Partida Rol por web

Vuestra conversación se ve interrumpida molestamente por el escandaloso llanto de los bebés Vargh que llevan el matrimonio, que incluso llegan a eclipsar el volumen moderado de las sinfonías clásicas que han estado arrojando los camuflados altavoces de megafonía de la sala común de la nave.

Los padres, claramente avergonzados intentan calmarles en brazos, pero solo sirve para que uno de los pequeños le obsequie con el regurgitar de su última comida en el traje de gala de la madre.

Al ver tal escena no puedo evitar que mi rostro refleje lo que comúnmente se denomina asco, a la vez que me entran ganas de hacer lo mismo, menos mal que puedo controlarme.

Esto sí que no puedo soportarlo, ...¡niños! Qué cosa tan mala, quien puede con dos dedos de frente querer tener hijos. A menos claro que contrates a unos criados de por vida para ellos, jeje.

Parece que John piensa en alto... cuando me percato de ese detalle carraspeo un poco, como aclarándome la garganta y vuelvo a beber de mi copa.

La gente vuelve otra vez a sus conversaciones tras la interrupción, entendiendo que se trata de niños e ignorando sus aullidos. Eso sí, tras el espectáculo los invitados dejan de prestar tanta atención a las deliciosas viandas con las que los camareros os agasajaban. Las conversaciones bajan de tono y todo se queda más tranquilo (a excepción de los gañidos de los bebés vargh).

Pero al poco, súbitamente uno de los invitados, el obeso trabajador de la casa real imita a los niños y vomita sonoramente en el suelo con las rodillas temblorosas. Al mirar al resto de pasajeros, veis que todos han palidecido.

Jason sacude los hombros, sonriendo.

- Bueno, todos hemos sido niños alguna vez. Yo creo...

Pero entonces ve interrumpida su perorata con el vómito de Iovine. Con la boca aún abierta, congelada, como pronunciando silenciosamente la primera sílaba de su siguiente palabra, se la cierra con la mano izquierda y acerca la derecha, que aún sostiene la copa, a la mesa, donde la deposita no sin cierto cuidado, como si fuera un artefacto explosivo.

- Esto no me gusta nada...

Ha perdido todo el buen humor del que hacía gala, y ahora se dibuja en su rostro una expresión de preocupación.

Rápido un medico, me acerco al caído abriéndole la ropa para que pueda respirar lo mejor posible.

Mirando toda la escena que se ha formado no puedo evitar esbozar una sonrisa, que por otro lado rápidamente borro de mi cara.

Ya me parecía raro que no pasara nada durante el viaje...

Me quedo mirando todo cuanto sucede.

Pronto los asistentes se apresuran por atender al funcionario real, pero mientras lo hacen, se percatan de que no es el único que necesita de cuidados. Varios de los pasajeros (una chica joven que ha pasado toda la fiesta callada, el actor cómico Kumali-Dupree, la madre de los cachorros,...) pasan de la lividez propia de contemplar una escena desagradable al color céreo que presagia una indisposición propia.

El ingeniero jefe (un tipo cuadrado y con perilla que no se despega ni a sol ni a sombra del capitán), se dirige a este y le murmura algo al oído. Varios de los que se empiezan a encontrar mal sigen los pasos de Orlando Iovine y empiezan a tener arcadas y pronto se transforma en un maremágnum de idas y venidas del servicio para atender a los pasajeros que tienen síntomas. Pronto empezáis a notar un malestar en vuestras cabezas, como si vuestro sistema vestibular estuviese enviando información contradictoria a con la que llega por vuestros ojos. Eso hace que una sensación de náusea se transmita directamente a vuestros llenos estómagos.

El caos indicaría algún tipo de intoxicación si no fueseis avezados viajeros  y hubieseis visto estos síntomas antes, claros indicativos de la auténtica causa del estado de todos los viajeros de la nave:

Se ha producido un fallo en el salto hiperespacial.

Me quedo mirando a Halas, como esperando que me hablara con sus gestos o su mirada. Pero al no hacerlo le hablo yo.

Esto se pone interesante, ¿no cree?, y quién sabe... puede que el responsable de lo que vaya a pasar este muy cerca nuestra.

Esté atento Jason, esté atento...

Jason gira la cabeza lentamente. Muy. Lenta. Mente. Empieza a palidecer. En su vida había ocurrido varias veces (culpa pésimos navegantes, sobre todo), pero nunca había logrado acostumbrarse del todo. Alza un dedo y, sin emitir palabra, por temor a descargar allí mismo, extiende la palma e intenta ir templadamente al aseo, sin prisas.

Allí acaba lo que había ido a hacer, se lava con sumo cuidado y enjuaga la boca muchas veces (se echa jabón de manos en la boca, incluso, y hace gárgaras con ellos), y regresa con el grupúsculo con el que estaba. Al llegar a su altura, se disculpa:

- Mil perdones, mi cuerpo no está hecho para estos "fallos de cálculo". Si es que ha sido un simple error. Mejor estar atentos, sí, Señor Lewis. El oficial al mando parece saber algo. Opino que deberíamos exigir una explicación -mira especialmente a Jason y a Hans-.

Estaba bien o eso me parecía a mí, pero pasado un rato de los primeros afectado empiezo a notar los síntomas, así que prefiero prevenir que curar y me dirijo a los servicios. No sin antes responder a Halas.

Sí que podríamos sí - respondo en referencia a pedir explicaciones - Pero un segundo por favor, creo que me está afectando más de lo normal.

Imitando a Jason me voy un momento a los servicios, que por desgracia olían fatal y estaban ocupados a más no poder.

Quítese hombre. - le digo a un señor algo gordo que taponaba la puerta - ¿Me permite? - digo cortésmente a otro que terminaba de usar un aseo -

Una vez he terminado de "asearme" vuelvo con los demás.

Un fallo en el salto. Al menos la nave parece que está intacta.

Intenta mantener la compostura y se dirige a algún lugar desocupado donde poder ocuparse de su indisposición. Cuando se siente más aliviado, se dirige hacia el capitán y el ingeniero.

Capitán, ¿necesitan ayuda?