Partida Rol por web

Inspirados por el coraje de su comandante, los milicianos de Puerto Rojo rompen las líneas de los indisciplinados saqueadores! Su jefe, malherido, intenta poner orden entre sus hombres, pero con escaso éxito...

Aunque algunos de tus hombres también caen en la feroz lucha. El combate aun no está decidido.

-Ya les tenemos!

Exhorta a sus hombres. El asalto parecia que estaba siendo rechazado con exito.

¡El enemigo huye! Paxter ha conseguido que sus milicianos inexpertos romper sus lineas, y los hombres de hierro que sobreviven vuelven a cruzar las puertas de Puerto Rojo como perros apaleados, perseguidos por sus hombres... Pero no dura mucho la alegría porque fuera de las murallas ven que se acercan más enemigos. Cientos de piratas que esperaban a que el ataque sorpresa funcionara. Y que ahora intentarán un asalto ellos mismos...

-Rapido! Cerrad las puertas antes de que lleguen!

Grita Paxter para que se obedezca cuanto antes

En Puerto Rojo los defensores vuelven atrás, retiran el carro y cierran las puertas tras ellos. Se reparten los hombres por las murallas y se reparten jabalinas y armas arrojadizas. Aparte de eso poco se puede hacer salvo esperar a que vengan refuerzos... Y varias horas después llegan: las tres naves de Ser Alarich, Ulfryd Wyrmslayer y Elric. Suenan las trompetas para saludarlos y dar ánimos al castillo.

Las tres naves atracan en el puerto y pronto está reunida toda la familia, menos Julia Alander, y además de Lady Dayna Serrett, la invitada.

Vuestra batalla no es la única que se libra fuera de las murallas. Se está librando otra dentro de un dormitorio. Tras sufrir un cobarde intento de secuestro por parte de un falso septón, la esposa de Paxter, Bethany Oakhart se ha puesto de parto. Como no esperaba al niño hasta dentro de dos lunas, es un parto con riesgo.

Una vez atracadas las naves salto a tierra y me dirijo hacia las murallas.

- Vamos. - digo jaleando a la tropa. Acabemos con esos bastardos malnacidos.

-Hermano- Dice el herido senescal-castellano, saludando a su hermano Ser Alaric- Nos han intentado asaltar. Bloquearon un carro en la puerta y nos asaltaron unos cien hombres del hierro. Logre ponerles en retirada y cerrar las puertas, pero, con mis heridas, no creo que pueda formar parte activa de ningun combate, mas alla de una posicion de comandancia. Por otra parte mi mujer me necesita, un maldito bastardo la ha puesto de parto antes de tiempo y corre peligro. Pero si me necesitas, sabes que estare.

Tras ponerle al dia decide ir a visitar a su mujer, quiza la tropa de mujeres que rodean a una parturienta le mantuvieran alejado y no le dejaran entrar en la habitacion. Quiza le tocara esperar en la puerta. Pero a Paxter no le importaba. Habia traido a su esposa por su añoranza personal y no la dejaria sola.

- Sabía que podía contar contigo, Paxter.- Alarich le da al caballero una fuerta palmada en la espalda.- Ahora ve con tu mujer. Ulfryd, Elric, me cuentan que mi hija fue a buscar refuerzos al Risco. Mi hijo Tormen está reuniendo una leva campesina. Hemos de mantener las defensas fuertes hasta entonces. Repartid los marineros por las murallas.

Luego dirige unas palabras a la guarnición:

- ¡Hombres de Puerto Rojo! Hoy hemos mostrado los dientes al enemigo. Los marineros habéis hundido su nave, los peones los habéis echado a patada. Ahora vuelven a por más. ¡Hagamos que nuestro hogar sea su tumba!

Ulfryd saltó de su posición de los remos para dirigir la maniobra de atraque. Habían llegado a tiempo no sabían ni como, se habían percatado rápido de la maniobra de los piratas, gracias a Dios y ahora estaban camino de las murallas para repeler a esos malnacidos.

- ¡CORRED BASURAS U OS ARREARÉ CON EL HACHA, REPORTÁOS ANTE EL COMANDANTE, Y ESPERADME PARA LA FIESTA! ¡¡¡HOY TEÑIREMOS LAS AGUAS DEL MAR DE ROJO UNA VEZ MAS!!!- Levantaría su enorme hacha larga esperando un grito de guerra de todos los hombres que se afanaban en descargar todo lo que se pudiera lanzar desde la muralla para acabar con los isleños.

Al llegar al puesto de mando, se encontró con un malherido Paxter, que abandonaba la defensa del castillo, y cuando mas se le necesitaba por ver a su mujer, que estaría rodeada de comadronas y donde realmente no iba a hacer nada.

Le puedo llegar a entender, pero creo que debería estar donde mas se le necesite, y no donde mas le apetezca estar. En fin... Espero que su falta no sea clave en la batalla.

Se cruzaría en el camino de Ser Paxter para preguntar sobre su familia:

- ¿Mi familia está bien? ¿Están en el castillo? Por favor, dime que sí, y dí a mis hijos que se queden con su madre. No están preparados. Si lo intentan tienes mi permiso para hacer lo que sea para que se queden cuidando de su madre y hermanas.

Y aunque su mujer con un arma y un escudo en su mano sería capaz de hacer frente con soltura a cualquier guerrero, le preocupaba perdérlos. No quería arriesgar lo mas importante para él: Su familia, incluyendo a sus medio hermanos, y a su casa. Que aunque no tuviera derechos dinásticos, gozaba de la posición que tenía por decisión de su señor. Ahora había que demostrar de qué estaban hechos los hombres del Puerto Rojo:

- ¡Señoritas! ¡Preparad todo para repeler a esos bastardos! ¡Haced sonar un cuerno si algo pasase para que estemos al tanto! ¡Que haya comunicación! ¡LUCHAD COMO NUNCA HABEIS LUCHADO! ¡Que no se quede ninguna parte sin vigilar, estad alerta! ¡Ojo por el puerto! 

Situais a las tropas por las murallas cuando os llaman de las puertas; del campamento ha salido un hombre con bandera de parlamento.

- ¡No te acerques más o disparamos!- le gritan los soldados cuando está a treinta pasos.

- Mi señor quiere hablar con el vuestro. En una hora estará en aquella colina.- el mensajero señala un punto equidistante de su campamento y Puerto Rojo, a salvo de flechas de ambos bandos.- Pueden ir tres hombres, ellos serán también tres.

Miro a Ser Alaric.

- Esto no me gusta. Podría ser una trampa. - susurro mirando el "punto de reunión". Aunque tampoco es que tengamos muchas más opciones salvo combatir.

- Podría... - admito a Elric - pero todavía no sabemos nada de refuerzos, y si en algo podemos evitar o retrasar el derramamiento de sangre... para eso siempre hay tiempo. 

Alza la voz al hombre del hierro

- Allí estaremos - aseguro

Volvía hacia mis aposentos para pertrecharme apropiadamente.

- Elric, avisa a Ulfryd, vendréis conmigo. Ser Paxter queda al mando en mi ausencia. Confío en que a esos adoradores del ahogado les quede algo de honor... 

- Ulfryd. - digo llegando hasta él. Vamos a acompañar a Ser Alaric a parlamentar.

- Vayamos a sus aposentos por si quiere hablar con nosotros antes de salir. - comento señalando con la cabeza hacia los mismos.

Ulfryd se encontraría animándo a los suyos y revisando que todos tuvieran cosas que lanzar en caso de un hipotético intento de asalto por parte de los hombres de Hierro, cuando Eric le sorprendió gritando a los suyos:

. ¡HIJOS DEL PUERTO ROJO, MAS OS VALE TENER ALGO QUE LANZAR, AUNQUE SEAN PIEDRAS, PORQUE SI OS PILLO SIN TIRAR NADA A ESA ESCORIA, OS UTILIZAREMOS COMO MUNICION PARA LAS BALISTAS!

Tras esto, se giró para mirar a Eric y asintió a sus palabras, aunque torciendo el morro fruto de la desconfianza. Ya con su medio hermano, se atrevió a sugerirle algo:

- No me fío de esos bastardos, ya nos la han jugado en el mar. Podría ser una trampa, y eres muy importante. ¿Podríamos aunque sea mandar a nuestro mejor jinete a toda velocidad a la colina para asegurarnos de que esos bastardos no nos están tendiéndo una emboscada? Si te raptan, te utilizarán para conseguir un rescate, o hacer que abramos las puertas. También sugiero que debieramos ir a caballo por si tendríamos que ir a toda leche, y preparar a algunos hombres con cuerdas en esa zona del muro por si atacaran de repente para llegar al muro cuanto antes sin tener que abrir puertas.

El bastardo miraría al campamento de los hombres de hierro negándo con la cabeza:

Que estaréis tramando hijos de puta. Vais a pagar por cada gota de sangre de mis hombres derramada...

Vuestro mejor jinete era Tormen, el hijo de Alarich, y no está.

De todas formas mandáis a explorar a Harald, un hijo de Ulfryd, que es tan buen jinete como el que más en Puerto Rojo. Tras cabalgar rápidamente a la colina y volver, asevera que no hay ninguna trampa aparente.

Al llegar la hora, tres hombres de hierro suben a la colina. Uno de ellos planta un estandarte mostrando dos espirales de agua entrelazandose.

Os están esperando.

El gigante daría un par de palmadas a su hijo en el hombro con su enorme mano y luego apuntaría con su barbilla a la fortaleza.

- Ya sabes que tienes que hacer. Quiero que cuides de todos y que los mantengas a salvo si ésto se va de madre. Y sin rechistar, tu familia te necesita. Estoy orgulloso de tí, hijo. Dale un beso a tu madre de mi parte.

Astryd... Espero volver a verte...

Había algo que le hacía no fiarse de esos hombres de hierro. Quizás era porque llevaba su misma sangre en las venas... Solo los dioses lo sabían...

Esperó a que Alarich diera la órden de partir para marchar hacia la montaña, siempre con el ojo avizor mirando que no hubiera enemigos a una distancia que pudiera resultar peligrosa para su señor.

- A la mínima tontería a quien quiera que sea el comandante le abro la cabeza en dos y salimos pitando, solo hazme una órden y acabaré con ésto rápidamente... - le susurró a su señor.

Y es que esos isleños no se andaban con tonterías, y eran escurridizos y tenían poco honor, así que acabar con ellos de la misma forma no era mas que darle su propia medicina.