Partida Rol por web

Me sentía realmente mal por dentro. Tenía dudas y miedo. Habíamos removido demasiado en muy poco tiempo y empezaba a pagarlo. Mi cuerpo continuaba en tensión y podía sentir que temblaba. Trataba de contenerme y no sabía si sería capaz.

Cuando sentí el calor de aquella mano sobre la mía alcé la vista y me encontré de lleno los ojos de Jay. Su tono de voz y su gesto me hicieron enrojecerme y volver a agachar la cabeza, tratando de no retirar la mano de manera brusca, para no hacer sentir mal al joven. - Yo... la verdad... es que no tengo hambre... - Mi voz salió nuevamente como un susurro.

Y no mentía, los nervios me habían cerrado el estómago, aunque trataba de comer. - Pero lo poco que he comido estaba delicioso. - La timidez había vuelto a ganar. El inocente gesto de Jay lo había desencadenado de nuevo.

- ¿Ir al hospital? - Pregunté en voz alta con cierta sorpresa. Me sentía realmente aturdida en ese momento y descentrada. No recordaba nada más allá de mis dibujos, la reciente conversación y Darryl. - Yo... creo que... no debo ir... estaré mejor en la biblioteca... buscando algo sobre todo esto. - Dije nuevamente con inseguridad en mis palabras.

Ambas chicas se disculparon por la comida, que no estaban tomando. Diana no la había probado, porque no paraba de hablar; Mel, en cambio, seguía demasiado afectada por todo lo que habíamos hablado, y no era capaz de conservar un mínimo de apetito.

Es de mala educación no comerse al menos la mitad del plato, ¿nadie te lo ha dicho? -Repliqué a la chica, con falso gesto de seriedad- Si no comes algo más, al señor Revok que vas. -Añadí, dejando ya claro que bromeaba, aunque realmente deseaba que comiera algo. No por haberlo hecho yo, sino porque necesitaba todas las fuerzas que pudiera acumular. Por ese motivo, me incliné cerca de ella y le supliqué en voz baja- Por favor, Mel. -Acto seguido, miré a Diana con un gesto de chulería, señalando su plato- Y a ti te digo lo mismo, bonita. Qué no me entere yo que mi futura novia pasa hambre. -Le dije, guiñándole un ojo.

Salió a relucir el asunto del hospital, algo a lo que Mel prefería no apuntarse. Miré mi reloj, comprobando que nos quedaba un rato pero tampoco tanto. Esa tarde teníamos varias cosas que hacer, aunque organizar la vigilia no iba a ser demasiado complicado. En realidad, eran cuatro cosas, nada comparado con una Garlan Party estándar.

Me sorprendió ver que Melissa no quisiera ir finalmente al hospital, aunque dado su estado de nerviosismo y todo lo que debía estar pasándosele por la cabeza con lo que acabábamos de hablar, no quise insistir en ello. Seguramente necesitara tiempo para tranquilizarse y asimilar todo esto. Por otra parte, me pareció buena señal que comentara que aprovecharía para buscar algo sobre aquel extraño tema, que no huyera de él era algo bueno.

Iba a pedirle que comiera algo al menos cuando se me adelantó Jayden, siempre tan atento. Entre bromas, instó a mi amiga a comer al menos parte de la ensalada, alegando que si no informaría al bibliotecario, mientras yo me quedaba embobada mirándole.

Me sobresalté cuando Jay me miró de forma inesperada, sintiendo cómo mi rostro se acaloraba cuando me dijo lo referido a que comiera y a que sería su…

¿S-su novia?

Me guiñó un ojo, y ni ante eso reaccioné en un principio, estaba muerta de vergüenza. Además, ¿Lo decía en serio? Habíamos hablado de salir, pero… Aún no me creía del todo que se hubiera fijado en mí, como para haber pensado en aquello, aunque sí salíamos juntos era el paso natural… ¿No?

- Ya hablaremos tu y yo… - le dije por lo bajo más que sonrojada, en un fingido tono de reproche, antes de sacarle la lengua.

Entonces sentí vibrar mi móvil, no tardando en cogerlo leyendo la respuesta de Amber. Respondí de inmediato y volví a posarlo sobre la mesa, mirando después a Jayden y Melissa.

- Era Amber, se viene al final al hospital. Le he dicho que en una media hora estaríamos allí. ¿O creéis que tardaremos más? - les pregunté mientras volvía a coger el tenedor.

Permanecí en silencio unos instantes, buscado como pasar página y... comer. Pero me resultaba realmente complicado y lo que más rabia me daba era que sabía que, en unas horas, tras calmarme, tendría hambre. Así que intenté comer algo, llevándome un pedazo de pollo a la boca. En ese instante, Jay me habló en tono serio. Me quedé helada mirándole. - Lo siento... yo... -Me disculpé con timidez. Y entonces añadió en claro tono de broma a Darryl en la conversación.

Fues escuchar como se refería a él y la broma en sí y agachar la cabeza mientras me ruborizaba por completo e incluso comenzaba a sudar. No tenía excusa para salir de allí corriendo y hacerlo tampoco sería una buena idea. - No, no... ya como... - dije con voz temblorosa mientras volvía a coger algo de ensalada de mi plato y la exparcía por la mesa sin querer.

Aunque no fui la única en acabar avergonzada en ese momento por Jayden, pues Diana también se llevó su parte. El movil de Diana fue la mejor vía de escape para todos. Había quedado con Amber en el hospital y el tiempo se agotaba. - Supongo que os dará tiempo. - Susurré y saqué mi móvil, mandando un mensaje, el cual no tardó en obtener respuesta.

Sin levantar aún la cabeza miré a Jay y a Diana alternano mis ojos en uno y otro, tampoco dije nada y traté de comer un poco más. Me costó pero llegué al mínimo marcado por Jayden, quedando al final una conversación bastante agradable y tranquila, donde quedaron de lado los temas del hospital, la fiesta, los dibujos, accidentes, premoniciones y Revok. Recogimos todo y, justo antes de despedirnos ya en la puerta de la calle, llegó Revok con su viejo todoterreno a recogerme.

Me abracé a Diana. - Gracias por todo. - La dije mientras la estrujaba, literalmente en mis brazos. Luego miré a Jayden, no sabía bien como actuar con él. Miré un momento a Darryl, quien se había bajado y apoyado en su jeep y parecía mirarme divertido por la situación que estaba viviendo. - Y a tí también. - Le dije en un susurro y le dí un fugaz abrazo, saliendo luego corriendo hacia el coche.

Una vez a la altura de Darryl me abracé a él con fuerza. Lo había pasado muy mal y el lo sabía perfectamente. Me acarició el cabello y me susurró al oído unas palabras tratando así de calmarme, para luego besarme en la frente. Me subí al jeep dejando mi mochila a mis pies y me despedí con la mano de Diana y Jay cuando pasamos a su lado, tratando de mantener la sonrisa en mi rostro mientras que el miedo por lo hablado poco antes de empezar a comer se iba apoderando de mí.

Serían cerca de las 9 de la mañana, cuando llegasteis a casa de Diana. El autobús pareció ser el más lento de toda la flota a parte de que os dio la sensación de que había dado un rodeo. Pero quizás fuesen simplemente imaginaciones vuestras, puesto que esa ruta, os era casi completamente desconocida para ambos. Era lo que tenía poder disponer de vehículo propio, que los autobuses quedaban para los "marginales".

La puerta principal estaba cerrada a cal y canto, aunque por suerte para ambos, Diana si que tenía las llaves de su casa. Al entrar notasteis el silencio y la calma en la casa. Desde luego que Martha no exageró cuando dijo que iba a seguir durmiendo un rato más. Diana no recuerda que su madre se hubiese levantado nunca más tarde de las 7:30 de la mañana.

Viajar en autobús se me hacía tremendamente lento. Estaba ya muy habituado a ir en coche a todas partes, y eso que mi permiso de conducción era relativamente reciente, y de repente tener que permanecer sentado en aquel vehículo enorme viendo pasar las calles tan despacio y trazando un recorrido que no me llevaba a mi destino en línea recta precisamente resultaba extenuante.

Al menos, la compañía hacía que mereciera la pena.

Llegamos a las inmediaciones de la casa, y caminamos hasta la puerta, que estaba cerrada. Al contrario que en mi caso, eso no supuso un problema para Diana, que sí tenía llaves, y pudimos entrar. Nada más adentrarme en aquella casa, solté un suspiro mirando alrededor, y es que aquella casa sí me parecía un hogar, no como la mía. Parecía un lugar donde vivía gente. La mía, en muchos sentidos, parecía más un museo, llena de cosas caras que almacenar para lucir, pero fría y sin vida. Igual era por eso que acostumbraba a llenarla de gente, música y diversión.

¿Seguro que tu madre está en casa? -Pregunté, mirando a lo alto de las escaleras- Igual se ha marchado al trabajo...

Me dio la sensación de que el autobús hasta mi casa era tremendamente lento, aunque puede que se tratara de que la casa de Jayden estaba súper alejada de la mía. Aquello era un inconveniente, pues ir a verle iba a ser una auténtica lata con el rodeo que daba aquel autobús, aunque algo así no me impediría visitarle.

Al llegar a casa, nos encontramos con que la puerta estaba cerrada con llave y las cortinas se encontraban echadas, con lo que en seguida imaginé que mi madre continuaría aún durmiendo. Al abrir la puerta dejé pasar a Jayden primero, dirigiéndome en seguida a abrir algunas cortinas para iluminar el salón, y tras ello me giré hacia él; preguntándome en ese momento si estaba segura de que mi madre estaba en casa, pues cabía la posibilidad de que se hubiera ido a trabajar.

- Poco antes de salir de tu casa me dijo que estaba en la cama y que pensaba dormir un poco más, que hoy abriría para el servicio de comidas… Aunque quién sabe. A lo mejor se ha arrepentido a los cinco minutos. – reí. – Es que ella no suele levantarse tarde nunca. – le expliqué, antes de dirigirme hacia las escaleras. – Ven conmigo… - terminé pidiéndole con una tímida sonrisa.

Le guié así hasta mi habitación, deteniéndome frente a la puerta antes de abrirla.

- Este es mi cuarto. Voy a ver si mi madre sigue durmiendo, puedes esperar aquí mientras. No te asustes, ¿eh? – bromeé antes de abrirle la puerta. - Puedes cotillear un poco si quieres. - añadí antes de sacarle la lengua.

Tras ello me dirigí a la habitación de mi madre, en esa misma planta, y toqué a la puerta; dispuesta a abrir esta despacio si no obtenía respuesta.

Al llamar a la puerta, nadie te contesta. Así que decides abrir con cuidado, encontrándote con la habitación casi a oscuras. Las cortinas estás echadas y alcanzas a ver un bulto en la cama. Al abrir un poco más la puerta y dejar pasar algo más de luz, descubres que tu madre duerme como un tronco. Tiene un sueño tan profundo que ni se da cuenta de que un pequeño rayo de sol le da directamente a los ojos.

Al no obtener respuesta, abrí la puerta despacio, procurando no hacer ruido. Las cortinas estaban echadas, pero a pesar de la escasa iluminación en seguida me percaté del bulto que había en la cama. Abrí un poco más la puerta, comprobando que mi madre dormía profundamente, y es que un rayo de la poca luz que entraba por la ventana le estaba dando en la cara.

Entré casi de puntillas, caminando hasta la ventana para cerrar mejor las cortinas, y tras librar a mi madre de aquel rayo de luz, regresé sobre mis pasos y cerré la puerta con el mismo cuidado con el que la había abierto; aunque mi madre parecía tan agotada que daba la impresión de que no se habría despertado ni aunque hubiera entrando en su habitación silbando.

Me dirigí entonces a mi cuarto, donde había dejado a Jayden.

- Duerme como un tronco, le estaba dando la luz en la cara y ni se inmutaba… - comenté mientras entraba en la habitación. – Ponte cómodo, como si estuvieras en tu casa. – le dije con una sonrisa. – No te haré esperar mucho, tranquilo. Cojo algo de ropa limpia y directa a la ducha. – añadí antes de dirigirme hacia el armario y comenzar a seleccionar ropa.

Diana me guió hasta su habitación, donde me quedé esperando mientras ella iba a comprobar que su madre estuviera en casa, durmiendo. Sonreí cuando me dio permiso para cotillear, y realmente comencé a hacerlo en cuanto la chica abandonó el cuarto, caminando cerca de las estanterías y leyendo los títulos de los libros y carátulas de DVDs, la mayoría de las cuales no me sonaban. También me resultó curioso que tuviera tantas figuritas, también desconocidas en su mayoría para mí, a excepción principalmente de una pequeña colección de diferentes figuras de Superman.

Estaba mirando de cerca un póster en el que aparecía la cara de Bruce Willis, una especie de película del espacio que no me sonaba haber visto, y que por los créditos parecía europea, cuando Diana regresó. Me giré, con las manos a la espalda, y caminé hacia ella mientras me explicaba que su madre estaba profundamente dormida.

Vaya, igual no ha podido dormir anoche por la preocupación, después de todo lo que ha pasado... -Comenté, torciendo el morro hacia un lado- ¿Seguro que tardarás poco? Las chicas soléis tardar en arreglaros. -Comenté, sonriendo. No sería la primera vez que debía esperar a que una chica se arreglase, y siempre decían que no tardaban nada pero luego el reloj se cansaba de dar vueltas mientras seguían a lo suyo. Que también era lógico, si sólo en limpiarse y secarse el pelo se tardaba una eternidad- Puedo irme a buscar el coche y pasar a buscarte, así adelantamos un poco.

Encontré a Jayden mirando el cartel de una de mis películas preferidas, preguntándome si la habría visto. Seguramente no, pues tenía unos cuantos años. De hecho, recuerdo haberme negado a verla cuando era pequeña por parecerme demasiado vieja, pero a mi padre le hacía ilusión que la viéramos juntos, y finalmente acabé aceptando. Aquel día aprendí que no era necesaria una avanzadísima tecnología para hacer una buena película de ciencia ficción, pues había otros elementos mucho más importantes.

Un pequeño ejemplo de todo lo que mi padre me había enseñado.

Logré que aquel recuerdo no me entristeciera, pero mi mirada se desvió inevitablemente hacia sus cómics mientras Jay se giraba. Mis ojos regresaron a este en seguida, escuchando su apreciación sobre lo que podía haberle pasado a mi madre.

- Parece ser que se le hizo tarde limpiando en el Simone's. Lo que no sé es si será porque abrió hasta tarde con todo lo que pasó… - comenté pensativa.

Iba a acercarme al armario para escoger algo de ropa cuando Jayden propuso ir yendo a por el coche mientras me preparaba, pues así ahorraríamos tiempo.

- No creo que tarde demasiado, pero tienes razón con que así adelantaríamos, así que ve yendo si quieres. – hice una pequeña pausa, embargándome la vergüenza. – Siento que hayas tenido que venir hasta aquí… Intentaré no tardar mucho de todas maneras.

Por lo visto, el cansancio de Martha tenía una buena explicación, y es que debía haber cerrado tarde el restaurante la noche anterior. De hecho, la posibilidad que proponía Diana parecía muy probable, que con todo lo que había pasado se le hubiera llenado de gente a última hora porque muchos afectados del tiroteo o gente preocupada por ellos terminasen allí.

A Diana le pareció bien la idea de que me fuera adelantando a por el coche, pues aunque no tardase demasiado seguro que le llevaría un rato arreglarse, y podía acortar un poco ese tiempo si lo usaba para algo productivo. Sin embargo, por ello precisamente Diana parecía avergonzada por haberme hecho ir hasta allí, un detalle por el que me apresuré a negar con la cabeza, acercándome rápidamente a ella y rodeándola por la cintura.

Pues a mí me encanta haber venido hasta aquí. –Aseguré mirándola a los ojos con una alegre sonrisa- Ahora ya conozco tu cuarto, y he podido curiosear un poco entre tus cosas, y a lo mejor hasta me he guardado un recuerdo tuyo… -La provoqué, sonriendo con picardía, hasta acercarme más a ella y, tras echar un rápido vistazo en dirección a la puerta del cuarto, besar sus labios suavemente, estrechando su cuerpo contra el mío- ¿Sabes…? –Le dije en cuanto nuestros labios se separaron, susurrando con nuestros rostros muy, muy cerca- Si fuéramos novios podríamos hacer esto más a menudo… -Sonreí, guiñándole un ojo- Tenlo en cuenta cuando te lo pida, ¿eh? –Bromeé, separándome de ella, dispuesto a encaminarme hacia la salida para ir a buscar el coche- No tardaré.

Cuando pronuncié aquellas palabras, llena de vergüenza, Jay se apresuró a negar con la cabeza, acercándose a mí igualmente rápido y rodeándome por al cintura. A pesar de escucharle decir que el haber tenido que ir hasta mi casa le encantaba, continué sintiéndome avergonzada, aunque de una forma distinta.

Tenerle tan cerca de mi, mirándome con aquellos preciosos ojos azules, sonriéndome y diciéndome cosas bonitas, hacía que me ruborizara; pero también era como estar en un sueño. Le devolví pronto la sonrisa, sin saber muy bien qué hacer con mis manos mientras. Cuando me habló de mi cuarto, terminando por insinuar que había cogido algo de recuerdo, le miré llena de sorpresa.

¿Está hablando en serio?

No tuve tiempo de replicar, sintiendo pronto sus cálidos labios sobre los míos, mientras nuestros cuerpos se pegaban por el abrazo de Jayden y yo cerraba los ojos. Subí entonces mis brazos, y rodeé su cuello, sin dejar de acariciar su labios.

Cuando las caricias cesaron, separándose nuestras bocas lo justo para poder hablar, Jayden volvió a bromear entre susurros volviendo a aludir al hecho de que no me había pedido salir. Traté de fingir molestia para devolvérsela, pero mi sonrisa me delataba.

- Si fuéramos novios... - comencé a decir en voz baja mientras nos separábamos, deteniendo mi frase de repente. - Mejor no te lo digo, ya lo descubrirás. - bromeé, sacándole la lengua después. - Te acompaño a la puerta. - añadí cuando me dijo que no tardaría, dispuesto a ir en busca de su coche.

Viste como Jay se alejaba caminando hacia el centro comercial. Eso te daba unos veinte minutos de margen para su ida y unos diez minutos máximo para su vuelta. Treinta minutos que debías aprovechar lo máximo posible.

Olvidándote de que tu madre descansaba no muy lejos de ti, corriste a la ducha, mientras que en tu cabeza dabas vueltas a tu armario, pensando que podrías ponerte para esta ocasión, para luego pasar por el estado de Mel, de Tommy e incluso de Ryan, de quien se guardaba toda la información sobre él como si del mayor de los secretos se tratase.

Al salir de la ducha te pusiste una toalla cual turbante y otra para cubrirte el cuerpo, abriste la puerta del baño y allí estaba. Plantada tras la puerta, completamente despeinada y con los ojos llorosos por el sueño. De alguna manera, habías despertado a tu madre de su descanso y te miraba entre preocupada y asustada.

- Dios! Diana! Que susto me has dado! - Dijo llevándose la mano al pecho. - Creí que te quedarías todo el día con Jay. Ven cariño, dame un abrazo. - Te abrazó con fuerza.

- Creo que me daré una ducha y me iré a abrir el Simone's. Ya que me he levantado haré algo de provecho. ¿Qué planes tienes hoy? - Eso quería decir que si en algún momento del día podrías ir a ayudarla al local.

No tenía mucho tiempo para prepararme, pero sí el suficiente según mis cálculos para estar completamente lista antes de que Jayden regresara.

Finalmente decidí ducharme en primer lugar, dándole vueltas a qué ponerme mientras me aseaba. No tardaron en acudir a mi mente otro tipo de pensamientos, y es que con todo lo que había estado pasando, raro sería que aquello no hubiera sucedido. Eran muchas las preocupaciones que tenía en aquellos momentos, así cómo las incógnitas que nos rodeaban.

Al salir de la ducha envolví mi cabello y rodeé mi cuerpo con una toalla, abandonando el baño dispuesta a vestirme y escribir a Mel. Sin embargo, me encontré con algo inesperado.

Mi madre se encontraba allí, con claras muestras de acabarse de despertar, haciendo que me sobresaltara; pero ella parecía haberse asustado más que yo a juzgar por su reacción. Me pidió un abrazo, no dándome tiempo ni a acercarme antes de que ella me estrechara entre sus brazos, y yo la rodeé también con los míos.

Está rarísima. Qué mal le sienta trasnochar...

Al separarnos me dijo que se iría a abrir el Simone's tras darse una ducha, preguntándome si tenía algo que hacer el sábado, lo que era igual a preguntarme si podía ir a echar una mano.

- Siento haberte despertado, intenté no hacer ruido. - le dije antes de abrir el armario, comenzando a buscar la ropa que me pondría. - Jayden va a venir a buscarme, queríamos ir a ver a Mel, me gustaría ir si no te importa... - le dije mirándola, sintiéndome algo culpable por no poder ir a ayudarla por la mañana. - Pero puedo ayudarte por la tarde si quieres, o en el turno de cenas, así no te acuestas tan tarde hoy.

- Dios. Sabes que no puedo negarte nada y menos aún si estás con el chico más encantador de Hill Valley. - Te respondió tu madre con dulzura en su voz. Realmente estaba encantada de que por fin tuvieses amigos y comenzases a ser una adolescente "normal". - Por la tarde está bien. - Te respondió enseguida. - Hay menos lío después de comer hasta las... ¿seis? y yo podré dormir por la tarde un poco.

- Por cierto, ¿cómo está Melissa? Pobre chica. Con todo lo que ha pasado... ¿y el amigo de Jay? ¿Robby, Bobby? - Miró hacia el techo, pensando el nombre de aquel chico. - Tobby?...

- Bueno, quizás lo mejor te dejo que te cambies y mientras me ducho. Podemos hablar mientras esperas que llegue Jay. - Te dijo con una enorme sonrisa antes de irse a su cuarto para darse aquella prometida ducha.

A mi madre le pareció bien que le ayudara en el restaurante más tarde, mostrándose entusiasmada porque fuera a pasar tiempo con Jayden. En seguida me dijo que podía ir por la tarde, hasta las seis, pudiendo así ella descansar.

- Vale, hasta las seis. Pero si ves que necesitas descansar algo más, avísame, ¿de acuerdo? - le pedí, antes de que preguntara por Mel y Tommy. - Tommy, mamá, se llama Tommy. - intervine antes de que prosiguiera diciendo nombres. - Ambos están bien, al menos dentro de lo que cabe... - le respondí, sin querer entrar en detalles. - Pensaba escribir a Melissa en cuanto me preparara, supongo que se habrá despertado ya.

Entonces se despidió para irse a duchar, comentándome que podíamos hablar mientras esperaba a Jayden.

- De acuerdo, nos vemos ahora. - le dije con una sonrisa.

Cuando mi madre salió, terminé de secarme y me vestí, para después arreglar mi cabello. Cuando terminé de prepararme cogí el teléfono móvil, leyendo el grupo. Al parecer Leonard ya había ido al hospital y había hablado con Revok y Mel, comentando que el bibliotecario se encontraba bien.

También me había escrito Amber, preocupándose por nuestro estado. Le respondí y guardé el teléfono, saliendo de la habitación para bajar al salón.

Al entrar en el salón, encontraste a tu madre vestida ya para irse al Simone's, pero con una toalla cual turbante puesta en la cabeza, mientras tomaba el café mirando la televisión. Tenía puestas las noticias locales, donde no cesaban de hablar de lo ocurrido anoche en el hospital, mientras que en una esquina de la pantalla mantenían un mapa de la localidad, donde se veía el tiempo esperado para hoy y en la parte inferior, un tren de palabras iba anunciando la misa especial este mismo domingo, en la Iglesia de Hill Valley.

- Que locura... - Susurró tu madre viendo las imágenes menos violentas que se permitieron poner siendo el horario infantil. - Pobre gente... y yo... mientras... Oh. Diana! No te oí llegar. - Te miró con una sonrisa un tanto forzada, afectada por lo que estaba viendo en ese momento. - Lo siento cariño. Debiste pasar mucho miedo y yo... ni me enteré ni estuve allí para protegerte. - Se disculpó dolida y siniéndose mal al ver el verdadero alcance de todo aquello. 

Intercambié algún mensaje más con Amber mientras me dirigía al salón, preguntándome qué había dicho para que respondiera de aquella manera. Guardé el teléfono en el bolsillo y me adentré en la sala, donde mi madre desayunaba ya vestida para ir a trabajar, pero con el pelo envuelto en una toalla.

Mientras me acercaba, le escuché murmurar algo que me extrañó, disculpándose con culpabilidad cuando se percató de mi presencia allí.

- No te preocupes, mamá... De todos modos, ¿cómo ibas a protegerme de algo así? Mis amigos me ayudaron, y no pasó nada grave. - le dije con una tenue sonrisa, tratando de calmarla. - Además, estabas trabajando... ¿No? - pregunté acto seguido, sin poder evitar cierta suspicacia.

Llevaba rato notándola algo rara, pero no le había dado mucha importancia, pues mi madre era algo peculiar a veces. Sin embargo, aquel murmullo que escuché al llegar al salón me hizo pensar que algo podía estar pasando.