Partida Rol por web

Escena del Hogar de Chan Ko, en las afueras de Hong Kong 

DATOS:
Edad: 24
Nacionalidad: China
Estilo de lucha: Wu-Shu
Características físicas:
Chico alto, de 1’90m, y está en forma, pesando 92 kg y llegando a correr a velocidades extremas. Tiene el pelo moreno azulado, largo hasta los homóplatos y recogido en una trenza. Sus ojos son de un bonito color miel, y en sus labios siempre está dibujada una sonrisa dulce y apacible, excepto cuando se enfada.
Características psicológicas:
Es exageradamente inteligente. Es de mente abierta y optimista, atento, bueno y bondadoso. Para él la lucha no es más que el efectuar un arte marcial por el cual el espíritu se relaja y alcanza su potencial. Aun con esta manera de pensar, a las personas que odia procura hacerles sufrir físicamente si tiene la oportunidad.

HISTORIA:
Nacido en un pueblo chino cercano a Hong Kong, Chan Ko vivía en una familia rota. Su padre era alcohólico y maltrataba sin piedad a su madre, y ella no tenía más remedio que sufrirlo puesto que, gracias a su marido, sus dos hijos, Chan y su hermana dos años más pequeña, Lyn, podían comer. Chan practicaba el arte del Wu-Shu junto a un maestro que vivía seis manzanas más allá que él barrio en el que vivía, sin que sus padres ni su hermana lo supieran.

Al cumplir los 12 años, su padre, llegando ébrio al hogar, maltrató a su esposa de tal manera que la mujer no pudo aguantar más y murió. Tras eso, intentó matar a sus propios hijos, pues habían sido testigos del asesinato, pero Chan defendió a su hermana y a él mismo, dejando inconsciente a su padre. Cuando éste despertó dos horas después, Chan y Lyn se habían ido y no estaban sus cosas.

Vivieron desde entonces con su maestro de Wu-Shu, un hombre anciano llamado Kong Lei. Siguió entrenando con él el arte del Wu-Shu, mientras Lyn trabajaba limpiando el vacío dojo, ya que solo estaban el maestro y los dos jóvenes, y nadie más visitaba ese lugar. Chan era reprendido por su maestro, ya que por las noches enfrentaba en combates callejeros para conseguir dinero por las apuestas. Pero no lo hacía por gusto; lo hacía porque quería llevar adelante a su hermana, Lyn, y que tuviera lo mejor.

Cuando ya tenía 19 años, llegó un día al dojo tras hacer la compra mensual y encontró una masacre; todo estaba lleno de sangre, y varios cuerpos de hombres que parecían armados yacían inconscientes por el jardín. Al entrar en el dojo la situación era la misma. Al fondo del tatami que tenían en la habitación de entrenamiento, vio a Lyn llorando sobre un cuerpo manchado de sangre; el maestro Kong Lei. Según le contó Lyn, había muerto protegiendola a ella. Había sido asesinado por un misterioso luchador que había ido allí con sus hombres a probar la fuerza del dojo. Debido al miedo que Lyn había sentido, teniendo los ojos cerrados no pudo ver al agresor. Tras enterrarlo en el jardín de atrás, Chan juró venganza a su maestro.

Continuó entrenando y participando en luchas callejeras para ganar dinero, y él y su hermana Lyn consiguieron abrir un puesto de comida junto al dojo, el cual les aportaba suficiente dinero mensualmente. A sus 24 años recibió la invitación al Street Fighter World Tour First Tournament. ¿Sería la oportunidad que buscaba de encontrar al asesino de su maestro y vengarse? Sin pensarlo dos veces, decidió participar en el torneo, encargandole a su querida hermana Lyn, a la cual quería más que a nada, el puesto de comida que había junto al dojo, prometiendole que llegaría sano y salvo y que sería un orgullo para ella.

DOJO DE KONG LEI

Una valla de madera bien cuidada rodeaba el lugar. En el jardín se podían apreciar varios cerezos en flor y junto con el cesped fresco y limpió daba la impresión de ser un lugar apacible y bello. En la entrada al jardín, junto a la entrada, podía apreciarse un puesto de comida china levemente desmontado, el cual por las noches Chan y Lyn, los actuales inquilinos del lugar, montaban junto a la puerta que daba a su jardín para ganar algo de dinero con ese negocio. Un caminito de piedra llegaba desde la entrada al jarín hasta la entrada de la casa, la cual era de color blanco y tenía puertas y ventanas tradicinales de China. Sobre la puerta de madera que daba al hogar, había un gran letrero, también de madera, en el que estaba escrito en chino "DOJO LEI".

En la entrada de la casa, había un escalón que daba al suelo de madera de la casa, por lo que debían dejarse los zapatos a la entrada, tal y como era la tradición en China, para no estropear ni ensuciar la madera. Junto a la entrada había una pequeña mesa, en la cual había un teléfono y una foto en la que aparecían los dos jóvenes, Chan y Lyn, junto al maestro Lei, cuando éste aun estaba vivo. Junto a la mesa había una escalera que daba al piso de arriba, en el cual solo había una habitación. En ella solo se encontraban una estantería y los futones donde dormían Chan y Lyn. En es ahabitación también había un balcón en el cual colgaban la colada.

En la pared contraria a la mesa y la escalera, había dos habitaciones. En la primera se encontraba un salón, con una alfombra, dos sofás, una estantería llena de libros y una humilde chimenea. En la siguiente habitación se encontraba el baño, con un inodoro, un lavabo y una bañera. En la pared contraria, había otra puerta, en el inmenso hueco que dejaba la escalera, en la cual había una pequeña cocina con una mesa para dos personas.

Al fondo del pasillo de madera, había una última puerta, tras la cual se encontraba el tatami de lucha. En la parte derecha del tatami, se veía una estantería llena de pergaminos antiguos. Al fondo de la sala, había una gran puerta que daba a un jardín trasero, en el cual se podían ver dos cerezos en flor, uno a cada lado, y al zerezo izquierdo, un pozo de piedra. En el centro del jardín, había una lápida de piedra, en la cual podía leerse el nombre del fallecido anciano, "KONG LEI". En ese momento Chan, que llevaba un traje tradicional chino de color negro, dejaba un ramo de flores en la tumba de su maestro, mientras llegaba su hermana Lyn, vestida con un traje igual al de su hermano pero de un color verde oscuro, y su pelo moreno azulado recogido en unas trenzas. Llevaba una bandeja con una tetera y dos tazas, al cual la puso en el escalón de madera que bajaba al césped del jardín. Se sentó junto a la bandeja y se sirvió una taza de té.

-Hermano... ¿quieres un té?-le decía cogiendo la otra taza y mostrandola a Chan, el cual asintió con la cabeza. Mientras ella servía la taza de té, Chan se levantó y se sentó al lado de Lyn, cogiendo al taza de té que ella le daba. Ambos miraban las flores de los zerezos mientras se tomaban el té, cuando a Lyn le llegó una expresión de preocupación al rostro-Chan... ¿vas a participar en ese dichoso torneo de peleas callejeras?-le preguntó, aun más preocupada cuando acabó la frase.

-Si...-le respondió su hermano, casi sin articular los labios. Al mirar a su hermana vio como resbalaba por la mejilla de ésta una lágrima. Con su mano izquierda, la cual tenía libre, le secó la lágrima con una caricia cariñosa, mientras le miraba con una suave sonrisa-Entiendelo... si participo tendré posibilidades de vengar al maestro Lei... y ganar dinero para que podamos vivir mejor...-en ese momento, Lyn se hechó al cuello de Chan, llorando.

-... ten cuidado, por favor... no quiero que te maten...-lo decía abrazandolo aun más fuerte, a lo cual él la rodeaba con sus brazos y la abrazaba también.

-Tranquila... por ti lo que sea... haré que estés orgullosa de mí...-le dijo Chan, consolandola y besandole la frente. Ya estaba decidido. Solo había que esperar. El Street Fighter Tournament estaba a punto de comenzar...

El muchacho llegó solo, una mañana. Los cerezos en flor y la leve brisa que agita las hojas daban al Dojo un aire casi sobrenatural, como si la misma esencia del Maestro flotara jugando entre sus terrenales posesión.

David Dale fue como un fuego que interrumpió en la mañana.

No llevaba más que un bolso de mano, sus ropas y una sonrisa. Una sonrisa torcida, como de quien sonríe porque ordena a su cara hacerlo, no porque sienta ningún tipo de placer en particular.

Tocó con respeto el busto en la entrada, se quitó los zapatos y saludó con una media reverencia al altar donde se honraba a Kong Lei. Al advertir la figura atenta de Chan Ko en la puerta, se volvió hacia él.

- Muchacho, busco a un gran guerrero, el discípulo de Kong Lei. Hazme el favor de buscarlo con rapidez, y de traerme agua, rápido!

Chan Ko se levantó temprano aquella mañana. Se levantó sin hacer ruido y dejó que su hermana siguiera durmiendo, dándole un beso en la frente. Se dirigió como cada mañana a la tumba de su maestro, donde dejó otro ramo de flores y una vela roja encendida. Seguidamente se marchó a la habitación donde se encontraba el tatam y entrenó en solitario movimientos de Wu-Shu, tanto de relajación como de lucha. Tras eso, se dirigió a la ducha. Al salir de ésta, escuchó como llamaban a la puerta. Cuando abrió se encontró con un hombre que sonreía casi forzadamente, se quitó los zapatos y le hizo una leve reverencia a Chan, el cual también saludó inclinandose.

-Muchacho, busco a un gran guerrero, el discípulo de Kong Lei. Hazme el favor de buscarlo con rapidez, y de traerme agua, rápido!-le dijo el hombre de la extraña sonrisa tras eso.

Chan se mostró relajado ante esas palabras nerviosas. Chan, con la apacible sonrisa que siempre tenía, entrecerró los ojos y le ofreció paso al hombre elevando la mano.

-Me temo que no habrá que buscar a nadie. Al discípulo de Kong Lei lo tiene ante usted. Si me hace el favor de pasar adentro, a la sala del tatami, le daré su vaso de agua-le dijo amablemente, mientras señalaba con la mano que tenía elevada la puerta que daba al tatami.

El extraño ingresó al tatami, donde recibió agradecido el vaso con agua. Luego dejó el mismo en una mesilla, mientras miraba de arriba a abajo a Chan-Ko.

- Bueno, eres un chiquillo! Sabes por qué estoy aquí?

Recorrió la habitación con paso lento, admirando las pinturas que colgaban de las paredes. El Torneo es cruel... pero una batalla es una batalla. Se encogió de hombros al llegar a una esquina, se dió vuelta en posición de listo. Chan-Ko no pudo determinar con certeza qué estilo defendía... alguna de esas fusiones occidentales seguramente.

- Intentaré no lastimarte. Pero no puedo prometer mucho.

David se colocó en posición de combate, levantando ambas manos, los antebrazos paralelos al cuerpo, una pierna delante de la otra. El centro de gravedad levemente hacia adelante era un indicador de que estaba por acercarse a su oponente.

Chan se colocó en posición de combate, separando ambas piernas y colocando los brazos uno delante del otro, extendidos relajadamente hacia delante, algo flexionados.

Cuando vio que su contrincante se disponía a atacar, Chan avanzó antes y se dirigió a el corriendo para atacar primero.

David avanzó hacia Chan-Ko, midiéndolo con la mirada. El chino se acercó también, buscando un indicio sobre las debilidades del oponente.

Todo era silencio, como si el mundo se hubiera congelado en un instante. Un instante que podía ser roto en cualquier segundo, con el primer golpe.

David se plantó en la superficie del tatamo; sus brazos extendidos frente a él comenzaron a moverse lentamente. Los dedos, formando extrañas formas, iniciaron complicadas trayectorias...

Chan, al ver la acción de su oponente, relajó los músculos de sus piernas, flexionandolas levemente... seguidamente, comenzó a mover sus brazos formando una esfera que se iba manifestando en sus manos...

Los dedos comienzan a abrirse en abanico, las llamas comienzas a brotar de los brazos de David, bailando entre sus dedos.

- ¡Arde con mi fuego! grita mientras una llamarada comienza a saltar hacia tí.