Partida Rol por web

Después de algunos minutos caminando por el sendero lo cuál hubiera parecido una eternidad el pequeño grupo llega hasta la bifurcación que unos cuantos árboles señalan la salida norte del Capital City.

Avanzan unos cuanto metros adentrandose en la arboleda logrando observar la puerta norte del Capital City protegida por un enorme portón de hierro de al menos 3 metros de altura.

El lugar es bastante desolador, unos gemidos rasgan el silencio, los pies arrastrandose entre la hojarazca indica la presencia de cadáveres vivientes en los alrededores.

Los cadáveres vivientes se desplazan erráticamente frente a la entrada a la vista al menos hay una docena emitiendo gemidos y gruñidos pero sin detectar a ningún ser vivo.

Inmerso en la oscuridad Reing es el primero que se frena y con un movimiento de mano sobre los labios  para indicarles que guarden silencio a sus compañeros mientras se agazapa detrás de unos arbustos cerca de los gruesos troncos donde logra una mejor vista.

El viento mueve las hojas de la copa de los árboles con ese característico sonido, el arrastrar de pies muertos aumenta la tensión en el lugar.

Reing lentamente asoma la cabeza para calcular la distancia entre ellos y la puerta de acceso a la zona norte del country club.

Alex caminaba en silencio, sabiendo que estaban cerca de la entrada. Un poco mas adelante, se comenzaba a distinguir la gran puerta, pero parecía estar mas concurrida de lo que le hubiese gustado. En cuanto Reign les hizo una señal, se agachó y se quedó observando, con el corazón ligeramente acelerado. Respiró hondo e hizo un gesto, indicando que iba a acercarse por la izquierda. No se había visto muy amenudo en la situación de tener que matar caminantes, pero sabía que era mejor cogerlos lo más desprevenidos posible. Se acercó agazapado, casi a cuatro patas, con la lanza en una mano. No era especialmentefuerte, asíq ue tendría que depender de poder atacar a cuantos pudiera todo lo rápido posible. En cuanto estuvo a alcanze, comenzó a repartir lanzadas entre los monstruos mas cercanos, con la esperanza de que sus compañeros pudieran encargarse del resto todo lo rápido que pudieran.

La conversación se fue acabando mientras se acercaban allí.

Había oído muchas veces que los podridos podían oler una gota de sangre incluso a kilómetros a la redonda, pero personalmente lo consideraba una sarta de gilipolleces. ¡La de veces que la gente que decía eso se había escurrido por detrás de un carnívoro o se habían tirado por las calles para perderlos de vista! Y allí estaban otra vez, sin que les vieran. Como Alex, se dirigía hacia allá para tratar de encargarse de ellos rápidamente antes de que el grupo de mirones "diera la alarma".

Cuando uno de ellos se apartaba de Mr. Hanson, la manaza del pescador le tiró de la camisa como para que cayera al suelo y le reventase la cabeza. El mismo destino siguió en un momento el siguiente que se giró hacia las lanzadas que intentaban darle, muriéndole un gemido en la boca. Cuando otro trató de dar un manotazo a la lanza, Horace estaba allí... o mejor dicho la bota de Horace estaba allí, estampándole contra la pierna y tirándolo al suelo, donde se le reventó el cráneo en unos momentos. Al siguiente que se giró... bueno... digamos que trazó una parábola que acabó en su frente, a lo que tuvo que estirar un par de veces mientras los muertos venían a por él.

Mala idea, como pudieron atestiguar en unos instantes: el que consiguió lanzársele encima fue mantenido a raya quizá por un pelo y, tras un forcejeo, se lo quitó de encima como para que acabase encima del otro muerto, apretándole la cabeza hasta que la hoja del cuchillo le entró por la órbita y la segó la vida, mientras apretaba los dientes, forcejeaba y, en general, le dirigía entre dientes improperios y burlas que tenían poco éxito en un mordedor.

Con el último caso empezaba a resentírsele el brazo: dio un par de tirones para sacarlo de la cabeza del otro, le dio un empujón con el hombro conforme venía y lo tiró contra un árbol, en el que, sujetando el machete con la palma y el mango con la otra y empujando, le seccionó el cráneo por la mandíbula en dos: ese igual no estaba muerto pero morder ya no iba a morder jamás.

-*huffff* *pfffuuufff* ¿...estáis todos bien, gente? -susurró.

Se sacudió el sudor por un momento y contempló al mordedor solitario que quedaba después de aquello.

"Oh. Hum, bumbumbumbumbum. Bum"

Si alguien se había fijado en Horace... bueno, desde luego eso había sido impresionante. E impresionante más allá de lo que uno podía conseguir con suerte: aquello era demasiado continuo, demasiado cómodo, demasiado premeditado. Parecía que no es que le hubieran estado echando el ojo sin razón, antes.

Y mientras tanto... y más inmediatamente... un mordedor se dirigía hacia el pescador antes de que este tuviera tiempo para girarse y atacarle...

Una vez que separan a la pequeña Amy de los brazos de Eura, la nena comienza a forcejear llorando desesperada mientras uno de los guardias sujeta fuertemente a Eura a la cuál la inmovilizan atandola de las muñecas, en medio del caos Judas les indica que la suban a su vehículo y madre e hija son separadas.

Después de un breve trayecto hasta el salón principal, Eura es jaloneada para bajarla del vehículo sin consideración y es conducida a la habitación que antes fuera del matrimonio O´brian, sin desatarla es arrojada al suelo cubierto por una roja alfombra en medio de la amplia estancia, detrás de los hampones entra Judas con una enorme sonrisa en su rostro.

-Deberías estar agradecida... por ahora sigues viva, al igual que tu pequeña...-

Sin prestarle atención les indica a sus compinches que salgan de la habitación y cierra por dentro la puerta, se gira para con la mujer quien yace en el suelo, con fuerza la levanta por los hombros y la gira para azotarla dejandola boca abajo contra la mullida  cama, que a pesar de todo huele a limpia y es realmente cómoda, mientra Judas mantiene sujeta a Eura por la nuca con movimientos rápidos y sin ninguna consideración la despoja de su ropa para luego desabrocharse el cinturón y bajar la bragueta del pantalón.

Eura siente como la mano de aquel maniático le aprieta el cuello y un terrible dolor la embarga desde sus entrañas al ser penetrada por detrás en una fuerte embestida.

La cama comienza a rechinar a medida que las embestidas se repiten una y otra y otra vez, los bufidos de placer de Judas inundan el lugar mientras somete a aquella mujer indefensa.

Reing cubre con una mano al pequeño Jack quién ha quedado mudo ante la cercanía de aquellos mordedores, el pasante puede notar el acelerado corazón del boy scout quién aferra fuertemente su navaja de la suerte.

Alex es el primero en saltar contra el grupo de podridos su valentía no se compara con su suerte y queda a merced de algunos devoradores, Horace sale al quite y de manera sistemática, casi podría decirse que maniática por la efectividad con que se deshace de cada cadáver viviente Reing juraría que este hombre no es un simple pescador común y corriente.

Cuando termina la masacre de podrídos Horace se descuida un momento y el último cadáver, aquél que quedaba rezagado se avalanza sobre el corpulento hombre.

Ante la desesperación y con más adrenalina que valentía Reing aferra la vara puntiaguda y se lanza sobre el mordedor clvandole la estaca en la sien, el cuerpo se desploma inerte.

Reing siente que las piernas le fallan por el miedo y sin decir agua va se aleja un poco del camino y devuelve la bilis acumulada en el estómago.

para luego dejarse caer sobre sus posaderas, sacar un pañuelo y limpiarse la boca.

-D-Discúlpenme... estoy bien...-

Matar a podridos no era cosa tan fácil como parecía, especialmente llevando el equipo que llevaban y especialmente teniendo en cuenta que la media de edad del grupo iría por los 25 ahora mismo. Horace no tenía nada que reprochar.

Tampoco hubiera estado bien... le acababan de salvar la vida.

-Je-sús, Reing

Dijo con admiración mientras se había girado. El tipo había empalado por detrás a un mordedor y le había salvado la vida a la vez: si eso no le daba el carnet de macho automáticamente, no sabía qué lo haría. Se acercó con cuidado a él y le puso una mano en el hombro.

-No hay nada que perdonar, nene. Coño, si me has salvado la vida... no me imaginaba que lo tenías dentro de tí, Reing -admitió- Pero has ensartado a uno de esos por detrás. Vosotros dos habéis matado dientes con un puto palo de madera afilado. Hostia, os habéis graduado de badass con honores.

Miró furtivamente uno de los cadáveres cerca y le hundió la cabeza con el machete. Lo más probable es que fuera 100% innecesario dado que no se movían, ¿pero se puede culpar a un hombre por ponerse nervioso en estos tiempos? Empezó a limpiar el machete contra uno de los árboles.

-Venga, apartemos a estos tipos en los arbustos, no sea que alguien lo vea por un casual y se haga preguntas. Y si alguien, bueno, quiere registrar a ver si llevaban balas, o algo de comer o útil cuando la palmaron, no juzgo y miraré para otro lado ¿okas?

Alex se alegró de tener a Horace cerca. De haber sido de otro modo, quizás hubiese tenido más de un problema. Apenas caía uno de los mordedores, se giró justo a tiempo de ver como Reing acababa con el último de ellos. Se sintió mal al ver que médico no lo llevaba tan bién como los demás, pero al mismo tiempo se sintió reconfortado al ver que no era el único a quien todo aquello le causaba cierto vértigo.

Comenzó a mover algunos de los cadáveres fuera del camino, para después aproximarse a la puerta todo lo sigilosamente que pudo. Puso la oreja e intentó percibir cualquier sonido procedente del interior del recinto. Después hizo un gesto hacia el grupo, indicándoles con gestos que le ayudaran a asomarse por encima de la puerta. Habían sido rápidos y silenciosos, así que con un poco de suerte tendrían vía libre pasada la puerta. Pero necesitaban asegurarse de ello antes de siquiera intentar entrar.

Cuando vi que se acercaban apreté a Amy más a mí, mirándolos con un sentimiento que pasaba de la precaución a la angustia. Estaban cada vez más cerca, y cada vez tenía más miedo. Tuve el mismo impulso que Rose de correr. Sentí un tirón por la espalda y traté de patearlo, pero para poder golpearlo habría que soltar a Amy y no era una opción. Intenté forcejear, dos brazos me sujetaron por la cintura y otros dos la sujetaron a ella. Seguí resistiendo sabiendo que trataban de quitármela.

¡Nos separaron!

Al sentir sus bracitos abandonarme luché desesperada. Pateé, traté de golpear al maldito de atrás con los codos, pero cada segundo la apartaban más lejos. Mi hija lloraba, mi propia hija.

- ¡¡¡No!!!

Grité, tratando de evitar que nos separaran más, sintiendo como me arrastraban pese a mí misma, hasta que me arrojaron a un auto.

Me jalaron. Esta vez casi no resistí. No sabía que pensaban hacer de mí, pero luchar podría significar que me maten, y tengo que vivir por Amy. Tengo que salir de aquí por ella.

Llegó un punto en que mis pies casi no tocaban el suelo. Mi corazón retumbaba en mi pecho, presa del terror. En este punto mis muñecas estaban inmovilizadas.

Reconocí el trayecto, era hacia el cuarto del matrimonio…

Jadeé de miedo y traté de retroceder, pero estaba casi a las puertas y en medio del forcejeo me arrojaron al suelo. Sentí la alfombra en mi cara. Apoyé mi cuerpo y me arrastrè con las piernas, intentando levantarme.

Escuché lo que dijo, luego el “clic” de la puerta cerrándose, y el miedo volvió con fuerza. Sentí sus manos en mis hombros y como me levantó como si fuera un peso muerto hasta caer sobre la cama. El azote fue tan fuerte que me aturdió.

Viva…

…Sigues viva…

Su mano apresó mi nuca y la otra me abrió la camisa y bajó el cinturón. Mi caja torácica estaba entre él y la cama, pero mis piernas estaban separadas con él en medio.

¡No!

Reaccioné y quise volver a luchar. Era tarde.

Un grito ahogado salió de mi garganta. El dolor me nubló los ojos. Su peso casi me asfixiaba. Apretó más fuerte mi cuello, y volvió a mover su cadera, esta vez saliendo de mí para volver a entrar.

¡Me estaba violando!

Mis manos apretaban las sábanas, buscando alivio al dolor, la humillación. La cama se movía con nosotros. No quería llorar, mostrarle cuanto me estaba lastimando. Trataba de apretar los dientes, pero no podía controlar mis lágrimas. Aumentó el ritmo, y pasó, gemí de dolor. Arquee la espalda, y le gustó porque en cada embestida se apretaba más a mí.

- ¡No! – me apretaba de nuevo el cuello, restregándome al colchón. Conseguí levantar la cabeza - ¡basta! – volví a gemir más fuerte, era doloroso…

Una enorme enrejado con lona y lámina sujeta por gruesas cadenas y un candado, al menos 3 metros de altura evita que cualquier walker pueda acceder al country club.

Reing se acerca a Alex para revisar la entrada norte, al percatarse de que no hay nadie del otro lado, comienza a tantear la puerta y encuentra una barra de metal cruzada en diagonal, le hace señas a los demás para que se acerquen.

-Por aquí podríamos trepar para acceder...- El pasante señala con el dedo índice la línea a seguir volteando con sus compañeros para ver si aprueban su opinión al respecto.

La puerta de la habitación retumba ante los incesantes toquidos de uno de los guardias, deteniendo las embestidas de Judas.

-¡MALDITA SEA HDPTA!... ¿¡QUE DEMONIOS ESTÁ SUCEDIENDO!?... Grita  terriblemente enfadado por la interrupción, al separarse da un manazo sobre las nalgas de la mujer enrojeciendo su trasero, luego se ajusta los pantalones.¡Espero no tengas otra cosa que hacer zorrita!... regreso en un minuto para continuar nuestro encuentro...-

Judas se dirige a la puerta e intercambia algunas palabras, se hace una pausa y se escucha que abre la puerta y sale de la estancia para luego volver a oirse el seguro de la puerta.

Alex observó la puerta y la barra, calculando cuánto podría costarle llegar al otro lado. Parecía tarea fácil. Apoyó la lanza en la puerta y se giró hacia el grupo.

- Voy a cruzar. -susurró.

Antes de que pudieran responderle, subió con gran agilidad hasta quedarse en la parte superior de la puerta.

- Pasadme la lanza. -dijo en voz baja, con intención de dejarla caer al otro lado.

Con la misma facilidad con la que había subido, bajó por el otro lado y se quedó agazapado en silencio, atento a cualquier posible movimiento dentro del recinto. Observó la cadena y el candado, y después las herramientas que Zach les había prestado. Con gesto de desagrado, llegó a la conclusión de que iban a servir de poco allí.

- No creo que podamos abrir esta puerta, tendreis que saltar.

Se adelantó unos pasos, moviéndose con sumo sigilo y con los todos los sentidos bien alerta. No podía evitar cierto nerviosismo, pero se sentía optimista. Después pensó que quizás no todos tendrían la misma facilidad que él para trepar la puerta y prefirió no volver a girarse, como si aquello fuera a evitar que alguno de ellos cayera y se hiciera daño. Se quedó pendiente del camino frente suya, intentando ubicarse y decidir por dónde continuar.

Alguien le llama y siento como se apoya en mi cuerpo para levantarse y separarse de mì, hundièndome màs a la cama. Estoy temblando, llorando aun, sin poder moverme.

Cierro los ojos con fuerza cuando me golpea el trasero, temblando màs cuando promete acabar lo que iniciò.

Por ahora sigues viva...

Me girè sobre mi misma, pero estaba tan adolorida que volviò todo el sufrimiento. Las cuerdas me seguìan manteniendo con las manos en la espalda. Tenìa aun los pantalones abajo, y la camisa desabrochada. Casi todos los botones habìan cedido cuando me la intentò arrancar.

Se me cerrò la garganta. Por primera vez, agradecì que hubieran matado a Rose. No sè si ella lo hubiera soportado. Habìa dicho ante mi abogado y el juez que Carlton era un enfermo, pero ni èl habìa sido tan...

Me volvì a derrumbar sobre la cama. Su comodidad no me engañaba: el aroma de Judas seguìa allì. Por un instante, deseè morir tambièn.

...igual que tu pequeña.

No, no puedo darme ese lujo. Si muero, Amy està sola. Si muero...

Me estremeciò la idea de lo que podìan hacer de ella. Es solo una niña. Y muda. Una imagen de ella mayor, capturada por esta escoria, doblada sobre sì misma en esta cama me golpeò.

- No. - repetì, pero ahora era diferente. Esta vez con furia.

Me retorcì sobre la cama, buscando con los dedos cualquier extremo de la cuerda, y si no lo hallaba sacaba cualquier pedazo. Al sentirla màs floja pasè mis piernas por el arco que formaban mis brazos, para tener el amarre a mi vista. Forcejeando hasta lastimarme las muñecas logrè sacarla. Con la soga en la mano tratè de levantarme. Al contacto de mis pies con el suelo alfombrado mis rodillas se doblaron y caì de nuevo.

Desafiando al dolor me levantè, y controlando el temblor de mis dedos pude volver a subirme los pantalones y cerrar la cremallera. Me agachè para volver a sujetar la soga.

Esta cuerda va a ser mi mejor amiga.

Me coloco detràs de la puerta, esperando a que regrese. Eredo los extremos en mis manos, aseguràndola para que un tiròn no me la arranque de las manos. En cuanto cruce la puerta voy a enredarle la cuella en su gordo pescuezo al maldito de Judas y apretar hasta que gima tambièn. O tiene una pistola que pueda usar y lo asfixio hasta que se vaya al infierno, o voy a amenazar a sus hombres de matarlo si no me dicen donde està mi hija.

Asintió mientras veía la puerta.

"Prffffff..."

La verdad es que estaba bastante tocinete aún aunque hubiera perdido algo de peso y ganado definición desde todo el asunto del fin del mundo (¡fitness extremo!) y no sabía cómo le iba a ir. Alex que estaba echo un chaval pasó sin dificultad, Reign debía pesar 60 kilos mojado y no tendría problema si le echaban una mano y a Jack le alzó un poco para que pudiera cogerse.

-¿Quién dijo miedo? -se encogió de hombros.

Trepó con bastante habilidad y rapidez, aunque estaba claro por la subida que lo suyo era mucho menos ser un gamo como el señor Hanson y más por saber agarrarse bien... y por ser capaz de levantar baldes de manteca a peso, aparentemente. Cuando estaba casi arriba se afianzó, echando una mano para que sus compañeros pudieran subir con más facilidad: en aquellos momentos agradecía que fueran el doctor y el chico en vez de por ejemplo Jafresse o se hubiera luxado un brazo tratando de levantar a peso semejante mostrenco.

Dio gracias de que la puerta estuviera hecha contra dientes, y no tanto contra personas... aunque como defensa contra invasiones valía, pensó. Aquel trayecto cargado de armas y municiones no se lo podría haber hecho ni de coña. Demostrando también la diferencia de años bajó lentamente cuando pasó al otro lado en vez de dejarse caer con habilidad y corvas de oro como el primero en pasar.

-¡Gracias Horace!...- Murmulla el pasante de medicina mientras ayuda al boy scout y se une al pequeño grupo en medio de la oscuridad.

Al avanzar algunos minutos sobre el serpenteante camino de vez en cuando son sobresaltados por animales silvestres que cruzan al paso sigiloso y replegado de los cuatro sobrevivientes, no tardan mucho en divisar las enorme piras de fuego y algunas carcajadas masculinas de los invasores al mando de Judas.

Reing enseguida se agazapa junto con los demás. -A-Alguien tiene algún plan... al menos no nos han detectado...-  el joven médico se limpia el sudor con el dorso de la mano y permanece en cuclillas, se hace de una pequeña vara y dibuja algunos rectángulos y señala: -Estamos frente al salón principal...- dibuja una línea rodeando la primera cámara y señala un cuadro pequeño, -Esta era la estancia del Sr. O'brian... si yo fuera Judas allí me instalaría...-

Aproximadamente a unos 100 metros se observa mucho movimiento, hombres conversando y al parecer bebiendo como si de una fiesta se tratara, devorando los recursos de los sobrevivientes del country club.

Reing se detiene un momento. -¡¿Que es ese olor?¡...- Sus ojos se abren como platos al detectar el inconfundible hedor a carne asada. -¡DIOS!!!!... ¡NO!..-

Alex movía su vista de forma intermitente entre el plano que Reing acababa de dibujar y las hogueras. Sentía la tensión del momento, y casi se pone a gritar cuando el médico se alertó por el olor. Se limitó a manotear en su dirección y a llevarse el dedo a la boca de forma repetida. Tomó aire y volvió a fijarse en el dibujo.

- Con un poco de suerte, la mayoría de ellos estarán ahí fuera, en las hogueras. -susurró, señalando su posición en el suelo.- Yo puedo acercarme un poco más y ver si Eura está con ellos. Si no, posiblemente esté encerrada en el interior. -negó con la cabeza.- Espero que no sea con Judas. ¿Alguien sabe dónde está el almacén de las armas? Vosotros podríais avanzar hasta la puerta del salón principal, yo os alcanzo enseguida.

No podía negar su nerviosismo, pero al mismo tiempo se sentía más animado que nunca. Se la estaban jugando como pocas veces antes. Esperó la respuesta del grupo, pero ya tenía el cuerpo en posición para avanzar agazapado hacia el tumulto.

La respuesta al "¡gracias horace!" del momento fue asentir mientras apretaba dientes y resoplaba, Reing podía no pesar nada para él, pero subirse a la puerta ya había sido una hazaña: Alex bien podía estar ahí abajo descojonándose de lo que sacarle 20 años de ventaja conllevaba. Como fuese, todos consiguieron pagar.

"¿Alguien sabe dónde está el almacén de las armas?"

-Sí, claro -susurró en respuesta, asintiendo. Señaló rápido- Hacia el ala este. No se cuánto hay... todo lo que he tenido que coger de ahí nunca eran palas y picos, pero debería seguir habiendo mochilas de sobra para todos.

"¡DIOS!!!!... ¡NO!.."

La reacción del gordo fue sujetarle la boca mientras se asumían a la pared, pero él también tuvo que reprimir las náuseas. Las palabras de hacía un rato no comen carne es un engaño, estarían enfermos a estas alturas y demás rebotaban en su cabeza de uno a otro lado metiendo un terrible eco. ESTABAN COMIÉNDOSE GENTE. Y bebiendo. Y riendo.

"...jos de puta"

Estuvo tentado. Por unos segundos lo estuvo de verdad. ¿Tres, cuatro, cinco tipos? Hasta siete probablemente, borrachos y sin acceso tan rápido a las armas como lo tenía él. Pero después... qué. No podía simplemente huir y volverse a ninguna parte, y que cazaran como perros a todo el mundo. ¡Joderrr!
 

La puerta de la estancia de los O´brian se vuelve a abrir dejando pasar la silueta enorme de Judas que a pesar de tener varios años encima todavía deja notar el cuerpo trabajado en prisión, Eura no pierde tiempo y le pasa la soga que sujetaba sus muñecas alrededor del cuello, instintivamente Judas se lleva las manos al cuello tratando de evitar el estrangulamiento.

-¡¡¡ARRRRGHHHH!!!.... ¡¡¡HDDPTAAAAAGGHH!!!!...- Judas trata de jalar aire y manotea para después con fuerza descomunal cargar sobre sus hombros a Eura y estamparse en la pared dejando caer todo su peso en contra de la mujer.En medio de la desesperación saca la pistola pero la vista comienza a nublar sus sentidos y la pierde ante lujosa aquella alfombra.