Partida Rol por web

- Por favor, hijas, ¿qué les está pasando?

El Arzobispo dejó a Guido y corrió todo lo que pudo hasta la trifulca. Aquello no debía pasar, delante suya, al menos.

- Andiamo tutti calmati, por favor. Hablemos como personas, y no actuemos como animales. Si dos personas non sono d'accordo no puede darse puñetazos como si nada. La violencia nunca arregla los problemas, ¿no han leído eso en la Biblia?

Judith miró al cura y empezó a reír, le hizo gracia la frase del cura

- a eso puedo decir varias cosas señor cura, primero, que por suerte, no me he leído toda la biblia ni por asomo, con suerte se algo por lo que se hable de ella en las películas, y segundo, que para haberla leído usted tan bien, se debe haber saltado unos cuantos capítulos sobre la tentación.

Que gracia le hacía que el que no medió por que se hiciera lo correcto, y que incluso faltaba el respeto a los Rocks "toqueteando", ahora corriera buscando paz - seamos sinceros, hay más "carteles" de no mirar ni toquetear sin permiso, señalados con esas sabanitas, que carteles de no des palizas al prójimo, pues el detector de metales solo me dice, no apuñales, no quemes cosas, no hagas fotos, y no llames, la mejor manera de no crear conflictos, es no buscárselos yendo en contra de la opinión de quien habla, más he intentado dialogar más yo, que ustedes corriendo a faltar el respeto de los Rocks. ¿Ha pensado que aunque alcen el trapo a la hora de pujar, quieran mantener el resto de objetos ocultos para que sea más difícil saber hasta donde apostar? Yo si, y odio a los tramposos.

Tras sus sinceras palabras se cruzó de brazos orgullosa de sus acciones y sus palabras.

-OH! jajajaja. touche querida. Pero la curiosidad al igual que la impetuosidad viene intrínseca con la persona. Y al igual que usted no ha podido evitar luchar por sus ideales de rectitud, haciendo algo de brutos, nosotros hemos hecho algo fuera de lo correcto, pero sin ser tan brutos.-Comento Satrustegi, sonriente.-Me recuerda a Carmen. Es graciosa.

-Yo lo llamaría un justo empate.-Dicho esto busco el tabaco en su bolsillo, pero recordó que seguía sin fuego.-Por cierto, ¿No querrá que le diga lo que esconde la estatua de metro ochenta? Técnicamente no estaría haciendo "trampas".-Se ayudo con las manos para acentuar la ultima palabra. Mientras, por seguridad, daba un paso hacia atrás.

El barbudillo se mostró quizás más lógico que algunos otros, y a su pregunta respondió - no haría trampas,pero seguiría faltando al respeto a los Rocks, dejaré que sean ellos quienes lo muestren llegado el momento - convencida de su corrección, sonrió viendo sin mucho sentido esa curiosidad innecesaria, la curiosidad mató al gato después de todo.

Tras terminar su breve pero fructifera conversación con Angelo escucha como Daniel le preguta sobre lo que hay escondido debajo de la sábana. Se dirigió a el en voz baja, consciente de que no podrían oírlos al estar pendientes del lío que había unos metros mas allá.
-Creo que esta vez voy a tener que negarme a responder. No te lo tomes a mal pero esa información es, en parte, lo que me permite seguir aquí. Cuando todo esto acabe podemos sentarnos a tomar unas cervezas y entonces podré contarte lo que ahora no puedo.

Salvador se alejó un poco de la mujer de verde, en tan solo unos pocos minutos ya le había molestado lo suficiente, y para más colmo era de las que siempre tenía que tener la última palabra. El hombre sabía que si aquella niña de papá se le ocurría ponerle un dedo encima, del sopapo que llevaría estaría meses enseñando las marcas en el sálvame delús.

Aún así no podía evitar mirarla con lascivia cada cierto tiempo, porque sería una desagradable, un cafre y una borde de mierda, pero las cosas como son, y el chocolate espeso, había que reconocerlo, la niña estaba como un queso.

Bueno, y ya que estamos más calmados y somos seres "racionables", que me dicen. ¿Alguno de ustedes tiene previsto morirse pronto? Ahí donde me ven, yo soy el dueño de Pompas Cabezón. Hizo una pausa para enfatizar. Único Heredero. Así que si algo les ocurre y la espichan, aquí un servidor les haría un buen precio

Al final la situación si que se había vuelto violenta, literalmente, entre la joven del vestido verde y la señora mayor. Pero para disgusto de Daniel, no hizo acto de presencia ningún cuerpo de seguridad ni nadie al servicio de los Rocks para expulsarlas de la subasta, ni tan siquiera para hacerles una advertencia o algún tipo de amonestación.

Que decepción. Ni siquiera liándose a mamporros parece que van a llamar la atención de los anfitriones. Definitivamente estos Rocks deben de ser gente muy rarita. Y yo que pensaba que nos íbamos a quitar a dos competidoras del medio.

Aunque no fuera plato de buen gusto para él, decidió que podía ser beneficioso socializar con el resto de los presentes, aparte de aquellos con los que ya había intercambiado algunas palabras en la recepción. Pues el italiano se encontraba entretenido curioseando alguno de los objetos y la joven algo nerviosa parecía más bien extasiada o en algún viaje astral, ya que desde que los dejaron en la sala con los objetos apenas había hecho algún movimiento ni abierto la boca para comentar nada. Salvador acababa de dirigir unas palabras a todos los presentes, así que pensó que sería una buena opción para tratar de interactuar con él.

-Pues verá, señor Cabezón, yo por mi parte confío en no tener que contratar sus servicios a corto ni medio plazo. Supongo que es una suerte llevar un negocio como el suyo, tan a salvo de la crisis. Porque a pesar de que los tiempos aprieten, entiendo que no dejará de tener "clientes", ¿no?

Salvador parecía un tipo bastante estrafalario, pero al menos parecía que iba de frente y hablaba con franqueza, aunque tuviera los mismos resultados que un elefante en una cacharrería. Le provocaba menos rechazo que cualquiera de los otros para entablar una conversación.

Emilia se encontraba aún alterada por la violenta agresión de esa chica. Y el comentario de Saimon no le puso de mejor humor. ¿Dos mujeres peleándose? ¿Estaba ciego? Judith era la que había levantado la mano, no ella. Ella solo intentaba hacer lo mismo que la mayoría de los presentes. Pero asintió a las palabras de Su Eminencia mientras seguía abanicándose con la mano-. Tiene usted toda la razón, señor Obispo. Yo, desde luego, lo tengo bien claro. A mí sí que me educaron. Por eso, en lugar de devolverle el sopapo, me aparto para tranquilizarme.

Hizo caso omiso de los comentarios de esa salvaje, del tal Saimon y de Don Cabezón quien, como había hecho durante todo el rato, soltó la frase menos conveniente. ¿Dueño de una funeraria? ¿Previsto morir? Prefería no pensar en eso. ¡Qué hombre tan agorero!

Caminó dando vueltas por la magnífica sala, mientras miraba los cuadros. Una vez ella tuvo uno muy bonito de la Virgen de la Antigua, que le regaló su madre cuando se casó. Pero no tenía nada que ver con los que colgaban de las paredes de los Rocks, con marcos tan caros y lujosos.

Algo decepcionado por la negativa de Guido a compartir la información, le respondió:

-Vaya, pensaba que me harías participe de tu curioseo bajo la sábana. No pasa nada, entiendo tu postura. Supongo que después de esta extraña subasta me vendrá bien una cerveza, acepto gustoso la invitación.

Aunque hubiera preferido que me contara el objeto que había curioseado, tampoco quería que pensara que estaba enfadado o algo por el estilo.

Saimon dejo su sonrisa a un lado al ver que no tuvo respuesta.
-Olvídese de mi Cabezón. Perdón, Señor Cabezón.-Recupero la sonrisa al instante.-Pero a mi muerte, no creo que nadie le importe, prefiero ser devorado que enterrado, no se si me entiende.

Discusiones aparte, aun no tenia un sitio donde encender su cigarro y antes de tener que seguir discutiendo el mejor método posible para estar en aquel lugar, Saimon se alejo de aquello hasta estar cerca del noveno objeto. Distraerse con algo, eso es lo que decía en aquel libro.

Desde luego mira que son raros estos tíos, pensó Salvador. Todo el mundo se tiene que morir, más tarde o más temprano y nada mejor en esos casos que tener a alguien de confianza a mano.

Uno de los jóvenes se decidió a entablar conversación, era un chico bastante agradable y juraría haber visto antes su cara.

- Hombre!!, clientes nunca faltan!!, eso sí, no sé porque pero en verano escasean, quien iba a pensar que los muertos se van de vacaciones.... pero bueno, en esos casos pues ya se sabe, unas llamaditas al Hospital de La Paz....jeje  Rió estúpidamente.

- Pero ojo, eh!, siempre gente de bien!, españoles... yo entierro españoles, a los otros que los entierre "Montezuma", que todos esos "denigrantes" tienen mucha cara primero se vienen aquí para aprovecharse de nuestras medicinas, y una vez que se han curado se quedan para robar, y si no se curan te vienen con el cuento de que todo el mundo tiene derecho a un entierro.... Y una mierda! Al manzanares como hacen los indios para que se los coman los patos... El suelo de España tiene que ser para enterrar a Españoles. Dijo dando una sonora palmada en la mesa. - Mire "usté" a los moros, tienen desierto y desierto para enterrar a sus moros, pero no, los muy jodíos nos invaden para venir a robarnos los trabajos y luego cuando la espichan nos roban el suelo.

Y luego encima viene la Carmele esta, si, la alcaldesa, a esa que le dan dinero los "chavolitas" esos de Venezuela, venga a hacerles centros de internado, venga a montarles colegios y hospitales a los rumanitos... ¿Y luego que hacen los rumanitos esos? ¿Eh?!!  Preguntó a su asombrado interlocutor.  - Hala!! al metro a robar!! Y eso que no lo veo mal, pues alguien que va en metro se merece que lo roben, pero al menos que los robe un Español, Joder !!. Salvador hizo una pequeña pausa para terminar su discurso.

- Créame caballero, créame usted, nos están invadiendo, poco a poco, sin que nos demos cuenta, los tenemos en la iglesia, los tenemos en el ejercito, en la seguridad social, en el fútbol, dentro de poco vendrán incluso a los toros. Nos están invadiendo, sin que nos demos "de-cuenta", pero yo no, amigo, aquí Salvador Cabezón tiene dos ojitos, y con ellos bien que los oigo venir. No amigo, no, a Salvador no le llevarán al "güerto"!!

A pesar de algunas absurdas discusiones y a pesar de que algunos de los invitados habían decidido echar un vistazo a lo que había debajo de las sábanas oscuras, por allí no aparecía nadie. Ni los Rocks, ni el mayordomo, ni nadie del personal de la mansión.

Los invitados se encontraban allí, solos y a la espera de que algo sucediera. Salvador había hecho un discurso bastante... ¿cómo decirlo? Fascista, esa es la única palabra, y tras él, nadie había vuelto a abrir la boca. Parecía como si ya nadie tuviese nada más que opinar o nada más que decir. Como si todos hubieran perdido la curiosidad de averiguar cuáles eran los objetos de la subasta, o como si Judith hubiera conseguido que la obedecieran y que nadie cotillease más de lo debido.

El caso es que los minutos parecían haberse convertido en horas y las horas en días... ¿Dónde se habrían metido los Rock? ¿Les habría pasado algo? ¿Estarían esperando a alguien más? ¿Estarían esperando algún tipo de reacción por parte de los invitados? ¿O simplemente se estaban haciendo de rogar?

Judith se cansaba, ¡hacerle esperar a ella! - malditos Rocks, venid de una vez... - pero al ver que no aparecían tomó una iniciativa algo absurda tal vez.

- ¡a ver! Finolis, viejos y gente rara en general, sin mirar debajo de las mantitas de las narices, que empiezan a dar ganas de quemar. Voy a pujar, a lo mejor los vagos estos esperan que hagamos nosotros el trabajo. Somos 8 y sin tener en cuenta el trasto gigante, 8 objetos hay, así que aligerando. Pujo cien por cuatro de ellos, 100 al 7, 100 al 4, 100 al 2 y 100 al 1. ¿alguien contra oferta?

La paciencia no era la mejor cualidad de Judith, y no temía demostrarlo a puñetazos.

Emilia estaba empezando a pensar que esos Rocks no eran gente de bien. Mucho dinero, mucho dinero, pero aquí ni un mínimo de educación para recibir a sus invitados.

Y su humor no mejoraba si la jovenzuela esa abría la boca. ¿Pero dónde se había criado?-. A ver, chiquilla –dijo, intentando mantener la calma-. Yo seré una vieja, pero tú no tienes ni idea de estas cosas. ¿Qué vas a pujar tú, a ver, si no están los dueños? ¿Es que no has estado nunca en ninguna subasta? El precio inicial lo fija la casa y, luego, se va subiendo. Además, hay que ir de uno en un objeto –Emilia no había estado en ninguna subasta tampoco, pero eso nadie lo sabía. ¡Y había visto un montón de películas en las que salían subastas! Mayor experta que ella no iban  encontrar en ninguna parte, vamos.

- Que mucho “aquí no se puede mirar, aquí no se puede mirar”, pero bien que quieres llevarte los objetos sin presencia de los Rocks, ¿eh? –No pensaba decirlo en voz alta, pero a ella también le daban ganas de ir acabando con todo y llevarse cuanto antes lo que había venido a comprar. Claro que antes muerta que estar de acuerdo con la maleducada esa.

- Hasta que no vengan los vendedores no se puede comprar nada –concluyó, con un movimiento de negación con la cabeza.

Se respiraba un aire de elitismo en todo lo que rodeaba aquella subasta. Incluso habían retrasado su presencia adrede para que todo el mundo estuviera expectante de ja aparición de los Rocks, muy típico de este tipo de gente.

Parece que de momento los invitados no estamos a la altura. Esto parece un puesto de pescado en la lonja.

Guido se acercó al grupo y disimuladamente estiró de la manga de Scola para que este se apartará un poco y lo siguiera a un sitio un poco más apartado. Ya habría tiempo después para centrarse en la subasta.

Silbo al saber del noveno objeto y despego la cabeza del objeto antes de que la mina hablara.

-Un poco de calma muchacha, si has visto la tele alguna vez, es como dice la señora.-Movió la cabeza hacia la presencia de Emilia.-Ademas, como esperas que votemos si no conocemos el objeto. Paciencia señorita.-Comento sonriente.-Es mejor esperar a que llegue que no llegue nunca.-Comento un tanto sin sentido real.[/B]

-Pero si tanto quiere la gente que empiece la subasta. Y para eso necesitamos a los anfitriones. Podríamos ir a buscarlos.-Se encogió de hombros, recordando que llevaba un largo tiempo si un pitillo.

La muchacha puso una cara molesta, ¿esas personas no habian ido más que a un puñado de subastas de ricos? Muchísimas subastas se llevaban a cabo mediante pujas secretas, viendo o intuyendo el contenido, solo conociendo el peso, por vista limitada, e incluso pujas por cosas que ni siquiera estaban hechas y conllevaban un mayor riesgo.

- ¡maldición! Odio esperar tanto, ¿o es que la maldita subasta es una escusa para contratar me?

Se sentó en la mesa de los objetos en venta, de brazos y piernas cruzados, con una leve mueca de morros, si eso seguía así no se hacía responsable de que se le agotara la paciencia. Quizás ya se le había agotado y se estaba conteniendo.

- y vosotros ¿que se supone que habéis venido a buscar? Si se puede saber... - de algún modo tenía que hacer tiempo.

Salvador ya llevaba un buen rato sin saber que hacer, los Rocks no aparecían y la gente ya estaba muy impaciente. Salvador comenzó a pasear por la estancia, observando los cuadros y la decoración. El resto de invitados estaban a su libre alvedrìo, hasta la joven petarda había dejado de "dar por culo", aún así prefería no tenerla cerca. Salvador empezó a rascarse la oreja mientras que contemplaba las majestuosas obras de arte, al cabo de un rato Salvador había bajado su mano de la oreja hasta sus fosas nasales las cuales furtívamente inspeccionaba pensando que no estaba siendo observado, la izquierda estaba relativamente vacía y carente de diversión, por lo que optó por "sondear" la derecha, Ahí si encontró material interesante, de hecho demasiado, tanto que era cláramente notable a ojos del el resto de invitados. Discretamente retiró la mano manchada con el desagradable contenido. Buscó por la mesa una servilleta o papel con el que liempiarse pero no encontró nada, así que con cuidado y como quien no quiere la cosa se acercó a uno de los objetos y discretamnente limpió sus dedos con el trozo de tela que cubría el objeto número 3.