Partida Rol por web

¿Dónde estaba?

 -Es ahí 

...

"Mierrrrrrrrrrrrrd-"

Por supuesto. Nada detrás de lo que esconderse, una carrera a fondo hasta un sitio que no sabía si estaría abierto. El riesgo de que los atraparan era grande, y volver atrás no era una opción: la vez anterior había llegado de noche, la peor opción y por pura necesidad, pero le había servido para evitar encontronazos. Ahora...

-Habrá que correr. ¿Puedes?
 

             Lourdes ni esperó. Salió disparada hacia adelante haciendo toda la fuerza que sus piernas le permitieron. A Gasera eso no le pareció muy sensato pero comprendió el motivo con rapidez: tras ella empezaban a acercarse tres caminantes a los que no habían visto anteriormente. 

             Así que el chico no tenía alternativa más que correr con ella. En cuestión de menos de un minuto llegaron a las puertas.

            -¡¡Mierda!! -dijo la joven dándole una patada a la doble puerta que se hallaba cerrada. Tenía una cadena a su alrededor con candado. Más caminantes comenzaban a acercarse.

           -Ayúdame. Tenemos que entrar... tenemos que entrar -suplicaba la joven.

¡¡Mierda!!

-¡¡Mierda!!

¡Mierda mierda mierda mierda mierda mierda! ¡Estaba cerrado! ¡Y estaban acercándose! ¡Estaban JODIDOS!

-¡APARTA! -gritó, con más pánico que otra cosa, mientras descargaba un hachazo contra la cadena.

Una vez, dos veces, y esperaba que llegase a la tercera porque con la que estaba viniendo seguramente acabase echando a correr antes de que hubiera una cuarta.

                Gasera dio un hachazo al candado. La primera vez lo que consiguió fue un sonoro “CLANG” mientras el objeto metálico se movió con la fuerza del impacto. Varios muertos comenzaron a acercarse con sus miradas perdidas. Lourdes apremió a Gasera, a que lo intente de nuevo. No es que necesitara decirlo pues el chico volvió a golpear con toda su fuerza el maldito candado. Y la segunda vez, éste cedió.

                Cayó al suelo y los chicos abrieron la cadena. Entraron justo cuando un par de manos comenzaban a acercarse demasiado. Los dos entraron y cerraron la puerta tras de sí.

                Del otro lado había un enorme recinto, de esos supermercados llenos de cosas. Pero no podrían investigar sino se aseguraban primero de que los caminantes no entraran. Gasera vio en una esquina un mostrador de revistas y libros, era un mueble metálico, con varias estanterías, de un metro de alto y unos 80 cm de ancho. Parecía fuerte.

                -Ponlo contra la puerta- pidió Lourdes justo cuando un par de manos comenzaron a golpear el cristal reforzado. No había tanto peligro de que se rompiera, el problema era mantener la puerta cerrada. También estaban las heladeras con los productos lácteos y esas cosas, pero parecían demasiado pesadas para mover.

No necesitaba decírselo dos veces.

Empezó a empujar la librería para ponerla contra la puerta.

Gasera empezó a empujar.

Esfuerzo, esfuerzo... era mucho más difícil de lo que parecía, llevaba mucho más encima. ogerla no funcionaba, así que corrió a apoyar la espalda y todo su peso en el hombro mientras empujaba: cada segundo contaba, y no sabía cuándo podría aguantarlo Lourdes. Por suerte pudo hacerlo bien y empujar antes de que tuvieran un susto. Después de llevarla, empujó hacia adelante para asegurar la puerta el máximo posible. Sudando, y redolido por el esfuerzo, se secó el sudor con la muñeca de la cinta y volvió a coger el hacha.

-...Dios. Ha ido de un pelo.

La adrenalina del momento hizo posible que de un empujón constante, Gasera lograra mover la estantería delante de la puerta. Ni bien lo hizo, amos se alejaron de las puertas puesto que ser vistos era una mala idea. Por ahora habían pocos muertos pero si se quedaban allí serían divisados por más. Si se acumulaban suficientes en la entrada no sería nada seguro que el vidrio no cediese.

Así que mejor salir de su vista. El supermercado era un desorden de cosas pero al menos había muchos productos que aún estaban en las estanterías. Constaba de 5 pasillos largos y amplios para elegir la parte que fuese de interés.

Eran: Alimentos y Bebidas – Perfumería y Limpieza –Productos Frescos – Bazar y el último cartelito de indicación estaba destruido así que habría que adivinar…

El primer instinto de Gasera fue quedarse a reposar después del esfuerzo, y el de su compañera tirarle del brazo para disuadirle de hacerlo: una gran idea, que Luisrra tenía que agradecerle. No sabía si los muertos podían oler el sudor y esas cosas, nunca se había quedado para comprobarlo y desde luego hoy no era el momento para empezar, así que se apartaron de allí y esperó que los caminantes se distrajeran con cualquier otra cosa antes de que acabara formándose una legión golpeándose a las puertas. Nadie quería eso.

-Okay, cojamos un carrito... dos si podemos... y saquemos todo lo que podamos. No creo que haya ninguno o ya habrían saltado, pero siempre puede haber algún vago suelto. Cuidado con eso.

Su primer instinto no fue el de mirar la zona del cartel sino el de dirigirse a productos frescos y a alimentos y bebidas. Si aquello estaba tan limpio como parecía por el candado de fuera, y nadie había entrado, se iba a hinchar. De hecho, aunque hubiesen pasado unos cuantos, posiblemente hubiese como para hincharse igual.

-Por cierto, mira a ver si encuentras un palo, o un martillo, o un... lo que sea. Necesitas algo por si tenemos un susto.

Aquello seguía en pie. O estaba lleno de sólo vagos (y con suerte los despachaban antes de que les diera por actuar) o la gente se había ido cerrando las puertas después del desastre con la cadena para que nadie entrase. En todo caso, no se lo podía creer: aquella chica tenía que ser un talismán de buena suerte, además de estar jamelga.

            Gasera fue primero al sector de alimentos frescos. Le dijo a Lourdes de coger cada uno un carrito para abarcar más sitios y de que preste atención si halla un martillo o algo en ese estilo. La sección de alimentos frescos tenía una parte con frutas y verduras. La mayoría estaba podrida, habían pasado meses desde la infección y nadie había mantenido el sitio. Cerca de este sector estaban las carnes y los fiambres: el aspecto agusanado de aquellos hizo que el chico se volteara con una naúsea creciente en el estómago. Había unas heladeritas al costado con leches y esas cosas que estaban también dando lástima, pero cerca de allí, una máquina expendedora proveía latas de Coca Cola, Pomelo, y otras gaseosas. Esas bebidas podrían llegar a servir. Sería cuestión de abrir una…

              Gasera, antes de empezar a coger lo que pueda servirle, mira alrededor con mayor atención. De casualidad, pues estaba bien oculto, ve una mano sobresalir desde debajo de uno de los estantes de la carne, el hedor de putrefacción de esa parte hacía imposible distinguir el olor de un posible caminante. La verdad es que podría ser eso o simplemente un cuerpo. La mano está mirando para arriba y no se mueve...

Pasar por aquel pasillo había sido la peor idea, pero de algo se hacía la idea: la luz no hacía tanto que se había ido, semanas quizá como mucho, o aquello estaría ya más descompuesto. ¿Qué es lo que tenían ahí...?

"Ups..."

Lo tanteó con el hacha un par de veces, preparado para echarse hacia atrás: si era un vago probablemente intentase saltar hacia él. Y no quería ningún susto.

                        Gasera tocó con el filo del hacha la mano. Lo hizo de nuevo. Una sensación de apriete le atenazó el hombro y se volteó con el arma en alto y el corazón dando tumbos.

                      Era Lourdes que estaba mirándolo asustada. -¿Estás loco? Baja el hacha esa... - el chico lo hizo con un suspiro. Por poco termina matando a su compañera del susto. Se dio vuelta para señalarle la mano. La chica retrocedió unos pasos pero Gasera le explicó que evidentemente estaba muerta. No se movió en ningún momento. Podrían ir a ver quién era, sólo por sacarse la duda o seguir con la exploración.

                   -Mira lo que encontré -dijo ella -dos linternas, muchas baterías, una caja de herramientas con martillo y todo y... Y.... cuatro pastillas depuradoras de agua. No estaban en el súper en sí, sino en la puerta de atrás que da a los artículos que aun no ponen en las estanterías. Luego te la muestro, ¿quién es ese o esa? Digo el de la mano....
 

Yo...

Bajó el hacha, apartando la mirada y apartándose él un poco. Por poco le había abierto la cabeza a aquella chica. Dios santísimo.

-Lo siento -dijo, sencillamente. No había mucho más que decir para solucionar el "perdón, no estoy ya acostumbrado a esto y mi primera reacción fue ir a reventarte la cabeza" que flotaba en el aire- ...no te molestes por él, no es un vago. Sólo está muerto. 

"Una caja de herramientas y baterías"

Parecía humorístico casi pensar en como aquello se había convertido en un trofeo por el que dar saltos.

-Todo esto está a hozar... creo que no hace tanto que dejaron de funcionar las cosas. Hay una máquina de refrescos: con las herramientas puedo intentar desmontarla sin hacer tanto ruido como reventarla mientras metes en el carro todo lo menos perecedero que quede, y eso si no están las llaves detrás. ¿Cómo lo ves?

Eran reyes, tío. REYES. ¿Dos carros enteros con comida para sacar de allí? ¿Una caja de herramientas? ¿Baterías, pilas?

-¿Sabrás reventar a uno con el martillo?

                Lourdes se tranquilizó cuando Gasera le dijo que no se preocupara por el muerto, que realmente estaba muerto. Le entregó la caja de herramientas para que intentara abrir la máquina expendedora de la forma más silenciosa posible. Le tendió la caja de herramientas mientras le aseguró que ella sabía usar un martillo.

                De pronto se oyó una voz y ambos saltaron. Pero no había nadie allí. La voz parecía provenir de una radio… mas no había electricidad.

                -Baterías… radio con baterías…

                Lourdes corrió al fondo para ver de dónde venía la voz. Gasera iba a decir algo cuando un caminante que estaba tras una góndola le saltó encima.

                -¡¡Soco…!! –los gritos de la chica se vieron interrumpidos cuando ella y el muerto cayeron al suelo y se pusieron a luchar.

Se disponía a hacerlo, cuando un sonido le puso en guardia.

Falsa alarma, era la radio. ¿La radio? ¿Estaban radiando desde algún sitio? ¿Sitio seguro?

-¡LURDES!

Corrió hasta allá, dispuesto a apartar a aquel mamonazo de encima de la chica. Aquello no estaba tan limpio como parecía, y había cometido un error gordo: no pensar que va a haber vagos siempre. Siempre se queda alguno.

-¡Apártate de él! ¡Voy a cargármelo! -le dijo, para que el forcejeo no hiciese que la atacase. Le dio una patada al muerto para apartarlo y se preparó para darle un hachazo.

            Gasera empujó de una patada al muerto pero el hachazo que le propinó se terminó clavando en el suelo. El podrido se movió justo al instante. La chica se paró y, temblando, se colocó detrás del muchacho. La radio se seguía oyendo desde el fondo pero para saber qué transmitía exactamente deberían primero acabar con la amenaza.

       El muerto intentó estirar los brazos y coger la pernera del pantalón del joven. Lourdes gritó y dio unos pasos para atrás. El motivo eran dos caminantes más que salían de la puerta del fondo. Como luego no vinieron más lo bueno era que debían acabar con tres solamente. Lo malo justamente era que se trataba de más de uno. Lourdes agarró el martillo y se preparó también para combatir pero primero busco los ojos de su compañero para ver si contaba con su autorización.
 

Con tanto movimiento, el hacha acabó estampándose en el suelo.

Y por supuesto tenía que ser peor. Venían más y estaba ocupado con aquel, que empezó a intentar cogerle. Empezó a zarandearlo para apartarse, porque no sólo un mordisco era el fin, sino que si le atacaba podía acabar llevándose por delante un trozo de pierna. Y los otros muertos venían.

No hubo mirada de permiso, ni aquiescencia, ni nada. Estaba muy ocupado tratando de que no lo matasen como para hacer un equipo perfecto y engrasado.

                De los dos muertos del fondo Gasera evadió al primero pero logró atacar al segundo. Lourdes entonces se adelantó para darle un martillazo al número uno: una mujer sin nariz con delantal blanco y una etiqueta de cajera que decía: “Lidia”. La chica, asustada y todo, pudo dar un buen golpe y Lidia cayó de costado. El segundo podrido era un hombre todo de gris: corbata gris, traje gris, pantalón gris… y cara verdosa (debido al virus, claro está) A ese le tocó un hachazo en medio de la frente que la hizo separarse en dos como una fruta podrida.

                -TAC

                Pedazo cae a la izquierda, pedazo cae a la derecha y todo el resto se desperdiga hacia abajo. Pero queda el zombie del principio, que ahora va arrastrándose cual caracol por el piso con la ayuda del empuje de sus manos.

                -Crack… CRAAack…

                Es el ruido de vidrios. Lourdes mira alrededor.

                -Vamos al fondo, a la puerta…

                Gasera siguió la visión, afuera del super se han empezado a juntar bastantes muertos. La pelea los ha alertado. 

¿Alguna vez has reventado la cabeza de un hombre en dos?

Ni siquiera sabía que se podía, pero los muertos... son un poco lentos, un poco tontos, un poco muertos. Y al parecer un poco podridos. Si sabes tachar tocones de leña puedes abrirle la cabeza a uno con más o menos facilidad: es más fácil de lo que parece. El truco es no cagarte vivo y que estás acercándote a algo que si te roza siquiera es fin del juego.

-¡Vamos! ¡Salgamos de aquí!