Partida Rol por web

El salon es el lugar central del pueblo abre mañana y tarde y siempre hay gente dentro dispuesta a conversar y jugar una mano de cartas.

A pesar de ser un día trágico y difícil en Sant Louis, la vida seguía para aquellos que se habían levantado un día más. Zacarías, como de costumbre, había abierto el saloon poco antes del mediodía, aprovechando aquellos que madrugaban para tomar el primer lingotazo. La muerte del médico había sido algo difícil de asimilar para todos, principalmente por las extrañas condiciones del suceso.

Se encontraba detrás de la barra, el lugar donde casi siempre estaba. Iba vestido con una camisa marrón, nada fuera de lo normal. Hoy la chaqueta descansaba sobre una silla y, como detalle respetuoso hacia el antiguo médico, portaba un brazalete negro en su brazo. Meros formalismos, pero había que dar buen ejemplo.

Su cabeza debía de estar en otro sitio, pues llevaba un rato dándole vueltas a unos papeles y no llegaba a escribir. Dejándolo a un lado, puso un vaso corto sobre la barra y lo llenó de whisky, sin pensarlo vació el contenido directamente a su garganta, colocando el vaso boca abajo sobre el mostrador.

-Hoy será un día especialmente largo, Billy -le dijo a su ayudante, un joven del pueblo que se sacaba un dinerillo fregando vasos y ayudándole a recoger antes del cierre-. Tráete un par de cajas de whisky, algo me dice que no tardaremos en tener que alegrar las caras de la gente de por aquí.

Entre en el salon como cada mediodia a ultima hora para comer algo caliente, aun llevaba la ropa de la mañana de salir a montar a caballo y me sentia algo cansada hoy, supongo que era normal tras todo el ajetreo de estos dias pero solo esperaba que el Sheriff pudiera solucionarlo rápido.

- Buen dia Zacarias, como siempre, ponme un plato de lo que tengais hoy - Mire a la gente que estaba presente y suspire sentandome en una de las mesas.

-Buen día, Arlen -saludó con la amabilidad que siempre disponía para sus clientes-. En seguida hablo con Doris y te sirvo -se dio la vuelta para ir hacia la cocina, donde se encontraba la mujer de la que había hablado-.

Doris era una mujer entrada en años que se encargaba de la cocina, hacer de comer, comprar y mantener los alimentos en el mejor estado posible. No hablaba demasiado mientras trabajaba y una vez fuera del saloon, a Zacarías le importaba poco lo que pudiera decir. Normalmente ella y Billy solían abandonar el negocio a la misma hora, estaba mal dejar al hijo trabajando mientras la madre volvía al hogar sola.

-Hoy tenemos un estofado de carne de cerdo, pan moreno y algo de arroz, ¿suena bien? -esperaba la confirmación de la mujer, aunque Doris ya estuviera disponiendo el plato para salir de la cocina-.

Un nuevo día amanecía en Sant Louis, el día anterior no había sido especialmente provechoso en el saloon pero, a pesar de todo, tenía que reponer lo que había salido.

Aprovechando que aún era temprano y que algo nuevo había pasado en el pueblo, esta vez era él, y no Doris, quien iría a la tienda. Podría enterarse de algo en el camino.

Al dejar la tienda, se fue directo a su local para empezar un nuevo día. Ya habría quienes estaría esperando para beber, o quizás comer algo, aunque mientras Doris no llegara, sólo podrían beber.

Tras encontrar la tienda de Jhon vacía, se dispuso a ocupar su sitio tras el mostrador. A la espera de que empezaran a llegar sus clientes o sus trabajadores, quizás podría descubrir algo de lo que pasó en la sala de variedades sin dejar de lado sus obligaciones. Cogió el último cigarro que le quedaba, ya que no había podido comprarlos en la tienda, y se lo encendió.

-¿Qué demonios habrá pasado...? -se pregunta mientras adecenta un poco su espacio tras la barra-

La noticia del señor Blame me había entristecido, pues veía peligrar mi trabajo y mi nuevo comienzo. Decidí ir a tomarme algo al Saloon y socializarme un poco, o acabaría volviéndome loco. 

Abrí la puerta del Saloon y me dirigí a la barra donde estaba el tabernero. -Buenas, un vaso de leche por favor.

La cara, mezcla de asco y desprecio, que le dedicó al que pedía la leche era digna de recordar.

-¿Leche? ¿de verdad? No entiendo que encontráis de gratificante en la teta de una vaca cuando hay mujeres por Sant Louis a la espera de conocer macho -no rechistó más sobre el tema y le sirvió el vaso de leche-. Por cierto, ¿qué ha sido todo ese revuelo que se ha montado en torno a la sala de variedades? No paraba de entrar y salir gente de allí.

Con el cigarro en la boca, no dejaba de mirar al nuevo, tenía ganas de saber de una vez que era lo que había pasado, pero debía disimularlo. Estaba mal visto fingir interés cuando el negocio del prójimo era pasto de alguna desgracia.

Cullen y Evangeline entran en el salón, piden un whisky para cada uno a pesar de que las horas no acompañan a tal trago. Manning lleva una maleta en la mano.

- Buenos días, caballeros -saluda ella. No conocía demasiado a los presentes, pero sabía que Arlen era una habitual del saloon, de manera que aprovechando aquello se acercó a Malafé tendiéndole la mano para hacer el saludo más formal, siempre con una sonrisa amable en la cara- . El señor Zacarías Malafé, ¿no? Soy Evangeline Blake, encantada. Mi amiga Arlen hablaba bien de usted y de su local, no me extraña... Quizá pueda ayudarme a encontrarla, se ha esfumado... Y quizá sea peligroso que ande ella sóla por ahí... -en aquel saloon, sólo Manning sabía cuando a Evangeline le gustaba no ir directamente al grano... Quería hablar con él, pero deseaba saber alguna cosa más antes de decir algún disparate. 

-Buenos días -saluda a la pareja y saca un par de vasos cortos para servir el whisky-. El placer es mío, señorita -dice mientras llena los vasos y los deja frente a cada uno-. No nos conocíamos personalmente, pero es cierto que si he escuchado hablar de ti y, por favor, dejemos los formalismos.

¿Arlen? Pues hace un par de días estuvo comiendo aquí conmigo, pero dejando de lado eso, poco más -se tomó un momento para responder a Evangeline, sentía curiosidad por lo que pudiera haberle pasado a la mujer- Pero si hay algo en lo que pueda ayudar, sólo tenéis que decirlo -lo dice mirando tanto a la mujer como a los dos hombres que estaban en la barra, aunque el del vaso de leche no pareciera tener ni remota idea de lo que estaba pasando-.

Asentí a sus palabras y cuando iba a contestar me vi interrumpido por una mujer y un hombre que pedían un buen trago. Esperé que terminaran de hablar para contestar al tabernero. -Intento mantenerme alejado de los vicios caballero. -sonreí con sicneridad. -Y respecto a la sala de variedades...no tengo ni idea, pero parece que ha habido otro maldito asesinato. El señor Blame ha cerrado la granja temporalmente.

Tomé mi vaso de leche y le di un suave trago, saboreando lo fresca que estaba. -Muy fresca, si señor.

-Aprovecha ahora, hijo, o será demasiado tarde cuando seas viejo -responde a Eric en un tono con cierto aire paternalista, mientras le señalaba con los dos dedos donde descansaba el cigarro-. ¡Por todos los demonios! ¿Otro asesinato? Primero el doctor, ahora esto... no me extraña que cada día la vida de Sant Louis se vaya apagando un poco más.

Volvió a dar otra calada al cigarro, exhalando el humo hacia el techo. No era especialmente pesimista, pero con todo lo que estaba pasando últimamente, lo mejor que le podía pasar al pueblo era que lo arrasaran y se empezara de cero. Lamentablemente, eso supondría tener que volver a levantar el negocio, que nuevos habitantes llegaran... y no era algo a lo que estuviera dispuesto.

-Si el señor Blame ha cerrado la granja, será mejor que disfrutes de ese vaso de leche, puede ser el último que te bebas en un tiempo.

Apuré mi vaso de un trago y apoyé mis codo sobre la barra. -La verdad es que tienes razón, dame un cigarro por favor. -sonreí y saqué un par de monedas para pagarlo todo. -Gracias a Dios que el señor Blame me permite seguir viviendo en su casa y que tengo ahorrado dinero, es un gran patrón. Siempre te habla con amabilidad y paga generosamente.

Buenos Dias.- Dije a los presentes acompañado con un ligero toque de sombrero. Deje la maleta de Evan, en el suelo de la barra mientras la preciosa y encantadora Srta Blake, pedia un par de Whiskys.

Me hizo gracia ver que uno de ellos se habia pedido un vaso de leche, pero no hice ningun comentario. Escuche los comentarios sobre una tal Arlen, a la que no conocia. Realmente conocia al pueblo de vista, pues solia bajar una vez a la semana a reponer viveres.

Tambien a cerrado el Sr Ford, su tienda y tambien la sala de variedades. Venimos precisamente de alli.- Dije con el ceño fruncido.- Hay una sombra oscura que planea en este pueblo y como siga asi quiza lo mejor es mudarnos todos como han hecho algunos ya.- Chasquee la lengua y finalmente mire a Evan, para dedicarla una media sonrisa, como indicandola que pdriamos sentarnos en una mesa. 

-Lo siento, hijo, éste era el último que me quedaba... y si ahora Ford ha cerrado su tienda, algo me dice que me costará encontrar cigarros en este pueblo -recoge las monedas que Eric dejaba sobre la barra-.

¿Mudarnos dices? -habla con el otro, el que vino con la mujer- esto no debería estar pasando, todo por aquí había sido bastante tranquilo hasta que se cargaron al médico. Confío plenamente en que el sheriff esté haciendo su labor y todo se solucionará llegado el momento.

La verdad era que ni él mismo estaba seguro de aquello. Ford se había largado y llevaba en aquel pueblo tanto como el propio Zacarías, si él había puesto tierra de por medio, lo más sensato sería seguir su ejemplo. Pero la propia cabezonería del dueño del saloon le decía que debía esperar un poco más antes de coger el camino.

- Ford mató a esa gente, el sheriff ha tirado la mañana mientras se le escapaba con su chica favorita, o la ha secuestrado, o sabe Dios -dijo Evangeline con cierto hastío y sin miedo de la opinión que pudiera darse. Al fin y al cabo, el dueño del saloon oía disparates de borrachos todos los días y el otro individuo era nada menos que el esclavo de un esclavo, una calaña delicada aquel que se deja deslomar por un negro y para más inri le da publicidad. Un negro que vivía como un rey mientras todos los presentes tenían alguna que otra dificultad. En fin*, tiempos convulsos. Miró a Cullen- . Ayer Ford se mantuvo bien calladito mientras estábamos en su tienda, él y Catherine no decían una palabra mientras tu y yo charlábamos, Catherine llegó tarde al burdel (cosa rara) y hoy misteriosamente, sin que haya manera de que se enterara nadie, ya que tú y yo fuimos los únicos que salieron del burdel hasta que se autorizó eso... Y bastante antes ese hombre debió recoger sus cosas para marcharse. Bastante extraño y rápido -un nuevo trago al whisky. 

Así que más bien no. El sheriff no parecía hacer bien su trabajo cuando la gente se largaba tan tranquilamente. 

- Si nos marchamos del pueblo, nadie nos arrasará la casa, evidentemente... Pero seguirá habiendo alguien por ahí que pueda entrar con calma en nuestros hogares, como pasó con el médico y Catherine, y cortarnos el cuello -no parecía muy alterada. Había dormido cuatro años con un revolver bajo la almohada.

A ver qué tal las reacciones. La teoría de Ford y Arlen no era ninguna verdad universal, y Cullen estaba también en la lista de "sospechosos"...

Iba a responder a Zacarias, cuando la preciosa Evan, lanzo su acusacion y no pude evitar quedarme con la boca abierta y pensativo mirandola a los ojos.

Si, tiene su sentido...- Termine de decir y le di un sorbo al whisky.- Supongo que si se a escapado el sheriff, montara una busqueda y captura contra Ford.- Me encogi de hombros- Veremos que medidas tomara el sheriff. Yo por lo pronto tomare las mias para no tener sorpresas.

La verdad que no tenia la mas remota idea de porque Ford, habia asesinado al Doctor y a la Madame, pero lo que si sabia que si se seguian produciendo asesinatos, habria que extremar la seguridad de nuestros hogares.

Volvi a mirar a Evan.- Aun sigue en pie le que te he dicho antes Srta Blake.- La guiñe un ojo y dedique una sonrisa.