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The Black Company Chronicles: Rastrojo s Misantropy

Día 2 tras la DDE - Seguir el Rastro con Rastrojo

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13/09/2016, 07:46
Sacamantecas

Sacamantecas recogió el cuchillo con el que acababa de derribar, con la ayuda de Sabandija, al último fantasma. Palpó su espalda para asegurarse de que el hacha seguía allí y se maldijo a sí mismo por no haber usado su arma principal desde un principio.

Giró su vista en dirección al soldado de la compañía que le había echado una mano, y asintió en señal de reconocimiento a Sabandija. Luego encaró el caballo de Bimbawa y se aupó al mismo tras la prostituta.

- ¡Vamos! - incitó a la joven a llevarles de vuelta con Usurero. Sacamantecas no quería perder más tiempo y después de todo él tenía un trabajo que cumplir. Proteger a Usurero, ni más ni menos.

Ni se molestó en dirigir una mirada en dirección al k'hlata caído, que se estaba desangrando tras la desastrosa actuación del chamán.

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13/09/2016, 17:22
Sabandija

Terminadas las vidas de los Fantasmas Irredentos Sabandija bajó del carro de Khadesa de un ágil salto para corretear hasta la posición de Rastrojo. Allí alargó el cuello cual tortuga ante los que se arremolinaban en torno a la figura de Preocupado. A pesar de ser un odioso infante éste había tratado bien a Sabandija por lo que el joven explorador estaba interesado en su pronta recuperación. De nuevo Matagatos y Rastrojo parecían pugnar pro quién pudiera ser el salvador de uno de sus compañeros. Sabandija negaba con la cabeza  y hacía gestos raros con las manos al ver las triquiñuelas de la Quinta.

¿Qué hace?

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14/09/2016, 16:42
Rastreador Ponzoña

No prestó atención a la mujer ni a lo que decía. En su universo femenino solo había oídos, boca y ojos para una, y no era aquella sudorosa amazona de piel sensible. Tomó las riendas de los dos caballos sin dueño y se aprestó a salir del río con las dos monturas. Sin duda les vendrían bien en su avance.

-Vamos, hermano -le dijo a Campaña, tendiéndole una de las riendas por si quería hacerse con el caballo.

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16/09/2016, 00:08
Rastrojo

Mecadio lanzó una última mirada atrás. Él había sido miembro de los Esclavistas de la Linde, sabía cosas. Les habría ayudado si se lo hubiesen pedido. Si se lo hubiese pedido alguien que no fuese la prostituta. De soldado a soldado, una confidencia entre hombres. O incluso a personas santas como la Quinta o el chamán. Pero pertenecer a la Compañía significaba confiar en las capacidades de tus Hermanos. Lo lograrían igualmente sin su ayuda. Mecadio no iba a subestimar las capacidades de los Hostigadores, la Infantería y los Campamenteros. Subestimarles implica faltarles al respeto, y Mecadio no va a hacerles eso a sus propios compañeros.

La corneta del Cabo Kallmall volvió a sonar en la lejanía para reagrupar a la caballería. Mecadio volvió la vista al frente y apuró a su caballo para mantener el ritmo de Bastarda y Portaestandarte. Los tres se perdieron de vista en dirección al este.

Rastrojo frunció el ceño. Khadesa lo estaba haciendo bien salvando la vida de Preocupado. Demasiado bien. Estaba haciendo quedar a Rastrojo como un falso chamán, y por ahí no pasaba. Otra vez no. Así que simultáneamente a Khadesa frenando la hemorragia, Rastrojo hizo un último amago de magia para que la Quinta no se pudiese llevar el mérito.

¡PIM! ¡PUM! ¡FUERA!

Hala, ya he terminado el conjuro de los espíritus. Ahora sí, Preocupado. Con un poco de descanso deberías sentirte mejor. Te llevaremos en la parte trasera del carro de-la muy demoniaca Oscura-Khadesa. Y tú, Ponzoña... eres el rastreador oficial del grupo, deberías estar buscando el rastro. Una vez cruzado el río, ¿por dónde fueron los secuestradores? ¿Norte, nordeste o este?

- Tiradas (1)

Motivo: Mental de Bimbawa

Tirada: 1d10

Dificultad: 8+

Resultado: 4(+2)=6 (Fracaso)

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16/09/2016, 00:36
Usurero

Todos estaban ya a salvo en la orilla correcta para reanudar su búsqueda, y el río se llevó los cadáveres de los Fantasmas por la catarata, para que se uniesen a Mediastintas. Usurero miró con cara de pocos amigos el regreso de su caballo, pero solo porque Bimbawa iba en él. Cuando la meretriz bajó del caballo...

¡PLAS!

La torta que Usurero le dió a Bimbawa resonó en toda la sabana. Una bandada de pájaros cercana alzó el vuelo.

Que sea la última vez que coges mis cosas, puta. Ahora engancha el caballo al carro.

Bimbawa bajó la cabeza, quizás por obediencia, quizás para que sus rastas formasen una cortina sobre su cara para ocultar sus lágrimas silenciosas.

Notas de juego

La tirada de medicina para curar a Preocupado era Mente, no Suerte, pero superas la tirada de todas formas. La tirada de influencia de Bimbawa para pedir la colaboración de la Caballería también es Mente.

Ponzoña, tirada de Mente para retomar el rastro.

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16/09/2016, 00:52
Rastreador Ponzoña
Sólo para el director
- Tiradas (2)

Motivo: Mental

Tirada: 1d10

Dificultad: 8+

Resultado: 10(+2)=12 (Exito)

Motivo: Crítico Mental

Tirada: 1d10

Dificultad: 8+

Resultado: 3(+2)=5 (Fracaso)

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16/09/2016, 09:05
Campaña

El combate había terminado, y era una pena porque a Campaña casi no le había dado tiempo a participar. Lo cierto es que aquellos tres enemigos poco tenían que hacer contra ellos, un nutrido grupo de Soldados de la Compañía Negra, y lo habían demostrado con sus patéticas muertes. Ya no había más que hacer allí, así que volvió a guardar su arma y aceptó las riendas que le tendía Ponzoña para ayudarse a cruzar el río con mayor facilidad. Una vez que llegó al otro lado esperó a que Ponzoña hablase sobre el rumbo que debían tomar.

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16/09/2016, 13:03
Sacamantecas

Sacamantecas no perdió el tiempo en reunirse con Usurero. Su patrón no estaba de buen ánimo y podía entederle. La puta había arriesgado uno de los caballos de Usurero, algo más valioso que la misma prostituta. Y lo había hecho sin pensar, delante de todos y pensando que no tendría ningún tipo de consecuencias.

Con  una mirada Sacamantecas dejó claro a Usurero que si quería castigar de alguna forma más a la prostituta sólo tenía que hacer un gesto. Él era su hombre. Mediastintas había desaparecido en las aguas y Sacamantecas debía reconocer que era todo un alivio. Aquel tarado era un psicópata que además no luchaba nada mal.

Era mejor así. Ahora no tenía que preocuparse de vigilar constantemente su espalda para no recibir un puñal, o una pedrada en la cabeza, o un empujón o vete tú a saber qué.

Y la verdad es que debía agradecérselo a la prostituta. Si no fuera por ellas Mediastintas no habría caído. Sacamantecas sonrió.

Se cruzó de brazos cerca de Usurero y esperó órdenes para ver si continuaban la marcha o si debía hacer algo, quizá vigilar a la puta de cerca.

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16/09/2016, 13:44
Sabandija

Sabandija trataba de ayudar a Ratrojo en todo lo que podía con respecto a Preocupado mientras esperaban que el rastreador del grupo volviese a encontrar un rastro al que seguir. La pérdida de Mediastintas indicaba que la misión, por pequeña que fuera, conllevaba un riesgo. Después de la euforia pro haber matado Fantasmas Irredentos con sus flechas asumir aquella realidad dejó a Sabandija bastante chafado. ¿Y si era él el siguiente que moría pro ir en busca de Elefanta? Si al menos fuera Sierra puede que le mereciera arriesgar la vida.

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17/09/2016, 11:53
Khadesa

-¿PIM, PUM, FUERA...? Que te zurzan, inútil...

Murmuró Khadesa mientras apretaba con todas sus fuerzas la arteria bajo la carne de Preocupado, para que Matagatos pudiera coser la herida antes de que el pobre tipo se desangrara del todo.

Ni se fijó en la puta o en los acólitos de Usurero. Sólo en Ponzoña, al que sonrió, orgullosa, ambos lo estaban haciendo bien.

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17/09/2016, 21:57
Matagatos

Matagatos le dio los últimos retoques a la herida del soldado, aunque realmente era la Quinta la que había hecho todo el trabajo. Sobre el "hechizo" de Rastrojo prefirió no decir nada, aunque frunció levemente el ceño cuando soltó las últimas palabras.

-Puede soltar, hermana. Esto ya está, lo has hecho tú casi todo-dijo, felicitándola, sin molestarse lo más mínimo en hablar bajo o que fuera una confidencia entre ambos. 

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18/09/2016, 20:36
Rastrojo

Usurero no hizo ninguna indicación a Sacamantecas, pero aprovechó el parón para apearse y beber del río, y así no gastar de las reservas de su carro.

En cuanto a Rastrojo, por primera vez se quedó sin palabras ante un insulto de Khadesa. Era bien consciente de que había metido la pata. Por supuesto que no iba a reconocerlo, pero tampoco se sentía con derecho a réplica.

Subid a Preocupado a la parte trasera del carro de Khadesa. Los que vayan a pie, que se turnen para ir en los dos nuevos caballos que conseguimos. Salimos en cinco minutos...

Se notaba que Ponzoña era un rastreador excelente, o con fortuna, pues no tardó en retomar el rastro. Al cabo de un par de horas empezó a ganar frondosidad la vegetación. La sabana se convirtió en jungla, y las copas de los árboles, a ratos, les ocultaban la luz del sol. Las ramas bajas invitaban a desmontar de los caballos y caminar a su lado, y los helechos hacían más lenta la tarea de Ponzoña, y lo obligaban a revisar el terreno cada dos por tres.

En esto, se escuchó el barrito de un elefante a lo lejos...

¡¡¡BRUUUUUUUUUUUUUUU!!!

Por encima de la vegetación se veía una plataforma sin pasajeros tambalearse a lomos del elefante, acercándose hacia los Hermanos Juramentados a gran velocidad.

¡Está desbocado! Ponzoña encontró huellas de elefante, puede que se haya escapado de los Esclavistas de la Linde. Si le rodeáis para impedir que escape, sin herirlo, yo podría usar la magia de los espíritus para interrogar al elefante.

Lo que proponía Rastrojo era detenerlo con algún tipo de ruido fuerte para que se pusiese sobre sus patas traseras, y una vez rodeado, los hombres deberían esquivar al elefante a la vez que hacían aspavientos para que no saliese del círculo, el tiempo suficiente para ejecutar el supuesto conjuro que permitiría a Rastrojo hablar con el elefante.

Otra opción era apartar los carros y los caballos de su trayectoria, y dejar que el elefante siguiese de largo. Una vez que el elefante se fuera, habría dos rastros: hacia la izquierda podrían llegar hasta los dueños del elefante; a la derecha, seguir el rastro con dos días de desventaja de los que eran seguro los secuestradores de Elefanta.

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19/09/2016, 09:12
Sacamantecas

Sacamantecas escuchó a esa especie de chamán con una sonrisa torcida en los labios. Cuando acabó de hablar, el rufián no se movió de su sitio y se limitó a esperar a ver qué hacían los miembros de la Compañía.

Él, por supuesto, no pensaba arriesgar una fibra de su cuerpo a menos que el propio Usurero estuviera en peligro o se lo ordenara.

Por el momento se limitó a esperar atento a si tenía que mover el carro de Usurero o no. No pensaba dejarlo en mitad de la trayectoria de aquel enorme animal, y no pensaba arriesgarse a lanzarse frente a un elefante para tratar de detenerlo. Eso era algo que quizá el loco de Mediastintas hubiera intentado, pero Sacamantecas no. Él no era así. Era un riesgo innecesario y no se consideraba un insensato.

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19/09/2016, 11:13
Sabandija

Sabandija parecía la sombra de Ponzoña. Siempre detrás de él comprobando el rastro pero disimuladamente, sin llamar la atención, no fuera a ser que el guerrero se lo tomara a mal. Se consideraba a sí mismo un cazador, y un cazador sabía seguir los sutiles rastros que dejaban sus presas. En teoría, el de Elefanta y los esclavistas no debería ser muy difícil de seguir.

Cuando se toparon con un elefante desbocado y Rastrojo habló directamente de usar sus poderes chamánicos el joven K´Hlata se quedó anonadado. No podía ser casualidad. Seguían la pista a Elefanta y un elefante se les cruzaba en el camino, con una información que sólo Ratrojo podía sacarle gracias a sus increíbles habilidades.

- Iré por allí para rodearlo.- Dijo escuetamente Sabandija a la vez que se internaba en la jungla y desaparecía. No le gustaba la idea de ponerse delante de un elefante desbocado, para eso estaban los valientes y fuertes guerreros, pero podía ponerse en su retaguardia para tenerlo rodeado.

- Tiradas (1)

Motivo: Pasar despaercibido en la jungla

Tirada: 1d10

Dificultad: 8+

Resultado: 3(+5)=8 (Exito)

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20/09/2016, 13:36
Rastreador Ponzoña

No le había costado encontrar el rastro y seguirlo. La sorpresa había sido toparse con aquel elefante. Lo que no era sorpresa era su renuencia a aceptar las órdenes de Rastrojo, cuyas palabras nunca terminaban de tener lógica. Para Ponzoña, Rastrojo era como una hormiga a la que hubieran taponado el agujero de su hormiguero. Solo daba vueltas, perdido, intentando dar sentido a lo que hacía y decía de formas incomprensibles para un humano normal.

-¿Interrogar a un elefante? -el bufido lanzado dejaba claro lo que pensaba de aquello-. ¿Matagatos? -dijo esperando a aque este se pronunciara. Era su cabo y haría lo que él ordenara.

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22/09/2016, 09:26
1-Estado de los personajes

Parecía que Matagatos estaba disfrutando de su silencio, viendo los intento infructuosos de Rastrojo por liderar el grupo. Usurero hizo una seña a Sacamantecas para seguir. Fue el primero, al que todos los demás fueron imitando. ¿De verdad que Rastrojo podía hablar con los animales? Buf... parecía otra de sus bravuconadas de falso chamán.

Cuando el elefante pasó cerca de ellos, pudieron ver que de la plataforma salía una cuerda azarosamente enroscada en el pie de un hombre vestido con ropas de la tribu de los Esclavistas de la Linde. El cadaver colgante oscilaba boca abajo en un costado del elefante. No mostraba signos de cortes ni tenía flechas clavadas en su cuerpo, así que el hecho parecía completamente accidental.

Los aventureros reanudaron su marcha...

Poco después reapareció Sabandija, al que nadie había echado en falta, y que había tenido que acelerar el paso para volver a alcanzar a sus compañeros.

El resto del día, el viaje transcurrió con normalidad. Vieron a un leopardo que haría las delicias del difunto Mediastintas, pero se mostró esquivo y se alejó por la espesura. También mataron serpientes, sobretodo Ikharus con su hacha, lo que no dejaba de ser freudiano.

Finalmente, llegó el momento que Campaña tanto había esperado. La noche ya era cerrada, habían acampado y el bosque les proveyó de suficiente leña como para mantener luminosa una hermosa fogata. Era el momento de contar historias alrededor del fuego...

Notas de juego

Momento de relax, de que los personajes interactúen entre ellos, o con los pnjotas (Ikharus, Bimbawa y Usurero).

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22/09/2016, 10:29
Sacamantecas

Durante el viaje Sacamantecas se mantuvo de mal humor casi todo el rato. Estoico y en silencio se limitó a apartar vegetación del camino y a eliminar algún animal o insecto lo suficientemente osado como para acercársele.

Estudió con reticencia y en la distancia el manejo de Ikharus de las hachas arrojadizas y se preguntó cuántos de los rumores serían ciertos. ¿Por qué habría abandonado el ala de Usurero? Casi con toda seguridad habría llegado el momento en que la Compañía se quedaba pequeña para dos perros viejos como aquellos.

Bueno, no es que a Sacamantecas le importara. Usurero pagaba y si lo ordenaba tendría que mantener alejado o amedrentar al viejo rufián. Se preguntó si sus hermanos de la Compañía respaldarían a Ikharus en caso de un enfrentamiento verbal. No estaba loco y no pensaba empuñar un arma en contra de un miembro de pleno derecho de la Compañía… aunque Ikharus no fuera de los más apreciados.

Cuando por fin dieron el alto y se dispusieron a acampar, Sacamantecas fue de los primeros voluntarios en recoger leña de las cercanías para preparar la hoguera. Él no era amistoso… Ni hablador.

Si querían ponerse a contar historias como cuando eran críos… era cosa suya.

Por el rabillo del ojo observó a Bimbawa. A él se le ocurrían mil cosas mejores en que emplear la noche…

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22/09/2016, 16:33
Matagatos

Matagatos no pudo evitar una ligera sonrisa, bien oculta bajo su capucha, cuando vio a Rastrojo fracasar miserablemente en aquella estúpida idea. En aquella ocasión, ni siquiera había hecho falta que él dijera nada para evitar una pérdida de tiempo, y quizás de vidas, innecesaria. 

La marcha prosiguió, sin muchas más novedades reseñables una vez el animal desbocado hubo seguido su camino. Y finalmente llegó la noche, y el momento de las historias. O, al menos, eso le había prometido Rastrojo a Campaña. Y las promesas se cumplían. Por eso, cuando todos se sentaron alrededor del fuego para comer, el oscuro miró fijamente a Rastrojo durante unos cuantos segundos, para ver si se daba por aludido, aunque finalmente carraspeó y habló.

-Bueno Rastrojo, ¿a qué esperas? Creo que le prometiste historias a la luz del fuego a Campaña. 

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22/09/2016, 17:36
Sabandija

Oculto en su escondite Sabandija cerró los ojos temeroso de que el enorme elefante desbocado lo arrollase y le dejara con todos los huesos molidos.  La tierra temblaba bajo sus pies y para cuando se atrevió a moverse se sorprendió d eno ver a nadie, ni a uno sólo de los de su grupo.

-¿Hola?- Asomó de nuevo la cabeza y se forzó a moverse y salir de su escondrijo. Se veía en el horizonte al elefante seguir su rumbo. Al parecer nadie más que él había seguido el magnífico plan de Rastrojo. El miedo a quedarse solo azuzó al explorador que, mucho más hábil que Ponzoña, consiguió seguir el rastro de sus compañeros. Cuando les alcanzó no dijo "esta boca es mía", aunque le hubiera gustado gritar a la desesperada un "esperadme", sino que se quedó en la retaguardia en silencio, avergonzado, deseando que nadie se percatase de su presencia.

Por fin el accidentado día había acabado y el pequeño grupo de la Compañía acampaba en torno a un fuego. Sabandija se hizo un hueco cerca del herido Preocupado, interesándose por su estado y pro si necesitaba alguna cosa, para luego sentarse con las piernas cruzadas a desenredarse el pelo y escuchar las historias.

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23/09/2016, 11:38
Khadesa

Si esperaban que cocinara, lo tenían claro. Los hombres es lo que solían hacer, esperaban que las mujeres les pusieran un plato delante, pero Khadesa no tenía ni ganas ni tampoco nada lo bastante sabroso como para preparar algo apetecible. Tendrían que comerse los restos de lo que llevaban, o cazar algo. Y que Bimbawa cocinara, si no querían hacerlo ellos.

Se sentó frente a la hoguera, entre su hombre y su hermano, cubierta con su manta. La había podido salvar de las vicisitudes del camino, de hecho, de su carro, se había recuperado casi todo, las cabritillas eran lentas pero seguras.

-Eso, cuéntanos algo, Rastrojo...