloth- en el cual te quiero ver cuando nos reunamos y siempre que no estés fuera, mi buen Denelloth, necesitaré de tus consejos y experiencia. 

Observo a Denelloth divertido mientras tomo un sorbo de vino.

-Tenemos varios frentes abiertos y no descarto que, de alguna manera, estén fluyendo hacia un punto en común, nosotros, ni tampoco que tuviesen que ver unos con otros antes incluso del incidente de la caravana. No creo que sea casualidad que el destino nos ponga de nuevo en nuestro camino a Aelloth, el espía de Echorion, ni que resurjan de nuevo cuestiones antiguas que hemos planteado, como explorar la ruta hacia Sudúri, cosa que tendremos que hacer tras el ataque sufrido por nuestra caravana. Más que nunca se nos presenta la acuciante necesidad de disponer de jinetes para explorar y de una red de informadores para saber que está pasando en Cardolan.

Curudae asintió y se llevó la copa a los labios de nuevo. -He estado trabajando en el tema de los informadores... Tengo algunas personas de confianza, y otras que no lo son tanto pero se mueven en círculos que nos interesan. No es como mi red de Tharbad, pero paso a paso. Estas personas no se conocen entre ellos, y cada uno me aporta pequeños trozos de un gran cuadro que debo componer a partir de rumores, palabras perdidas, insinuaciones... Para poder hacerlo, necesito a alguien que pueda moverse libremente por la zona, sin levantar sospecha, hablar con los lugareños, visitar posadas y granjas. Alguien a quien no asocien directamente con Sil Auressë. Una tarea difícil, pero hace poco conocí a una persona que podría encajar en esta función.

Miró a los dos... -Os desvelaré de quién se trata, pero únicamente porque me temo que Khôradur tiene razón. Se avecinan tiempos complicados, y si algún día falto, otra persona debe seguir componiendo ese cuadro de hilos invisibles e intrigas. Lleva poco tiempo aquí, pero su presencia ha sido bien recibida y se ha asumido con normalidad. Ahora mismo me han informado de que acaba de regresar de su primer viaje visitando a los contactos de la región, así que podrá ponernos al día. Es un bardo itinerante, su nombre es Arkyn. 

Sonrío ante las palabras de Curudae

-Como siempre vas un paso por delante de nosotros, mi buen amigo, tienes el puesto más que bien ganado -tomo un sorbo de vino- Tendremos que conocer a ese tal Arkyn, pero antes me gustaría saber más sobre él, y darle un poco de margen para comprobar como se desenvuelve. Quiero estar seguro de que es la persona adecuada, tanto para hacer esta tarea como en la confianza que podamos depositar en él.

Tomo otro sorbo

-Estaba pensando para esta tarea en una persona en concreto, a largo plazo eso sí, antes de que me preguntéis es Ragi. El chico tiene un pasado oculto, eso está claro, y no me extrañaría que haya tenido relación con alguna de las bandas de ladrones de Tharbad, ya que sabe forzar cerraduras. Con el adiestramiento adecuado, creo que podría convertirse en un buen agente, eso sí, con el tiempo.

Denellot escucha a los dos altos cargos de Sil Auressë. Aunque comprende la importancia de unas buenas redes de información, el espionaje y el subterfugio no están en su campo de actuación, por así decirlo, así que apenas asiente ante algún comentario que otro. En realidad, está impaciente por ver desatarse los inevitables acontecimientos que se avecinan.