Partida Rol por web

A pesar de su traspiés el elfo sonrió al ver que estaban consiguiendo una posición favorable. Los dos esqueletos estaban en un lugar incómodo y era un momento idóneo para pasar a la ofensiva. A pesar de las heridas y el pobre equipamiento, Rongar flanqueó a uno de los rivales lanzando rápidas puñaladas, más destinadas a distraer y molestar que a hacer daño, esperando que alguno de sus compañeros aprovechara la ventaja para asestar un golpe más dañino, pero el esqueleto parecía no sentir dolor y ni se molestó en defender de la ráfaga de golpes que le llovía por el costado.

La maniobra había resultado efectiva, quien lo iba a decir. Al menos no Solomon, el cual se mantenía algo pesimista aún. 

Era el momento de atacar, cosa que en la que él iba resultar un poco inútil. No se atrevía a meterse entre aquellas lanzas empuñadas por seres de ultratumba. "Por favor, ellos ya están muertos, no creo que aunque les clavemos una espada sientan algo... pero yo si" pensaba mientras no quitaba el ojo de encima al que tenía delante. Tendrían que ser sus compañeros los que se lanzaran a atacar, y confiaba en ellos aunque fueran un poco insensatos. 

Mientras continuaba flanqueando a uno de los esqueletos, Solomon se mantuvo a la espera de que aquellos con los que había entrado en la tumba lanzaran el ataque.

Un poco aliviado por lo que parecía un combate bien encarrilado tras el primer asalto, adopto una actitud más agresiva e intento encajonar al esqueleto de las estanterias lanzando varazos a diestro y siniestro.

- ¡Vamos!... mascullo entre dientes.

¡MOOORID ENGENDROS DEL AVERNO! ¡MORIIIIID!

Lomak se lanza con el hacha a por los sucios esqueletos.

A pesar de parecer tenerlos rodeados, uno de los dos guardianes carga hacia el pasillo entre las estanterías con una presteza que os deja un instante sin reaccionar, dando de sí sus ajadas articulaciones y embistiendo a parte del grupo para dejaros con muy pocas posibilidades de reaccionar.

A pesar del vigoroso ataque de su compañero, el otro guardián parece retirarse hacia la oscuridad tras el sarcófago del fondo de la habitación.

Lomak ve como sus compañeros Rongar, Solomon y Sonny caen bajo los esqueletos, y enfurecido le grita a Proloc.

¡A ellos compañero, a ellos! ¡Arrrg!

El impetuoso guardián ignora a su compañero más precavido, aunque viendo que tras su carga aún quedan el enano y el Clérigo en pie, tiene unos momentos de duda y no avanza más que un par de temerosos pasos, dejando un rastro en el polvo con sus pies huesudos.

Veo asustado como solo quedamos en pie Lomak y yo, temblando de miedo escucho la arenga de Lomak tras de mí y con mi vara cruzando el paso protejo nuestros cuerpos y me preparo para su ataque.

La férrea guardia del enano y el clérigo otorgan al resto del grupo unos valiosísimos instantes para que puedan tomar resuello y volver a incorporarse tras la carga. El esqueleto, aunque de momento solo y prácticamente rodeado, aún se resiste a abandonar la sala.

Rognar se había pasado unos segundos en el suelo sin poder hacer nada después de trastabillar pero afortunadamente Proloc había tenido la pericia de reorganizar el grupo y ahora estaban todos dispuestos para un nuevo embite. El elfo observó como sonny realizaba un gesto que indicaba que iba a intentar alguna argucia, por lo que intentó distraer al nomuerto, pero este de nuevo le ignoró completamente, haciendo caso omiso de la ráfaga de dagazos que le llovía por el costado.

Sin prácticamente espacio para poder seguir combatiendo, el esqueleto de un salto sorprendentemente ágil, se planta sobre uno de los ajados bancos para intentar conseguir una posición más favorable, tirando varias de las vasijas que ruedan por el polvoriento y atestado suelo.

Aunque el combate parecía que estaba a favor del grupo de aventureros, Solomon continuaba siendo algo escéptico y se mantuvo atrás. Lo sentía por sus compañeros pero ya se había arriesgado demasiado antes y no pretendía hacerlo de nuevo.

Mientras sus compañeros se preparaban para reducir al último esqueleto, Solomon dio unas palabras de ánimo lo mejor que pudo. -Se que podéis con él, ya es solo uno contra todos, después todo habrá terminado y podremos irnos a descansar y relajar nuestros cuerpos en alguna buena posada.-. ¿Después todo habrá terminado? Ni el mismo se creía sus propias palabras, pero debido a su incapacidad para pelear, tenía que al menos intentar dar ánimos al grupo.

Noto como un frío sudor cae por mi frente y que las fuerzas me empiezan a faltar ahora que ya queda solo un enemigo. Aprieto los dientes y azuzo desde mi posición al monstruo intentando golpear mi arma con la suya para que mis compañeros tengan más posibilidades de ataque.

Lomak se preparó para el nuevo arreón, todo o nada, otra vez en la cuerda floja por unas sucias monedas, unos tapices y quizá nada de eso.

Maldita sea la vida del aventurero.

Me abalanzo sobre el esqueleto como si fuera a atacarlo, mas cuando estoy acercándome a mi objetivo realizo un giro que me permite reacomodarme del otro lado de la criatura; evitando que mi herida se agrande, pero logrando generar una distracción en el enemigo.

El Guardián trastabilla ante la treta del mediano, e intentando cubrirse con su escudo mientras profiere un agudo chillido desde sus inexistentes cuerdas vocales por la frustración, se oculta de un salto en las sombras del fondo de la cripta para inmediatamente volver a escuchar el ruido de piedra contra piedra que precedió a su llegada.

El elfo se apoyó contra la pared a recuperar el resuello tras el combate. Continuaba malhumorado y frustrado, especialmente después de no sentirse útil en la pelea. Se secó el sudor que empapaba su frente y dirigió de nuevo su atención a la sala. Confiaba en que el esqueleto se hubiera dado por vencido y no tendrían problema en continuar examinando la sala. Dirigió su mirada al sarcófago que presidía la sala y con la mirada interrogó a los compañeros si estaban listos para continuar la búsqueda.

¿Era posible? ¿Habían podido acabar con esas criaturas? Bueno, acabar no es la palabra ya que parece ser que se habían retirado más que otra cosa. De todas formas, parece ser que la cosa había acabado bien... si es que había acabado.

Solomon pensaba todas esas cosas mientras respiraba hondo una y otra vez intentando liberar la tensión que había acumulado durante todo el combate. Seguía temblando, no sabía si por miedo o por la tensión acumulada (o por ambas) y notaba como el sudor había empapado todo su cuerpo.

Esperaba poder examinar la sala ya sin tener que preocuparse mucho por las trampas y los enemigos, y si todo va rápido poder salir de aquel lugar maldito cuanto antes. Estaba deseando llegar a una taberna y poder tomar algo y descansar. Quizás darse un baño, incluso de agua caliente si el botín es lo suficientemente suculento como para poder permitírselo.

Una vez hubo calmado su corazón y su cuerpo, habló a sus compañeros: -¿Se ha acabado? No se si soy capaz de creérmelo del todo. ¿Creéis que podremos ahora examinar la sala sin mucho peligro?-. No se atrevía aún a dar un paso y revisar la sala, quería escuchar la opinión de sus compañeros.