Partida Rol por web

Ohh shit es verdad -> "14/04/2016, 10:09".

Bueno, en la próxima actualización el coronel encontrará otro mapa y otra brújula. De ese modo solucionamos el asunto. ;)

James avanza con dificultad. No está acostumbrado al ejercicio físico y eso le pasa factura. Al poco rato está rojo, sudoroso y resollando. Quizá sea debido al cansancio o a no estar suficientemente antento que al avanzar por un pequeño camino que correo sobre una pendiente pronunciada, nota como su pie resbala sobre una superificie quebradiza. Por fortuna se da cuenta a tiempo de agarrarse a un saliente de una roca, evitando así por poco la caida.

Aaron continúa guiando al grupo, cuando tropieza, y por puros reflejos salta una especie de pozo que hay en el suelo, se queda unos segundos mirándolo, totalmente sorprendido. A su alrededor oye jadeos de sorpresa de sus compañeros, que están en situaciones parecidas, por lo visto hay muchos de esos pozos...

El camino es abrupto y difícil, con demasiados desvíos y bloqueos que requieren largos rodeos pero al final de la tarde, cuando el ocaso asoma y la luz mengua, los cuatro comienzan a escuchar el sonido del mar junto al característico ambiente salino.

Lo único diferente es el camino, que se halla en subida...

El ascenso entre los árboles y las rocas se ve interrumpido por varios agujeros ocultos entre la maleza. Incluso la tierra se abre debajo de los Pecadores con intenciones de tragar a los viajantes. Se trata de túneles mineros sumidos en el abandono y derrumbe… ahora son trampas mortales para cualquier ser vivo.

Luego de superar el obstáculo todos llegan a la costa donde un distante faro anticipa la terrible visión que sorprende a los Pecadores.

Un naufragio de proporciones desmesuradas decora la playa más abajo al terminar el acantilado. Un barco, tal vez un crucero o un trasatlántico, se encuentra a medio kilometro mar adentro y todo su contenido ha sido esparcido por la playa de arena y rocas. Maletines, muebles, ropas y restos de la embarcación abarrotan la tierra firme bajo el azote del oleaje.

Un poco más arriba, por donde las olas no llegan, un improvisado cementerio presenta varias docenas de tumbas individuales hasta alcanzar los lindes del bosque.

La vista panorámica no podría ser mas lúgubre, al menos hasta donde la niebla permite ver.

El abandonado faro en cambio contiene junto a su acceso, un pilón de féretros vacios y más allá, camino abajo hacia el mar, una tumba abierta repleta de cadáveres.

Según el mapa del coronel, un par de kilómetros hacia el norte está ubicada la prisión de Bar Harbor.

El coronel observa sin ver... tanta muerte, estos no son soldados, ¿que está pasando aquí?

Durante unos segundos se queda inmóvil, calculando la cantidad de muertos que hay, de manera automática, como hacía después de cada batalla sobre las costas del archipiélago nipón. Después de un rato se da cuenta de lo que está haciendo y despierta. Demasiada guerra para una sola vida.

-Continuemos, nada podemos hacer aquí.- Dice con voz neutra, sin mostrar sentimiento algo. 

 

El naufragio del Atlantic Express

 

Existe un sitio dentro de los tres mundos donde el tiempo y las realidades se comprimen, formando algo totalmente nuevo y extraño para aquellos que lo visitan.

Generalmente es el ultimo lugar antes de la misma nada, antes del vació que se extiende mas allá del Tercer mundo. Antes de la muerte...

En algún momento de noviembre de 1945 un conocido crucero de bandera norteamericana regresaba al puerto de Boston bajo la amenaza de una tormenta que azotaba la costa este desde hacia varios días. La radio anunciaba la peor tormenta del siglo.

 

Muchos de los pasajeros eran los afortunados ganadores de los boletos premium del gobierno por servicios distinguidos en la guerra que había asolado al mundo entero los últimos años. En la nave se encontraba figuras de lo mas distinguidas como diversas. Oficiales militares, políticos, embajadores, empresarios, etc, etc.

Algo en el fondo de los recuerdos de los presentes comenzó a pujar hasta salir a flote en la mente de cada uno. Ellos conocen el barco naufragado.

Pero allí no terminaba todo, porque ellos sabían que eran pasajeros de aquel navío que ahora decoraba la costa de Bar Harbor.

Aun no recordaban como el barco se había hundido... como fuese no importaba porque ese es el barco...

La única intriga era ¿Que hacían todos a bordo? ¿Era una coincidencia?

James descendió hasta la arena de la playa por donde se hayaban disperdigadas algunas de las pertenencias de la tripulación y el pasaje del barco. Caminaba entre los restos de la embarcación estupefacto, intentando cuadrar los acontecimientos en su cabeza.

Desde que había despertado en aquella habitación, sus recuerdos acerca de lo sucedido en el barco le había parecido como una especie de pesadilla. Muy real, pero una pesadilla al fin y al cabo. Pero aquello daba a entender otra cosa. Buscó entre los restos algo que pudiera reconocer como propio a fin de confirmar lo que ya parecía una evidencia.

-No...no puede ser...

No paraba de repetir esas palabras. Probablemente, ni siquiera se diese cuenta de que las estaba pronunciando.

Johan se quedó estupefacto al mirar tan colosal desastre. ¿Podría ser aquel el naufrago del que hablaba el doctor? Tenía que descubrir algun indicio de lo que había pasado. El coronel por su parte, tenía la urgencia de ir a la prisión y no lo culpaba, quería salir de aquí tan rapido como el, pero su curiosidad y su deseo de saber que estaba pasando lo empujaba a investigar el navío y aquel cementerio un poco mas a fondo.

-Debo de saber que y quien ha estado aquí coronel, no puedo seguir sin mirar un poco.

Por un segundo, su cordura había vuelto a desviarse un poco mas de su trayectoria corriente, ¿Y si había muerto Helen? ¿Y si era el mismo...? Andando con la velocidad que le permitían sus heridas, Johan se dirigió al cementerio con la esperanza de que las tumbas tuvieran nombres en ellos. 

Todos los temores eran ciertos, todos los actuales y los venideros también. La prueba yacía frente a los ojos expectantes de los pecadores que pronto descubrían el peor de los destinos que Bar Harbor tenia para ellos.

James de manera impulsiva recorrió todo el perímetro de la playa y rocas también en búsqueda de algo que le fuera familiar. Y lo encontró sin demora...

Medio enterrado en la arena un ataúd espera por él, un ataúd con su apellido pero no su nombre. El cajón mortuorio más caro que un hombre podría desear, incluso para un faraón. En la tapa dice “Joseph Aaron Bartlevy”...

Johan también recibió su recompensa por el denodado esfuerzo que pago por llegar primero al improvisado cementerio ubicado entre la arena, rocas y el bosque. Allí tres docenas de tumbas le daban la bienvenida. Si bien eran montículos de arena y piedras rematados con burdas cruces, muchas estaban sin identificar y otras establecían el genero y la edad aproximada. Ninguna aportaba muchos datos con excepción de una pequeña cantidad.

Y de esa pequeña cantidad, la ultima de ellas dice “H.W.”....

Johan se arrodilló desolado ante la tumba, parecía indicar que todo por lo que había vivido se había desvanecido en un instante. Su cabeza había empezado a desvariar con extraños y oscuros pensamientos, pero su el deseo de supervivencia inconsciente había dado al joven muchacho una esperanza. Unas iniciales no tenían por que significar nada, posiblemente estuviera aun con vida y fuera otra persona la que estaba descansando bajo las rodillas de Johan. Aunque ese pensamiento lo hiciera seguir adelante, en el fondo, sabía que lo mas seguro es que hubiera perecido en el naufragio.

Se recompuso lo mejor que pudo y anduvo lentamente hacia Aaron que los esperaba, no se había percatado que James también estaba buscando algo o alguien. 

James se dejó caer junto al ataúd repasó los caractéres que conformaban el nombre de su padre, sin dar credibilidad a lo que estaba viendo. ¿Su padre?¿Muerto? No parecía posible. Su padre que habría estado dispuesto incluso a ofrecer la vida de su hijo para salvar la suya...¿al final había muerto?.

-Siempre...simpre he intentado estar a tu altura. Y tu...-.

Parecía al borde del llanto, pero de pronto, tuvo una explosión de rabia y comenzó a golpear con fuerza el ataúd, con sus propios puños.

-¡Maldita sea!...¡Siempre me has tenido de menos...siempre!¡Y estabas dispuesto a matarme para consumar tus planes! ¡Maltido seas...!

El hombre afable, apuesto y elengante que había sido James Barylevy se derrumbó en ese momento como un castillo de naipes. Todo lo que quedaba de él era la figura de un hombre frágil, atormentado por su pasado, que sollozaba sobre la tapa de un ataúd. Tuvo que pasar como uno o dos minutos para que consiguiera recomponerse. En ese momento, supo que no se podía conformar con ver su ataúd. Tenía que saber si su padre había muerto realmente. Intentó abrir la tapa para ver el interior del féretro.

Johan resignado y dolido por el descubrimiento regresa donde Aaron espera por los demás. Mientras el muchacho camina por entre las tumbas hasta salir por la playa rocosa descubre un hombre sentado en dirección al océano, su mirada se encuentra extraviada en el fuerte oleaje.

Sus ropas ahora andrajosas denotan calidad y estilo. El hombre porta un traje de alta costura bastante desgarbado, rajado en muchos sitios y todavía empapado al igual que él.

El hombre en apariencia cruza los cuarenta o tal vez los cincuenta años. Su cabello rubio oculta algunas canas y sus ojos azules son tan intensos como solía ser el cielo antes en Bar Harbor.

Él sale de su hechizo al escuchar los pasos de Johan, se levanta y sale al cruce del muchacho.

Por un instante parece que va a iniciar una conversación pero tras titubear aguarda...

Acumulando todas las energías que aun le quedaban James abrió con furia el ataúd. Esperaba hallar sus respuestas en el contenido del mismo, tal vez para completar su camino y definirse como lo que realmente es.

Pero todo aquello nuevamente se perdería en el vació del extraño mundo que los rodeaba. El Mundo de Niebla entrañaba secretos más allá de lo imaginable y el contenido del ataúd era uno de ellos, tal vez envuelto en otra cosa.

El interior del cajón presentaba la seda mas exquisita jamas vista y sus decorados en oro hacen juego con la madera de Caoba extraída de un árbol milenario del amazonas. Como de costumbre todo un lujo en excesos para alguien como Joseph.

El ataúd estaba vacío...

Entonces un alud de emociones sin control arrebató a James y no supo que decir ni que hacer, hasta que leyó algo en el interior de la contratapa...

“La muerte solo es el principio...”

Si bien no es una escritura formal, mas bien parece grabado con algún objeto punzante desde dentro...

El coronel llevaba esperando pacientemente un rato, pero todavía no estaban listos, y se empezaba a aburrir.

-Vámonos, aquí no podréis nada salvo la locura, ¿No lo veis? Esto no es normal, y dejáis que jueguen con vuestra cabeza, esto debe terminar, y para ello hay que moverse.-

El coronel se gira y empieza a andar, quien quiera seguirle que lo haga, el que no... haya él.

James miró el interior del ataúd sin comprender. No era la primera vez que aquel maldito lugar confundía sus sentidos. ¿Habría vuelto a suceder? No...esto era diferente; demasiado real. Su padre...su padre lo había vuelto a hacer. Nunca lo jugaba todo a una carta, siempre tenía un plan b. Recordó sus palabras: "nunca juegues a un juego que no puedas ganar".

Maldito seas...maldito...pensó

"Joseph era el Gran Maestro Arquitecto en nuestra orden hace muchos años. Se retiro de la misma por una enfermedad,..."

Las palabras de Martinson volvieron a resonar en su cabeza. ¿Y si Joseph, su padre, estaba allí mismo?¿Y si acuciado por su enfermedad había sellado un pacto con fuerzas que ni él mismo entendía?¿Fuerzas que en aquel lugar estaba tan presentes que era difícil escapar a ellas? Padre...¿dónde estás?

James se levantó y cerró la tapa del ataúd de una patada.

Luego miró a sus espaldas...

-Aquí no queda ya nada que hacer. Sigamos. A la prisión.