Partida Rol por web

En algún momento durante las Guerras Clon

Desde que tienes uso de razón, no has conocido otra cosa que el entrenamiento físico y la meditación. Tu maestro se ha encargado bien de eso. Ragnor Arkith, ó Darth Mermen, como más tarde se reveló, te ha enseñado los secretos más codiciados del antiguo culto al Lado Oscuro de la Fuerza conocido como Sith. Pero ahora, veinticinco años más tarde, se había ido, no estaba. Otras veces había desaparecido durante ciclos, meses estándar... pero esta vez no, lo sientes, la Fuerza te lo revela. Por qué ahora ? Aún no has terminado tu entrenamiento, aún no.

Cuando te das cuenta de que tu maestro se ha ido definitivamente, te encuentras en el antiguo templo que Darth Mermen ordenó construir a unos mineros arkanianos. Ahí se encontraba su cubículo, su hogar, una fuente de conocimiento, ahora vacía.

Penetras en la que una vez fue la estancia de tu maestro, y entre las sombras descubres un holoproyector pequeño dejado a la vista a drede, para ser visto rápidamente. Ansioso, lo enciendes y de él se proyecta una holoimagen de tu maestro. Al verlo, se te encoje el corazón y no puedes evitar arrodillarte y mirar al suelo, aunque sabes que tan solo se trata de una holograbación.

La imagen comienza a hablar, y escuchar su voz te reconforta momentáneamente. A pesar de la dureza de su entrenamiento, es el único ser que se ha preocupado por tí desde que naciste.

- Mi aprendiz... - La voz suena rota, siniestra. - Viendo esta holograbación ya te habrás dado cuenta de mi marcha. No creas que no te dejo preparado, mi aprendiz, el Lado Oscuro es intenso en tí, aunque aún te falta la última prueba... - Se produce una pausa, y continúa. - En el compartimento secreto del templo, he dejado los utensilios para que te construyas tu propio sable de luz, tu arma, tu alma... con ella, deberás ir hasta las oscuras cuevas del monte helado Moth Tämir, y encontrar el holocrón que he preparado para tí... - Cada vez que habla, deja una cola de silencio arrastrando su última palabra.

Sin más, la holoimagen desaparece y la oscuridad y el silencio vuelven a la estancia. Sabes donde se encuentra el compartimento secreto, en el sótano.

Se había anticipado a mis pensamientos, era lógico Cómo si algo de lo que haga o vaya a hacer estubiera fuera de tus cálculos maestro...

Afirmo ante sus palabras Una última prueba...Primero, completar el círculo haciendome de mi propio sable de luz... Y con él como herramienta emprender una misión...

Jeje jejeje JEJEJE Gracias maestro, esté donde esté, espero sepa que voy a cumplir con sus cometidos... Digo a la holoimagen aún a sabiendas de que es una mera grabación.

Luego apago el holoproyector y lo guardo*.

Con una ambivalencia de sentires, apesadumbrado por un lado al saber que efectivamente se había ido, pero feliz y ansioso por mostrale al universo de que estaba hecho. Por qué los arkanianos somos la cúspide de la evolución.

Así, me pongo en marcha al sótano, sabiendo que aquel es sin duda el primer paso para el incremento y ascenso de mis poderes.

Veamos que tal me va "forjando" mi compañero...

De camino al sótano, voy tratando de recordar todo lo aprendido sobre los viejos artesanos Sith creando sables láser... Quizá aquello me ayudara a la hora de hacerme el propio.

Te diriges hacia el pasillo central y te adentras camino abajo hasta llegar al sótano. Todo el templo está construido de roca sintética endurecido por capas interiores de duracero comprimido. Eso la fortalecía lo suficiente como para soportar densos terremotos y contra el paso del tiempo. Apenas había iluminación en el lugar, y ahora, las salas vacías le daban un aire tétrico.

El sótano resulta ser una estancia amplia, adornada con estatuas de antiguos lores del sith y algún Jedi Caído. Todas las estatuas abrían paso a un camino largo que conduce a una especie de altar, sobre éste, un estuche cuadrado te aguardaba.

Tu rostro crea una rara mueca al sonreir. Te acercas lentamente mientras recuerdas los entrenamientos del Maestro con el sable láser, el día que te construyas tu propio sable láser, tu arma formará a ser parte de ti, de tu ser, de tu alma, no la pierdas nunca, pues con ella perderás parte de tu esencia... había llegado el momento que esperabas ansiosamente durante mucho, mucho tiempo.

Como parte esencial de tu entrenamiento, has cultivado la mente tanto o más que tu destreza en el tëras käsi. Recuerdas los antiguos escritos sobre construcciones de sables láser, de su composición, de su materia, de su significado para con su portador, del poder del cristal emisor. Cada Sith debía elegir su modelo de arma, de doble hoja, mandoble de luz, sable de dos fases... y crear la empuñadura siguiendo este criterio. Una vez creada, el sable se hacía uno con su creador...

LLegas al altar y abres el estuche de simbolos sith que indica que ésta guarda algo preciado. Observas todas las piezas con interés, con paciencia, como tú Maestro te enseñó, la paciencia es la base para la adquisición del conocimiento, mi aprendiz... recoges el estuche y lo llevas al suelo, donde te encontrarás más cómodo.

Sacas las piezas y las dejas frente a tí. Observas entonces una de las partes más fundamentales del sable, el cristal. Tus conocimientos acerca de cristales Sith te revela que se trata de un antiguo cristal Kaibarr, sacado de las entrañas de la mismisima Korriban.

Te postras frente a las piezas en posición de meditación, cierras los ojos, y dejas que La Fuerza fluya a tu alrededor, hasta entrar en contacto con las piezas del sable de luz, que comienzan a vibrar y alzarse en el aire, frente a tí...

La magnificencia de las piezas que Darth Mermen había dejado para que finalmente construyera mi herramienta del destino me hacía sentir poderoso de antemano.

Todo era de sobresaliente calidad, pero sin duda alguna el cristal Kaibarr antiquísimo a todas vistas, era el broche supremo.

A través tuyo he de expresar mi poder

Dije en mi mente otorgandole entidad, con el deseo de saber cómo se había obtenido tan hermoso objeto.

Recordando lo muchas veces estudiado a la espera de esta definitiva hora, sentí fluir la fuerza a mi alrededor y dentro mío...

Las piesas comenzaron a elevarse todas a la vez y ahí fue cuando tomé el control.

Permanecieron todas inmóviles al rededor del cristal principal, y en base a este fui ensamblando las restantes.

Acoplé con los ojos cerrados y sin necesidad alguna de abrirlos la montura que auspiciaría hasta el fin de los tiempos de morada para el Kaibarr. El cristal de enfoque y el proyector de energía de campos cíclicos cerraban la salida al alma de mi arma...

...Quince minutos luego de haber comenzado, la célula energética de diato se empalmaba dentro del anillo de la corriente de la potencia y era recubierto todo eso por el aislante de potencia inerte. Inerte, como yo mismo en ese instante. Inmóvil, impertérrito.  Este último armado era absorbido por el frame principal al que se sumaban las fijaciones para la empuñadura...

...Lentamente, y como si el marco se fuera a comer el primer montaje, el del cristal, fui haciendo que el último devorara al primero... Seguí inmóvil y concentrado al extremo. Guardados ya estaban los canales  de energía por el que luego se proyectaría el as de luz...

...Otros veinte minutos y el ensamblaje de los moduladores de energía con la punta del arco del rayo estaba listo y siendo metido dentro del frame principal, ya portador del cristal y de la célula de energía...

Quince minutos más y el anillo magnético de estabilización cerraba el extremo delantero o superior del sable... Ahora sí podía dedicarme a las ruedillas de ajuste, tanto de poder como de longitud del rayo.

Dediqué unos últimos diez minutos a recorrer mentalmente todo cuanto formaba parte de aquel, mi compañero hasta la hora final...

¡Lo siento, ya somos uno!

Finalmente, estaba listo, listo para ser empuñado por un poderoso Sith, listo para ser el castigo de herejes, déviles y adoradores del lado luminozo de la fuerza.

Dejandolo permanecer inmóvil en el aire un último instante, rompí mi posición de meditación para alzarme con la mano derecha extendida.

Ven a mi y ejecutemos nuestra primer misión...Cumplamos con nuestro destino.

Murmuré al kaibarr dentro de mi obra, el cual terminó con mi mano cerrada empuñandolo y activandolo para teñir de rojo todo cuanto a mi alrededor se encontraba...

Las cuevas del monte helado Moth Tämir. Recuerdas que tu maestro, Darth Mermen, solía viajar hasta ahí, aunque no te haces ni una idea de la razón, pues jamás te contaba lo que hacía independientemente.

Lugar que, por otra parte, te estaba vetado...

Moth Tämir se encuentra en una zona inexplorada del planeta, situado cerca del polo norte del mismo.

Llegas a la frontera helada, donde a partir de ahí te espera un largo camino, lleno de zonas montañosas rocosas completamente heladas.
Observas, en pie y desafiante al frío infernal, que puedes optar por dos caminos. Uno lleva a una zona subterránea, otro se abre paso por entre la rocas, en la superficie helada...

Moth Tämir

Pienso arrebujado entre mis negros ropajes, contrastando con la blancura del hielo y la nieve.

Quizá por fin sepa que se traía entre manos el maestro...

Aferro la empuñadura de mi sable colgando de mi cinto.

Por como fue toda su vida, no será una visita amigable... Espero salir con vida de allí... 

Medito un instante antes de tomar un camino Cuando uno elije un camino, siempre deja otro de lado... vocifero por lo bajo

Siempre es así... Mejor ir bajo tierra... Un enemigo menos seguro, el clima!

Comienzo a caminar con paso férreo rumbo a la zona subterranea.

Penetras a través de una entrada que se filtra a través de la nieve rocosa, dejando atrás el cielo grisáceo y oscuro.
En el interior no hace tanto frío, pero la humedad es más intensa; en el techo, observas la formación de pronunciadas estalactitas puntiagudas por cuyas puntas chorrean gotas de agua helada; el suelo rocoso y humedecido presenta un terreno irregular, pero seguro para avanzar por él; apenas hay luz en la cueva, pero la aparición de piedras preciosas y diamantes incrustados y mezclados entre la pared, techo y suelo, proporcionan una visibilidad suficiente.

Te adentras por el único camino estable unos cuantos kilómetros, sin mayor compañía que el sonido de las gotas caer. De pronto, sientes el suelo temblar durante un instante, sí, un instante... pero el suficiente como para sentir el crujido de las estalactitas.

A tu alrededor, algunas de las puntas heladas se estrellan contra el suelo rocoso, estallando fuertemente y rompiéndose en mil pedazos.

La semipenumbra que el brillo de las gemas aportaba, hacía que la inmensidad subterranea me resultara un paisaje hermoso, cargado de mística y misterio. De allí, sin duda saldrían piedras preciosas dignas de un emperador, pero el peligro de extraerlas era el suficiente como para amedrentar a cualquier abaricioso.

Caminando con los ojos entornados, aprovechando lo sensible de le vista que compartimos todos los arkanianos, me interno más y más, como guiado por algo superior a mi... 

Cuando la vibración tiene lugar, me agazapo a la espectativa lo que pueda venir

Mierd... ¿No se desmoronará el techo o si? Maldito el destino si tras tanto entrenamiento acabo en una tumba sin nombre en el medio de lo salvaje... Devorado por criaturas subterraneas... Bah...

Viendo caer las estalactitas desde el alto techo sonrío

Jum... veremos que me depara el camino, si esto es todo solo espero no estar perdiendo el tiempo...

Doy unas vuelteretas esquivando los cabernosos proyectiles

¿El maestro haría este camino cada vez o acaso tomaba el otro?

Otro salto lateral para evitar hasta la salpicadura de esquirlas menores

Habrá quedado como Darth Mermen esperaba mi sable... Espero que así sea...

La confianza que me daba lo sencillo de evitar los desprendimientos parecía haberme llevado a desconcentrarme y pensar en cosas que nada tenían que ver con aquel peligro portal que sobre mi se cernía.

Un par de trozos de piedra puntiaguda y helada te golpea en los hombros cuando en un último salto atraviesas un pequeño hueco nevado y escapas de la zona conflictiva. Al parecer, no es tan fácil como pensabas...

La zona actual es más oscura, apenas ves a tu alrededor. Intentando no dar un paso en falso, observas como una diminuta luz en la profunda oscuridad, y te adelantas hacia ella. Conforme te vas acercando, la luz se va haciendo más grande hasta convertirse en un paso al... exterior ? Desde luego, hay luz.

El dolor me es indistinto, la luz llama mi atención y sé que estoy próximo a descubrir mi misión.

Veamos que nos deparan las maquinaciones del maestro pienso a medida que entorno los ojos y siento la textura de mi sable.

Continúo acercándome precavido, listo para lo que fuere, incluso, a la nada.

Humm... Puede que de allí vea el sitio al que finalmente debo ir...

Desde tu posición no ves bien el exterior, tan solo una luz cegadora. Te aproximas un poco para ver sobre la penumbra y ves parcialmente el cielo grisáceo del exterior, es una salida, tal vez la única, vista la oscuridad del lugar.

Desde ahí ves también un saliente de piedra con unas extrañas luces electrónicas.

Humm... Eso es lo que estoy buscando

Pienso en silencio sin dejar de escudriñar los alrededores en busca de cualquier amenaza, pendiente para activar mi novel compañero.

Estoy sobre la pista correcta, me acercaré un poco más...

Sigo caminando muy lentamente, tratando de hacer el menor ruido posible, tratando de no perderme detalle alguno de las inmediaciones... Fuere cual fuere la misión, no estaba de más saber todo lo posible del lugar...

Cuando llegas a la salida, la luz te resulta en principio cegadora, aunque poco a poco te vas acostumbrando. Sin perder detalle, te acercas a la pequeña estructura y casi puedes llegar a tocarla con la mano cuando un breve sonido electrónico suena en ella y cambia de color a verde.

Escuchas el estruendo de algo moverse afuera de la cueva, y por un segundo vuelve a temblar el lugar. Cuando todo vuelve a la calma, escuchas los pasos lentos de "algo" mecánico y muy pesado ahí fuera...

Se me crispa el pelo de la nuca ¿Un Droide quizá? Maestro... Veamos que pasa...

Siento mis músculos tensarse bajo mis ropas, mis sentidos están alerta.

En cuanto lo vea, trataré de encontrarle alguna devilidad... Luego, le arrancaré su energía...

Con el helado frío contra mi pálida piel, caigo en la cuenta de que pienso como un arkaniano engreido, no como un verdadero sith.

Veamos de que se trata primero... Luego a sacar conjeturas...

Trato de buscar un lugar estratégico para espiar aquello que emite esos sonidos y en la medida de lo posible, que no me descubra

Algún lugar elevado sería lo mejor...

Al asomarte por la salida contemplas un entorno circular rodeado de pared helada y un cielo descubierto. En el centro ves una estructura de duracero un poco antiguo pero parece cumplir bien su función, fuera cual fuese, pues de su interior sale un haz de energía bastante potente que se pierde en el oscuro cielo. Parece haberse activado con el mecanismo de la puerta anterior.

Frente a ti, y tapando una entrada en el lado opuesto del claro helado, un androide de lo más extraño se queda parado frente a tí. En el brazo derecho adviertes un tipo de arma aparentemente potente, y el androide en sí mismo también parece poderoso, y amedrantan los más de dos metros de belleza electrónica.

No sabes que intenciones podría llevar su programación.

Disimulando el sable sin activar tras mi antebrazo y bajo mis ropas, espero a ver que sucede con la criatura

Siempre puede ser un androide de protocolo

Me digo a mi mismo tratando de convencerme de lo correcto de no comenzar a los sablazos con una posible fuente de información e instrucciones.

El androide te mira, te observa, durante unos instantes. De pronto, su rictus se vuelve un tanto despectivo así como agresivo, y levanta su blaster pesado en tu dirección a la vez que parece hablar.

- Intruso, eliminar. - Su voz suena electrónica, aunque no tanto como otros modelos que has visto por Arkania.

Lanza una ráfaga de disparos del blaster pesado, y aunque no todos te dan, notas como uno de los rayos te hiere ligeramente, sintiendo un quemazón intenso.

Me maldigo por mi estupidez debì atacarlo a priori!

Este dolor es otra cosa, no es una mera estalactita... Sin duda ha de dejarme marcas Sòlo espero que sirvan para recordarme que primero se mata y luego se pregunta...

La excitaciòn de un primer combate a muerte, tan real, tan mortìfero, me hace apartarme de los excimios movimientos que tanto practicara, hora tras hora, dìa tras dìa.

Dejo fluir mi ira y mi enojo contra esa màquina y contra mi propia inoperancia...

Envuelto en la ira tras haber recibido un fuerte impacto, te lanzas hacia el poderoso androide activando el sable de luz y creando un resplandor rojizo sobre tu rostro, encendido por la ira.

Parece que el cyborg se defiende mejor de lo que esperabas, y no consigues alcanzarle. Demasiado cerca como para poder dispararte, suelta un manotazo que te golpea en el rostro fuertemente, tirándote al suelo y arrastrándote varios metros más allá.

El cyborg parece reir a carcajadas enfundadas bajo su tono de voz electrónico.

Tirado a varios metros de la criatura, con sangre manando de mi nariz y dejando un regusto extraño pero no desconocido en mi boca, la rabia me hace querer la destrucción de aquél guardián a como de lugar... Quiero dejarla inmóvil, indefensa, para luego poder hacerla pedazos... Reducirla a pequeños trozos de material chamuscado. Mi enojo es tal que hasta siento que se me nubla la vista... Me dejo llevar por mis furibundos sentimientos, siento el espeluznante pero seductor abrazo del poderoso lado oscuro de la fuerza... 

Cual si fuera un animal herido, en su carne y en su arrogante orgullo, me dejo ser, dispuesto a pagar el precio...

¡Agrrrh!

Mi mano izquierda la extiendo en dirección a mi enemigo, aún con una rodilla en tierra y me siento vibrar al tiempo que deseo con todas mis fuerzas el arrancarle cada pizca de energía.